La Resistencia francesa, un mito para camuflar el colaboracionismo

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La Resistencia francesa, un mito para camuflar el colaboracionismo con los nazis
Jueves 18 de Junio de 2015 23:00
Charles de Gaulle prefirió correr un tupido velo sobre el amplio respaldo del que gozó la
ocupación nazi por parte de los grupos dirigentes e incluso entre intelectuales. «La Résistance»
fue equiparada de forma poco precisa al incansable coraje del Armia Krajowa en Polonia, a la
tenacidad de los guerrilleros griegos o a la audaz actividad de los partisanos yugoslavos
Junto a los descamisados revolucionarios asaltando la fortaleza de la Bastilla en 1789 y las
barricadas atravesadas en las calles de París en 1848
, la imagen de los miembros de «
La Résistance
» –ataviados con boinas y pequeños brazaletes– combatiendo a los nazis por los bosques
bretones, ocupa un lugar preferente en la vinculación histórica de los franceses como pueblo
centinela de la libertad. No obstante, la realidad de Francia durante
la II Guerra Mundial
fue otra muy distinta al mito que hoy pervive. La Resistencia francesa se antojó escasa frente a
un régimen que contó con gran respaldo por parte de los grupos dirigentes franceses, ya fuera
por miedo o por interés político.
El Gobierno de Francia, humillado por Hitler
A diferencia de lo ocurrido en la Primera Guerra Mundial, la red de fortificaciones y trincheras
sirvió de poco frente al implacable avance de los tanques nazis en 1940. Desde el final del
periodo conocido como «guerra de broma», el 10 de mayo de 1940, los alemanes invadieron
Luxemburgo, Bélgica, los Países Bajos y Francia en cuestión de mes y medio. Tras fracasar la
operación conjunta de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) y el Ejército Francés en el
norte de Bélgica, que precipitó una de las mayores evacuaciones de la Historia en Dunkerque,
Francia se vio obligada a firmar un armisticio con Alemania el 22 de junio de 1940 que condujo
a la ocupación directa alemana de París y de dos tercios de Francia. Como muestra de
humillación,
Adolf Hitler
impuso que el documento
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se firmara cerca de Compiègne
, ya que allí se había firmado
el armisticio con Alemania en la Primera Guerra Mundial
. Ordenó, además, que se trajera el mismo vagón de ferrocarril donde se había firmado aquel
armisticio y se colocó en el mismo lugar donde había estado en 1918.
El mariscal Philippe Pétain, el gran héroe nacional en la Primera Guerra Mundial, asumió el
gobierno de la supuesta zona libre francesa, con sede en el sudeste de Francia, conocida
como la Francia de Vichy. Además de héroes militares del calibre de Pétain, políticos franceses
como
Pierre Laval –antiguo miembro del partido socialista
francés– o numerosos intelectuales y artistas, una buena parte de los poderes franceses
apoyaron la presencia nazi no solo en el sudeste sino en la zona directamente ocupada. La
derecha ultraconservadora vislumbró la ocasión perfecta para emprender una revolución
nacionalista que
impugnara los principios
ilustrados de la acontecida en 1789
.
En apariencia, la zona libre se presentaba como un estado independiente al poder alemán,
pero en realidad la estrecha colaboración entre el gobierno de Pétain y la Alemania nazi
reducía a mínimos su autonomía. Así y todo, Vichy perdió la poca independencia de la que
disponía después de que la «zona no ocupada» fuera invadida
por tropas alemanas e italianas el 11 de noviembre de 1942, con lo cual las tropas de la
Wehrmacht desplazaron del mando a la administración civil francesa.
Mientras el país era gobernado desde Berlín, se organizaron dispersos núcleos clandestinos
contra la invasión extranjera. El sabotaje de las líneas de suministro militar, las operaciones
militares de bajo impacto contra las tropas de ocupación y las fuerzas del régimen de Vichy
y la difusión de una amplia prensa clandestina fueron las principales actividades de «La
Résistance», que, a través de los conocidos como maquis, afianzaron su area de acción sobre
las zonas montañosas de Bretaña y del sur de Francia. Estos grupos clandestinos, sin
embargo, solo llegaron a movilizar a
l 2 o 3% de la población francesa
en su periodo de mayor actividad. Una cifra escasa frente al colaboracionismo reinante y el
sorprendente silencio de muchos grupos políticos como los comunistas. Antes de entrar en la
resistencia contra la ocupación nazi, el PCF prefirió adoptar la línea oficial del pacto
germano-soviético entre Stalin y Hitler. Solo cuando
Hitler ordenó atacar la URSS
,
el Partido Comunista Francés
sumó sus fuerzas a la Resistencia.
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Además de implicar a un porcentaje tan bajo de la población, que se elevó solo cuando el
balance de fuerzas europeas empezó a perjudicar a los alemanes, el impacto militar de las
acciones de la Resistencia francesa fue muy limitado, más allá de que obligara a los germanos
a movilizar a la Gestapo en persecución de estos grupos disidentes. «Qué valientes eran los
chicos de la Resistencia Francesa. Los pobrecillos se hincharon a oír canciones de
Maurice Chevalier
», resumió con humor
el cómico Woody Allen
sobre la escasa incidencia de estas milicias. No en vano, el periodista
Alan Riding
en su ensayo «Y siguió la fiesta» y el historiador
Robert Paxton
en su libro «
Vichy France: Old Guard and New Order
», entre otros autores, han evidenciado que la Resistencia Francesa apenas fue una anécdota
comparada con el heroísmo kamikaze del levantamiento del gueto de Varsovia, el incansable
coraje del
Armia Krajowa
en Polonia, la tenacidad de
los guerrilleros griegos y soviéticos
, y la efectiva audacia de
los partisanos yugoslavos
. Fue, de hecho, un decisión propagandística del carismático Charles de Gaulle la que equiparó
la oposición de su país a la mostrada en otros rincones de Europa.
Charles de Gaulle busca tapar el oprobio
En paralelo a la tímida resistencia surgida en el interior de Francia, el general Charles de
Gaulle fundó en su exilio en Londres el movimiento «Francia Libre» en contra del gobierno de
Vichy. Tras una rápida campaña militar dirigida por el general Georges Catroux,
la Francia Libre se adueñó del África Ecuatorial Francesa
a finales de 1940. Este golpe de mano extendió pronto su influencia a la colonia francesa del
Camerún, que también se unió a la Francia Libre. Como hábil propagandista, Charles de Gaulle
unió sus fuerzas con la Resistencia interior y llamó desde el territorio conquistado en África a la
población de Francia a sumarse a la lucha.
Al finalizar la guerra, De Gaulle regresó convertido en un héroe nacional para presidir el
Gobierno Provisional de Francia
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. Pese a que aprobó la ejecución de destacados colaboracionistas como
el primer ministro Laval
o
el escritor Robert Brasillach
, las prioridades del líder galo pasaron por correr un tupido velo sobre la actuación de su país
en la guerra. El líder francés usó para ello el mito de la fiera Resistencia francesa, que bajo
ningún concepto claudicó frente a las malvadas fuerzas extranjeras. Desde el punto de vista
político,
esta decisión alineó definitivamente a Francia entre las potencias vencedoras
cuando, en realidad, había sido derrotada junto a Alemania. Asimismo, el astuto movimiento de
De Gaulle emplazó a la mayor parte de la población del lado de la Resistencia durante la
guerra y sirvió para neutralizar el peligroso cariz comunista que había adquirido el movimiento
en su último año, precisamente cuando más había crecido en tamaño. Así, evitó de paso que la
minoría de franceses que se comprometió con la Resistencia reclamase derechos de vencedor,
como podía ocurrir en el caso de los que militaban en el Partido Comunista
, frente la mayoría de franceses que colaboró o se mantuvo en un segundo plano durante la
ocupación.
Fuente: César Cervera - ABC
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