TITULO DE LA PONENCIA UN DESAFIO QUE NOS PROPONE EL JUBILEO: De la Etica Empresarial a la Etica en la Empresa y de la Declamación Institucional al Compromiso Personal Autor: Cr. Gustavo Enrique SIMOES Prof. Responsable (Adj. Ordinario) ECONOMIA I Prof. Responsable (Adj. Interino) MICROECONOMIA Facultad de Ciencias Económicas Sede Comodoro Rivadavia UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PATAGONIA SAN JUAN BOSCO Para: Comisión 203 Etica en los negocios y en las organizaciones Responsable: Dr. Héctor JASMINOY RESUMEN DE LA PONENCIA UN DESAFIO QUE NOS PROPONE EL JUBILEO: De la Etica Empresarial a la Etica en la Empresa y de la Declamación Institucional al Compromiso Personal Autor: Cr. Gustavo Enrique SIMOES El presente trabajo tiene como finalidad instalar un debate académico respecto de algunas hipótesis que explicarían el actual estado de retraso que, en general, muestran las empresas de nuestro país respecto de una inclusión efectiva de las cuestiones éticas en sus estrategias de largo plazo. La actual configuración del sector empresario muestra dos realidades muy disímiles según se trate de grandes empresas o PYMES. Si bien constituyen dos escenarios bien diferenciados, tanto en uno como en otro caso se observa un común denominador: la unificación del objetivo de la firma en la maximización de los beneficios. Esta circunstancia, por diferentes motivos, según de que tipo de firma se trate, relega la implementación de una agenda para los temas referidos a la responsabilidad social de las empresas. El segundo tema central se refiere al ámbito desde el cual debemos enfocar la reversión de la situación. Si bien el tratamiento puede ser tridimensional: sistema – organización – individuo. Dentro del marco de la Doctrina Social de la Iglesia, se concluye que la responsabilidad final recae en la persona, en este caso el Dirigente de Empresa. Por ello es que del título surge; que se estima más propio hablar de la ética que como dirigentes podamos construir en las organizaciones que de la ética de las organizaciones. UN DESAFIO QUE NOS PROPONE EL JUBILEO: De la Etica Empresarial a la Etica en la Empresa y de la Declamación Institucional al Compromiso Personal ¿ De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida (Mateo 16,26) I - La Etica Empresarial en el Contexto Económico Actual El abordaje de las cuestiones éticas en la empresa ha dado lugar al nacimiento de un objeto de estudio que ya ha adquirido el rango de disciplina académica: La Etica Empresarial (o Business Ethics en su versión sajona). Los avances logrados en el campo teórico, no se condicen para nada con la actualidad ética de las empresas. Resulta adecuado circunscribir el análisis a la Argentina, en especial; donde los cambios macroeconómicos terminaron provocando una nueva, pero muy anunciada, configuración del sector productivo con niveles crecientes de concentración económica por un lado y por otro un progresivo debilitamiento del sector PYMES. Podemos ahora, identificar dos realidades empresariales: La de un pequeño número de grandes grupos económicos con un gran poder de mercado, en el mejor de los casos oligopólicos o directamente monopólicos. Se trata de empresas, mayormente multinacionales con dominio en la producción y comercialización de los principales bienes y/o servicios. Paradójicamente además de ser los “ganadores” del actual sistema son los que resultan los más beneficiados por las políticas del estado. La de un gran número de PYMES y microemprendimientos con evidentes dificultades para mantenerse en el mercado, con desventajas notorias en aspectos claves tales como acceso y costo del crédito, cargas tributarias regresivas, falta de fomento efectivo al comercio exterior etc. En la realidad estas empresas (tanto ganaderas como industriales y comerciales) terminan con un fuerte grado de dependencia de los grandes grupos mencionados anteriormente; que se transformaron en sus principales clientes y proveedores. Esta doble relación, por donde se la vea, resulta por demás asimétrica: a) En su condición de clientes “indispensables”, los grandes grupos les imponen todo su poder económico (presión sobre los costos) a la hora de la contratación (v.g. supermercados) y b) En su condición de monopolistas de insumos “estratégicos” como energía, servicios financieros, combustibles, etc. provocan aumentos de precios exhorbitantes en un contexto de estabilidad monetaria. Esta brecha ha alcanzado niveles insostenibles a largo plazo, mientras que el Estado por acción u omisión contribuye a su acrecentamiento. El argumento más utilizado para justificar su accionar es el de la seguridad jurídica, concepto éste que se esgrime solamente a la hora de defender grandes intereses y que demuestra la subordinación del político al poder económico. Esta simplificada clasificación también nos muestra, que en nuestro país, coexisten dos diferentes escenarios donde instalar la ética y la responsabilidad social de las empresas. II - La eterna disyuntiva: Responsabilidad social vs. Resultados Económicos. La responsabilidad social no debe ser vista como una restricción para el logro de los objetivos de la firma. Ahora bien, está definición estará enmarcada según el alcance que le demos a los objetivos de la firma. Desde el fundamentalismo del mercado se toma como objetivo excluyente de la firma la maximización de los beneficios (o del valor de la firma), postulado éste tomado, a los fines teóricos, como supuesto de comportamiento de las unidades productoras (empresas); pero que tan arraigado ha quedado en la práctica por el perdurable aporte intelectual de Milton Friedman (1970), que en su obra Capitalismo y Libertad expone: “ En un sistema de libre empresa y de propiedad privada, un ejecutivo es el empleado de los dueños de la empresa. El tiene responsabilidad directa hacia sus empleadores. Esa responsabilidad implica conducir el negocio de acuerdo a sus deseos, que en general serán de hacer la mayor cantidad de dinero posible, teniendo en cuenta las reglas básicas de la sociedad, ya sea que estén reflejadas en el derecho o las prácticas éticas”. Es decir convierte la dicotomía del enunciado en una equivalencia: La única responsabilidad de las empresas es maximizar sus beneficios. Este razonamiento ha perdido sustentación teórica y práctica, dado que presenta dos inconsistencias básicas, a saber: a) En la teoría: El avance de la ciencia económica viene cuestionando seriamente el supuesto de comportamiento de maximización, basado en el un criterio de que el empresario actúa como un homo oeconomicus es decir un ser racional egoísta cuyas acciones están motivadas por intereses personales. Tal es el caso del Premio Nobel Amartya Sen quien sostiene: “El homo oeconomicus no se define ni por el egoísmo ni por sus fines sino por la consistencia lógica de estos fines y el modo en que pretende alcanzarlos”. Se aleja a la figura del egoísmo como principal motivador de las decisiones económicas y aparecen conceptos tales como el altruismo racional que se puede considerar como supuesto de comportamiento racional de quien se interesa por los demás de manera sistemática. Viene a colación la Carta del Apóstol Santiago que nos dice al respecto. “El egoísmo es la fuente de donde proceden tantas guerras y contiendas…. de las voluptuosidades de ustedes que luchan en sus miembros. Ustedes codician y no tienen (Sant. 4, 1s). b) En la práctica: Si ponemos como reglas básicas de la sociedad a la libertad y a la igualdad de oportunidades, éstas no son posibles si no se verifica en la realidad la condición básica del sistema de mercado: La Competencia. En nuestro país casi toda la actividad económica está regida por mercados imperfectos (no competitivos) lo que; por la falta de una adecuada regulación, provoca un progresivo agravamiento de las condiciones sociales donde la concentración económica arrastra al desempleo y a la exclusión. En este marco tenemos que hablar de una libertad más retórica que real, disociada de la equidad.El determinismo que apuntalaba el sostenimiento del paradigma neoliberal, resulta a todas luces insuficiente, para mantenerlo en pie frente a las “fallas” del mercado que ni la empresa privada quiere, ni el estado puede corregir. “ Al parecer algo esta haciendo tambalear los cimientos del capitalismo” Lester Thurow (1996). Con todos los argumentos dados: ¿Cómo se explica el actual diferimiento de la agenda ética en pos de la búsqueda desenfrenada de resultados económicos?. Esto es lo que trataré de explicar. III - Las dos realidades empresariales y la ética La globalización de la economía ha sumergido a todas las empresas (las grandes y las chicas) en un contexto de cambios vertiginosos que abarcan los aspectos más relevantes de su entidad, como los son: la propiedad y la conducción, sin obviar otros como el tipo de actividad, internacionalización de los mercados actuales y potenciales, cambios tecnológicos etc. Respecto de los cambios en la propiedad de las empresas cabrían distinciones entre las grandes y las pequeñas. Las primeras deben acomodarse a nuevas pautas organizacionales y sobre todo culturales donde la transición se manifiesta a través de una ola primero de privatizaciones y ahora continuada por fusiones y adquisiciones. El ethos o credo de la organización sufre procesos de reformulación donde entran en juego múltiples factores (v.g. culturales, psicológicos, etc.). Esto origina una preocupante falta de definiciones concretas sobre las políticas de establecimiento de relaciones con todo el medio que interactúa en la empresa: Clientes, empleados, accionistas, proveedores, comunidad en general, medio ambiente, etc.. No se da la apertura de visión hacia todos “los que apuestan” por la empresa (lo que los americanos llaman con un juego de palabras, pasar de los stockholders (accionistas) al stakeholders (todo individuo o grupo involucrado con la firma)). No se vislumbran parámetros éticos identificables institucionalmente. Este reacomodamiento empresarial lo realizan directivos nuevos o con mandatos recién renovados que quieren empezar “haciendo buena letra”. La ausencia de una visión de la firma proyectada en el tiempo, remite obligadamente al objetivo más fácilmente mensurable y más demandado por los propietarios: La maximización de los beneficios. Aquí se trata de “salvar la gestión” de las evaluaciones a corto plazo. En las pequeñas empresas se confunden, en las mismas personas, los roles de propiedad y conducción de la firma. En las actuales condiciones del mercado, ya descritas, no queda margen para distraer la atención de los resultados. La premisa aquí es: “salvar la firma”. Si bien, en ambos casos prevalece el criterio de la urgencia por sobre todo, las finalidades últimas son distintas. En el primer caso los intereses de la dirección buscan un posicionamiento personal de carrera de los directivos dentro de la organización aún a costa de consecuencias futuras negativas en el largo plazo, en el segundo caso “no hay tiempo” para pensar otros objetivos. Cambiando el sentido del pensamiento de Milton Friedman la responsabilidad social circunscripta exclusivamente a los beneficios se impone como una “ética de la supervivencia”. Prevalece arraigado un concepto propio del darwinismo social: la supervivencia del más apto. Ahora bien, estamos ante un circulo vicioso, por un lado demostramos (muy superficialmente, a los efectos de este artículo) la crisis del dogma fundamentalista del mercado de priorizar los beneficios por sobre cualquier otra responsabilidad y por otro lado, reconocemos que esto es lo que está pasando en realidad. Ya sea por el oportunismo de los directivos de grandes empresas, por la desesperación de los pequeños empresarios, pero sobre todo por la falta de una visión trascendente. IV - El doble discurso de las empresas respecto de la ética. Desde los medios de difusión masivos recibimos constantes noticias acerca de los “ingentes esfuerzos” que realizan las grandes empresas para cuidar sus aspectos éticos. Son habituales las publicidades referidas a tres relaciones básicas: a) Con la comunidad (v.g. obras filantrópicas, donaciones a escuelas etc.), b)Con el personal (v.g. trabajo a discapacitados, difusión de los códigos de ética etc.) y c) Con el medio ambiente (v.g. adhesión a normas internacionales). El caso más paradigmático lo muestran, la mayoría de las multinacionales que emplean muy distintas (casi opuestas) políticas de personal, ambientales y comerciales en sus países de origen respecto de las que implementan en nuestro país. Se puede decir que existe “una discriminación internacional de la responsabilidad social de las empresas”. Sería propio hablar de responsabilidad social de Primer Mundo, Segundo Mundo y de Tercer Mundo. En estos casos el planteo de las cuestiones éticas lleva implícito un alto grado de hipocresía. Se trata de engañar a la gente con “maquillajes morales” que sólo persiguen un mejoramiento de imagen empresarial o el acompañamiento a una moda interesada que permita relativizar o esconder las graves consecuencias que este modelo económico de exclusión está provocando o desde un punto de vista más pragmático posicionarse adecuadamente en la opinión pública para seguir manteniendo un privilegio “de mercado” (v.g. renovación de una concesión). Jorge Etkin (1993) lo llama modelo perverso de organización, donde: “la cuestión pasa por la representación y el ejercicio que los dirigentes hacen del poder, instalando un cambio en lo aparente y manteniendo el control en lo profundo”. A menudo vemos que las empresas se autoimponen exigencias éticas. Muchas veces éstas revisten un carácter reactivo, al respecto, Josep Lozano (1999) afirma: “ En definitiva lo que se reclama es más ética pero lo que se quiere es más control”. De ahí viene el interés por los códigos de empresa y por las denominadas culturas de empresa como expresión de una voluntad de control. Si pensamos el tema ético solamente como una herramienta para minimizar o evitar el fraude, estamos banalizando la cuestión, ya que cíclicamente volvemos al objetivo de aumentar los beneficios. Ante este cuadro se impone invertir la hipótesis de causalidad tradicional de la asigna a la ética como reductora de los beneficios empresariales. V - Todos los caminos conducen al hombre: El desafío para el dirigente de empresa Este problema lo podemos ver desde una perspectiva tridimensional: desde el sistema (económico), desde la organización (la empresa) o desde el individuo (dirigente de empresa). El punto es: ¿Desde dónde encaramos la respuesta? En el sistema es donde verificamos la necesidad de revertir las graves formas de injusticia y marginación social, pero éstas en gran parte son originadas por el accionar de las empresas. Aún cuando hay quienes sostienen que la ética vive en una sociedad de organizaciones y no en una sociedad de individuos, cabría preguntarnos ¿ Son estas organizaciones sujetos de asignación de responsabilidad en cuestiones de ética y moral? La sabia respuesta nos la brinda Juan Pablo II en Reconcialiatio et paenitentia (1984), 16: “Ahora bien la Iglesia cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos sociales, más o menos amplios, o hasta de enteras naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Se trata de pecados muy personales de quien engendra, favorece o explota la iniquidad, de quien pudiendo hacer algo por evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males, omite el hacerlo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o por indiferencia, de quien busca refugio en la presunta imposibilidad de cambiar el mundo y también de quien pretende eludir la fatiga y el sacrificio, alegando supuestas razones de orden superior. Por lo tanto las verdaderas responsabilidades son de las personas.(1) Una situación – como una institución, una estructura, una sociedad –no es, de suyo, sujeto de actos morales; por lo mismo no puede ser buena o mala en sí misma” Concluimos en que es el hombre de empresa ya sea en su condición de propietario o directivo quien tiene la responsabilidad de instalar las cuestiones éticas en la empresa y que, por carácter transitivo se tendrían que ir trasladando al sistema.No se trata de cuestiones fáciles sino de enfrentar constantes dilemas donde el norte debe ser siempre el bien común, entendido este como el marco social de desarrollo total de la persona humana, “de todo el hombre y de todos los hombres” al decir de la encíclica Populorum Progressio Nadie está libre después de haber adoptado alguna decisión gerencial, de recordar lo dicho por San Pablo “Pues no hago lo quiero, sino lo que detesto” (Rom 7,15). Una auténtica apelación a la conciencia. “Tomar decisiones éticas es fácil cuando los hechos son claros y las opciones son blanco y negro. Pero distinto cuando la situación es ambigua, la información que tenemos es incompleta, existen múltiples puntos de vista y responsabilidades cruzadas. En tales situaciones – que los managers viven a diario – las decisiones éticas dependen tanto del proceso de decisiones cuanto de la inteligencia e integridad de quien toma la decisión” Kenneth Andrews (1973). Debemos considerar la responsabilidad de la conducción como un don recibido de Dios: “para hacerlo fructificar, nos toca “sembrar” y “recoger”. Si no lo hacemos se nos quitará incluso lo que tenemos. ” Sollicitudo Rei Socialis 30 Así como distinguimos distintas tipos de empresas, también existen dentro de ellas distintas jerarquías, distintas responsabilidades, distintos roles ello conlleva distintos niveles de compromiso. Esos son los talentos que nos fueron otorgados y por el uso que hagamos de ellos, vamos a ser juzgados.El compromiso debe comenzar desde arriba. Es la dirección o la gerencia quien tiene la mayor responsabilidad en la creación de un clima ético en la organización. Pero eventuales olvidos, por parte de las máximas jerarquías, no deben servir como excusa para la omisión del tratamiento de estos temas, en los estratos inferiores, Todos tenemos algo que aportar para hacer más ético nuestro ámbito de trabajo.- VI - La tarea a emprender Nos acercamos peligrosamente a la unificación del estereotipo del directivo de empresa como Hombre Light (Rojas 1996) definido como: “Un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo – consumismo – permisividad – relativismo. Todos ellos enhebrados por el materalismo”. Estamos cansados de ver modelos exitosos de empresarios en las revistas y diarios que trabajan más de 12 horas diarias, viajan de vacaciones dos o tres veces al año a lugares recónditos del planeta, practican 3 o 4 deportes (uno es el golf, por supuesto) ¿Cómo hacen? ¿Cuánto le dedican realmente a la empresa? Es un cóctel de frivolidad e hipocresía que desgasta los estamentos inferiores de la organización, a los que se les vive pidiendo un mayor nivel de sacrificio. Este cuadro nos compromete frente al dilema de contrarrestar los disvalores con valores oponiendo: sinceridad a la hipocresía, solidaridad al individualismo, esfuerzo personal al hedonismo y generosidad al egoísmo. A nivel individual no se puede caer en la trampa de la declamación a la que se recurre a nivel organizacional, ahora el compromiso es personal. Un gran peligro a tener en cuenta dentro de la vorágine empresarial, es el adormecimiento o la deformación de nuestra conciencia. Esto nos puede llevar a la construcción de una “ética a medida”. “Somos responsables ante nuestra conciencia, testigo último de Dios. Pero también somos responsables de nuestra conciencia” Catecismo para Adultos (502). El “cholulismo social” no debe ser considerado un mal menor de nuestros tiempos. Los procederes acomodaticios o de tolerancia, en nuestros círculos sociales, hacia determinadas personas que ejercen conductas poco éticas o directamente corruptas provocan una erosión de credibilidad en nuestros procederes. No debemos caer en la tentación de “convalidar socialmente” a quienes se niegan a adoptar las conductas que nuestros tiempos exigen. Las presiones exageradas por los resultados en forma inmediata (nownowism), genera una carga de tensión y/o agresividad que también, dependiendo de la jerarquía, producen “un efecto multiplicador” dentro de la organización. Por nuestra condición de seres sociales este efecto se traslada asimismo hacia fuera de la empresa (v.g. proveedores, clientes, etc.). Esta percepción predispone un ambiente de recelo y desconfianza (Todos piensan: Hoy les tocó a ellos, pero mañana, me puede tocar a mí). En este marco no se pueden edificar los lazos de pertenencia y solidaridad necesarios para viabilizar la productividad y eficiencia en el largo plazo. El grado de cohesión interna constituye uno de los principales factores de poder de las organizaciones. Resulta particularmente grave (pero excede el marco de esta ponencia), la traslación de las tensiones y conflictos generados en la empresa, hacia el individuo y su círculo más íntimo (la familia). Las personas que disponen de un buen ambiente, educación y oportunidades constituyen mejores empleados, clientes y vecinos. Hombres sin proyectos personales trascendentes no pueden formar empresas con proyección en el tiempo. En este sentido vale la advertencia que en forma de pregunta nos plantea Juan Pablo II en la Carta Apostólica en preparación al Jubileo del Año 2000 MIENTRAS SE APROXIMA EL TERCER MILENIO: “¿Y no es acaso de lamentar, entre las sombras del presente, la corresponsabilidad de tantos cristianos en graves formas de injusticia y marginación social?” Nuestro gran desafío, como cristianos, en el marco del Jubileo, es desarrollar nuestra inteligencia sin hacer concesiones a nuestra conciencia, para ir transformando las empresas donde trabajamos: De escenarios de supervivencia en escenarios de convivencia. BIBLIOGRAFIA: ANDREWS, Kenneth: “Can the Best Corporations Be Made Moral” Harvard Business Review, mayo-junio CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA (1993): Catecismo para Adultos Ed Desclee de Brouwer BILBAO 1993 FERRULLO, Hugo Daniel (2000): El malestar en las economías modernas de mercado Ediciones MACCHI Buenos Aires 2000 ETKIN, Jorge (1993): La Doble Moral de las Organizaciones Ed. 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