Los árboles que no dejan ver el bosque

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CAZA
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Como homenaje póstumo a mi amigo y compañero durante tantos años, Juan Manuel Platero
y, como su pensar y el mío eran el mismo sobre los conceptos de la Cinofilia referida a los perros
de muestra, expresados en este artículo con la claridad que en él fue habitual, y, porque creo que
lo descrito debe de seguir estando de actualidad e inducir a la reflexión sobre el principio y fin de
esta actividad para no perder el norte, es por lo que deseo publicarlo nuevamente y, si sirve como
digo para la reflexión, él, en donde esté, se sentirá satisfecho.
Antonio Rodríguez Somoza
E
Los árboles que no dejan
ver el bosque
n cualquier ámbito, manifestación o actividad es, con
frecuencia, provechoso contraponer a la necesaria labor de análisis profundo y meticuloso la revisión,
crítica y panorámica del hecho que
nos atañe. Lo anterior sirva de explicación del esquema mental con el que
pretendo reflexionar sobre algunos aspectos de los concursos de trabajo y,
particularmente, de los concursos de
primavera.
Es evidente que los llamados perros
de primavera en las diferentes disciplinas son, por definición y antes de
cualquier cosa, perros de caza, siendo
esta característica la primera cualidad
que deben mostrar. Por el contrario, su
carencia será el más grave defecto.
Otras muchas cualidades son igualmente exigibles y para ello están los
estándares y reglamentos que deberán
ser tenidos en cuenta y aplicados con
rigor, pero nunca de manera arbitraria
y a expensas de la corriente que en el
momento le toque estar de moda o de la
opinión autorizada o no (alguna vez interesada) de tal o cual juez, de tal o cual
profesional, de no importa quién haya
lanzado el “axioma” que lograse calar
entre los que escuchan de buena fe.
Quienes acudimos con alguna frecuencia
a los concursos, corremos el riesgo de ser
atrapados por los tópicos que nos ponen
en circulación y otros asimilan y aceptan
inconscientemente y que nos conducen a
actuar por inercia. Yo creo que no es bueno aceptar sin la menor crítica, las frases
hechas, los lugares comunes, muletillas
que poco aclaran y cuya simple invocación acalla cualquier disidencia por temor
a ser tachado de no estar en el “quid” o
en el espíritu de la cuestión.
Como ilustración de lo que digo baste
observar lo difícil que es triunfar para
algunos ejemplares a los que con frecuencia se les prejuzga queriendo ver
únicamente sus defectos. Por el contrario, hay individuos que parecen encajar
en los cánones al uso y cuentan de antemano con la simpatía y la predisposición
favorable. Los méritos de tales sujetos a
veces se reducen a unos pocos puntos
(eso sí, brillantes) conseguidos en toda
una temporada, cuando no en toda una
vida deportiva. En su evaluación siempre se podrán encontrar atenuantes,
simplemente obviando los defectos o
achacando los fallos a las malas condiciones ambientales, a un concurrente
que enerva o induce al fallo, a la excesiva abundancia de caza, etc. Y ¿qué decir de la permisividad en la conducción y
en las órdenes que, con el tiempo pueden convertirse, no ya en exageradas,
sino en escandalosa? O una salida de
mano que se nos pretenderá igualar con
una gran iniciativa cuando es evidente
que no son la misma cosa.
Un formidable galope, un gran porte
de cabeza, una condición física y otras
cualidades de tipo físico no pueden servir para enmascarar carencias psicológicas: inteligencia en el trabajo, pasión
por cazar, adaptación de la búsqueda
al terreno y a la densidad de caza, contacto con el conductor, adiestramiento,
etc., cualidades estas que convierten al
superdotado físico en cazador superdotado y por tanto, en campeón.
La desconfianza de los cazadores hacia
los perros de concurso proviene quizá
de las decepciones sufridas al ver las
“exhibiciones” de ciertos pretendidos
cracks cuyo único mérito es un galope
enloquecido sin dar la menor sensación
de caza inteligente.
No podemos confundirnos, ni confundir
a los que quieren aprender. Desde mi
punto de vista el gran perro de primavera (Gran Busca incluida) es el sujeto
capaz de realizar la acción de cazar al
más alto nivel. El título de campeón no
debe ser conseguido por mediocres,
solamente los grandes en todo pueden
alcanzar la gloria. No entenderlo así es
confundir los medios con los fines, es
desvirtuar la razón misma de los concursos y correr el riesgo de conducir la
selección hacia la obtención de nuevas
razas que resultarían de la escisión
entre perros que cazan y perros que
concursan.
Voy a hacer mía una frase de un juez, gran
conocedor, del que tuve la oportunidad de
aprender: “La Gran Busca es sobre todo
orden”. En mi opinión la frase lo resume
todo y no excluye nada. Por mi cuenta
añadiré, si se me permite, que además de
orden se necesita sentido común.
A propósito de la Gran Busca creo que
sería bueno quitarle cierto halo de inaccesibilidad, esoterismo, casi imposibilidad
de ser abordada. Me parece más positivo
definirla como la acción de cazar llevada
a la más alta expresión (que no es poco).
Las cosas en su justo lugar (los árboles y los bosques) y a cada cualidad su
justo mérito: que la contemplación de
unos pocos árboles, por magníficos que
estos sean, no nos impida disfrutar, libres de prejuicios, de la importancia del
bosque en su conjunto. 
EL PERRO EN ESPAÑA
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