1 El Poder Global y la Integración Gastón Parra Luzardo Antes de abordar el tema específico de la integración financiera, estimo necesario y de vital significado, el examen de la actual estructura económica mundial, dadas las incidencias económicas, políticas y sociales que puedan derivarse de aquella para el logro de una verdadera integración financiera de América Latina y el Caribe. Importa subrayar que hasta 1989, como todos sabemos, coexistían dos polos de desarrollo dominantes con distintos modos de producción, que constituían, en cierta forma, un factor de equilibrio del poder mundial. ¿Significa ello que se ha pasado de un mundo bipolar a otro multipolar o acaso unipolar? Se afirma que estamos en presencia de un mundo multipolar, dada la formación de los bloques internacionales de poder existentes. Es evidente que en esos bloques predomina el modo de producción capitalista. En verdad, el mapa geopolítico internacional está conformado por esos grandes bloques que confluyen en un centro de dominio mundial desde donde se planifica, desarrolla, aplica y ejerce la estrategia económica, política, social, cultural, científica, tecnológica, financiera, militar e informática, cónsona con intereses muy particulares que son la razón de ser del modo de producción existente. Es lo que podría llamarse poder global. Ese poder mundial está integrado esencialmente por los países que conforman el grupo de los siete y que poseen el control de la producción mundial (78,8%), de las exportaciones (59,0%), de las importaciones internacionales (65,9%), de los gastos en investigación y desarrollo (66,51%). 2 El grupo de los siete controla el 88% de los ingresos y de los beneficios, el 81% de los activos, el 88% del capital y el 81% de la fuerza de trabajo, obtenidos por las 100 corporaciones mundiales. 3 Además, manejan los mayores flujos financieros. En efecto, para el año 2004 del total de los activos obtenidos por las 100 primeras corporaciones del sistema financiero, que aparecen dentro de las 500 grandes mundiales, el grupo de los siete representó el 58% de los activos, el 19,5% de los ingresos, el 28,4% de las utilidades, el 33% del capital y el 13% de la fuerza de trabajo. También dominan el mercado mundial de los servicios, la fuerza militar y de los medios de comunicación1. 1 Véase Anexo N° 1: Sector financiero – Año 2004. 4 Y al referirnos al sistema financiero, en su conjunto, se evidencia que el total de las corporaciones pertenecientes a los países del G7, dedicadas a la actividad financiera representan el 77,3%; 78%; 75,8% y 65,4% del total de ingresos, utilidad, activos y fuerza de trabajo de las mayores empresas financieras del mundo. 5 En lo que respecta a las reservas internacionales mundiales, incluyendo oro 2, corresponde señalar que el G7, para el año 2005, poseía en conjunto el 27,3% del total, en tanto que China acumulaba el 15,68% y América del Sur el 3,79%3. En el siguiente cuadro se ilustra, para una serie de 1999 a 2005, la composición por moneda de las reservas internacionales mundiales, donde se observa el predominio del dólar (en promedio el 68,42% correspondiente a la serie indicada) sobre las otras monedas tales como: euros, yenes, libras y otras. 2 Véase Anexo N° 2: Reservas internacionales – G7. 3 Véase Anexo N° 3: Reservas internacionales – América del Sur, Europa del Este, Asia. 6 Como consecuencia de ello tienen la mayor influencia en las decisiones de las instituciones y organismos internacionales de cobertura mundial. Corresponde agregar que para el desarrollo de todas esas actividades, producto de la estrategia centralizada y centralizadora, el poder global cuenta con las empresas transnacionales que constituyen la forma avanzada de organización empresarial del modo de producción predominante. Por ello, Celso Furtado, con plena razón afirmó que “la forma de dominación original que había prevalecido en los comienzos del capitalismo industrial resurge ahora bajo la tutela de una estructura de poder transnacional”. Enfatizó: “la concentración de poder se impone como proceso dominante”4. La transnacionalización de las empresas en el marco de la globalización de crecientes segmentos de las estructuras económicas, acarrea, sin duda alguna, la atrofia de las funciones estatales, limita la soberanía nacional, lo cual exige un profundo reciclaje de las estructuras de poder tradicional. No sin razón y, por supuesto, fundamento de la teoría y la praxis, ante esa realidad debemos interrogarnos sobre la naturaleza, el alcance, significado e incidencias de la 4 Furtado, 2003, pág. 63. 7 auténtica estrategia económica, política y social, no subordinada, que deben acometer nuestros países de América Latina y el Caribe, para el logro de su crecimiento económico – orgánico y sostenido en el tiempo que impulse de verdad, al desarrollo económico – social – humano, donde la producción y distribución de los bienes y servicios satisfagan las necesidades humanas. No puede ser, ni debe ser, por supuesto, para mantener, y menos aún, para aumentar la desigual distribución del ingreso y la injusticia social. Pretender la inserción de nuestros países en la economía capitalista mundial de una manera pasiva e incondicional y, en particular, en el régimen de acumulación emergente, no sería conveniente. Es incuestionable – enfatizamos – que esa estructura económica y política mundial constituye, para la consecución de una genuina búsqueda del desarrollo soberano y, por supuesto, para la autodefensa de la integración, y específicamente de la financiera, concebida como política común entre estados nacionales, no transnacionalizados y dependientes, una grave restricción para el desarrollo de auténticas políticas. “En lugar de un mundo donde las políticas nacionales orientan las fuerzas económicas, la economía global crea un mundo en el cual las fuerzas geoeconómicas extranacionales dictan las políticas económicas nacionales…”5 . Por las razones y fundamentos expuestos y otras que analizaremos, resulta de imperiosa necesidad conocer en toda su dimensión, significado y alcance, esa realidad, con fines y propósitos de elegir el camino más adecuado que deben transitar nuestros países, pues ignorar o adoptar dentro de ese diagnóstico de la estructura económica mundial, una posición pasiva, sería el más grave error histórico que se estaría cometiendo, tanto para el presente como para el futuro. 5 Thurow, 1996, pág. 141. 8 Bloques económicos mundiales El fortalecimiento y consolidación de poderosos bloques económicos mundiales, han derivado en una severa competencia oligopólica y, por tanto, en serios desajustes y desequilibrios entre las grandes potencias. En verdad la lucha entre los tres principales contendientes: Japón, la Comunidad Europea y Estados Unidos, es por el poder mundial, y, por ende, por un nuevo reparto de la periferia subdesarrollada. A este respecto debe subrayarse que China es la sexta economía más grande del mundo, representa el 4% del PIB mundial, su coeficiente de inversión supera un 40% del PIB, la proporción del ahorro interno en relación con el producto interno bruto se eleva al 42%. China se ha convertido en un actor de importancia en los mercados mundiales, hasta el punto de pasar del 2% del total exportado en el 2000 a alrededor del 6,5% en el 2004, llegando a ocupar el tercer lugar como país exportador a nivel mundial, sus importaciones crecieron en el orden del 36% en el 2004. Conviene mencionar que China firmó un acuerdo comercial con la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN). En síntesis: el crecimiento de la economía china, ha tenido significativas repercusiones mundiales. Todo ello nos conduce a la afirmación que en la lucha por el poder mundial hay que incluir a China y esto podría significar nuevos caminos, nuevas oportunidades para la América Latina, el Caribe y, en general, para los países no desarrollados. En el análisis comparativo, que comprende una serie histórica de dieciséis años, de los principales indicadores económicos de los tres bloques del poder mundial, se constata que hasta 1989 el llamado bloque norteamericano ocupaba el primer lugar 9 en relación con el total de los ingresos, utilidades, activos, capital y fuerza de trabajo, obtenidos por las cien (100) primeras corporaciones. Pero en el período de 1991 – 1993, la Comunidad Europea desplazó del primer lugar a los Estados Unidos en algunos de los indicadores mencionados. De igual manera para el lapso de 1994 a 1997, Asia ostentaba el primer lugar en cuanto se refiere a los ingresos, pero para los años 1998, 1999, 2000 y 2001, el bloque de Norteamérica vuelve a ocupar el primer lugar. Durante el período 2003 – 2004, el bloque de Europa ocupa el primer lugar en cuanto se refiere a los ingresos, activos y capital. En líneas generales se constata que en los tres bloques, durante el lapso analizado de 1989 – 2004, se producen variaciones en cuanto se refiere a la posición ocupada respecto a la mayoría de los indicadores mencionados, con la excepción de las utilidades donde el bloque norteamericano ostenta el primer lugar, durante trece años de los dieciséis analizados6, de acuerdo con la información dada por la revista Fortune. Ello pone de manifiesto que la maximización de beneficios en la economía estadounidense constituye lugar prominente7. Cambios en el proceso de reestructuración En este sentido corresponde subrayar que durante los últimos años se han dado profundos y significativos cambios en las principales actividades económicas, en la productividad industrial, en los gastos de investigación y desarrollo, así como también en la esfera de la economía real y monetaria o circulatoria. 6 A excepción de los años de 1992 y 2004, donde los porcentajes de utilidades no incluyen a Norteamérica por haber presentado elevadas pérdidas que distorsionan el resultado. 7 Véase Anexo N° 4: Las cien empresas más grandes del mundo – Participación porcentual. 10 La creciente mundialización ha provocado profundos cambios en el proceso de reestructuración mundial. A este respecto, conviene destacar, a objeto de nuestro estudio, la creciente sustitución de las “otras industrias dinámicas”, según la clasificación de la CEPAL, que han sido reemplazadas por las actividades de punta, tales como la biotecnología, microelectrónica, robótica, informática, ingeniería genética, entre otras. El proceso de la reestructuración por actividades económicas se evidencia a través de la evolución que han tenido las 500, 100 y 50 corporaciones mundiales durante el lapso de 1989 – 2004, considerando el número de empresas por actividad y sus resultados económicos: ingresos, utilidades, activos, capital y fuerza de trabajo, así como la sustitución de una gran mayoría de bienes primarios por sucedáneos. Todo eso incide, sin duda alguna, en que el proceso de acumulación capitalista esté en función de los crecientes avances tecnológicos y, por ende, avanza hacia una cada vez menor demanda de bienes primarios y a una disminución progresiva del uso de la fuerza de trabajo. Estos hechos tienen y tendrán efectos adversos para la economía latinoamericana, el Caribe y, en general, para los países del mundo subdesarrollado, productores fundamentalmente de bienes primarios, y que cada vez se agudizarán, a menos que oportunamente, con una estrategia propia, se actúe sobre el particular y se formulen salidas en un contexto de unidad y solidaridad de las naciones, que enfrenten esa situación. Sustitución de la economía real por la economía monetaria Otro de los cambios que amerita suma atención, y que tiene y tendrá incidencias en la materia objeto de estudio de la integración financiera, es el inherente a la 11 creciente sustitución en el proceso económico internacional, de la economía real por la economía monetaria – circulatoria. Todo parece indicar que la producción de bienes y servicios aparentemente dejó de ser el objetivo esencial de la economía para abrirle mayores espacios a la venta, compra y multiplicación de los activos financieros. “El imperativo tradicional de acumular capital destinado a proporcionar plantas y equipos que servirán para generar una corriente futura de ingresos y de empleos, ha sido reemplazado por la aspiración de acumular capital monetario per se, en un mundo muy alejado de la actividad productiva”8. En ese sentido, Peter F. Drucker, sostiene que “la economía transnacional viene principalmente determinada más bien por flujos monetarios que por intercambios de bienes y servicios. Esos flujos monetarios poseen su propia dinámica9. Por su parte Francois Chesnay, afirma que “La esfera financiera representa la punta de lanza de la mundialización del capital y la capacidad del capital dinero para valorizarse a sí mismo – como dinero que produce dinero de manera autónoma y sin pasar por la inversión productiva, y descansar sobre la globalización del capital financiero, que para algunos equivale a “el fin de la geografía”10, y de acuerdo con el Financial Time “los mercados financieros se han convertido en el gendarme, el juez y el jurado de la economía mundial”11. La realidad es que durante los últimos años, desde 1994 al 2004, el número de las corporaciones mundiales dedicadas a la actividad de la economía monetaria significa en promedio alrededor de 25% con respecto a las 500 grandes transnacionales del mundo, más del 73% de los activos, 24% de los ingresos, 35% 8 Magdoff & Sweezy, 1986, pág. 233. 9 Magdoff & Sweezy, 1986, pág. 233. 10 Chesnais, 1994. 11 Citado por Aguilar, 1996, págs. 30-31. 12 de las utilidades, 32% del capital y apenas el 16% de la fuerza del trabajo del total obtenido por las 500 mayores corporaciones transnacionales a nivel mundial12. Todo ello nos conduce a la reflexión siguiente: ¿Hasta dónde podrá sobrevivir, consolidarse y acrecentarse ese modo de organización que fortalecería cada vez más al sector financiero, en detrimento de la producción de bienes, es decir, de la actividad productiva propiamente dicha? Conviene subrayar que uno de los factores que influyeron en la crisis de Wall Street (1929-1933) fue la tendencia al fortalecimiento del sector financiero, a costa del sector productivo. 12 Véase Anexo N° 5: Economía simbólica (monetaria – financiera) entre las primeras 500 empresas mundiales. 13 Inversión extranjera directa a nivel mundial Con referencia a la inversión extranjera directa a nivel mundial corresponde señalar que en el año 2004 el acervo mundial de inversión extranjera directa ascendió a USA$ 8.895 mil millones, lo cual evidencia un incremento de 53,9% respecto del año 2000, es decir, 44,8 puntos porcentuales por encima del crecimiento del comercio mundial de mercancías durante la década. La mayor cuantía se concentra en los países desarrollados (72,7%); en particular, el Grupo de los Siete (Alemania, Canadá, Estados Unidos de América, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) representa 42,2% del acervo total. En cuanto al destino por actividades económicas, de acuerdo con las cifras disponibles, se evidencia que en el año 2003 el acervo mundial de inversión extranjera directa en el sector financiero ascendió a USA$ 1.555 mil millones, lo que representa más de cuatro veces lo observado en el año 1990. De este total 16,5% corresponde a los países subdesarrollados y el 83,5% a los desarrollados. En este mismo orden de ideas corresponde señalar que la inversión directa de los Estados Unidos en el resto del mundo dedicada al sistema financiero (instituciones bancarias, finanzas y seguros) ascendió a USA$ 439 mil millones al cierre del año 2004, lo que equivale a 1,5 veces lo alcanzado en el año 200113. Organización Empresarial = Empresas Transnacionales Una de las leyes económicas fundamentales para la comprensión de la dinámica histórica del modo de producción predominante es la ineludible tendencia a la 13 Véase Anexo N° 6: Acervo de inversión extranjera directa; Anexo N° 7: Acervo mundial de inversión extranjera directa; y Anexo N° 8: Estados Unidos de América – Acervo de inversión extranjera directa en el resto del mundo. 14 concentración del capital. En virtud de su acción ininterrumpida el número de corporaciones que controlan realmente la vida económica del sistema va reduciéndose y su dimensión aumentando. Para precisar el fenómeno de la concentración y ver con claridad y precisión sus incidencias, fundamentalmente para los países no desarrollados, analizaremos el comportamiento del núcleo empresarial, de acuerdo con la lista publicada de las 500 grandes corporaciones mundiales por la revista Fortune, considerando los indicadores económicos tales como los ingresos, utilidades, activos, capital y fuerza de trabajo, a través de una serie cronológica bastante significativa. Ese análisis nos permite observar cómo los resultados económicos de las 500 corporaciones mundiales desde 1994 (año a partir del cual se incluyen las empresas del sector financiero) a 2004, los ingresos, utilidades, activos, capital, obtuvieron una tasa promedio de crecimiento anual de 5,1%; 12,7%; 8,2% y 9,1% respectivamente, mientras la fuerza de trabajo lo hizo en el orden del 3,3%14. El grado de concentración del poder global luce más consolidado y, por supuesto, con una mayor influencia, cuando se analiza el resultado de las 100 primeras corporaciones del mundo, que controlan como promedio para el período indicado, con respecto al resultado de las 500, el 47,39% de los ingresos, el 41,37% de las utilidades, el 39,19% de los activos y el 40,79% del capital15. 14 Véase Anexo N° 9: Resultados de las 500 empresas más grandes del mundo. Véase Anexo N° 10: Las 100 empresas más grandes del mundo – Contribución porcentual al resultado de las primeras 500. 15 15 Pero, sin duda alguna, al analizar el resultado de las 50 primeras corporaciones, se constata el elevado grado de concentración16. Ello nos conduce a la afirmación de que estamos en presencia de un oligopolio que en la práctica desemboca en un monopolio de carácter mundial. Esa morfología del mercado actual merece nuestra más profunda reflexión. El Estado-Nación Un aspecto crucial lo constituye el hecho de que, de acuerdo con los apologistas del poder global, el Estado-Nación no es y no debe ser la unidad fundamental para la planificación, desarrollo y aplicación de la estrategia económica-social. En verdad el Estado-Nación, en el G-7 actúa conjuntamente con las corporaciones transnacionales y como agente de los bloques económicos desarrollados, para lograr en forma más efectiva los objetivos de la hegemonía mundial. El Estado apoya, con excepciones, cada vez con mayor fuerza la obtención de la acumulación y concentración del proceso productivo. De esta forma el Estado no es una entidad meramente superestructural y se convierte en un instrumento de primer orden de la actual estructura económica mundial en conjunción con otros actores tales como: la economía financiera, los bloques económicos del poder mundial y las corporaciones internacionales. La verdad es que la función del Estado en países no desarrollados y dadas las transformaciones que ocurren, tiende a ser cada vez más compleja. Véase Anexo N° 11: Las 50 empresas más grandes del mundo – Contribución porcentual al resultado de las primeras 500. 16 16 Es innegable, como hemos analizado, que esas formas del monopoder mundial de la estructura económica, representan, una seria limitación para la búsqueda de genuinas políticas nacionales. En ese sentido, conviene subrayar que el propio Adam Smith, en su libro “La investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, mostró su hostilidad hacia esas formas de poder y afirmó con razón “que las compañías de comercio” – hoy agregamos nosotros, corporaciones económicas – “son siempre nocivas y perjudiciales para el país en que se establecen y en extremo dañinas para los pueblos que tuvieron la desventura de caer bajo su gobierno”. ¿Cómo actuar en la búsqueda de una estrategia nacional frente a ese proceso de “mundialización” o globalización transnacionalizado, expansionista, hegemonista? La llamada globalización representa la fase actual del modo de producción existente que, entre otras cosas, expresa la liberalización desigual y parcial de las fuerzas del mercado, limita la capacidad de acción de los estados-nacionales y fortalece la dependencia de carácter estructural. ¿Cuál debe ser la estrategia de América Latina y el Caribe? Es ese orden de ideas, importa significar que la gran interrogante latinoamericana y del Caribe y, en general, de los países subdesarrollados – la que debería ser el corazón de una profunda consideración – es la de cómo planificar, desarrollar y ejecutar una estrategia no subordinada, dirigida a impulsar su propia alternativa y abrir caminos, tomando en cuenta el diagnóstico económico-social de la región, así como también las ligazones con la actual coyuntura internacional, lo que es muy 17 importante si admitimos que América Latina por múltiples factores, está articulada al modo de producción imperante. En nuestro criterio, entre los desafíos de América Latina y el Caribe debe estar el de impulsar un verdadero desarrollo regional, lograr una auténtica integración y cooperación económica, fomentando condiciones ventajosas y favorables sobre la base de sus recursos internos, sus potencialidades, experiencias y esfuerzos y concebir esto como un proyecto político de negociación de la unidad frente a los bloques regionales de poder. La integración Es incuestionable que existen grandes desafíos que deben enfrentar América Latina y el Caribe. Una de esas opciones válidas es la integración. La integración latinoamericana y el Caribe se justifica, sin duda alguna, concebida tal cual afirma Celso Furtado “como función de una política común entre Estados nacionales y no como articulación entre grandes empresas extranjeras que operan en la región”17. ¿Para que integrarse? ¿En beneficio de quién la integración? Viejas y permanentes interrogantes. El objetivo debe ser el de lograr la unidad latinoamericana y caribeña, en la búsqueda del desarrollo económico social de nuestros países, lograr el desarrollo de fuerzas sociales inéditas y de la conciencia social en la búsqueda del desarrollo humano. 17 Furtado, 1966. 18 Pero es innegable que la integración latinoamericana y el Caribe necesita de una nueva estrategia y de una auténtica política de desarrollo, que debe responder a las exigencias de carácter estructural que caracteriza a nuestros países; considerar las relaciones de producción existentes y evitar que prevalezcan los intereses particulares sobre los del conjunto de nuestra América y el Caribe. La verdadera integración requiere de la unidad y el esfuerzo conjunto de los países latinoamericanos y caribeños. De lo contrario se continuarán aplicando esquemas de integración impropios para los mejores intereses de nuestros países. La acción conjunta es indispensable para abatir el subdesarrollo y las causas que lo originan, para evitar los bajos niveles de las fuerzas productivas, las relaciones desfavorables de intercambio, la debilidad de las industrias de capital, luchar contra la deformación y desintegración de nuestras economías. La unidad es indispensable y urge lograrla. ¿Cómo explicar que después de haber transcurrido más de cuarenta y seis años desde que se iniciaron los primeros esfuerzos de integración en América Latina y el Caribe, no haya sido posible lograr una estrategia conjunta de desarrollo y que, antes de disminuir, se han incrementado los males que aquejan a nuestros países? Ante esa realidad surge la interrogante ¿valdría la pena pensar en la posibilidad de impulsar de nuevo la integración? ¿Constituye una opción viable? En nuestro criterio, sí es necesario avanzar en el fortalecimiento de la integración regional y, por supuesto, en nuevas formas de relaciones económicas internacionales que vayan más allá de una visión estrecha y estrictamente comercial. Sí es posible y conveniente que unidos y con el apoyo recíproco en la lucha por emprender, se logre el objetivo de superar los males que aquejan a 19 nuestros países. Para ello es indispensable tomar conciencia de los obstáculos a los cuales hay que enfrentarse. Ciertamente, la estructura económica actual que hemos analizado procura intensificar, consolidar y acrecentar la integración mundial, lo cual representa una seria limitante para la búsqueda de la propia integración de nuestros países. Pero también es cierto que se realizan progresos efectivos con miras a superar esos obstáculos. No es fácil romper la tutela tecnológica, financiera e informática. Es preciso realizar los esfuerzos comunes para modificar el actual modo de desarrollo. Por ello es necesaria la movilización de todos los recursos internos nacionales. La integración, en fin, deberá estar al servicio de los legítimos intereses latinoamericanos y caribeños. Necesario es elaborar y desarrollar la estrategia económica, política, social, en el marco de las alternativas de transformación que requieren nuestros países. Por todas esas razones, afirmamos que el Área de Libre Comercio de las Américas “ALCA”, no conviene a Latinoamérica y el Caribe. El ALCA constituye un objetivo estratégico para el desarrollo y consolidación de las políticas económicas de Estados Unidos, en función de sus intereses. Con razón, Raúl Prebisch advirtió: “No puede haber trato igual entre desiguales”18. La finalidad de conformar el “bloque norteamericano” es el de tratar de tener mayor poder de negociación frente a los otros bloques de poder mundial y reconquistar la hegemonía que ostentaba en años anteriores así como la supremacía de los mercados mundiales. Ese proceso, hegemónico, de convivencia desigual, asimétrico, significa la puntilla de muerte de las metas formuladas en el Congreso 18 Prebisch, 1984. 20 de Panamá por nuestro Libertador Simón Bolívar, al proponer la creación de una unidad geopolítica de nuestra América Latina. Todos estamos en conocimiento de lo ocurrido en Mar del Plata, Argentina, (IV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobiernos de las Américas). Allí se evidenció que el ALCA no puede ni debe plasmarse en una realidad. Pero los Estados Unidos ha retomado la vieja estrategia desarrollada y aplicada mediante los tratados comerciales bilaterales. Es el camino para desintegrar más a nuestra América. Negociar, de manera parcial con cada uno de nuestros países, emplear, como lo está haciendo, el halago, el ofrecimiento y la promesa para que de una u otra manera se avengan a esa forma de negociación. Un nuevo desafío para quienes luchan por una auténtica integración. La integración latinoamericana y el Caribe debe recobrar hoy más que nunca fuerza. Es indudable que opciones de esta naturaleza, significan la extraordinaria responsabilidad histórica de actuar con decisión propia, independiente y enfrentarse a las naturales resistencias internas y externas. La globalización financiera La integración financiera, planificada y desarrollada dentro de esa estructura del poder global e inserta, por supuesto, en el proceso de la globalización o mundialización que hemos analizado, responde a las políticas económicas y de todo orden del poder global o estructura económica – política actual. En el análisis efectuado hemos tratado de evidenciar la elevada función que cumple el sistema financiero al condicionar a la esfera de la economía real, y las incidencias que del mismo se derivan, fundamentalmente para nuestros países. 21 Es innegable – enfatizamos – que la llamada integración financiera responde a una estructura de poder transnacional y, por tanto, corresponde reflexionar si es esa la integración financiera, por la cual debemos trabajar o buscar nuevos caminos, cónsonos con la conceptualización de la auténtica integración, mediante el desarrollo y aplicación de las diversas etapas, tales como: Zona de libre comercio, unión aduanera, arancel externo común, mercado común y la unión económica que supone la coordinación de las políticas económicas19 – sociales y la creación de un organismo supranacional. Es indudable que “la globalización financiera es un hecho fundamental de la economía internacional contemporánea. Constituye, así mismo una fuente de traslación mundial de ahorros y, por ende, una fuente de oportunidades de financiamiento de la producción y el comercio”. Ello, por supuesto “exige la adopción de políticas conducentes al desarrollo y la transformación estructural de las economías nacionales de países de la periferia”20. Vivimos en un mundo de globalización financiera. ¿Debemos adaptarnos? ¿Pasiva o activamente? Significa ello, como analizan los autores del libro La globalización financiera citado: ¿el sometimiento al capital financiero transnacionalizado o la negociación con firmeza con el fin de complementar el ahorro interno, de incrementar la inversión real productiva en la búsqueda del desarrollo económico social? 19 A este respecto conviene indicar que en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, en su artículo 318 se consagra que: “En caso de que se instituya una moneda común en el marco de la integración latinoamericana y caribeña, podrá adoptarse la moneda que sea objeto de un tratado que suscriba la República”. Y en el artículo 153, donde se le da rango constitucional a la integración latinoamericana y caribeña, se establece que… “la República podrá atribuir a organizaciones supranacionales, mediante tratados, el ejercicio de las competencias necesarias para llevar a cabo los procesos de integración” … “Las normas que se adopten serán consideradas parte integrante del ordenamiento legal vigente y de aplicación directa y preferente a la legislación interna”. 20 Hopenhayn & Vanoli, 2002. 22 Es incuestionable que para negociar es indispensable lograr la unidad de los países de América Latina y el Caribe, tal como lo consagra, en nuestro criterio, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. ¿Cuál es en realidad la integración financiera que se lleva a efecto en nuestros países? Para el Banco Interamericano de Desarrollo, la integración financiera “es el proceso mediante el cual los mercados financieros de un país participan más estrechamente de los mercados del resto del mundo. Implica la eliminación de barreras para que instituciones financieras extranjeras de algunos países o de todo el mundo puedan operar en el exterior u ofrecer servicios financieros transfronterizos, lo que puede suponer la vinculación de los mercados bancarios, de acciones y otros tipos de mercados financieros”21. Cónsono con esa definición, a principios de los 90 se dió inicio de nuevo a una estrategia de liberalización – desregulación – fundamentalmente financiera, en nuestros países (recordemos lo ocurrido en los 70 y los cambios efectuados en los 80 del siglo pasado). La creciente mundialización financiera ha generado nuevos y significativos retos, que entrañan así mismo, graves riesgos para los cuales los bancos centrales deben estar preparados. Las consideraciones acerca de la integración financiera envuelven múltiples interrogantes. Algunas de ellas asociadas a sus determinantes particulares en el ámbito latinoamericano, los posibles beneficios y costos previsibles para los países participantes, el compromiso de las políticas nacionales en el logro de los objetivos superiores de la integración, escogencia de los mecanismos para el funcionamiento 21 Banco Interamericano de Desarrollo, 2002, pág. 111. 23 adecuado de los mercados financieros, las asimetrías económicas presentes en nuestros países, el marco institucional necesario, así como los requerimientos de supervisión regional. También deben ser analizados los efectos sociales. En el caso de Latinoamérica, nuestros mercados financieros se encuentran más integrados a las corrientes financieras globales que operan desde los países avanzados que a los propios mercados de la región. Al referirnos al proceso de integración financiera por acuerdos de integración regional corresponde señalar a la Comunidad Andina de Naciones que cuenta con instituciones como la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que constituyen los brazos financieros de la región. En cuanto se refiere al MERCOSUR, los avances de la integración financiera se han concentrado esencialmente en lo relacionado con la armonización de las normas para la regulación de la operación de los mercados financieros nacionales. En el contexto de la Comunidad del Caribe (Caricom), también se ha venido analizando todos los aspectos relacionados con la convertibilidad de las monedas y una mayor convergencia macroeconómica. Cabe destacar que en la actualidad, ya vienen operando acuerdos de integración financiera entre algunos países caribeños. En ALADI fue creado un sistema de pagos recíprocos para financiar el comercio entre los miembros. 24 Es síntesis se afirma “que a lo largo de los años noventa, la integración financiera y el Caribe fue impulsada por las fuerzas del mercado”. En el acuerdo de integración regional MCCA se afirma que “Antes de que la integración financiera se haga realidad, deben abordarse varios problemas, de los cuales el más importante es el tema de riesgo de divisas”. Pero, debe señalarse que la llamada integración financiera en América Latina ha ocurrido de hecho, de facto, con países desarrollados. Los retos de la integración financiera para América Latina Les mencionaba anteriormente que los retos que impone la integración financiera son de significación. Son varios los retos que América Latina debe afrontar para lograr la integración financiera, que realmente responda a los genuinos intereses nacionales. En Latinoamérica se han formulado desde mediados de los años 60 del siglo pasado varios planteamientos, cuando las primeras corrientes de la integración financiera impulsaron la exploración de nuevos mecanismos para fomentar las finanzas y respaldar la estabilidad financiera regional. Un ejemplo notable fue la propuesta para la constitución de un fondo común de reservas latinoamericano, que si bien no se materializó en un acuerdo regional amplió, coadyuvó en el ámbito de la integración andina a la creación del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) en 1988. 25 Más recientemente diversas propuestas han sido sugeridas para transformar el FLAR a un fondo latinoamericano. Esta noble y significativa iniciativa fue combatida por los representantes del Poder Global, tal cual ocurrió con el Régimen Común de tratamiento de los capitales extranjeros y sobre marcas, patentes, licencias y regalías, conocida como decisión 24, aprobada en el año 1970, por la Comisión del Acuerdo de Cartagena. Por primera vez en América Latina y, en general, en los países subdesarrollados, se lograba establecer un conjunto de normas generales con la finalidad de regular la inversión extranjera. Pero el régimen adoptado por el Acuerdo de Cartagena, fue considerado como un “espantajo o ahuyentador de la inversión extranjera”, cuando en realidad lo que perseguía era lograr la movilización de los recursos internos y que el capital internacional desempeñara un papel de auténtica cooperación en la búsqueda del desarrollo económico. Pero a través del tiempo la decisión 24 se fue modificando mediante nuevas decisiones, por lo que en definitiva quedó sin efecto alguno, lográndose de esa forma la mayor apertura y liberalización al capital internacional, e impidiéndose una vez más, la posible unificación de criterios de los países de la subregión Andina para la auténtica defensa de los intereses comunes y, por ende, del proceso de integración. Recientemente ha surgido la propuesta de Venezuela de constituir un Banco del Sur, un banco para la integración latinoamericana, a fin de apoyar de manera efectiva los diversos procesos de la integración de América Latina en el ámbito económico, financiero y social. Un Banco del Sur o de integración latinoamericano para el financiamiento del desarrollo económico social, para el intercambio comercial y de servicios, que sea promotor de empresas multinacionales, con capitales de los Estados Nacionales con el fin de dedicarse a la producción de bienes de capital e insumos básicos para la 26 región, propiciar investigaciones para el desarrollo tecnológico y que fortalezca la autodefensa de la integración latinoamericana frente al monopolio financiero global. Es una propuesta de verdadero significado, que puede y debe hacerse realidad, lográndose el bloque latinoamericano, la unidad latinoamericana, que de alguna forma propicie y consiga cierto equilibrio a nivel mundial. Uno de los aspectos cruciales a considerar con la creación del Banco del Sur, además de los aportes de capital, depósitos de bancos centrales y fondos de ahorro de los países de la región, podría ser el de constituirse, con la rigurosidad que un estudio de esta naturaleza amerita, en un mecanismo alterno para la colocación de reservas internacionales de los bancos centrales latinoamericanos. Con ello se daría un giro de vital importancia a la actual colocación geográfica y por tipos de instrumentos monetarios de las Reservas Internacionales que poseen actualmente nuestros países. Son incuestionables las ventajas potenciales de una institución de esta naturaleza. Hacemos un llamado a todos los bancos centrales de nuestra región a colaborar en la prosecución de este objetivo. Sobre los riesgos de la integración financiera Actualmente se refuerza la tendencia a que la banca privada internacional avance en sus propósitos de que los sistemas financieros nacionales y la inversión en los sectores de valores, seguros, pensiones, etc. se vinculen, en mayor medida, al ámbito extrarregional. Es decir, la integración financiera intrarregional, en la práctica, estaría siendo instrumentada más bien por los bancos internacionales, 27 quienes por razones obvias, se mueven en función de los intereses de sus casas matrices. Es preciso, por tanto, transformar dicha estructura, a través de políticas de fomento que permitan una mayor localización de instituciones financieras regionales en nuestros países. De igual manera se observa un creciente financiamiento de las empresas nacionales y transnacionales en el exterior, con perfiles de riesgo que ocultan el correspondiente riesgo global, y colocan a muchos países en situación de vulnerabilidad sobre los acontecimientos de crisis de orden internacional. Por supuesto, corresponde significar que los acuerdos formales o compromisos de integración financiera deben considerar las corrientes propias de la mundialización de las finanzas. Un notable ejemplo de cómo ha operado la falta de integración financiera regional en favor de la global, es el caso de los bancos extranjeros en Latinoamérica. Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo, el 98% de los activos de los bancos internacionales que operan en la región provienen de recursos de países avanzados. 28 La integración financiera supone también la instrumentación de mecanismos para fortalecer la supervisión regional, con una perspectiva más preventiva, mejorar los canales de información y acrecentar la regulación, fortalecer las instituciones existentes o generar nuevos esquemas de arquitectura financiera regional. 29 Palabras finales De todo lo analizado se desprende que el tema es complejo y retador. Las tareas para promover la integración regional son múltiples y necesarias, dadas las crecientes expectativas sembradas en el éxito de la integración en América Latina. En nuestro caso, la integración financiera debe facilitar que las instituciones financieras de capital latinoamericano tengan un mayor acceso a los mercados regionales y contribuyan a su profundidad, en beneficio de nuestros países. Un genuino mercado financiero regional brindaría las oportunidades para la diversificación, en contraposición a las tendencias de concentración de instituciones financieras que operan a escala mundial. Una vez más nos corresponde analizar y estudiar en todos sus aspectos el proceso de integración regional, en el cual están cifradas grandes esperanzas. Por todo lo cual hoy más que nunca es indispensable fortalecer la búsqueda y consolidación de la unidad latinoamericana y caribeña con el fin de lograr la integración efectiva que nos permita asegurar un espacio digno en la sociedad de naciones, según los principios de interdependencia, solidaridad y equidad sostenidos por nuestros pueblos a través de su historia. 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 Bibliografía Aguilar, A. (1996). Nuevas realidades, nuevos desafíos, nuevos caminos. México, D.F.: Ed. Nuestro Tiempo. Banco Interamericano de Desarrollo (2002). Más allá de las fronteras: El nuevo regionalismo de América Latina. 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