Hoja de data de USCCB 2016 Norma de la mayoría local amenaza los derechos de las minorías en México En México el número de casos contra la libertad religiosa han aumentado en forma significativa en años recientes. Algunas estadísticas indican que en 2014 y 2015 México fue el país más peligroso del mundo para sacerdotes y agentes pastorales laicos católicos. Aunque México ha firmado muchos tratados internacionales de derechos humanos y su constitución garantiza la libertad de religión, también tiene una Ley de Usos y Costumbres. Esta ley otorga una autonomía considerable a lugares donde hay una población indígena grande y concede ciertos derechos, “incluido el derecho de implementar su propia organización social, económica, política y cultural y el derecho de mantener y enriquecer su idioma y cultura.” La mayoría de las violaciones a la libertad religiosa derivadas de la aplicación de la Ley de Usos y Costumbres está concentrada en los estados de Puebla, Hidalgo, Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Bajo esta ley las comunidades locales de mayorías religiosas se han atrevido a dificultarle la vida a las minorías que no comparten su fe. En la forma más benigna, por ejemplo, esto puede implicar cobrar tarifas para financiar festivales religiosos de la mayoría, o multas por no participar. En otras instancias, se corta el suministro de agua y electricidad o a los niños de las minorías religiosas se les niega el derecho a asistir a la escuela. Esta discriminación puede llegar a golpizas, encarcelamiento, desplazamiento forzado del hogar y de la tierra, e incluso homicidios. Pero, debido a la Ley, los gobiernos federales y estatales han sido lentos para responsabilizar a las personas de estos abusos a los derechos humanos o proteger a las minorías religiosas. Por ejemplo, en el estado de Chiapas, a pesar de una resolución de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México de que se les debe permitir a los protestantes regresar a sus hogares después de que los desplazaran de manera forzosa, un grupo de ellos fue apedreado y golpeado por parte de algunos católicos. A dos pastores protestantes los tomaron de rehenes antes de que intervinieran funcionarios estatales. El acuerdo negociado estipulaba que estos católicos no continuarían maltratando a los protestantes ni obligándolos a pagar multas para ser liberados; ¡a cambio, los protestantes no presentarían cargos! Pero puede también suceder lo contrario. En un pueblo principalmente protestante en Chiapas, a un sacerdote de una parroquia católica lo atacaron y trece familias católicas huyeron después de que el concejo local sancionara a los católicos del lugar por no obtener permiso para remodelar su iglesia. La nueva construcción fue demolida y el terreno confiscado. Estos casos demuestran un aumento en la práctica de “imposición de la religión de la mayoría” que socava la promoción de la libertad religiosa internacional para todos. Es difícil para gobiernos estatales y federales controlar los abusos que tienen lugar en áreas rurales. Incluso si los funcionarios gubernamentales estuvieran al tanto de estos abusos, a veces son renuentes a interceder, dados los recursos limitados, el temor y la sumisión a las costumbres locales. Esto conduce a que prevalezca una cultura de impunidad. Para agravar más la situación de la libertad religiosa en México, algunos cárteles ilícitos pueden tener como blanco a iglesias y dirigentes religiosos, por dos motivos: obligar a estas instituciones religiosas a que sirvan frente para el lavado de activos, y cuestionar los programas y enseñanzas de la Iglesia que ofrecen alternativas a vida de violencia que prevalece en el entorno. Opuestos a la cultura de impunidad, los obispos de México emitieron una fuerte declaración en febrero de 2015 pidiendo que todos los elementos del gobierno y de la sociedad civil combatieran la corrupción en todas sus formas. Los obispos de México también expresaron su solidaridad con el obispo Miguel Patiño Velázquez, que en su Carta pastoral de enero de 2014 expresó: “La gente espera una acción más eficaz del Estado en contra de los que están provocando este caos”. La Conferencia Episcopal Mexicana procedió a instar a las autoridades a resolver de una manera integral e inclusiva la violencia que afecta a tantas personas y familias, para que los ciudadanos puedan vivir en paz, ya que es su derecho. En una declaración de agosto de 2005, los obispos mexicanos afirmaron su apoyo a la libertad religiosa internacional, diciendo que ellos quieren “un país verdaderamente democrático con un estado laico y plural, que no haga suya ninguna religión ni promueva ninguna corriente antirreligiosa” y llamaron a que el Estado respete las iglesias, las asociaciones religiosas y a sus miembros. Departmento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano Oficina de Justicia y Paz Internacional www.fortnight4freedom.org