LA DUQUESA DE ALBA NflE los personajes conspicuos de la corte de los Reyes Católicos que mayor y más eficaz patrocinio dispensaron á Colón, singularmente en la aceptación de sus proyectos por parte de la Reina, figura una señora, no menos ilustre por su inteligencia y sus virtudes que por su nacimiento, amiga predilecta de Doña Isabel, con la cual se crió algún tiempo y á quien prestó más de una vez señalados servicios: Doña Beatriz de Bobadilla, Marquesa de Moya. Hoy, que se trata de honrar la memoria del glorioso navegante con la celebración del IV Centenario de su incomparable hazaña, entre las personas que de un modo provechoso -122-y principal contribuyen á la buena obra, hay que contar, en puesto preeminente, otra señora ilustre, de la más alta nobleza de España, en quien resplandecen á un tiempo, y en feliz armonía, virtudes, entendimiento, cultura, juventud y belleza: Doña María del Rosario Falcó y Osorio, Duquesa de Alba. Su libro Autógrafos de Colón y Papeles de América, colección de documentos peregrinos, inéditos los más, interesantes todos, es una de las publicaciones más importantes del Centenario, y asimismo de las más útiles que han visto la luz pública en este siglo, dentro y fuera de España, relativas á la historia del Nuevo Mundo. Educada con insuperable esmero por ayas verdaderas; versada en idiomas, sobre todo en el francés, italiano, alemán é inglés, que posee como la propia lengua castellana; aficionada desde niña á las bellezas de la Literatura y á las verdades de la Historia; imaginación pronta y viva; espíritu serio y reflexivo; memoria verdaderamente asombrosa; carácter entero y constante, varonil en ocasiones y comparable sólo con la sencilla severidad de sus virtudes, 6 con la llaneza elegante de su trato, la inteligente y hermosa hija de los Duques de Fernán- -123— Núñez, aun sin sus méritos especiales en el cultivo de los estudios históricos, es, á todas luces, una de las figuras más sobresalientes de la nobleza española. Hasta ella, las Duquesas de Alba, como las principales señoras de nuestra aristocracia, habían estado bien lejos, no ya de acometer, pero ni de imaginar siquiera empresas como la llevada á feliz término por la joven Duquesa, si necesarias y meritorias, modestas, prolijas, sin lucimiento, fatigosas para un erudito de vocación, cuanto más para una señora, máxime en los floridos días de su existencia y en posición tan encumbrada, ajena, por sus usos y aficiones, á esta clase de trabajos. Las Memorias de la Casa de Alba en sus relaciones con la cultura patria se refieren únicamente á la protección que algunos Duques y Duquesas dispensaron á escritores insignes ó artistas eminentes. Las Duquesas Doña Isabel Pimentel, Doña María Enríquez y Doña María Teresa de Silva figuran en nuestra historia literaria y artística como favorecedoras de grandes ingenios: la primera, de Juan de la Encina; de Santa Teresa y fray Luis de Granada la segunda, y de Goya la última. - 124 La misma que tantas almas Esclaviz6 í su belleza Y cuyos ojos, si miran, No hay corazón que no venzan que cantaba Quintana. Caso único en la Casa de Alba, como en la nobleza española, la autora del libro Autógrafos de Colón y Papeles de América ha fundado y organizado por sí misma el archivo histórico de su casa, y por si misma también examinado, escogido y hasta copiado por su mano Los documentos más preciosos, entregándolos en gran parte á la publicidad después en el volumen referido y en el que publicó poco más de un año antes, no menos interesante y curioso. Cuando, por su matrimonio con D. Carlos Stuart Fitz..James y Portocarrero, Duque de Berwick y de Alba, dejó el palacio de Cervellón para habitar el palacio de Liria, los archivos de la Casa, mermados por incendios, sustracciones y toda clase de deterioros, requerían apremiante arreglo, aunque no fuese más que para salvar de segura pérdida las preciosidades que habían quedado. Sin catálogos ni índices en toda regla, confundidos los documentos históricos con los papeles administrativos, y, lo que es más, muchos de aquéllos en legajos marcados con -123-los peligrosos títulos de Inútiles, Buenos para el Carnero, Sólo sirven para antiguallas , y otros tales, ignorábanse el valor y alcance de los principales documentos, y hasta su misma existencia. Con ser ya de suyo importantísimo el Archivo de la Casa de Alba, éralo aún más acrecentado con los de tantas otras casas de Castilla, Navarra, Escocia, entradas en ella, como las del Almirante de Castilla, Berwick, Gelves, Lemos, Olivares, Letín, Monterrey y Módica. Baste saber que los Duques de Berwick y de Alba, á más de estos títulos, ostentan hoy veintinueve más, cifra superada únicamente por Ja Casa de Medinaceli. Y esto sin contar el Condado de Siruela, patrimonial de la Duquesa y que añade siempre á los de Berwick y de Alba; Condado antiguo, que data de 1470, un año después en que fué elevado á Ducado el Condado de Alba. Sin menoscabar lo más mínimo cuidados y quehaceres propios de su estado, en consonancia con los demás arreglos de su casa, la joven Duquesa acometió el de los libros, papeles, cuadros, tapices y objetos artísticos que, en abundancia, atesora el palacio de Liria. Sólo opon loj çuçiros se puedç formar gn,4 -126-galería de selectas joyas. Baste saber que entre ellos se cuentan los siguientes de eminencias españolas y extranjeras: VELÁZQUEZ: Re/rato de la Infantita Margarita Maria; MURILLO: Re/rato de su hjo.0. Gabriel; GOYA: Retratos de Doña María Teresa de Silva, Duquesa de Alta, y de Doña Tomasa Palafoz y Portocarrero, Duquesa de Medina Sidonia; BEATo ANGÉLICO: Ma donna de la Granada; PERUCGINO: La Natividad; RAFAEL (?): Re/ralo de un desconocido; TIZIANo: Retrato del Oran Duque de Alba Don Fernando II!, y La Cena; GIORGIONE: Psychis; RunEws: La Vuelta del mercado; VAN DicK: Retrato del Gran Condd; REMRRAtrnT; Paisaje; BREUGEL DE VEL0UR5: La Vanidad mundana, y otros de maestros eminentes. No está la Biblioteca en igual proporción y riqueza de libros, si bien se cuentan entre ellos algunos códices, como el de una versión castellana de la Biblia, único que se conoce. Todos han sido ordenados y catalogados por la Duquesa, y de su puño y letran están, una por una, las papeletas del Indice. En cambio, los documentos históricos no tienen precio, así por su calidad como por su número. Maravillan verdaderamente la variedad y la abqnd4nci3 de los que ha logrado rçunir --127— la Duquesa en sus largas y penosas investigaciones, comparables únicamente con el gusto y primor con que los más importantes se hallan hoy colocados, por mano de la ilustre dama, en hermosas vitrinas, en uno de los más espaciosos y elegantes salones de la Casa. Joyas arqueológicas, entre ellas una cabeza de Minerva, única en su tipo que se conoce: lanzas, armaduras, tapices y cuadros, delicadamente repartidos y ordenados, embellecen y realzan aquel salón de. vitrinas, gabinete de estudio, al par, de una de las señoras más cultas de nuestra época. Del valor histórico de los documentos podrá juzgarse desde luego con saber que algunos, como la Escritura de cambio de un prado en &rn 7uIidn, y el Fuero de Caldelas, se remontan, respectivamente, á los años 1026 y 1172 de nuestra era; que otros datan, sucesivamente, de los días de Don Pedro 1, Don Juan II de Castilla, Don Enrique IV y los Reyes Católicos; y, por último, que al lado de autógrafos de personajes como Colón, Carlos V, Felipe II, el Príncipe Don Carlos, Don Juan de Austria, el Marqués de Santa Cruz, Zurita, Arias Montano y fray Luis de Granada, hay otros de extranjeros tan ilustres como Pedro Paleólogo, Empe. rador de Constantinopla, el Papa Pío IV, Enrique VII, Isabel de Inglaterra, María Estuardo, el Rey Don Sebastián, Cataina de Médicis, Guicciardini, Tiziano y J . J . Rousseau. Solamente del Gran Duque de Alba pasan de 1.200 Las cartas suyas entre autógrafos y originales, con otros muchos papeles anotados por su mano, y el testamento, á cuyo pie se lee su rúbrica. Y por lo que toca á América, me bastará dedir que sólo los publicados en el volumen que conocemos ascienden á cincuenta y seis, entre ellos "de mano de Colón, además de las firmas de los libramientos, cuatro papeles que no pasan del año ioi. En las espaldas de todos, y encerrándolos en un cuadro, puso números de orden, que indican con cuánto método disponía sus documentos.» A pesar de los abultados volúmenes que la Duquesa ha publicado en poco más de un año, sólo en las vitrinas aun quedan muchos otros documentos autógrafos 6 con firma autógrafa de históricos personajes y de diferentes tiempos, alternando con objetos curiosos de diversa clase y excelencia. De estos últimos, bueno será mencionar aquí los siguientes: "Sello en lacre con retrato de Felipe II, probablemente por Pompeo Leoni; -129-Hierro de Lanza de Carlos y; Bastón de mando de D. Fernando de Castro, Conde de Lemos (1592), que tiene los nombres de los regimientos con letras de oro; Plano iluminado, con multitud de figuras, de la batalla de Montconcourt (1569); Sellos de plomo, algunos á flor de cuño, de Alfonso X y demás Soberanos, y otros sellos de placa y de cera; Privilegios rodados, con ruedas de oro y colores, lujosísimas; Pergaminos con orlas de miniaturas finísimas de códices de los siglos xv y xvi, y Esmaltes y Miniaturas, en medallones, con retratos de inestimable valor. En cuanto á tos documentos no publicados hasta ahora, que existen en las vitrinas, he aquí una lista completa para conocimiento de los doctos: Nuño Freire de Andrade (1428); Condestable de Castilla D. Pedro 0398); Infante de Aragón Don Enrique (1441); Conde de Lemos y de Trastamara (1444); Fray Agustín Castro (Conde de Lemos), 1632; D. García Alvarez de Toledo (el de los Gelves), r5Io; Alfonso Martfnez, Arcipreste de Talavera (1448); Doña Germana de Foix (1516); Fernando IV; Don Pedro el Cruel; Enrique II, III y IV y la mujer de éste Doña Juana; Príncipe de Viana; Don Juan Ij de Castilla; Don Juan U de Ara-.. lo -130-gón; Reyes Católicos (Cartas autógrafas); Felipe 1 y Doña Juana la Loca; Carlos y; Don Sebastián de Portugal; Pío IV; Juan Federico, Duque de Sajonia (1548); Príncipe de Orange, Guillermo de Nassau (i6o); Filiberto de Sabo ya (1565); Juan Andrea Doria (1558); Conde de Lerin, Condestable de Navarra (1469); Suero de Quiñones; Marqués de Santillana; Conde de Lemos, D. Fernando de Castro (La lealtad de España), 1367; Cisneros; Cristóbal de Castillejo; Lupercio Leonardo de Argensola; Infante Don Alfonso, hermano de Isabel la Católica; Don Juan II y Doña Blanca de Navarra (1430); Don Fadrique, segundo Duque de Alba; D. Pedro Alvarez Osorio, Conde de Trastamara (1445); Carlos III el Noble, de Navarra (1412); Almirante D. Fadrique Enríquez (1429); Sancho Dávila; Dux de Venecia Nicolás de Ponte (1578); jI Fratino, famoso ingeniero al servicio del Gran Duque de Alba; Padre Nithard; Don Antonio de Oquendo (1632); D. Rodrigo Calderón; Mazarino; Mariscal de Villars; Alfonso VIII (1172); Alfonso IX de León (1210); Fueros del Concejo de San Leonardo (1220); Bula de absolución al Duque de Alba D. Fadri que (1480), y plano del Brasil, del siglo xvi. Tales son, en suma, los tesoros descubiertos - 131 en las investigaciones llevadas á cabo hasta ahora por la entendida ¡Duquesa. Réstale aún por explorar no escasa parte de los archivos de la Casa. Es posible que en ésta se logren nuevos y no menos felices hallazgos. Tal vez en los papeles de tos Portocarreros, Señores de Moguer, se encuentren datos preciosos para la historia del descubrimiento de América. Por desgracia, entre tantos documentos conservados no ha sido dable encontrar uno solo referente á insignes protegidos de la Casa, tales como Juan de la Encina, Lope, Calderón, Santa Teresa y el egregio autor de Don Quijote. No hay que decir que la iniciativa, la dirección y la obra capital en la búsqueda, examen y clasificación de los documentas corresponde á la Duquesa en absoluto. Si ha tenido auxiliares en lo tocante á cuestiones lingüísticas y paleográficas, y consultores en lo que respecta á la elección de papeles, es la misma Duquesa quien ingenuamente lo declara á la cabeza de su primer libro para conocimiento de todos. Sin tales confesiones, toda persona conocedora de esta clase de trabajos lo inferiría claramente, sin amenguar por ello lo más mínimo la magnitud de la empresa acometida y ejecutada por su esclarecida autora, -132-Tarea tan vasta y tan compleja es de aquellas que no pueden ser llevadas á feliz término por persona alguna, cualesquiera que sean sus condiciones de actividad y competencia. No tema, pues, la inteligente y laboriosa Duquesa que la crítica digna de este nombre deje de reconocer y admirar nunca sus especiales aptitudes y señalados merecimientos. Y si la ignorancia ó la envidia los desconocen, descanse en la magnanimidad de sus pensamientos, recordando, al par, que De altos espíritus es Aspirará empresas altas, Y ver con dolor las faltas De los que muerden sus pies. Para concluir: la Duquesa de Alba es la primera señora española cultivadora de los estudios históricos en sus fuentes primarias, en los documentos. Esta sola singularidad le darla, por propio derecho, lugar aparte en la historia de nuestras letras. Hemos tenido y tenemos pensadoras, poetisaa, novelistas, escritoras de historia; lo que no teníamos era investigadoras de primera mano en el campo de las ciencias históricas. La Duquesa de Alba es la primera, y hasta ahora la única. ¡Ojalá que su ejemplo -133— encuentre imitadoras é imitadores en la alta clase á que pertenece! Que al menos hagan organizar sus archivos y los abran luego á los estudiosos, si carecen de vocación para ordenarlos y examinarlos por sí mismos, y publicar sus joyas como hace la Duquesa. Fuera de España, en las naciones latinas sólo conozco un caso parecido al que la dama española nos ofrece: la italiana Condesa Lovatelli, hija del Duque de Sermoneta. Y digo parecido, en cuanto que una y otra Condesas se dedican á los estudios históricos, si bien en orden distinto de estos estudios: la Condesa de Siruela, al de los documentos; la Condesa de Lovatelli, al de las inscripciones, mosaicos antiguos y objetos arqueológicos. La distinguida autora de Aniic/ii pnonumenli illustrati es hoy al primera y única señora que ha tenido el honor de ingresar, corno Académica de número, en la Accadernia dei Lince¡, Instituto de Italia, en la Sección correspondiente á nuestra Real Academia de la Historia. ¿Ingresará en ésta la Duquesa de Alba? Que lo tiene merecido, y en grado eminente, nadie puede ponerlo en duda. Cuente desde ahora con mi voto la señora Duquesa de Alba.