REQUIEM POR UN SUEÑO Una película con una gran carga de crítica social, sin ser moralista FICHA TÉCNICA: Título original: Réquiem for a Dream Nacionalidad: EEUU Año: 2000 Dirección: Darren Aronofsky Guión: Hubert Selby Jr., Darren Aronofsky (basado en la novela de Hubert Selby Jr.) Producción: Eric Watson, Palmer West Dirección de Fotografía: Matthew Libatique Montaje: Jay Rabinowitz Música: Clint Mansell, Kronos Quartet Reparto: Ellen Burstyn (Sara Goldfarb), Jared Leto (Harry Goldfarb), Jennifer Connelly (Marion Silver), Marlon Wayans (Tyrone C. Love), Christopher McDonald (Tappy Tibbons), Louise Lasser (Ada), Sean Gullette (Arnold) Duración: 102 min. (Color) SINOPSIS: Harry vive con su atormentada madre Sara, y mientras él sueña con una vida mejor, ella está permanentemente a dieta para el día que pueda cumplir su mayor ilusión; aparecer en su concurso televisivo preferido. La ambición de Harry y su novia Marion es hacerse ricos vendiendo droga con su amigo Tyrone, y utilizar las ganancias para abrir un negocio propio, pero nunca llega el dinero suficiente para iniciar su plan. A pesas de todo, Harry y Marion no se resignan a vivir una existencia que consideran despreciable, por lo que harán lo impensable para conseguir la vida que anhelan. HOJA INFORMATIVA Nº 109 Enero 2006 COMENTARIOS: Darren Aronofsky encontró no sólo su segunda película, Requiem por un Sueño, sino su auténtica carrera como director de cine cuando, hallándose en la biblioteca de Harvard, se topó con la obra del famoso escritor Hubert Selby, Jr. Calificada en ocasiones como una cinta realentadora, ambigua, controvertida o hasta desquiciante, Requiem for a Dream resulta una película altamente efectiva a la hora de exponer cómo las drogas echan por la borda la vida de cualquier persona, independientemente de su edad o grupo social. El mismísimo productor de la obra no dudo en afirmar que se trata de un cuento aleccionador acerca de las trampas que albergan los sueños y deseos y las mentiras Texto… de las que nos bastamos para crearnos la ilusión de felicidad. La enervante, y hasta desquiciante, dirección de Darren Aronofsky, basada en la utilización de lentes distorsionantes de la realidad, con grandes angulares casi propios de una pesadilla, así como cámaras ajustadas a los cuerpos de los actores, consiguiendo mover todo el fondo, salvo a los propios personajes (consiguiendo ese efecto de mareo, o el no anclaje a la realidad), junto a unas interpretaciones muy destacadas consiguen perpetrar un gran espectáculo de desilusión, destrucción, y decadencia. En esta línea, sin duda la música de Clint Mansell con la ayuda de Kronos Quartet contribuyen perfectamente a destrozar las esperanzas del espectador. El montaje rápido, la música de efecto, los planos detalle, los gráficos intercalados y las texturas múltiples logran también que la propia película, de algún modo, aparezca sumida en un estado de narcotización similar al que acusan los protagonistas. En definitiva, el gran acierto de este film es el ritmo desenfrenado que se le imprime a las escenas, y que en conjunto con la música crean un clima asfixiante en el que se desarrolla toda la película. La solidez literaria de la historia permite a Aronofsky sumergirse hasta las entrañas en la adicción, el verdadero hilo conductor de la película. Sin concesiones, Aronofsky plantea el mensaje de ‘no hay salida’ hasta sus últimas consecuencias y consigue una obra sórdida y de difícil aunque muy recomendable digestión...Sin el menor ánimo de edulcorar, aunque sea mínimamente, el conflicto que plantea la historia, Requiem for a Dream muestra descarnadamente la pesadilla en que se convierte el mundo para los que sucumben a las adicciones, ya sea por la televisión, por las drogas ilegales, o por las legales, esas que se consiguen fácilmente en las farmacias con una receta. El relato hace foco en dos almas a la deriva: Sara Goldfarb (Ellen Burstyn), una viuda solitaria que pasa la mayor parte de sus horas frente a un aparato de televisión, y su hijo Harry (Jared Leto), un post-adolescente igualmente alienado, en manos de la cocaína por vía intravenosa y otras drogas duras. La primera mitad de la historia gira en el limbo de unos rituales que se repiten infinidad de veces: Sara matándose con la tele, Harry y los suyos (novia interpretada por la bellísima Jennifer Connelly, amigo animado por Marlon Wayans) matándose con las drogas. Claro que los clichés visuales antes aludidos aligeran la experiencia, y eso le viene bien a la historia. Lo que sucede después es la caída lineal, dura, pura e irreversible de cada uno de los personajes. Infinidad de cosas deberán hacer Harry y su pareja para conseguir droga en momentos de crisis, al igual que hará la pobre Sara, adicta ya a las píldoras adelgazantes, para salir en ese programa de TV que condensa todos los sueños de su enfermiza existencia. No obstante todo aquello que hagan los hará caer mucho más bajo aun. Todos los materiales expresivos del film están trabajados en una estructura en espiral. La repetición del ritual diario del consumo es una de las claves para acceder a su estructura. Las pequeñas variaciones indican la degradación que sufre cada uno de ellos. En resumen, Darren Aronofsky, en su segunda película demuestra completamente que tiene mucho talento para contar historias humanas, con unos personajes muy marcados, en torno a los cuales construye unas historias que los sobrepasan. Además consigue hacer una película con una gran carga de crítica social, sin ser moralista y esto es bastante complejo. Una película con un mensaje claro: toda droga, sea cual sea su naturaleza, constituye un viaje sólo de ida".