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José Carlos Bermejo
HUMANIZAR LA ASISTENCIA SANITARIA
Aproximación al concepto
Desclée De Brouwer
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Índice
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1.Deshumanización y salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
1. Sentir social sobre deshumanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.Causas de la deshumanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. La causa fundamental: la injusticia . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. El poder en los sistemas de salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Cultura y deshumanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.4. Desarrollo tecnológico y deshumanización . . . . . . . . . . .
2.5. Deshumanización y despersonalización . . . . . . . . . . . . . .
2.6. Deshumanización y burocratización . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.7. Corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.8. Un fenómeno concreto: las listas de espera . . . . . . . . . . .
2.9. Dolor y sufrimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.10.Formación de los profesionales de la salud . . . . . . . . . . .
3.En el fondo de la deshumanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.Deshumanización, desmotivación y burn out . . . . . . . . . . . . . . .
5.El escándalo de la deshumanización: emergencia salud . . . . .
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2.Qué es humanizar. La dignidad humana como fundamento
de la humanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
1.Qué significa humanizar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.1. Etimología de la palabra humanizar . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. Concepto de humanizar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3. Humanizar los ámbitos de salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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2.La dignidad humana: fundamento de la humanización . . . . .
2.1. La dignidad humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1.1.¿En qué consiste la dignidad humana? . . . . . . . . . .
2.1.2.Dignidad humana y derechos humanos . . . . . . . . .
2.2. Dignidad humana y calidad de vida . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Humanizar la vida:
dignificar la vida en la precariedad . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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3.A la búsqueda de líneas estratégicas e indicadores de
humanización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
1.Marco legal. Planes de humanización en España . . . . . . . . . . .
2.Estrategias e indicadores operativos de humanización . . . . . .
2.1. Una mirada hacia atrás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. A la búsqueda de concreción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Un ejemplo de plan de humanización . . . . . . . . . . . . . . . .
3.Claves de valor entre lo medible y lo intangible . . . . . . . . . . . .
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Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
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Introducción
“Una misma cosa es el amor a la técnica
y el amor a la humanidad”.
Hipócrates de Cos
Confieso que cada vez siento mayor incomodidad al constatar que, en diferentes contextos de reflexión, se tiende a equiparar la humanización con el trato
cálido, acogedor, en las relaciones asistenciales. Casi como si lo más genuinamente humano estuviera en estas cualidades de las relaciones de ayuda.
Hablar de humanización, en cambio, es mucho más comprometedor: re­­
clama la dignidad intrínseca de todo ser humano y los derechos que de ella
se derivan.
Fácilmente se tiende a describir el fenómeno de la deshumanización de la
práctica sanitaria asociado al desarrollo tecnológico y a la despersonalización.
Si por un lado parece fácil adherirse a la lamentación por este proceso, no parece tan fácil, por otro lado, definir, aclarar, profundizar, sobre el significado de
una seria humanización del mundo de la salud, siendo así que es el problema
bioético fundamental.
A mi juicio, vivimos en una sociedad más humana respecto a la del pasado.
Vivimos en un momento de la historia en el que la dignidad de la vida humana
está más considerada a la vez que grandemente violada.
El Diccionario del Uso del Español de María Moliner dice que humanizar es una palabra moderna que ha sustituido a humanar, lo formula así:
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“Hacer una cosa más humana, menos cruel, menos dura para los hombres”.
Hablar de humanizar algunos ambientes supone partir de una idea: cómo debería vivir el ser humano para realizarse plenamente como tal.
Humanizar una realidad significa hacerla digna de la persona humana,
es decir, coherente con los valores que percibe como peculiares e inalienables,
hacerla coherente con lo que permite dar un significado a la existencia humana,
todo lo que le permite ser verdadera persona.
Ser rico en humanidad consiste en restituir la plena dignidad y la igualdad
de derechos a cualquier persona que se vea en dificultades y no pueda participar plenamente en la vida social. La riqueza de humanidad es un compromiso
con las capas débiles y los sujetos frágiles, que finalmente configura la propia
personalidad. Quien tiene la cualidad de la humanidad mira, siente, ama y sueña de una manera especial. La riqueza de humanidad transforma y cualifica la
propia sensibilidad personal: no mira para poseer, sino para compartir la mirada; y, en lugar de creer que el individualismo posesivo es la última palabra,
piensa que solo la sociedad cooperativa, convivencial y participativa es digna
de ser deseada.
La conocida segunda formulación del principio categórico de Kant es evocada como “principio de humanidad”. Dice así: “Obra como si la máxima de tu
acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza”.
La pre-ocupación por el otro vulnerable constituye la fuerza motora de la
humanización. Ya no solo es ocuparse de él aquí y ahora, sino anticipar esta
ocupación, pensar en él, prever sus necesidades; en definitiva, ocuparse con
antelación, y esto es, precisamente, preocuparse. Esta preocupación por el otro
puede articularse de una doble manera: el cuidado competente y el cuidado
personal. Gabriel Marcel diría que “lo humano no es verdaderamente humano
más que allí donde está sostenido por la armadura incorruptible de lo sagrado.
Si falta esta armadura se descompone y perece”.
Humanizar el mundo de la salud es un proceso complejo que comprende
todas las dimensiones de la persona y que va desde la política hasta la cultura,
la organización sanitaria, la formación de los profesionales de la salud, el desarrollo de planes de cuidados, etc.
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Introducción
En el mundo sanitario, humanizar significa hacer referencia al hombre en
todo lo que se realiza para promover y proteger la salud, curar las enfermedades, garantizar un ambiente que favorezca una vida sana y armoniosa a nivel
físico, emotivo, social y espiritual.
En los ambientes de salud se habla más humanamente del hombre cuando
los cuidados suministrados, a todos los niveles, revelan a las personas devastadas por la enfermedad física o mental la palabra fundamental que pueda pronunciarse: “Tú eres una persona”. Decir esta palabra que “humaniza”, que da
“significado” a un ser fácilmente condenado a la insignificancia, compromete a
la comunidad no solo a nivel teórico, sino también y en primer lugar a nivel de
las actitudes de fondo.
La humanización a introducir en la práctica sanitaria es más radical que la
simple recuperación de los aspectos filantrópicos que hay que tener en cuenta,
o que la cualificación de las relaciones profesionales; va más allá de la competencia profesional en la relación con el enfermo y la familia.
Un primer aspecto humanizador de la salud se centra en el respeto a la unicidad de cada persona. Cada persona es irrepetible, no puede ser generalizada,
y responde con un estilo propio a las crisis de la vida. El peligro es que todo el
tiempo sea absorbido por la enfermedad y que no quede nada para las personas. En segundo lugar, el contacto debe intentar reconocer el protagonismo de
los pacientes y familiares en los procesos de salud. Para convertirse en protagonista, el enfermo debe ser ayudado a comprender su situación con una información clara y precisa. Además, para poder asumir responsabilidades, el enfermo
tiene derecho a conocer las opciones terapéuticas disponibles; de lo contrario,
solo desempeñará un papel pasivo de dependencia.
Con frecuencia hablamos de la importancia del concepto de calidad de vida,
vinculado con el de dignidad de la vida humana. Atender a la calidad de vida
es una exigencia moral innegable si con ello nos referimos a cualquier tipo de
acción orientada a crear condiciones más favorables para la expansión y desarrollo de cualquier ser humano... Una comprensión global de la calidad de vida
que mire a las condiciones de vida que respondan a la dignidad humana para
el mayor número posible de personas merece una consideración moral seria.
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La calidad de vida nos hace referir la vida, verla de manera comparativa
consigo misma en otras circunstancias o con otros. Por eso, humanizar las relaciones es parte del principio de responsabilidad al que se refiere Hans Jonas.
La responsabilidad ha de extenderse a todos los seres humanos, porque,
hemos de decirlo, también los más débiles tienen el peligro de plegarse ante
las dinámicas perversas que los esclavizan o que los hacen objetos, en lugar de
sujetos de su propia historia. Los frágiles, los enfermos, los pobres, deben pasar
de la resignación y pasividad a la confianza en sí mismos y a la colaboración
solidaria en el camino a la salud. El individualismo puede ser también en ellos
el peor enemigo para su sanación. Todos los hombres y mujeres, todos los pueblos, sanos y enfermos, incluidos los más débiles, tienen derecho a ser sujetos
activos y responsables en el desarrollo de sí mismos y de la creación entera.
Humanizar la vida cuando esta se presenta en situaciones de precariedad
significa, ante todo, comprometerse por erradicar las injusticias, sus causas y
sus consecuencias, las condiciones no saludables –en cualquiera de las dimensiones de la persona– de vivir los límites de la naturaleza, responsabilizándose
al máximo de la propia historia y de la de los semejantes. También en situaciones de extrema precariedad, como nos ha ayudado a tomar conciencia Vicktor
Fankl, mostrando cómo se puede ser libre y responsable en medio de la esclavitud.
En el mundo de la acción social y de la salud, donde nos encontramos con
la dignidad humana que nos interpela presentándosenos vulnerable y precaria, la humanización consistirá en promover al máximo la responsabilidad en
los procesos de integración y de salud, evitando que las relaciones de ayuda
se conviertan en intervenciones paternalistas y sustitutorias allí donde la responsabilidad del individuo pueda participar –en mayor o menor medida– en
la lucha por la dignidad no solo como algo debido, sino también como algo
conquistado.
De ahí que haya tantas situaciones que denunciar y que interpelan las relaciones interpersonales en la práctica sanitaria, necesitada de humanización no
solo en clave de cordialidad y ternura, sino en clave de verdadero respeto de
los derechos de todos los seres humanos en virtud de su dignidad. Hablar de
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Introducción
humanización es también hablar de derechos. Sin duda, también el derecho a
una relación de ayuda adecuada a la situación de cada uno.
Desde hace años me intereso por la humanización del mundo de la salud
desde el Centro de Humanización de la Salud que dirijo, de los religiosos camilos. Desde esta atalaya, desde donde contemplo y participo de la realidad de
la salud y de la enfermedad en diferentes países y continentes, constato que la
lamentación por la deshumanización constituye una realidad universal.
La conciencia de que la persona enferma no es siempre tratada con la dignidad que le es inherente, la tenemos siempre que se producen procesos de
despersonalización en las relaciones, siempre que las necesidades no son satisfechas a la medida del hombre, siempre que la tecnología anula o reemplaza la
insustituible importancia del encuentro interpersonal, siempre que los criterios
economicistas impiden que los valores más genuinamente humanos estén en el
centro de los programas y servicios que tienden a prevenir, a curar, a cuidar, a
proteger en la dependencia…
Por tanto, el deseo de humanizar, de hacer de cuanto tiene que ver con la
salud y la enfermedad algo digno de la condición humana, es también universal. Por eso, aquí y allá, en los países pobres y en los ricos, con un sistema sanitario o con otro, en todo el mundo se siente la importancia de la humanización.
Quizás sea esta la tarea fundamental del hombre: la de tender hacia ser
realmente persona, persona en relación, capaz de encontrarse con los demás en
la vulnerabilidad y acompañarles a ser personas también en medio de la “estación oscura de la vida”.
El imperativo de humanizar lo experimentamos especialmente al contemplar “la desnudez del rostro” humano que, como dice Lévinas, es indigencia1.
Reconocer al otro es reconocer a un hombre. “El rostro se me impone sin que
yo pueda permanecer haciendo oídos sordos a su llamada, ni olvidarle”2, es
decir, sin que podamos dejar de sentirnos responsables de su miseria y actuar
en consecuencia.
1.LÉVINAS, E., Humanismo del Otro Hombre, Caparrós Editores, Madrid 1993, p. 98.
2.LÉVINAS, E., Humanismo del Otro Hombre, Caparrós Editores, Madrid 1993, p. 46.
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Si la lamentación por la deshumanización y el deseo de humanizar es sentido universalmente, menos fácil es encontrar una reflexión articulada en torno
al significado de humanizar. Ciertamente humanizar no es una tarea que tenga
que ver exclusivamente con el mundo de la salud. Afecta a la cultura, a la política, a la educación, a la economía. En realidad afecta a todos los ámbitos en los
que el ser humano se realiza y despliega su ser.
Pero el mundo de la salud y del sufrimiento producido por la enfermedad
es un lugar donde se siente especialmente esta necesidad. Quizás sea justamente la vulnerabilidad impuesta por la naturaleza y la fragilidad experimentada
ante la enfermedad la que desencadena el sano deseo de responder ante el otro
a la medida del hombre.
Cuando la respuesta a la fragilidad del otro que nos interpela y nos necesita
permite hablar de justicia, de salud protegida, creada y vivida como experiencia
biográfica, de salud física, relacional, emocional, mental y espiritual, de salud
en el modo de vivir el límite y la relación en medio de la impotencia, de soporte
emocional y cuidado paliativo, entonces sentimos el orgullo de ser hombres, de
ser personas llamadas a hacernos ser unos a otros.
Razón y corazón han de dialogar sabiamente con una inteligencia ética
integrada que supere el racionalismo y el emotivismo para humanizar la vida,
porque no es lo mismo ser humano que vivir humanamente y precisamente esta
última es la tarea que nos ha sido encomendada a cuantos vivimos.
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Deshumanización y salud
1
“Cuesta tanto llegar a ser plenamente humano
que son muy pocos los que tienen
la clarividencia o el coraje de pagar el precio”.
Morris L. West, Las sandalias del pescador
Hoy nos lamentamos mucho por la deshumanización que, en parte, caracteriza a nuestra sociedad y, por ende, también a la protección social, a la cobertura
sanitaria, a los programas y servicios de salud y a la atención sanitaria directa.
Deshumanización es una palabra utilizada en muchos contextos. Con cierta frecuencia en cuestiones relacionadas con las ciencias sociales y políticas. El
concepto define un proceso mediante el cual una persona o un grupo pierden
o son despojados de sus características humanas. La deshumanización evoca
una valoración ética negativa que remite a la noción de humanismo como contracara positiva.
La atención sanitaria, la protección social, las profesiones que se dan cita
en este campo, podemos decir que son intrínsecamente humanas y humanizadoras. Tienen en su corazón la iniciativa de las personas –de la humanidad–
de salir al encuentro de la vulnerabilidad de los seres humanos para atender
necesidades, prevenir sufrimiento de diversa naturaleza, ayudar a afrontar la
limitación, recuperar una vida en equilibrio y poderla vivir lo más autónoma y
sanamente relacionada posible. Diríamos, pues, que la medicina (y todo lo que
la comprende en una mirada amplia) es claramente humanizadora.
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Ahora bien, inmediatamente podemos hacer salvedades: no todos los
seres humanos tienen el mismo acceso a los recursos preventivos, diagnósticos, terapéuticos, rehabilitadores, paliativos… en el mundo; ni siquiera en un
mismo país o región. No todas las personas son atendidas en el respeto de su
dignidad de seres humanos. No todas las relaciones son cuidadas y vividas a
la medida de la persona… Con razón, o mejor, con razones, hablamos de deshumanización.
Sin querer caer en una visión pesimista de la salud y del mundo de la
sanidad, vamos a intentar explorar lo que pudiera haber en el fondo de la
deshumanización detectada mundialmente, aunque centrados especialmente
en nuestra realidad europea. Una consideración universal me parece absolutamente necesario a realizar en diferentes foros de generación de conocimiento y cultura, aunque no nos detendremos en todas las implicaciones que esto
tendría.
1. Sentir social sobre deshumanización
Nos centraremos en la relación entre progreso tecnológico y deshumanización y en el fenómeno de la despersonalización que tiene lugar en la asistencia
sanitaria, para intentar identificar algunas causas de deshumanización de diferente naturaleza (económicas, psicológicas, estructurales, individuales).
Javier Gafo, quien fuera catedrático de Bioética de la Universidad Pontificia
de Comillas de Madrid, relacionaba el significado de la deshumanización con
la despersonalización1, con la pérdida de los atributos humanos, con la pérdida
de la dignidad, con la frialdad en la interacción humana. El contenido más claro
de la deshumanización para Gafo viene determinado por los siguientes aspectos: la conversión del paciente en un objeto, su cosificación, la pérdida de sus
rasgos personales y el descuido de la dimensión emotiva y valórica; la ausencia
de calor humano en la relación profesional, a veces pretendidamente justificada aunque capaz de velar una clara frialdad e indiferencia; el sentimiento de
1.GAFO, J., Diez palabras clave en bioética, Verbo Divino, Estella 1994, 25-27.
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impotencia en la praxis sanitaria; la falta de autonomía del enfermo que termina
siendo manipulado y objeto pasivo de cuanto acontece en torno a él y sobre él,
y la no infrecuente negación al paciente de sus opciones últimas ante los casos
de diagnósticos infaustos.
Hay una especie de consenso en la literatura para relacionar fácilmente
deshumanización con despersonalización en las relaciones profesionales y su
añadido de burocratización. Nuestra mirada al fenómeno desea ser más amplia,
como iremos presentando.
Podemos decir, por otro lado, que la lamentación por la deshumanización
en campo sanitario es universal. La encontramos allí donde hay muchos recursos y universalización en el acceso a los mismos, como allí donde los recursos
son, además de limitados, escasos. Lo mismo en oriente que en occidente, en
el hemisferio norte y en el sur, en una cultura y otra, bajo un sistema sanitario
y otro. Es fácil que la lamentación se concentre también en aspectos concretos:
una ley, una coyuntura de crisis, un modo como funciona un servicio, las condiciones laborales de los profesionales, la inaccesibilidad de los recursos, el modo
como se es tratado, etc.
Desde los artículos más antiguos sobre el tema, se pueden encontrar títulos
que se centran en la humanización de los hospitales2, entre los estudiantes de
medicina3, o en la atención sanitaria en general4 y las conclusiones destacan
la importancia de las habilidades de comunicación, la necesidad de formación
como relación de ayuda o competencias emocionales5 y la implicación de las
distintas partes de la relación en la que ambos, profesional y paciente, necesitan ser escuchados6 para construir un diálogo que promueva actuaciones
2.KOHLER, F., Once again: humanization of hospitals, Veska, 1959;23(4): 284-6.
3.AMYTOT, R., Our students and the humanization of medicine, Union Med Can. 1952;81(7):765-7.
4.GUTTIERES, J., NICOURT, B., THIEULLET D., For the humanization of social security. II. The omissions
and the difficulties in the application of the social security plan. Some concrete examples. Concours Med. 1961;
83: 2343-50.
5. YEDIDIA, M.J., GILLESPIE, C.C., KACHUR, E., SCHWARTZ, M.D., OCKENE, J., CHEPAITIS, A.E. et
al., Effect of communications training on medical student performance, JAMA. 2003; 3: 290(9): 1157-65.
6.BROCK, C.D., SALINSKY, J.V., Empathy: an essential skill for understanding the physician-patient relationship in clinical practice, Fam Med. 1993; 25 (4): 245-8; 30; NIGHTINGALE, S.D., YARNOLD, P.R.,
GREENBERG, M.S., Sympathy, empathy, and physician resource utilization, J Gen Intern Med. 1991; 6 (5):
420-3.
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humanizantes7, por lo que se necesita implicar tanto a los servicios de la institución como a las distintas instituciones8.
Desde el Centro de Humanización de la Salud hemos realizado dos estudios de
campo en 2006 y 20109. En el 2006 realizamos un estudio para recoger opiniones
sobre la importancia y significado de la humanización de la atención sanitaria, entre
personal relacionado con este ámbito y también entre gente encuestada a pie de calle.
Retomando aquellos resultados y aquel objetivo, en el 2010 intentamos avanzar en
el conocimiento de la importancia, estado y factores que intervienen en la humanización de la atención sanitaria consultando a una población interesada en este área.
En la valoración que se dio a los factores más importantes de humanización, el orden
de prioridad resultó ser: primero el tratamiento holístico por parte del profesional,
seguido de la relación que se establece con actitud empática y disposición de escucha,
la ética, el compromiso, la motivación y vocación del profesional. A continuación la
relación personal y el cuidado del profesional por parte de la institución, el trabajo en
equipo, las habilidades de comunicación, y la información. La profesionalidad y el
Centro con medios, recursos y confortabilidad fueron los factores que menos importancia obtuvieron en sus medias.
No falta quien lamenta la cosificación del paciente (a la que Gafo también se
refería en términos de deshumanización), quien refiere la ausencia de un sano
entreveramiento entre los ámbitos personales del paciente y de los miembros del
equipo asistencial donde se pueda hablar de verdadero encuentro10, y la violación
de los derechos del enfermo, entre los cuales la falta de respeto a la privacidad, a
la confidencialidad, a la autonomía, que puede llegar incluso a la negación de sus
opciones últimas11.
7.CAMPBELL-YEO, M., LATIMER, M., JOHNSTON, C., The empathetic response in nurses who treat pain: concept analysis, J Adv Nurs. 2008; 61 (6): 711-9; TEUTSCH, C., Patient-doctor communication, Med Clin North
Am. 2003; 87 (5): 1115-45.
8. OLIVEIRA, B.R., COLLET, N., VIERA, C.S., Humanization in health care, Rev Lat Am Enfermagem. 2006; 14
(2): 277-84.
9.BERMEJO, J.C., CARABIAS, R., VILLACIEROS, M., MORENO, C., Humanización de la atención sanitaria.
Importancia y significado en una muestra de población de la Comunidad de Madrid, Ética de los cuidados 2011
jul-dic; 4 (8). Disponible en: <http://www.index-fcom/eticuidado/n8/et7673.php>.
10.CASAS, Mª.L., Conocer y amar: vocación médica, Cuadernos de Bioética 1998; 34 (9), p. 327.
11.SANTOS, A.M., PEÑA, M., Humanización de la atención sanitaria; retos y perspectivas, disponible en: http://
www.cbioetica.org/revista/42/421218.pdf consultada en julio 2013.
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2. Causas de la deshumanización
Lejos de una reducción de la deshumanización a la mera falta de cualidades
humanas en la atención sanitaria directa, haremos un análisis de algunas causas que se dan cita en esta experiencia de distanciamiento del humanismo que
debería caracterizar al mundo de la salud y del sufrimiento humanos.
No resulta fácil el análisis de las causas sin caer en un discurso limitante,
reductivo, puesto que el fenómeno es muy complejo y con muchos aspectos
relacionados. Aun a riesgo de no ser exhaustivo, haré un breve análisis de algunas de las causas de deshumanización. Construiré una clasificación limitada
que me servirá no tanto para ser exhaustivo cuanto para poner un orden en
cuanto deseo presentar.
2.1. La causa fundamental: la injusticia
No dudaré en presentar esta sentencia así de contundente.
En el fondo del proceso de deshumanización a que asistimos hay, sin duda,
elementos profundos, que tienen sus raíces más hondas que en la explicación
de lo que acontece en el mundo hospitalario, raíces relacionadas con la misma
antropología y con la política, con la economía, con la distribución de los recursos en el planeta.
Tomar conciencia de la complejidad del mundo de la salud en general ya
nos permite hacernos cargo también de que este es reflejo de la cultura. En salud
constatamos, por ejemplo, numerosas injusticias debidas a la economía de mercado imperante en el mundo, que no permiten hablar de acceso igualitario a
los recursos para luchar contra la enfermedad y para prevenirla. Una mirada
amplia, que tuviera como horizonte el mundo, nos exigiría levantar el grito ante
tanta injusticia. Mientras que en los países ricos discutimos sobre la proporción
u oportunidad de un tratamiento sofisticado (o de su retirada) en relación con la
calidad de vida, en numerosos puntos de nuestro planeta la situación es sencillamente escandalosa. Muchos de los recursos no se conocen, el acceso a la mayoría
es imposible y el discurso hay que centrarlo en términos de cubrir las necesidades básicas de alimentación, cobijo, higiene, prevención, alivio de síntomas…
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