Desde La Cátedra : La Cosificación del Hombre Manuel Zevallos Vera Filósofo “Cosa es lo que tiene entidad corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta”, es decir todo objeto inanimado por oposición a un ser viviente y en contraposición a persona o sujeto. En la época de la esclavitud el esclavo era considerado como una cosa que podía ser vendida, subastada o prestada y de este fenómeno social no sólo fueron víctimas los de raza negra, sino los europeos de raza blanca. Así se cuenta que a la muerte de Sócrates, su discípulo Platon viajó a Megara, al sur de Italia en donde los extranjeros eran considerados como esclavos, pero como Platón era un hombre de espíritu independiente y autónomo, emitió oponiones que no le gustaron al tirano Dionisio de Siracusa y ordeno que lo vendan en un mercdo de esclavos y por suerte fue comprado por un amigo suyo quien le otorgó su libertad. Después de este acontesimiento Platón regresa a Atenas y funda la famosa Academia Platónica. La esclavitud ha sido un régimen que ha regido en el mundo como un aprobio para la humanidad y que, en el caso del Perú fue abolida en el Gobierno del Mariscal Castilla. La historia contemporánea nos muestra diversos formas de esclavitud del hombre y de la mujer, desde el sometimiento de los pueblos aborigenes e indígenas al poder de los conquistadores o colonialistas hasta los trabajadores informales actuales que no gozan de derecho sociales, legales ni humanitarios, o sea que el hombre fue convertido en una cosa que ultrajaba su dignidad y amor propio. A tal situación denigrante yo le denomino la cosificación del hombre que, para la tranquilidad de la conciencia social ésta situación va terminando ante el arrollador avance del reconocimiento de los derechos humanos. La tecnología y la cibernética modernas han creado una codificación para identificar a la persona sin su nombre propio como el caso del llamado correo electrónico que ha invadido el mundo de las comunicaciones personales, sociales e internacionales a través de la Internet, que resulta como cosificar al hombre y que difiere del sentido espiritual, psicológico y filosófico de su verdadera esencia. A pesar de tales fenómenos el hombre ha sido, es y seguira siendo el tema mas apasionante y la preocupación suprema de la filosofía y la cultura. El hombre es el objeto y el sujeto de la historia y el agente de su propio hacer cultural. Esta criatura, cuyos obscuros orígenes se los disputan la religión y la ciencia, resulta siendo el único ser capaz en nuestro Planeta de hacer conciencia de su propia existencia y de preguntarse por sí mismo. Esta es precisamente la dimensión maravillosa de su hechizante concresión y complejidad. Su comprensión y totalidad esta vertebrada por estas tres dimensiones: 1. El hombre como ser físico, dotado de una biología y fisiología singulares y de una psicología diferenciante de individuo a individuo. 2. El hombre como ser social que se define, según Aristóteles, como un “animal racional”, que en su distintivo lo separa de la animalidad y lo introduce en el mundo de la vida en sociedad y de las relaciones interhumanas. El hombre no puede vivir como un ser aislado, solitario y autónomo. 3. El hombre como ser trascendente y metafísico, tanto por su fe como por su vuelo espiritual que lo lleva a tocar las puertas del mas alla, de lo arcanico, problemático y enigmático. Tales dimensiones lo ponen a salvo de todo tipo de codificación, numeración y cosificación y si le agregamos los ingredientes éticos y axiológicos lo convertimos en un Ser que no soporta medidas, dimensiones e identidades numéricas que pretenden ignorar sus esencias de una pequeñes aparentemente humilde pero de una grandiosida incolmable de sabiduría y genialidad o sea lo que siempre ha sido, el Rey de la Creación.