EL NIÑO VIVE EN EL MUNDO DE LOS ADULTOS En Bulgaria el Teatro Nacional de la Juventud se constituyó en 1944, inmediatamente después de la revolución socialista. Antes, sólo el Teatro Nacional de Sofía y los de algunas ciudades importantes presentaban en algunas ocasiones espectáculos para niños. A lo largo de los veinte años de su existencia nuestro teatro se ha dividido en dos compañías: una trabaja para los niños y adolescentes, la otra da sus representaciones para jóvenes y adultos. Aspiramos, sobre todo, a reaccionar, por medio del arte, ante todos los problemas candentes de nuestro tiempo, con rapidez y ardor. Se ha dicho en la última década que el cine y la televisión estaban acaparando el público del teatro. Sin embargo en esta misma época tanto el teatro búlgaro en general, como el nuestro en particular tenían un número cada vez mayor de jóvenes espectadores que incontestablemente se interesaban por el arte del teatro. Nosotros pensamos que este interés es debido sobre todo al gran número de obras contemporáneas que forman la base de nuestro repertorio. Los temas contemporáneos atraen a la juventud si los problemas que se exponen son auténticos y sinceros, si pueden reconocerse en los protagonistas cuyo lenguaje y actitud ante la vida y sus familiares es parecida a la suya. Si queremos que el teatro de los jóvenes sea verdaderamente actual es necesario que tanto el autor como todos los demás colaboradores conozcan absolutamente al niño de hoy, completamente distinto de los niños que nosotros hemos sido e incluso de los niños que han sido, los jóvenes creadores de nuestros días. El niño de hoy evoluciona de una manera acelerada gracias a los ricos materiales de información que recoge de la vida y de las mass media. Al mismo tiempo continúa siendo un niño, lo que explica que los temas relacionados con los niños representen hoy día tantas dificultades para nuestros autores. La escuela separa a los niños según su edad en grupos distintos. El arte del teatro dirigiéndose en particular a cada uno de ellos puede ofrecer a los espectadores conocimientos progresivos sobre la estética del teatro y una educación moral a un nivel más y más alto. Esta progresión gradual de una edad a otra significa, en cierta manera, la indivisibilidad eterna de nuestro arte y esta es la principal marca distintiva del teatro consagrado a los niños. -23 - Querría hacer hincapié en dos problemas particulares a este tipo de teatro. En primer lugar la dificultad de escribir para niños. El niño vive inmerso en el mundo del adulto, los conflictos de la vida le llegan y tocan también ya de manera directa, ya de manera indirecta y con frecuencia no tiene únicamente el papel de testigo sino que es un miembro activo. Casi todos los participantes en el segundo Festival Internacional de los teatros para la infancia y la juventud en Sofía en Abril de 1972 estuvieron de acuerdo con M. Serge Mikhalkov que subrayaba la completa ausencia de una literatura de teatro para niños y jóvenes, un teatro que fuera a un tiempo capaz de poner de relieve los conflictos políticos actuales y muchas otras facetas de la realidad. El otro problema específico del teatro para niños se refiere a la función de los actores en el ámbito de la representación; nuestra compañía por ejemplo, se compone de actores excelentes, preparados para los más complejos cometidos, se trate de obras de magia, maravillosas, u obras contemporáneas. Es un hecho probado que un actor de un teatro para niños, debe no sólo ser buen actor sino también saber cantar y bailar. Además y mejor que sus colegas de los otros teatros debe conocer, captar y no olvidar las exigencias artísticas; debe gracias a su talento, cautivar totalmente la atención de los niños, inflamar con sus ideas y sus facultades, su imaginación y su sed de conocimientos y, a través de la belleza de la dicción influir en su cultura lingüística. El actor de teatro infantil debe perfeccionar su formación profesional a lo largo de muchos años, y poniendo en ello un gran esfuerzo. Y, además de todo esto debe poseer un rasgo especial y que le distingue del resto de los artistas creadores: debe amar a sus espectadores, depositarios del porvenir y debe hacerlos felices con su arte, ya que es sólo con esta condición que el escenario y la sala "se encuentran" y que el arte teatral deja huellas inolvidables en el alma del más agradecido de los públicos: un público de niños. A. KARAKOSTOVA - 2 4 -