LEY 16.713 AJUSTES A LA REFORMA PREVISIONAL por Rodolfo Saldain Agosto de 2001 Introducción La reforma previsional estructurada sobre la base de la ley 16.713, de 3 de setiembre de 1995 constituye una de las reformas estructurales centrales concretadas en los tres lustros transcurridos desde el retorno a la democracia. Treinta y cinco años después de que se planteara la necesidad de una profunda revisión de los programas previsionales uruguayos 1, se logró en democracia procesar la refundación del sistema. Para ello fue necesario un largo proceso de análisis y discusión que llevó más de un período de gobierno y que parecería que recién vino a quedar saldado cuando fracasó la tentativa de llevar el nuevo modelo a pronunciamiento popular. El nuevo esquema previsional, consolidado desde el punto de vista político, será todavía por muchos años un esquema inmaduro desde el punto de vista previsional. El nuevo modelo mixto es altamente diversificador de los riesgos demográficos, económicos, financieros, políticos y de gestión a que está expuesto un sistema previsional. Aunque ninguno de los modelos carece de riesgos, el tipo de riesgos, su incidencia y la distribución de su carga, son diferentes en cada uno de ellos. Esto sugiere que las sociedades deben prestar seria consideración a los enfoques que caracterizan una combinación de modelos como forma de reducir el riesgo total en sus sistemas de pensiones 2. Una forma de lograr tal combinación es establecer la participación en dos programas, cada uno de los cuales sigue un esquema propio y diferente, tal como se ha hecho en Argentina, Uruguay, Suiza y Finlandia. Otra forma es crear un sistema estatal de reparto y permitir que las personas opten parcialmente por el sistema de capitalización, tal como es el enfoque actual en el Reino Unido y Japón. Una tercera forma –caso de Estados Unidos y Canadá- es crear un régimen de prestaciones definidas no adecuado en sí mismo a las necesidades de los ingresos de jubilación de los individuos de ganancias medias y altas y estimular de ese modo el complemento privado3. En el mundo, y en particular en los países que ya han transitado por la llamada transición demográfica, los sistemas son mixtos, en el sentido de que los ingresos en la vejez provienen de más de una fuente, las que a su vez responden a modelos diferentes, 1 OIT (1964) 2 European Round Table of Industries (ERT) (2000:15) 3 Thompson (1997:18). desde la perspectiva de los riesgos a que está expuesto un sistema previsional. Se combinan regímenes de financiación colectiva (reparto o capitalización colectiva en general parcial) con regímenes de financiación individual (capitalización individual, por ejemplo) o regímenes públicos con regímenes privados, comerciales o no, entre otras modalidades mixtas. En muchos países europeos las llamadas “cuentas individuales” constituyen un tercer pilar de cobertura, mientras que el segundo pilar son los regímenes colectivos de base profesional4. En el caso uruguayo el nuevo modelo es sumamente flexible para, si fuere conveniente o necesario, modificar el peso de sus componentes de reparto y el ahorro e incluso desarrollar un eventual tercer pilar. Tal como fue diseñado, el peso relativo de los componentes de reparto y ahorro, se justificaba y adecuaba a algunas de las características del régimen anterior5 y era (sigue siendo) funcional a los requerimientos fiscales de financiación de la transición6. No obstante, el diseño permite fácil adaptación a cambios que afecten los pesos relativos de sus dos componentes o pilares, ya sea para ajustar la exposición a los diferentes riesgos o para recoger cambios en el estado de opinión de la comunidad nacional sobre los roles del individuo, la sociedad y el Estado. La reforma está haciéndose El nuevo modelo, claramente innovador en la tradición previsional uruguaya, ha recogido amplia aceptación entre los estratos directamente involucrados en el mismo. Pasados cinco años de su efectiva implementación, la adhesión y operación del sistema ha superado las expectativas existentes al momento de su diseño. Ahora bien, esta evaluación claramente favorable, no implica que el modelo sea perfecto y esté exento de la necesidad de ajustes. Si bien el nuevo esquema, en el medio ambiente previsible, podría operar sin mayores dificultades, es altamente aconsejable analizar ajustes. 4 En gran parte de los países industrializados uno de los complementos de los regímenes de pensiones públicos lo constituyen los regímenes ocupacionales, en general como segundo pilar. En Uruguay existe legislación sobre el particular (decreto-ley 15.611 y decreto 305/89), pero han tenido escaso desarrollo y no parecen constituir un sector en expansión, aun cuando pueda pensarse que la reforma previsional no cerró el “gap” cuya cobertura tenían como objetivo. La citada regulación legal es altamente deficiente y merecería una reformulación significativa. Este nivel de cobertura, en la realidad uruguaya, parecería ocupar el lugar de tercer pilar de cobertura. En países como Holanda los esquemas ocupacionales alcanzan al 90% de la PEA, mientras que en Reino Unido y Canadá, se ubican en torno al 50%, proporcionando entre un tercio y un cuarto de los ingresos de los pensionados (ETC, 2000:39). 5 En especial la relación entre monto máximo de jubilación en el régimen del llamado Acto Institucional Nº 9 y el monto previsto para el primer nivel en el esquema de la ley 16.713. 6 No hubo necesidad de pagar lo que en la reforma chilena basada en el decreto-ley 3.500 se llamó “bono de reconocimiento”, el cual vino a convertir en deuda explícita la deuda implícita del sistema. Este es, precisamente, uno de los grandes desafíos que enfrenta la reforma iniciada en 1995 con la sanción de la ley 16.713. La dirigencia política, en el tema previsional, suele apagar incendios7 y puede resultar muy acogedor recostarse en la idea de que la reforma previsional está hecha. Este trabajo pretende subrayar algunas líneas en la dirección de introducir ajustes a algunos aspectos de la reforma8. Entre los aspectos que correspondería analizar se destacan los siguientes: Disminución de costos componente ahorro administrativos del Este es uno de los grandes problemas de esquemas estructurados como el segundo pilar de nuestro modelo mixto: empresas privadas administradoras de cuentas individuales de ahorro en régimen de competencia por la captación individual de aportantes. Existen muchas combinaciones de componentes de regímenes de prestación definida con componentes de cotización definida. Esto no es una particularidad de los esquemas latinoamericanos de reforma, al estilo argentino o uruguayo. Las particularidades radican en dos aspectos: en el carácter compulsivo u obligatorio de la adscripción al segundo pilar y la creación de entes gestores de derecho privado que compiten por el mercado y la forma en que está regulada esa competencia. El carácter obligatorio del segundo pilar en el modelo uruguayo parte de la base de que el alcance cuantitativo de la cobertura del primer nivel es marcadamente insuficiente para sustituir o remplazar razonablemente los ingresos de actividad9 y que no existiría una actitud voluntaria favorable para buscar mecanismos no coercitivos complementarios. No se percibe la existencia de razones para poner en cuestión estos supuestos, aunque algunos autores abogan 7 ... y a veces se queda sin agua, como cuando el plebiscito de 1989. Es de esperar que no ocurra lo mismo con el tema de los montos máximos de jubilación y porcentajes de asignación de jubilación, para quienes regulan su derecho jubilatorio por el régimen de transición. 8 Esta situación es muy diferente a los planteos que recientemente se han hecho en Argentina en el sentido de que es necesaria una nueva reforma previsional y que la aprobada hace siete años no cumplió los propósitos fundamentales que entonces se persiguieron. Estos planteos refieren al impacto fiscal de los componentes públicos de su modelo. 9 Salvo para quienes estén por debajo del monto de cotización previsto para el primer pilar, especialmente si se hace uso de la opción prevista en el artículo 8º de la ley, la que provoca una bonificación de hasta un 50% en la fórmula de cálculo del sueldo básico de jubilación. enérgicamente en contra de esa obligatoriedad10. En la gran mayoría de los países desarrollados el segundo pilar de cobertura, generalmetne de base profesional, no se sustenta en capitalización completa, no obstante lo cual el valor de los activos acumulados puede alcanzar dimensiones muy importantes11. La entrega de los ahorros jubilatorios a gestores privados – segunda particularidad de las reformas con inspiración en el modelo chileno- se presenta como una exigencia de la experiencia: el riesgo de acumularlos en manos públicas12. Este resultado de la experiencia justifica, además, la personalización del ahorro (cuenta individual). En los períodos de maduración de los regímenes de reparto ya existió acumulación de ahorro jubilatorio, pero bajo control público e innominadamente. Eso facilitó la apropiación de esos recursos para otros destinos, algunos loables y otros no tanto. Ahora bien, estos razonamientos no terminan de justificar el esquema de competencia entre las entidades gestoras en la forma en que está regulado. El punto no es ideológico, sino eminentemente práctico. Los costos de administración del segundo pilar reducen de manera relevante el volumen de ahorro, lo que impactará negativamente en el nivel monetario de las prestaciones a percibir13. En Estados Unidos, donde desde hace uno años viene procesándose la discusión sobre la reforma, ni los más entusiastas defensores de la provisión privada de pensiones pueden negar que los costos de esta estrategia suelen ser mayores que los de los regímenes públicos 14. Algunos estudios internacionales, han concluido que no menos del 45% de los costos administrativos de estos regímenes están asociados al proceso de marketing de las Administradoras, especialmente las comisiones de ventas15. Las preguntas son, entonces, ¿hay razones para mantener la pluralidad de empresas en régimen de competencia? y, si la respuesta fuera positiva ¿hay forma de bajar ese costo? Por su actividad las AFAP perciben una comisión como única retribución de los afiliados. Las comisiones se fijan libremente conforme con las siguientes reglas: 10 Por ejemplo, Littlewood (1998:81-114). 11 Se ubican cerca del 100% del PBI en países como Holanda, Suiza, Dinamarca, Reino Unido e Irlanda. 12 Thompson (2001). 13 Una estimación de corte radical del gasto en comisiones de ventas, para el caso chileno, estimó el impacto en la prestación final entre un 8 y un 10% (James et. At, 1997:7). 14 Genetski (1999) 15 James et al., 1999:7. a. La aplicación de las comisiones es uniforme para todos sus afiliados, salvo las bonificaciones por permanencia que se indican más adelante. b. Sólo están sujetos al cobro de comisiones la acreditación de aportes obligatorios y depósitos convenidos o voluntarios. c. Se excluye del cobro de comisión, fundamentalmente, la transferencia por cambio de Administradora, las acreditaciones de rentabilidad. d. El esquema de comisiones podrá establecerse como una suma fija por operación, como un porcentaje del aporte que le dio origen o como una combinación de las dos formas anteriores. e. Las AFAP podrán establecer quitas o bonificaciones en el esquema de comisiones por permanencia. El punto de las comisiones ha sido uno de los aspectos centrales de cuestionamiento del segundo pilar del régimen mixto16. Los sistemas de pensiones reformados en América Latina normalmente establecen que los ingresos por comisiones de los fondos de pensiones sean una fracción del salario de cotización del trabajador en actividad. Sin embargo, la práctica más extendida entre los administradores de fondos de pensiones de los países desarrollados es el cobro de comisiones sobre el monto total de los activos administrados. Claramente, el segundo esquema da un incentivo más fuerte que el primero para maximizar los retornos del fondo y dilata en el tiempo la percepción de la retribución por parte de la administradora. No puede afirmarse que en un esquema como el uruguayo no exista incentivo para maximizar rentabilidad, porque una parte importante de la captación de clientes se basa en exhibir mejores rendimientos que los de la competencia. Pero en todo caso es un incentivo más débil. En cualquier hipótesis, el incentivo está estructuralmente limitado por la propia regulación sobre inversiones, la que tiende a uniformizar los portafolios. Puede argumentarse que el cobro de comisiones sobre las entradas efectivas de los trabajadores protege a las capas de menores ingresos, que normalmente están más expuestas al desempleo y al 16 Algún autor ha sostenido, para el caso chileno, que el costo de administración de las cuentas individuales está en línea con los costos de similares actividades en Reino Unido y otros países industrializados, agregando, además, que el mismo es el precio de aislar el modelo del alcance de la influencia política (Thompson, 2001) trabajo en la economía subterránea. En esos casos, el capital acumulado por los trabajadores más pobres se vería sujeto al proceso erosivo del cobro de comisiones. Un punto a considerar desde ya es la modificación del esquema de comisiones, introduciendo el establecimiento de comisiones sobre el valor del fondo17, en lugar de comisiones sobre el salario mensual de cotización al pilar. Este esquema da incentivos más directos y evidentes para que la administradora realice su función: realizar buenas inversiones para sus ahorristas, siempre que se logre diversificar lo suficiente las alternativas de inversión permitidas. Este procedimiento, además, remunera a la administradora en forma contemporánea al desarrollo de su actividad. El tema del afiliado desempleado o de menores recursos puede obviarse imponiendo algún "techo" a la comisión cobrada en caso de que la pérdida de capital en un período exceda un determinado valor (Siandra, 1999:184-185). Un aspecto adicional es la rediscusión de las características de las entidades administradoras de los ahorros. El modelo uruguayo siguió puntillosamente el esquema chileno en este aspecto: sociedades anónimas específicas de objeto único. No obstante, el punto central no radica tanto ni en el carácter específico de las administradoras ni en la exclusión de otros objetos, sino en la separación patrimonial entre el de la administradora y el Fondo de Ahorro Previsional. ¿Es imposible pensar un esquema en el que una institución financiera o gremial, por ejemplo, pueda crear una división administradora de fondos de ahorro previsional y hacerlo profesionalmente? En tanto no haya población cautiva y se garantice adecuadamente la separación patrimonial, no estoy percibiendo claras ventajas a favor de la exclusividad otorgada a instituciones como las creadas por la ley 16.713. En el esquema sueco aprobado en 1998, existen requerimientos específicos para las instituciones que aspiren a administrar fondos de pensiones, pero no una exigencia de objeto único18. 17 Esa parecería ser una de las líneas de reforma que podría impulsar el Ministro Cavallo en Argentina (Clarín, 4 de febrero de 2001). En todo caso deberá analizarse la forma de evitar el doble pago, ya que se pagó ab initio por la administración de los aportes vertidos hasta el presente y su rentabilidad. 18 Scherman, 1999:25. Disminución de costos administrativos del componente ahorro En tal sentido sugiero analizar estas opciones: Revisión del procedimiento de remuneración de la actividad de administración de los ahorros o Sustitución de la comisión sobre el salario de cotización por comisión sobre el resultado de la actividad de administración de los activos o Supresión de la posibilidad de cobro de comisión fija Posibilidad de celebrar acuerdos individuales de permanencia a cambio de bonificación relevante en la comisión Posibilidad de celebrar acuerdos colectivos de adscripción individual voluntaria, con o sin compromiso de permanencia, a cambio de bonificación relevante en la comisión Limitar legalmente Administradora Rediscutir la conveniencia de otorgar la administración de los fondos exclusivamente a sociedades con ese único objeto las posibilidades de traspasos de Ampliación de las opciones de inversión En relación a los regímenes de inversiones de los fondos de pensiones existen dos grandes tendencias: por un lado, las legislaciones que se basan en el concepto de “prudent man”19, y por el lado opuesto, la regulación estatal20. Nuestra legislación optó decididamente por la regulación estatal detallada. Desde mi perspectiva esa decisión continúa siendo justificada. Las opciones de inversión que tienen los administradores de los fondos en Uruguay son muy acotadas. Las perspectivas en ese sentido no son especialmente alentadoras para las condiciones de seguridad que riequieren estas inversiones. Más allá de participación en el financiamiento de algunas eventuales obras de infraestructura, no se perciben grandes variaciones en los mercados locales. Ese punto pone sobre la mesa, una vez más, la discusión sobre la posibilidad de permitir la inversión de una parte de estos fondos en activos del exterior. Evidentemente que, en todo caso, debería tratarse de un porcentaje significativamente minoritario y en condiciones adecuadas de riesgo y rentabilidad. Los argumentos a favor y en contra son de peso. En un país con muy baja tasa de ahorro, no parece en principio razonable, habilitar a que el ahorro previsional vaya al exterior. En la misma línea, puede válidamente pensarse que superar las ya crónicas altas tasas de desempleo requiere un importante esfuerzo de inversión dentro de fronteras. Por otro lado puede también sostenerse que estos fondos no están destinados a ser dinamizadores de la economía y que, más allá de efectos marginales funcionales al desarrollo económico, no pueden asumir el riesgo inherente a actividades productivas sin calificación de riesgo adecuada. En esta segunda línea de pensamiento puede también plantearse la conveniencia de que el crecimiento de los fondos proveniente de los retornos de su inversión provenga de fuente externa y no de futuras generaciones domésticas. En una tercera línea de pensamiento puede sostenerse que, aun siendo partidario de la apertura a la inversión en el exterior, el presente momento crítico no es el más oportuno. En contraposición, podría afirmarse que, justamente la situación de inestabilidad existente, pone de manifiesto la necesidad de diversificar el riesgo que ello conlleva en los mercados locales. 19 Este es el caso de las Individual Retirement Accounts de los Estados Unidos, las que sólo prohiben las más riesgosas alternativas de inversión. 20 David (2000:30) Una de las tentaciones que sufren estos fondos y sobre la que advierte la doctrina, es el reclamo de inversión de una manera socialmente responsable en lugar de inversión meramente rentable21. No puede perderse de vista el objetivo de estos fondos: asegurar un ingreso razonable en la vejez, para lo cual la rentabilidad de la inversión es capital. La inversión en áreas de interés social o productivo sólo corresponde ser considerada en el caso de que presente similares condiciones de riesgo y rentabilidad que la inversión financiera. La balanza se inclina, desde mi perspectiva, en función del objeto de estos fondos: permitir ingresos de jubilación razonables, para lo cual es imperativo su inversión en condiciones de riesgo y rentabilidad adecuadas. Uno de las exigencias para establecer condiciones de riesgo adecuadas es la diversificación, tanto en instrumentos de inversión, de emisores, como también de mercados. La apertura a la inversión en el exterior, adecuadamente regulada, es el instrumento para la diversificación de los mercados y evitar la toma de los riesgos concentrados en el mercado doméstico y en particular en un emisor: el Estado. En el anexo se acompaña un cuadro sobre la apertura a la inversión en el exterior de los fondos de pensiones de diversos países22. Otro aspecto relevante es la posibilidad de que puedan administrarse más de un fondo, a elección del afiliado. Sobre el eje de una regulación general, lo que podría llamarse el portafolio estándar, podría generarse un segundo portafolio de mayor riesgo y un tercer portafolio de menor riesgo al estándar. El portafolio de mayor riesgo podría tener una menor regulación legal en materia de instrumentos de inversión, dejando mayor espacio al criterio del prudent man. El tercer portafolio, por el contrario, estaría constituido por activos conservadores, de renta fija, destinados a proteger el ahorro de las personas cercanas a la jubilación, que no tendrían oportunidad de recuperarse de un traspié financiero. Este tercer fondo es, en el caso uruguayo, todavía de escasa necesidad, en función del bajo riesgo del portafolio estándar y del tiempo que dista para que haya una población objetivo relevante. Ampliación de opciones de inversión Sugiero el análisis de las siguientes modificaciones: 21 David (2000:12). 22 LABOUL (1998) Apertura de inversiones en el exterior Posibilidad de que se administre tres fondos, a elección de los afiliados: o Un fondo estándar, del estilo del vigente Modificaciones a la regulación de las cuentas de ahorro Desde hace ya bastante tiempo viene creándose el consenso necesario para introducir reformas en la regulación del ahorro voluntario y en el destino del saldo de las cuentas en los casos de fallecimiento sin beneficiarios de pensión. Para ambos aspectos existe ya una iniciativa del Poder Ejecutivo. Como siempre es posible complicar un poco más las cosas, creo relevante introducir otro aspecto que, probablemente, lleve suerte similar a mi defensa del derecho pensionario del concubinato con apariencia de matrimonio (concubinato more uxorio, en la jerga jurídica). Esta complicación adicional refiere a la ganancialidad de los saldos de las cuentas en la cuotaparte de su incremento incorporada durante la sociedad de bienes. Varias legislaciones reconocen ya el derecho de los cónyuges, en caso de divorcio, a coparticipar en los fondos de pensión respectivos23. Regulación de las cuentas de ahorro Redefinición voluntario de la regulación del ahorro Integración de los saldos de las cuentas de ahorro individual en el haber sucesorio, en los casos de fallecimiento sin beneficiarios de pensión Se sugiere, además, analizar la ganancialidad de los saldos de las cuentas, en la proporción correspondiente 23 Genetski (1999:4). Pauchard (1991:119). Modificaciones en los seguros involucrados en el modelo Entre los nuevos actores de la escena previsional, las empresas aseguradoras suelen pasar relativamente inadvertidas. No obstante, su rol es crucial. La legislación uruguaya regula escasamente el papel de este actor y en algún caso lo hace con ciertas carencias. En cuanto al seguro colectivo de invalidez y muerte en actividad, parecería razonable analizar la exclusión de la obligación de pago de la prima a aquellos afiliados que hubieren ya configurado causal jubilatoria o, incluso sin configurarla, superada cierta edad, tengan un saldo en la cuenta de ahorro suficiente para constituir el capital necesario para servir las eventuales prestaciones. Sin embargo, desde el punto de vista de diseño del modelo, el aspecto más relevante de preocupación radica en la regulación del mercado de rentas vitalicias y la regulación de éstas propiamente 24. En el derecho uruguayo, cuando la persona decide jubilarse, en el segundo pilar, el saldo de su cuenta se vierte en una empresa aseguradora a efectos de pagar la prestación vitalicia; si esa empresa es de propiedad estatal, la prestación tiene garantía del Estado y no la tiene en caso contrario. A medida que el esquema mixto se acerque a su madurez este punto comenzará a tener una marcada relevancia, tal como ha sucedido en toda la experiencia comparada. Ello no quiere decir que no la tenga ya, porque están ya en curso de pago rentas vitalicias previsionales y su número irá en progresivo crecimiento. Un primer punto es el de la garantía estatal. Al iniciarse el sistema se puso bastante énfasis en la existencia de garantía estatal en la administradora pública, República AFAP S.A., lo que era y es cierto, pero limitada a la garantía de rentabilidad mínima. Mucho más relevante, en mi opinión, es la garantía estatal a las rentas vitalicias que abone la empresa aseguradora de propiedad pública (Banco de Seguros del Estado). En el proyecto originalmente remitido por el Poder Ejecutivo la garantía estatal, tanto de rentabilidad mínima, como de pago de las rentas vitalicias, no hacía distinción entre empresas de propiedad pública o de propiedad privada; todas tenían esa garantía. En la discusión parlamentaria, argumentando un analogía con la inexistencia de garantía estatal (formal) para los depósitos bancarios, se excluyó esa garantía para aquellos fondos 24 James et al (1999b). confiados a administradoras privadas y aquellas rentas vitalicias contratadas con aseguradoras privadas. La analogía no parece de recibo, desde que el segundo pilar se trata de un componente obligatorio, coercitivo, de la cobertura previsional establecida por el Estado. En tanto tal, más allá de los controles a cargo de las respectivas superintendencias, entiendo que el Estado debe asegurar el pago de las rentas vitalicias en caso de incumplimiento de la empresa aseguradora25. Existen otros tres problemas relativos a las rentas vitalicias que podría ser conveniente examinar desde ahora. El primero, dice relación con la inexistencia de obligación por parte de las aseguradoras de contratar las rentas vitalicias previsionales26. A diferencia de lo que ocurre con la contratación con las AFAP, en las que la misma es un derecho potestativo del afiliado al cual no puede resistirse la administradora; en el caso de las aseguradoras nada las obliga a contratar, lo que en principio se alinea con la libertad propia del derecho privado, pero expone grandemente a los afiliados a los principios de selección adversa27. No obstante, todo el esquema del segundo pilar se basa en que habrá aseguradoras que quieran contratar las rentas vitalicias. El segundo problema plantea que, a diferencia de lo que ocurre con la contratación con la administradora, que está altamente reglada por las normas legales, la contratación de las rentas vitalicias con las aseguradoras carece prácticamente de regulación expresa, quedando librada a la autonomía de la voluntad de las partes. No parece adecuado que queden librado a ese acuerdo de voluntades, sin regulación alguna, aspectos tan centrales como la tasa de interés a aplicar28 o la forma de remunerar la actividad de la aseguradora. Finalmente, en tercer lugar, es posible pensar en la eventual conveniencia de que las rentas vitalicias se contraten con una organización pública, en régimen de monopolio o no29. Adicionalmente al costo de administración inherente al segundo pilar, la experiencia internacional enseña que, llegado el momento de 25 Y eventualmente de la AFAP, responsable subsidiario, para las prestaciones derivadas del seguro colectivo de invalidez y muerte en actividad. 26 La conveniencia o inconveniencia de establecer la contratación coercitiva está extensamente analizada en Poterba (2001). 27 Poterba (2001:8-12). James et al (1999:21) se inclinan, con cautela, a favor de establecer una cierta obligatoriedad. 28 Para James et al (1999b:7) podría pensarse que la tasa de interés se ubique entre la que paguen los bonos del gobierno a largo plazo y bonos de empresa de primera línea. 29 James et al (1999b:17) discuten esa eventual conveniencia. En el caso de la reforma sueca de 1998, el único proveedor de rentas vitalicias es el organismo público denominado Premium Pensión Authority, encargado de regular el componente de capitalización completa del segundo pilar (Scherman, 1999:25). la jubilación, los saldos de las cuentas sufren significativas reducciones, tanto por los cargos por administración como por la actividad de los corredores de renta vitalicia, una actividad tan últil y llena de peligros como la ya conocida entre nosotros de los asesores previsionales30. Nuestro derecho positivo carece de regulación sobre el particular. 30 O afiliadores de beneficiarios de ex DISSE, para mencionar otro ejemplo. Modificaciones en los seguros involucrados en el modelo Se sugiere analizar los siguientes puntos: Supresión del cobro de la prima del seguro de invalidez y muerte, una vez que se llega a la edad de retiro o cuando el saldo de la cuenta constituye de por sí el capital necesario a tal efecto Garantía estatal a todas las rentas vitalicias previsionales Definir elementos centrales del contrato de renta vitalicia previsional, por ejemplo, tasa de interés Alternativamente cabría analizar la posibilidad de que la renta vitalicia se contrate con una organización pública o con empresas privadas, en régimen de competencia Regular el corretaje de rentas vitalicias Requisitos relativos las prestaciones: causales y montos mínimos Existen dos aspectos sobre las condiciones de acceso a las prestaciones de jubilación que merecen una revisión. El primero, ya ha sido encarado por el Poder Ejecutivo y es la creación de una causal jubilatoria específica para el segundo pilar, desligada del eventual derecho en el primer pilar, y referida sólo al cumplimiento de una determinada edad. El segundo aspecto, tiene efectos sociales más graves y no ha sido todavía encarado. La legislación uruguaya exige un mínimo de 35 años de servicios registrados en la historia laboral para tener derecho a la prestación jubilatoria. No existe en el derecho comparado una exigencia tan severa para tener derecho a la jubilación31. Sí existen requisitos más severos, de hasta 40 años de aportes, para tener derecho a una jubilación plena o de monto máximo. En nuestra legislación, con menos de 35 años de servicios sólo puede accederse a la jubilación por edad avanzada con 70 años de edad, salvo en el caso de incapacidad física. Eso lleva a que existan, ya en la actualidad, personas con 68 años, por ejemplo y 30 de trabajo, que deberán esperar a los 70 años para acceder a la jubilación. En el derecho comparado, en general, con un mínimo del orden de los 20 ó 25 años de cotización, una vez alcanzada la edad mínima que fije la legislación, es posible acceder a una prestación, aunque sea de cuantía reducida. Sería razonable prever la flexibilización de las actuales causal común y causal por edad avanzada, en un régimen en el que, además de la causal común ya diseñada, se prevea una nueva causal al cumplir 65 años, siempre que se acredite un mínimo de 30 años de servicios reconocidos. Para la configuración de esta causal, por cada año de edad que supere los 65, el número de años de servicios requerido se reducirá en tres, hasta llegar a un mínimo de 15 años. 31 Esta exigencia ya la había cuestionado en Saldain (1995:100-113). El segundo pilar está diseñado para un proceso de ahorro superior a los 20 años. En la actualidad está comenzando a jubilarse afiliados que hicieron uso de la opción por el nuevo modelo mixto, en función de disminuir la brecha existente entre la cuantía de su aportación y el monto máximo de prestación al que podían aspirar. Para estos casos debería preverse la posibilidad de que si el monto mensual de la renta no alcanza determinado nivel, se permita el cobro del capital acumulado. Requisitos relativos a las prestaciones Desligar el acceso a la prestación jubilatoria generada por el ahorro en el segundo pilar de la existencia de causal en el BPS, mediante la creación de una causal específica del segundo pilar ligada sólo a la edad Creación, en el primer pilar, de una flexibilización de la causal por edad avanzada, a partir de los 65 años de edad, que contemple casos en los que no se logran los 35 años de servicios, pero se alcanzan los 30 registrados en la historia laboral Posibilitar el retiro del capital, si la renta vitalicia no llega a un mínimo a determinar REFERENCIAS DAVID, E. PHILIP (2000) Portfolio Regulation of Life Insurance Companies and Pensions Fund. OCDE EUROPEAN ROUND TABLE OF INDUSTRIES (ERT) (2000).European Pensions. An Appeal for Reform. Pension Schemes that Europe Can Really Afford. http://www.ert.be FERRARA, PETER J. (1997. A Plan for Privatizing Social Security. Cato Institute GENESTKSI, Robert (1999). 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