Proyección política del TLC

Anuncio
Proyección política del TLC
http://eltiempo.terra.com.co/hist_imp/HISTORICO_IMPRESO/OPINION_HISTO
RICO/2006-02-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_HIST-2723728.html
POR ABDÓN ESPINOSA VALDERRAMA
Mientras en el interior se acalora el debate electoral y la guerra contra la
subversión armada ofrece nuevos episodios, ahora en la frontera con Ecuador,
prosiguen en Washington las negociaciones de un instrumento que, una vez
conformado, repercutirá de modo favorable o desfavorable en la vida de la
nación colombiana.
En principio, al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos no cabe
calificarlo de fuente segura de grandes bienes, ni de causa inevitable de fatales
desventuras. Todo dependerá del espíritu de justicia que lo anime y, en este
sentido, de la voluntad política de contemplar y en lo posible de mitigar la
enorme disparidad de las economías. Una de las cuales no puede renunciar al
derecho de desarrollarse, de asimilar nuevas tecnologías y de avanzar hacia
más altos grados de producción y civilización.
La misma historia de las presentes potencias industriales demuestra cómo en
determinadas épocas debieron preservar y fortalecer sus estructuras
productivas a fin de levantar sobre ellas andamiajes más complejos y
modernos. So pretexto del señuelo del libre comercio, desfigurado en la
práctica por variadas estratagemas, no se avinieron a sacrificar sus legítimos
intereses ni a esterilizar sus recursos humanos y materiales.
Venciendo el temor de llover sobre mojado, insistamos en señalar los nocivos
efectos de la apertura anterior y la reacción contra sus desastres en América
Latina. Por su predominante orientación hacia adentro y por la postración
consiguiente de buena parte de las actividades productivas, generó masivo
desplazamiento hacia quehaceres delictuosos y ocupaciones informales, con
especial énfasis en los cultivos ilícitos, en los laboratorios del narcotráfico y las
legiones insurgentes. Por contragolpe, la mano de obra se desvalorizó, en la
misma medida de su redundancia.
De esa suerte, se abrió paso el fenómeno de que al factor trabajo se le redujera
la tajada de la torta en relación con la del capital. The Economist lo señala,
globalmente, a la luz de la duplicación de la fuerza laboral por el ingreso a la
economía mundial de mercado de China, India y la antigua Unión Soviética. En
el mundo afluente, las utilidades de los dueños del capital, relativamente
escaso, se han disparado a niveles récord de participación en el ingreso,
mientras declina la del conjunto sobrecargado de los trabajadores. Si esto ha
de ocurrir en perjuicio de una nación en desarrollo y en beneficio de una gran
potencia, será de prever la desazón en el interior de aquella, tanto más si
cunde el desempleo en zonas neurálgicas y los brazos y cerebros cesantes
buscan afanoso refugio, sin importarles su ilicitud, sanidad o conveniencia. Por
sus implicaciones políticas de diverso orden, no parece aconsejable aplicar en
el tratado en cuestión el criterio de la maximización de la ganancia en la órbita
de los negocios. Dada la asimetría de las partes, es menester proceder a tono
con dicha asimetría y no pretender hacerse al mercado de la más débil, sin
consideración por su suerte. Más vale optar por una previsora visión política.
Tener en cuenta las necesidades de la salud frente a las apetencias de los
gigantes farmacéuticos y detenerse a ver las secuelas de la ruina precedente
del agro colombiano.
Ni el narcotráfico en el flanco de la oferta, ni la violencia dentro de un país en
complicado desarrollo, se eliminan tan sólo por medio de las armas. A las
gentes es preciso darles oportunidades alternativas. Y a ello puede contribuir el
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, flexibilizando sus derroteros e
infundiéndoles equidad y realismo político. Por su duración y proyección, por su
profundidad y radio de influencia, no es cosa que pueda despacharse
precipitadamente, a la ligera. Prevalezcan la comprensión, la razón y el acierto.
Verdad histórica
En un artículo inteligente y sutil del profesor Fernando Cepeda Ulloa sobre las
garantías electorales, se desliza esta frase: "Las condiciones están dadas para
un debate serio, elevado, que refleje los avances de una democracia que ha
persistido sesenta años después de la gestión conciliadora de Alberto Lleras en
1945, no obstante el desafío de narcotraficantes, guerrillas y paramilitares .Una
proeza".
Permítame el distinguido profesor precisarle, en gracia de la verdad histórica,
que dicha proeza estuvo tempestuosamente interrumpida por dos dictaduras,
durante las cuales cesó el régimen de leyes y no existió sino la voluntad
omnímoda y en veces atrabiliaria de los gobernantes. Al efecto, léanse las
"cartas del exilio" de los doctores Eduardo Santos y Carlos Lleras Restrepo,
recientemente publicadas, así como el discurso antológico del propio ex
presidente Alberto Lleras con motivo de la violenta clausura de EL TIEMPO.
abdesp@cable.net.co
Descargar