ERRORES, TENTACIONES Y FALSAS ILUSIONES DEL HOMBRE DE HOY El error de creer que Dios y la religión son conceptos superados por el progreso. "Las tentaciones del hombre moderno respecto a Dios y a la ''religión son muchas y graves. >> "Entre estas tentaciones, he aquí una terrible: Dios y la re"ligión son conceptos superados. Pertenecen a otros tiempos. "Nuestro tiempo ya es mayor de edad. El pensamiento moderno "ha progresado de suerte que ya puede eliminar toda afirmación "que trascienda la racionalidad científica. Dios, se dice, es tras"cerniente; así, pues, está fuera de la órbita de los intereses del "hombre de nuestra época. Pertenece al pasado, no al presente, "y mucho menos al futuro. El movimiento de la civilización se "dirige hacia una secularización creciente y total, es decir, hacia "la autonomía de los valores temporales y hacia la liberación de "su innegable relación religiosa. Ciertamente habremos oído ha"blar de esta tendencia, que diferencia en primer lugar las reali"dades terrenas de su superior y última relación con el mundo "religioso; y esto legítimamente (cfr. Guadium et Spes, núme"ro 36) ; pero depusés llega a restringir en el ámbito de estas rear "lidades terrenas todo el saber y todo el interés del hombre, se"cularizando, ' 'laicizando", ' 'desacralisando" toda forma de vida "moderna. La religión no tiene ya lugar, ni razón alguna* de ser, "a menos que sea interpretada de nuevo en un sentido' puramente "humanista, de suerte que proclame que el hombre es para el "hombre el ser supremo (Cfr. Marx, Nietzsc'he, etc.). "Como veis, la objeción es subversiva respecto a nuestra fe, "y muy difundida en estos últimos años, alcanzando incluso al "campo teológico, con alguna intención no siempre destructora "también en el campo católico. "¿Cuál es su fuerza motora? Parece que debemos localizarla "en el movimiento, en la evolución en el campo de las ideas re"sultantes del progreso, de la transformación de la vida moderna, 423 "en relación con la de los tiempos precedentes. Nosotros acostum" bramos a llamar historia a este flujo de acontecimientos y de "costumbres cuando se refiere a la vida del hombre. La Historia "seria la causa fatal de la disolución de la idea religiosa. Bl sen"tido de este proceso de las cosas y de los hombres en el tiempo "nos induce a clasificar corno anticuada, como actualmente insos"temblé, como abusivamente superviviente la religión, y como nú3 'tico, es decir, imaginario e irreal, el mismo nombre de Dios. Un "hombre religioso será un reaccionario, un ingenuo fuera de moda, "un ser infeliz, no emancipado todavía de las influencias de urna "mentalidad superada. "Reflexionen las personas inteligentes. Reflexionen los jóve"nes, reflexionen los trabajadores. Todos debemos reflexionar. "Hoy, especialmente citando la idea de "progreso", de autosufi"ciencia humana, padece una crisis terrible, y encuentra justamen"te en sus seguidores fieles los contestadores más fieros y más "desesperados. "Y si fuesen otros los motivos de la repulsa al Dios de la fe, "deseamos igualmente reflexionar; el análisis serio y paciente de "estos motivos nos mostrará al fin su engaño; y no sin una in"defectible ayuda de aquel Dios que ponemos en entredicho (Cfr. "San Ireneo: "No podemos sm Dios conocer a Dios"; Ad. Haer., "IV, 5,1); encontraremos que El no es él fantasma que el hombre "ignorante o emotivo se ha formado de sí; "Dios no está superado. Y mucho menos está superada' la idea "de Dios, en la plenitud de su ser, en el misterio de su existencia, "en la maramlla de su revelación. Solamente es necesario regenerarla en nuestros espíritus, que la han deformado, profanado, la "han empequeñecido¡ la han expulsado y olvidado; regenerarla en "la búsqueda, en la fe cristiana, en la caridad ambivalente, hacia "él y hacia los hermanos, para descubrir nuevamente la ac"tualidad por excelencia, la luz del tiempo, la promesa de la eter"nidad. "Su nombre es "Siempre". PAUI/) V I : Alocución en la audiencia general del 5 de agosto de 1970 (texto italiano en L'Os- servatore Romano del 6 de agosto ; texto en castellano : Ecclesia núm. 1.504 del 15 de agosto). 424 Tentación de creer que el hombre adulto no tiene necesidad del mundo religioso y de caer en el positivismo práctico. "Una de estas tentaciones es la que insinúa en la mentalidad mo"dema la persuasión de que, sumando todo, se puede hacer a "Dios de menos y sustituirle con otros valores; es decir, pre"cisrndo la je en Dios y la práctica religiosa, que la je exigiría. "No es una negación absoluta, no es un ateísmo radical o racio"nal; es un desinterés práctico, es una tentativa de fundar la vida "sobre otras bases distintas a las religiosas tradicionales. Bs con"cluión, muchas veces, de un razonamiento bastante empírico, pero "complejo, que borra en lo interior del alma lo poco de certeza "que el primer catecismo había injundido en el alumno todavía "pequeño, y que parece desvanecerse con cualquier duda proce"dente de un naciente esfuerzo intelectual y con cualquier atra"yente perspectiva de liberación de los deberes molestos. ¡ Cuán "dijicil es, se dice, este problema acerca de Dios! ¡Cuán fácil es "sustraerse a sus exigencias, especulativas y prácticas, y qué có"modo! Para algunos, la tentación se viste con el semblante de "Minerva, la diosa de la sabiduría pagana, que hace pensar en el "abandono de la religión como una superación liberadora de "psieudo-ideas infantiles. (¿Lo recordáis? No es Chantecler quien "hace surgir el sol.) Bl hombre adulto no tiene necesidad de este "mundo religioso, imaginario y superficioso al parecer; está sa"tisfecho con otros pensamientos, y a sus pensamientos, que son "luego sus intereses, sus empresasr sus amores, sus experiencias, "su actividad cotidiana, su quehacer, es a lo que él llama la vida "real. "Esta es la primera forma de la tentación de que hablábamos "de la sustitución de Dios. La podemos referir, recordando la pa"rabóla de la semilla, a la que cayó entre matas de espinas, las "cuales, creciendo, sofocaron el grano al nacer (M., 13; 7, 22). "Lats solicitudes temporales ocupan todo el lugar que debería &s"tar reservado en el alma a los deberes y a los derechos dé la re"ligiÓn. Esto es positivismo práctico. La inobservancia del des"canso y la oración en los días festivos demuestra cuán fuerte y "prepotente sea esta tentación." PAULO V I : Alocución en la audiencia general del 19 de agosto de 1970 (texto italiano en VOsservatore Rommo del 20 de agosto; texto castellano: Bcclesia núm. 1.506 del 29 de agosto). 425 La falsa ilusión del hombre que vive el momento presente, como si ésta fuese permanente, y que se cree arbitro de la moral, como si ésta no se fundara en una norma extrínseca a nosotros. "... citando se considera la vida del hombre en su doble pers"pectiva final y fvnalística> es decir, como medida por el tiempo y "medida por el criterio moral, entonces, por un lado, queda re"ducida a cenizas, es decir, destinada a morir, y, por otro lado, es "supervalorada en su ser espiritual y en su destino inmortal, es "decir, expuesta a decidir en el tiempo presente sobre su futuro "más aUá de la tumba. "Este concepto de la vida humana no está> ciertamente, de "moda. Todo conspira hoy a hacérnosla olvidar. Se vive una men"tcdidad totalmente proyectada en el momento presente, como si "éste fuese permanente y no fuese fatalmente suplantado por el "momento sucesivo; y por ello con mucha frecuencia aspira aqué"lla a sustraerse de la responsabilidad de un criterio moral y de "un juicio final. Se vive de este modo bajo una doble ilusión, "como si nosotros fuésemos los dueños del tiempo, y como si pur "diésemos vivir en un mdeferentismo moral, sin deberes fundados "sobre una norma extrínseca a nuestro arbitrio y a nuestra libre "conciencia. Conocemos algo sobre los efectos prácticos y sociales "de esta numera de vivir a ciegas, como si ftcésemos liberados del "designio real y moral, en el cual está inexorablemente injertada "nuestra vida, "Y puesto que habitualmente nos sentimos inclinados a dar "una importancia excesiva a los bienes temporales, en los cuales "y de los cuales vhe nuestra existencia terrena, he aquí que la "Iglesia nos llama a la realidad: ¡Memento!, ¡cuidado!, ¡está "atento!, ¡vigila!, ¡comprueba la dirección de tu camino! Ella "nos lo dice, y lo dice con este rito de las cenizas, grave, lúgubre "hasta donde queráis, pero saludable, y, en el fondo, optimista, "porque nos abre los ojos sobre nuestra mísera situación de seres "mortales, y situación miserable por ser pecadores, es decir, en "estado dé muerte respecto a la verdadera vida, que sólo nos llega "de la comunión con Dios, único y sumo y misericordioso prmci"pio de vida. De este modo la Iglesia nos advierte que tenemos "necesidad de salvación para indicarnos inmediatamente después "que en Cristo la encontraremos" PAULO VI: Alocución en la audiencia general del miércoles 24 de febrero de 1971. 426 El hombre corre, como un gigante ciego; necesita orientarse conociendo su verdadero fin y seguir la senda del deber y del bien, con la norma moral. "Vemos, en el mundo contemporáneo, que todos corren: es "decir, vemos que la actividad humana ha adquirido una acelera"ción impresionante. Entre todos los valores humamos se des"taca la acción. Hacer, hacer, hacer es lo que importa hoy. Mo>"verse, cambiarse, producir, gozar es el programa común. La in"tensldad del obrar es el parámetro para juzgar el mérito de una "persona, de una sociedad, o bien de un instrumento, o de cual"quier sistema organizado. La energía ocupa el primer puesto "entre las cosas deseables. El poder, por tanto, la velocidad, la "novedad, la revolución se encuentran a la cabeza de los valores "corrientes. El vértigo de los acontecimientos alimenta la atención "general; la opinión pública ambiciona la excitación constante, "traumática de los hechos en continua sucesión; la psicología de "las gentes está orientada hacia el juturo inmediato; la esperanza "de hechos grandiosos e imprevistos llena los sítenos de una cien"cia-jicción que permite vislumbrar formas imaginarias e hiper"bólicas de la vida del mañana; piro también la incertidumbre, "el temor, la angustia invaden a los espíritus porque, en realidad, "no se sabe dónde terminará la humanidad, amenazada, como está, "por los instrumentos de su capacidad destructora, por la deses"peración secreta, que, al reflexionar, observa lleva en el corazón. "El hombre corre, pero como un gigante ciego. No sabe adonde "va, ciertamente. La actividad se ha convertido en fin por sí mis"ma. Se organiza, en verdad, se perfecciona, se vanagloria dé sí "misma; pero, en realidad, en último término, no sabe dar razón "de sí misma. Crea una civilización; pero después se impugna a "sí misma y se torna furiosa e inquieta. Querría que todo fuese "subvertido y destruido. Palta algo esencial. La acción se ha libelado de toda esclavitud; la ley exterior ha quedado reducida al "mínimo para conservar un orden convencional y operativo ; la "libertad de obrar y de actuar según el propio capricho es la nor"ma preferida, porque, en definitiva, es la abolición dé la norma "extrínseca y obligatoria; es una perfección, es una plenitud hu"mana, es un antropocentrismo que, al fin, parece justificar todo "el sistema operativo alcanzado; la conciencia se convertirá en la "única cátedra de juicio, la única responsabilidad. Pero esta palay"bra mágica y terrible de "responsabilidad" rompe la fascinación "del sistema subjetivo: porque postula el elemento que falta, pos427 > "tula el deber, postula el fin, el fin que trasciende la acción, pos"tula el resorte de la libre voluntad, postula el concepto y la existiendo del bien (cfr. S. Tom. I-II, 1, 1). El cual, en definitiva, "es Dios. "Es decir, nos encontramos que la actividad humana, hoy tan "intensa, tan compleja, tan avanzada, puede producir por sí mis"ma desajustes y desórdenes, porque carece de algo esencial, que "es el fin, el centro, el porqué de su gran movimiento; carece de "la auténtica nota, que hace a la acción verdaderamente humana, "y es la moralidad, la ciencia del deber, la ciencia del bien, la cienr "cia del verdadero fin. Decir humanidad y decir moralidad es decir "lo mismo (cfr. S. Tom. I-II, 1, 3). El hombre moderno ha avan"Zado extraordinariamente en la ciencia de los medios; perma"nece, en cambió, incierto, en la ciencia de los fines y, toda vez "que ésta se conecta esencialmente con la religión, el proceso de "desintegración del pensamiento religioso y de la vida que procede "del mismo pensamiento religioso y de la vida que procede del "mismo ha producido confusión en la conciencia y en la actividad "humana. "Es necesario no dejarse arrollar por el torbellino babélico del "mundo que nos rodea: es necesario darnos a nosotros mismos "un punto de referencia, un polo orientador, un sentido (es decir, "un significado y una dirección) para la vida, a fin de que sea "verdaderamente humana, verdaderamente cristiana." PAUI/J VI: Alocución en la audiencia general del 10 de marzo de 1971. La tentación de convertir las piedras en pan, fuente de Tin humanismo materialista, que desencadena ilimitados egoísmos individuales y colectivos y rebaja al hombre a nivel temporal'y animal. "¿Cuál es la primera, la eterna, la universal, la moderna ten"taciónf Es decir, /cuál es el primer obstáculo general para con"seguir la salvación pascual, la redención de Cristo? ¿Recordáis "la primera tentación del Diablo a Jesús en el desierto? No es "tanto la del hambre, que es necesidad natural de vida tomada del "alimento exterior al hombret como aquella otra —y rápidamente "la historia se hace compleja y engañosa— de definir tal necesidad, "que en sus imperiosas exigencias físicas parece primaria y únt428 "ca, de jijar después el alimento proporcionado al hambre del "hombre, alimento que parece ser .sólo el pan material, y de.em"plear finalmente todas las energías del hombreólas superiores es"pecicdmente, las espirituales, para transformar las piedras en pan, "es decir, el tmtndo exterior, inerte y material en alimento apro"piad o y suficiente pura los deseos y para Ja vida del hombre "mismo. Digamos, empleando el lenguaje de nuestra época: la "tentación materialista. ". esta tentación materialista esta tan difun"dida y connaturalizada con el mundo contemporáneo que cierta"mente no es necesario derrochar palabras para aclarar aquel con"cepto genérico moral, por el que en este momento nos interesa"mos. Basta un principio-clave para indicar el sistema al que alu"dimos: contentos de este mundo; aquí está la realidad, aquí está "¡a vida, aquí está la plenitud del hombre, aqui está la riqueza "que basta, o al menos que debe ocupar el primer lugar en las as"piraciones humanas; aqui está tu reinó; el resto es ilusión alie"nación, opio, mito. Esta es la tentación característica de nuestra "época, tanto más seductora cuanto más amplio, fecundo y go"zable ha aparecido para el estudioso y para el trabajador el mun"do accesible a la experiencia. "La conciencia individual, y más todavía la social, se siente "dominada por esta certeza, más aún, por esta fe: todo se re"duce a la naturaleza, y la naturaleza a la materia. De esta raíz "monista han brotado las ideas que han constituido la fuerza del "pensamiento, de la política, de la sociología, de la economía, de "la vida vivida en nuestro último período histórico y de una parte "considerable de la cultura moderna. Esta concepción materialista "se ha hecho firme por indiscutibles estudios de formidables enér"gías, de altos ideales: la ciencia, la riqueza, la justicia, la esperanza: todas cosas verdaderas, bajo ciertos aspectos; pero de "verdades limitadas, incompletas, insuficientes, las más aptas para "suscitar aspiraciones insaciables que para satisfacer aquellas otras "profundas y decisivas de los destinos humanos; egoísmo y lucha, "legolismo y utopía, interés e idealismo entretejen el acontecimien'"to histórico, social y político de nuestro tiempo, totalmente convencido por la persuasión de que la solución de los más importantes problemas humanos se puede conseguir por las fuerzas "propias del hombre, mediante la conquista del domiwo exterior "de las cosas de este mundo, y de que no existe un futuro más allá "del tiempo concedido a nuestra existencia biológica. La vida pre"sente lo es todo. Esta es nuestra tentación. 429 "¿No bastará para superarla el observar que este conato de "humanismo materialista rebaja, en realidad, la estatura del hom"bre a un nivel temporal y animal, mega al individuo su persona?"Udad original, desencadena egoísmos ilimitados, ya singulares "o colectivos, amplia extraordinariamente la zona de la potenciar"lidad humana, pero la priva de las razones trascendentes de la "justicia y del amor, y entre tantas luces de teoría de artificio "trata de apagar aquellas otras del sol de Dios vivo, personal, sal"vadorf ¿ha vida presente lo es todo? "Escuchemos las palabras del Maestro Nuestro Señor: "No "sólo de pan i/he el hombre..." (Mt., 3, 4). Y después: "Bien"aventurados los pobres de espíritu..." (los que no están saciados "de esta tierra, sino "aquellos que tienen hambre y sed de justir "cia...") (Mt., 5, 3-6). Y continúa: "Mi reino no es de este mun"do" (Jn., 18, 36). "Y así todo el Evangelio, que introduce en ta breve lógica hu"mana un concepto más amplio, más abierto, más seguro de los "destinos del hombre y de la realidad metafísica del Universo y "de la Historia'. Introduce una sabiduría nueva, introduce una rebelación superior, Una esperanza inagotable, una salvación so"brenatural. No se trata de que el evangelio desconozca la exis"tencia presente, la necesidad múltiple que le es propia, el deber "de una justicia cada vez mayor, de un desarrollo, es decir, la "función del tiempo presente, del orden terrenal, de los bienes "económicos, de la verdadera paz en el mundo, sino que contem"pía al hombre integral, y amplía los límites de la vida temporal, "niega el valor absoluto de la felicidad presente, señala como fm "de todas las cosas, aunque se reconozcan legítimas y autónomas "en el campo específico, un reino superior, el "reino de los cielos", "la vida sobrenatural y eterna, la verdadera salvación" PAUW VI: Alocución en la audiencia general del miércoles 24 de marzo de 1971 (traducción de Bcclesia núm. 1.536 del 3 y 10 de abril. 430