CAPITULO 10: LA ADMINISTRACIÓN POLÍTICA EN EL PRINCIPADO Y EN EL DOMINADO CONTENIDOS FUNDAMENTALES El presente capitulo, se refiere a la evolución política del mundo romano con posterioridad a la República, estableciendo tres etapas tales como el principado, el dominado y el imperio bizantino, reflejándose en dicha evolución los cambios normativos y políticos, así como las nuevas instituciones y las circunstancias que las crearon. CONTENIDOS DE MAYOR DIFICULTAD Es necesario que el alumno, comprenda la evolución política del mundo romano, con sus diferentes etapas y las razones que justificaron dichos cambios. EL TRANSITO DE LA REPUBLICA AL IMPERIO El siglo I a.C. se caracterizó por grandes tensiones y movimientos sociales y políticos en el mundo romano que trajeron como consecuencia el fin de la República, y el establecimiento de un nuevo sistema político denominado Principado. Estas tensiones, fueron consecuencia de la lucha política entre el partido de los populares, cercanos a los intereses del pueblo, y el de los optimates, defensores de los intereses de la aristocracia y del Senado, influyendo también el excesivo poder militar concedido a determinados caudillos, todo lo cual trajo como consecuencia la ruptura del orden constitucional republicano. Los primeros conflictos civiles surgen entre Mario y Sila, el primero modificó el sistema de reclutamiento, creando un ejército mercenario, el segundo infringe de manera clara la separación entre mando militar y gobierno civil. Tras la muerte de Mario, el triunfo de Sila es pleno, recibiendo el titulo de dictador por tiempo ilimitado e iniciando la persecución de sus enemigos mediante las terribles proscripciones. A la muerte de Sila, el poder en Roma se ejerce por el triunvirato de César, Pompeyo y Craso, derrotados los segundos, Cesar queda como único dueño de Roma fundando su poder en el pueblo y en el ejército. Cesar se lanzó a una profunda reforma constitucional, modificando la dictadura y ejerciéndola a perpetuidad, fue nombrado cónsul sin colega, vulnerando de este modo el principio republicano de la colegialidad de las magistraturas. Entre sus reformas Cesar aumentó el número de senadores a 900, y concedió la ciudadanía romana a la Galia Cisalpina y a Sicilia, realizando una profunda labor de romanización en muchos territorios, reorganizando de este modo el deteriorado sistema constitucional de la Republica. Tras el asesinato de Cesar en el año 44 a.C. el poder fue ejercido por un nuevo triunvirato formado por Marco Antonio, Octavio y Lépido. EL PRINCIPADO Con la victoria de Octavio comienza en Roma un nuevo sistema político, el nuevo régimen constitucional se inserta en el tradicional sistema republicano, continuando las reformas ya iniciadas por los anteriores dictadores, pero sin que pueda perderse de vista que el principal objetivo de Augusto es la restauración de la República. Augusto recibe el título de Princeps, es decir, el primero, superando a todos en auctoritas, pero no en potestas. Igualmente se concede a Augusto el imperium proconsular, con el que se le atribuye el mando del ejército y las provincias imperiales, así como la tribunicia potestas que le faculta para interponer el veto a los actos de los magistrados así como la capacidad de convocar el concilio. En el principado se distingue entre provincias imperiales, administradas por el príncipe y provincias senatoriales, administradas por el Senado. Surge igualmente en esta etapa la llamada Burocracia Imperial, el príncipe delega sus funciones en cargos jerarquizados y retribuidos denominados prefectos, el más importante de los cuales fue el denominado prefecto de la guardia pretoriana. Este proceso se completó con el emperador Adriano, cuando creó el Consilium Principis órgano de asesoramiento integrado por altos funcionarios y destacados juristas, concediéndose a algunos de ellos el ius respondendi por parte del príncipe. El mayor problema al que se enfrentó el sistema del principado fue el de la sucesión imperial, en este sentido, fueron tres los sistemas utilizados para la sucesión, la designación realizada en vida por el príncipe, la elección por el Senado y la aclamación por las legiones; la sucesión dio lugar a continuas crisis institucionales en las distintas dinastías que sucedieron a Augusto, así con los Julios-Claudios, muchos de los cuales fueron asesinados, los Antoninos, que dieron paz y prosperidad al imperio, o los Severos, a cuyo fin se abre un periodo de anarquía y crisis que supone el fin del principado. EL DOMINADO En esta forma política, que sustituye al principado, el príncipe se convierte en dominus y los ciudadanos en súbditos, constituyéndose una monarquía absoluta originada por la crisis económica y social del siglo III. El dominado se caracteriza por el predominio militar, con un acusado ordenancismo, y la presión de las invasiones bárbaras que introducen elementos extraños y hostiles a la civilización clásica. En el año 212, Antonino Caracalla, concede la ciudadanía a todos los habitantes libres del imperio, convirtiéndoles de este modo en súbditos, y en el periodo de anarquía que se desarrolla entre el 239 y el 284 d.C, son de resaltar las figuras imperiales de Aureliano y Diocleciano. Diocleciano establece orden en el mundo romano, reforzando el poder imperial, reorganizando el ejército, estableciendo importantes reformas en la Administración, e intentando atajar la inflación con el famoso edicto de tasas y precios. En lo territorial, se crea la llamada Tetraquía, con dos Augustos, cada uno de los cuales gobierna una parte del imperio, oriental y occidental, y que son auxiliados por dos Cesares designados como sucesores, el imperio se divide en cuatro prefecturas que a su vez se dividen en diócesis y provincias. En el año 313, Constantino dicta el edicto de Milán, de tolerancia hacia la religión cristiana, fomentando de este modo una Monarquía de Derecho Divino, y trasladando la capital a Bizancio, que se denominará Constantinopla. Teodosio I, divide finalmente el imperio en parte oriental y occidental, cayendo esta última en el año 476 d.C., pero la historia del derecho romano continua en oriente hasta la caída del imperio Bizantino en 1456, alcanzando su máximo esplendor con el emperador Justiniano, impulsor de la magna compilación denominada Corpus Iuris.