1 Soy una esperanza para los Carolineros, la educación me ha permitido sobresalir en la vida. Alexander Javier Montes Miranda Desde niño la escuela significó una gran esperanza para mi vida, desde siempre supe que Dios tenía para mí la educación como mi gran bendición. Nací en Carolina, un corregimiento del municipio de Planeta Rica - Córdoba, en medio de seis hermanos y una familia de campesinos; las labores del campo eran parte de nuestra cotidianidad y los afanes de la pobreza la gran desesperanza para el que cree en el futuro como la gran incertidumbre. Sin embargo, esta población tenía en su alegría, sus principios y su emotividad el sueño de que los hijos vivieran lo menos posible la escasez de los padres. En medio de las labores del campo, el esfuerzo de una madre que trabajaba sin descanso insistiendo en que la escuela ofrecía el mejor camino del mundo, y un padre que en mientas acompañaba en el trabajo desde muy niño, insistiendo en la dureza del sol, el campo y las espinas, un día fue testigo de mi promesa de ser un hombre grande en este país, y que de ello sería testigo antes de que muriera. Hasta la primaria mis padre vieron de cerca ese camino ya que el Centro Educativo Carolina, sólo ofrecía, en tres salones y con tres maestros, la básica primaria, así que fue necesario ir "al pueblo", a continuar con mi bachillerato, que con esfuerzos, trabajos y caminatas diarias de más de cinco kilómetros, a veces bajo la lluvia y las inclemencias de las vías rurales de este país, pude terminar en el año 2000. El año siguiente, el reto era mayor, así que me postulé a un cupo en la Universidad pública de mi departamento, Universidad de Córdoba, el cual obtuve en el programa de licenciatura en lengua castellana, convencido que sería un gran maestro para el orgullo de los míos y el propio. Con esta nueva meta vinieron otras realidades en una ciudad que desbordaba mis imaginarios de complejidad, un nuevo mundo, donde la vida era distinta, nadie conocido, así que fue necesario trabajar en diferentes oficios que fueron desde tiendas de barrio hasta plazas de mercado. Siempre con la esperanza de la promesa un día hice. Junto a esa promesa, dediqué todos mis esfuerzos a la lectura, claro está en el tiempo nocturno que me permitía el trabajo, con la disciplina del que tenía la responsabilidad de ser ejemplo de todo un pueblo. Para el año 2006, en las pruebas ECAES ocupé el segundo puesto a nivel nacional, una manera en que Dios había compensado mi esfuerzo y dedicación y que ahora me había convertido en un estudiante popular en la universidad y en el departamento, situación que mostraron los medios de comunicación como un orgullo regional, y que fue celebrado entre los Carolineros mientras se repartían el diario regional señalando con orgullo a uno de los 2 suyos. Este logro me hizo merecedor de reconocimientos nacionales y de la universidad y de una beca para estudios de Maestría, una posibilidad que había visto desde la lejanía en la habitación que la universidad me subsidiaba por mis logros académicos. Convencido de mi propósito de aportar en la calidad de la educación de mi país, inicié mis estudios de Maestría en educación, que culminé en el año 2009. Y que fueron un peldaño importante en el inicio de un nuevo proyecto de formación doctoral que en estos momentos me encuentro desarrollando en la Universidad de Cartagena. A nivel laboral, he sido docente de educación básica, coordinador académico, docente universitario, asesor pedagógico y actualmente, paralelo a mis estudios doctorales, y a mi rol de padre y esposo, le aporto al sueño educativo de mi país como formador en el Ministerio de Educación Nacional de Colombia en el programa "Todos a aprender", condición que me ha permitido cumplir una promesa y pensar en la posibilidad de llevar a muchos niños y jóvenes de mi país a vivir un destino diferente cuando deciden ver en la educación una gran posibilidad de vida.