CAP xxx] MONARQuíA INDIANA 321 xxx. Donde se trata de cierta manera de religión con que el dios Tezcatlipuca era servido por gente consagra­ da a él, y de la manera que eran ofrecidos de sus padres los mancebos o doncellas que le consagraban CAPÍTIJLO en tiempos pasados, una ma­ nera de religión llamada telpochtiliztli, consagrada al dios Tezcatlipuca. Y llamábase telpochtiliztli, que quiere decir juvenado, por cuanto a este dios llamaban Telpuchtli, que quiere decir joven o mancebo; y la causa era porque las veces que se manifestaba y hacía visible, aparecía en forma hermosa de mancebo, con el cabello cortado sobre las orejas, a manera de coleta, aunque los que le correspondían a las espaldas traía largos, y en las orejas sus zarcillos, y bezote en su boca, y muy galana y curiosamente vesti­ do. De aquí es que los que se dedicaban y consagraban a este curioso y pulido dios. fuesen mancebos o doncellas, se aderezaban y vestian de la misma manera. a imitación del dios a quien servían, cortando su cabello por la frente hasta las orejas. usando de orejeras y bezote y vestidos muy labrados y ricos; y las mujeres con sus camisas y naguas muy galanas. las cuales traían de ordinario el cabello largo, suelto y tendido, preciándose de imitar a su dios cumplidamente. La manera de la religión de estos ministros de Tezcatlipuca, o gente a su nombre dedicada, era suelta, porque no vivían en congregación y reco­ gimiento; cada cual estaba en casa de sus padres. parientes o deudos, pero tenían una casa en cada barrio donde se juntaban cada día, así mancebos como doncellas, en la cual, luego que se ponía el sol. comenzaban sus cere­ monias y ejercicios, tañendo, cantando y bailando asidos de las manos mozos y mozas, hasta la media noche, y todo en loor y alabanza del fingido y falso dios Tezcatlipuca. Tenían un maestro principal y de lo más noble de la república, que presidía en sus juntas y congregaciones, a quien respe­ taban y obedecían en todo, el cual los enseñaba muy religiosa y sabiamente en aquel ministerio y ejercicio. Había una ley muy rigurosa entre ellos, que no se habían de decir palabras libertadas a las doncellas, ni habia de haber locuras ni liviandades en sus corros. Y si por ventura (porque en el ma­ yor concierto a las veces falta) alguno de éstos se demasiaba y por razón de la mucha conversación y frecuencia de tomarse las manos se cegaban y pecaban, cometiendo algún hierro, morían ambos por ello sin excusa ni redempción. Cuando estos mozos o muchachos se ofrecían al estado de telpochtiliztli, convidaban al principal que tenía a cargo esta religión y a los otros que en aquella vida se criaban; y después de haber comido, presentaban el niño, el cual le tomaba en los brazos y, como haciendose cargo de él, le levan­ taba del suelo, y levantando los ojos al cielo decía estas palabras: Señor dios invisible. a ti ofrezco este niño; suplicote le recibas en compañia de ABÍA ENTRE ESTOS NATURALES, 322 JUAN DE TORQUEMADA [LIB IX los tuyos y que le hagas de buena vida en el mundo. Pero si era niña, to­ mábanla en los brazos unas I?ujeres que se llamaban ychpochtlatoque, que era.n. sus maestras, que tambIé~ en aquell?s ejercic~os cuidaban de ellas, y SO~I~ltaban su recato y honestIdad, y hacIan la mIsma oración, como del mmIstrose ha referido. Y estos principales poseían al niño o niña hasta que se casaban, ocupándolos en sólo 10 dicho a las horas acostumbradas y se volvían a sus casas. De otra más estrecha manera de religión con que el dios Quetzalcohuatl era servido de mancebos y doncellas, y de cómo se /a~ consagraban CAPÍTULO XXXI. (del cual ya hemos dicho en otro lugar) llamado Quetzalcohuatl. el cual tenía sus mi­ nistros particulares, así de mancebos como de doncellas que a su ~evoción y contemplación se dedicaban a su servi­ cio. Estos vivían vida más estrecha que los pasados, la cual . se llamaba tlamacazcayotl. que quiere decir vida de peni­ tencIa, por ser en honra de Quetzalcohuatl, que dicen haberla hecho muy grande y haberla enseñado ~ sus discípulos. Estos vivían en congregación, como los sacerdotes y colegIales, y las doncellas, en recogimiento, como las sacerdotisas. Traían los unos y los otros el cabello largo, eran muy hones­ to~ '.f casto~. Éstos andaban más honesta y religiosamente vestidos que los mm~stros dIchos en el capítulo pasado. Bañábanse a media noche, sin fal­ tar Jamás en esta ceremonia; velaban hasta las dos de ]a mañana, orando y cantando a su di~s cantos y ala~anzas; derramaban sangre de su cuerpo, al punto de la media noche, de dlVersas partes y miembros donde se pun­ zab,an c~>n la.s puntas. del maguey. Aunque estaban en aquel recogimiento, teman bcencIa de sabr a los montes, bosques y fuentes a cualquier hora de la noche, a d.e;ramar sangre y hacer sacrificios al dios que más le incli­ naba. a. su devo.clOn, como entre nosotros suele ser concedido a los monjes y rebg~osos sal~r a los bosques y montañas a estaciones particulares, por el crédIto que tIenen de su buena vida y santidad. Y lo que se dice de estos mancebos, se dice también de las doncellas, que en su recogimiento no eran menos devotas y honestas que ellos. Tenían un rector en su convento, que se llamaba del nombre de su dios, Quetza1cohuatl, el cual velaba mucho sobre su guarda y doctrina, refor­ mando lo relajado y conservando las virtudes y loables costumbres. Estos mancebos y doncellas, en llegando a edad de cuatro años, dejaban a sus padres y deúdos y se iban a estas casas de recogimiento, donde habían de permanecer hasta que se les llegase el tiempo de casarse y tomar estado. Te.nían sementeras en que trabajaban y se ocupaban, que eran de la pro­ pnedad de los templos; pero para su sustento ordinario tenían los padres cuidado de enviarles la comida. No usaban estos mozos de bezote, ni oreENÍAN ESTOS NATURALES OTRO DIOS CAP xxxn] jeras, ni otra cosa que slj y templados en el come!.~ Para haber de dedicat.j sus padres y deudos Uliií rector destos colegios, a,iI., al convite, ni asistía a nJl. autoridad y que no visitl real a ver al rey las vd nombre recibiese al nifui1 manos y ofreciéndoseloA invisible, defensor y q criatura te vienen a ofrej manos, para que viva i;~ diciplina; suplícote, se~ plinados y penitentes. y ~ alguna dignidad y algún hua, que quiere decir hAJ era el niño o niña de d~ dole una herida ligera 1,.:' era del culto y servicio'; dábanle un collar que lbq que llegaba a la edad coj ción y monasterio de QII a su monasterio y la mut ..~. , CAPÍTULO XXXII.:J mancebos y do~ nos y viejos. parq, que sus poJJ , L QUIN~ era la eaI rios, juofi mandoáJ. habianJ<'" la vida hijo, hacémoste saber·; Quetza1cohuatl, te crió;j que adviertas que el m&i1 en diciplina y doctrina.i causa tus padres, luegoJ gión de Q?et~a1coh~! cazques. SIrvIendo a di(lj mente te dé de sus b~