El discurso femenino en Retorno de Electra de Enriqueta Ochoa Tzitel Pérez Aguirre Universidad Autónoma de Nuevo León Resumen Enriqueta Ochoa en su antología poética configura un discurso que nace y se expresa desde su condición de mujer, la voz poética en sus poemas propone un cuestionamiento del ser desde la posición de sujeto y no de objeto, sus constantes temáticas producen un ir y venir que reitera un mensaje desde la diferencia, lo cual construye un discurso femenino. Por tanto en este trabajo se busca esa diferencia: ¿cómo configura ese discurso femenino Enriqueta Ochoa?. Se hará la pesquisa de la voz de la mujer, la presentación del punto de vista femenino, si existe. Palabras claves: literatura, poesía, discurso femenino. El <<cristal>> de la represión no resiste a la presión de una realidad interior: el yo femenino (¿cómo el yo de Baudelaire?) es <<vaporoso>>. Julia Kristeva en Lo femenino y lo Sagrado 1996. Cuando se habla si realmente existe una literatura femenina es muy probable que se llegue a una gran discusión al respecto, ¿es cierto que las mujeres y los hombres se diferencian a través de lo que expresan en sus textos o es mera figuración construida?. Para algunos estudiosos hablar de una distinción sexual es caer en un estereotipo social preconstruido, es decir, encontrar las oposiciones entre lo masculino y lo femenino; el hombre y la mujer; el bien y el mal, no son más que determinaciones de la misma sociedad. Sin embargo, esta división permite establecer una relación entre estos elementos que de alguna manera marca una diferencia. Julia Kristeva, de quien se hablará más tarde, y Hèléne Cixous son algunas de estas estudiosas que no comparten la idea de un pronunciamiento de la separación entre el hombre y la mujer, porque esto solamente mostraría, una vez más, la marginación que se tiene desde una desigualdad de género, para ellas es la misma sociedad la que persigue y reitera la concepción de desequilibrio entre los géneros, en este caso al hablar de una escritura de mujeres o femenina, los que así la denominan, son los mismos que la producen, entonces, surge la marginación de esta escritura y no se diga de la mujer. Desde la propuesta de Cixous (en Moi;1988) el término escritura femenina se convierte en la prisión y en la aceptación de un régimen de relaciones opuestas como: hombre/mujer. Estos conceptos le resultan inadecuados y refiere a que son condiciones dadas y sólo logran separar y por lo tanto marginar. Aunque reconoce que la escritura femenina se encuentra vinculada con el concepto de Jacques Derrida de diferencia, en lo que se refiere al estudio de la escritura, es decir, en las temáticas se da la división; según la opinión de la autora las mujeres escriben sobre el sentido de la diferencia, muestran la lucha con la lógica falocéntrica dominante, rompen con la limitaciones de la oposición binaria y gozan con los placeres de un tipo de escritura más abierta (en Moi;1998:118). Ahora bien, para esta autora, la escritura femenina va más allá, esto es, desde el planteamiento de encajonar la escritura de mujeres, Cixous señala que es mejor referir a una escritura de una feminidad libidinosa que se puede leer en obras de autor de sexo masculino o femenino, el autor con sexo masculino puede manifestar un estilo distinto a su género, por lo tanto se debe tener cuidado cuando se cataloguen los textos de mujeres porque de la misma manera se puede caer en un error adjudicándole una tipología inadecuada. Para tal efecto, esta estudiosa propone la otra bisexualidad, la cual es variable, múltiple, cambiante, y se define como el no rechazar la diferencia ni un sexo, no anula las diferencias sino que las provoca, esto hace pensar en la dualidad; de que tanto el hombre como la mujer tienen integrados ambos lados masculino-femenino y que interactúan entre sí. Así que el término de literatura escrita por mujeres como sinónimo de escritura femenina es inadmisible desde esta concepción. Neus Carbonell en su artículo “Esencialmente de mujeres: feminismos/escritura/identidad” (En Ibeas;1997:270) menciona que: ...hay una realidad externa al texto literario, que es la diferencia sexual, que determina la naturaleza del propio texto; es decir que la diferencia sexual es una marca imborrable tanto en la institución de la literatura como de la obra literaria y más adelante continúa: la escritura de las mujeres sería la materialización textual de una experiencia social, económica y cultural específica pero común. Al cobijo de estas posturas, la literatura y no nada más la denominada femenina o masculina, y todavía más allá, se configuran desde el pensamiento de cada quien, según su mundo de vida acumulado asimilará y asumirá la realidad y por lo tanto, no se habla de lo establecido sino de lo eternamente cambiante. La mujer, entonces, describirá su mundo a partir de sus vivencias, ella reinterpretará y reescribirá su vida y por lo tanto la visión que es creada por ella la defenderá de la marginalidad. Es así, entonces que lo expresado en un texto no es solamente un reflejo de la realidad sino es una refracción, es decir el producto de la interacción de los mundos del autor que se plasma hacia otra dirección en la obra literaria, dejando claro, que esto no nada más sucede en esta área sino que bien puede alcanzar a más horizontes. Partiendo de las ideas arribas expresadas es necesario señalar que en consecuencia no sólo las diferencias existen entre el hombre y la mujer sino que dentro del género femenino también hay cabida para las desigualdades, la raza, la etnia, la clase, preferencias sexuales y demás; son sólo algunos aspectos que influyen también en esa construcción del pensamiento y de lo que se quiere comunicar. Cada persona hombre o mujer desde el lugar donde se encuentra ubicado relatará su mundo, puede que exista una confrontación de sus ideas entre ellos o no: y tampoco parece tan cierto de que las mujeres tengan, como clase, intereses siempre contrarios a otra clase social llamada hombres(ibidem:271). Por eso, siguiendo lo que dicen Cixous y Carbonell un autor masculino puede identificarse o clasificarse desde la perspectiva de una escritura femenina porque la oposición clásica no siempre se llevará a cabo. Ahora, bien, es visible una ausencia de nombres de mujeres en las historias de literaturas como en las antologías, el cánon literario cuestionaba la calidad de las obras y daba como pretexto el no reunir tal, entonces desde las prácticas patriarcales las autoras que escribían desde la diferencia no eran aceptadas, al respecto Francoise Collin en su artículo “Poética y política o los lenguajes sexuados de la creación”(ibídem: 63) dice: así que rara vez se acepta que la palabra de las mujeres pueda introducir la novedad –una novedad que concierne al conjunto de la humanidad- y rara vez se la reconoce e interpreta como tal. Se sabe que con el paso del tiempo esto, poco a poco ha ido cambiando, la incursión de estas autoras a las historias literarias son producto de la aceptación de la diferencia, son el resultado de que ellas están proponiendo algo distinto, de que esa propuesta está generando algo en el exterior. ¿Enriqueta Ochoa a través de sus poemas estará escribiendo desde la diferencia, reunirá los elementos que propone Cixous sobre la escritura femenina? Esta interrogante será el hilo conductor en este recorrido de búsqueda, la pesquisa de la voz de la mujer, la presentación del punto de vista femenino. Como se mostró, para estas autoras el hecho de que una escritora sea mujer no asegura que esté escribiendo desde la diferencia. La crítica se debe detener en lo que se escribe, desde dónde se planta y relata la refracción de la vida, esto lleva a considerar el contexto en donde surge la obra, es sabido, que la obra literaria emerge de ciertas condicionantes que la sociedad da, pero que también en esa confrontación con las ideas establecidas en el autor, en este caso autora, conforman una voz más, voz que deja de ser mera repetición del acontecer diario para pasar a ser el punto de vista de quien escribe. Si para Neus Carbonell la escritura de las mujeres es la materialización textual de la experiencia social, económica y cultural, para Ochoa este poema describe su refracción de tales experiencias; esa línea que cambia de dirección y traza otro rumbo, línea sin sentido. Para Hèléne Cixous, en su indecisión que va en decir que ella no apoya la idea de un origen temático del poder y la diferencia de sexo, reconoce que la mujer que habla es enteramente su voz, esto es la mujer, en otras palabras, está presente total y físicamente en su voz –y su obra escrita no es más que una extensión del acto de hablar, reflejo de su propia identidad (Moi, 1988:123). Cixous propone que la voz que se escucha en los textos escritos por mujeres tiene que ver con la madre, para la estudiosa, la voz es el resultado del vínculo de la mujer que habla y su madre: la voz emerge de lo más profundo del ser de la hablante como un sonido reflejado, se puede imaginar como cuando una piedra es arrojada a un charco de agua y produce una onda que se convierte en muchas hasta producir una serie de las mismas, la mujer que habla es esa onda de sonido, hablará de lo que ha oído, de lo que ha experimentado, desde su origen: su madre. Desde esa reflexión Ochoa en su poema Las vírgenes terrestres (1952), dedicado a su hija Marianne propone1: Introito En vano envejecerás doblado en los archivos, no encontrarás mi nombre. En vano medirás los surcos sementados queriendo hallar mis propiedades, no tengo posesiones. En cambio, ¿el sueño de los valles arrobados es mío? Sí. ¿Mío es el subterráneo rumor de la semilla? También. Si me extraviara a tientas, en la oscuridad, ¿cómo podrían llamarme y entenderles? Llámenme con el nombre del único incoloro vestido que he llevado, el de virgen terrestre. 1 Es relevante señalar la pertinencia de que aparezca todo el poema completo, para quien escribe considera de vital importancia el leerlo completo porque configura la unidad de significación de la que se habla en el estudio, es decir este poema revela en su conjunto el sentido de una escritura desde la diferencia como se describe en este análisis. I Duele esta tierra henchida de vigores sollamando la frente, quemando las entrañas… Todo mi nombre dentro se me rompe de odio: odio a la puerta en mí, siempre llamada, odio el jardín de afanes desgajados entre el sol y la muerte. Por encima de las colimas arde la luz el tiempo se deshoja y yo envejezco aquí traspasada de urgencias frente a la puerta hermética. Soy la virgen terrestre espesa de amargura, desolada corriendo del reguero de impactos en mi pulso. Ya no me soporto en las gritas de la espera Ni el sopor del silencio. II ¡Mentira que somos frescas quiebras cintilando en el agua!, que un temblor de castidad serena nos albea la frente, que los luceros se exprimen en los ojos y nos embriagan de paz. ¡Mentira! Hay una corriente oscura disuelta en las entrañas, que nos veda pisar sin ser oídas y sostener equilibrio de rodillas, con un racimo de luces extasiadas sobre el pecho. III Dicen que una debe morderse todas las palabras y caminar de puntas, con sigilo cubriendo las rendijas, acallando al instinto desatado, y poblando de estrellas las pupilas para ahogar el violento delirio del deseo. Pero es que si el cuerpo pide su eternidad limpio y derecho, es un mordiente enojo andarle huyendo; dejar su temblorosa mies ardiendo a solas, sin el olor oscuro de los pinos. Siempre cerrada, ignorando cómo se desgaja el surco dorado ante la siembre; de tumbo en tumbo, y alumbrándose a medias. IV Viejas causas, cánones hostiles, fervorosos principios maniatándome. ¿Sobre qué ejes giran que me doblan a beberme la muerte en la conciencia? Yo me miro y no soy sino una cripta en llamas, una existencia informe, sonámbula, cargada de fatiga. ¿Es lícito permitir que se extinga en servidumbre enferma el bárbaro reclamo que nos sube de abordar a la tierra por la tierra? V En esta brava inmensidad no logran retenerme los desvaríos blandos o el ímpetu del sueño. La tierra es ruda, trémula, ardorosa, y se me expande dentro. El vértigo sanguíneo esplende arrebatando al canto y ni le puedo contener el paso, ni sustraerme a los labios que me caen al papel como dos brasas. VI Pienso en las abastecidas, las satisfechas, las del ancho mar: las que reciben el regocijo vital de las corrientes -cauces donde la vida vibra y se eterniza-, Pienso en las abastecidas y me irrita el despecho de mi roja marea sofocada; de no encontrar la presencia de Dios por ningún ángulo y andar de pueblo en pueblo emblanquecida de miedo, de pasión y de tedio, sepulto el corazón bajo el hollín de todos los recelos. VII Te rindo y te maldigo, recio olor de la tierra, tempestad original, relámpago dulcísimo de muerte. Te maldice el temor de ver que Dios no acierte a descifrar mi nombre, porque yo, la que soy, no asisto ni en el Monte Tabor para el desposamiento en brillos, ni soy de las que escalan por los peldaños de la sangre al sol. Dije que era un vaivén de la ola sombría, la ola de las vírgenes terrestres, las que no recibimos más nombre que el que nos dieron niñas en la pila; y cuando Dios nos llame nunca habrá de encontrarnos, dirá: las innombradas, los desvaídos soplos, los desplomes silentes, las estepas perdidas bajo esfumino duro, y nosotras, cubiertas de humo en lasa honduras de un país olvidado, vocearemos respuestas en remolino cálido, arderemos los montes, alzaremos los brazos en furia atropellada y todas en un grito hendiendo los contornos, serpentearemos secas, deshechas de agonía. Pero inútil, inútil, porque a la tierra estéril no se le oyen los labios. Lo extenso de este poema no es más que el eco de esa voz de la mujer que habla, Ochoa desde la dedicatoria corresponde a lo que Cixous señala, se habla desde la madre, los versos no son más que las ondas que la piedra provoca en el agua, la voz se produce desde un sitio que no tiene tiempo, ese lugar se encuentra en lo eterno. El poema refracta la condición de mujer, pero va más allá, la mujer es sometida y violentada por la sociedad, y de nuevo separada y es esa misma sociedad que hace que la mujer rechace la marginalidad y busque en la escritura un poder. Es entonces, cuando se apodera de éste y marca la diferencia, no es que simplemente nos conmueva por sus versos llenos de sentimentalismo sino porque toma una posición. Dirá Collin: ¿Pero qué novedad que le concierna a la humanidad está proporcionando la voz de Ochoa? Ochoa se propone dejar de ser objeto poético y convertirse en sujeto, dejar atrás lo anecdótico y sentimental para producir una voz femenina, si bien Enriqueta lo que hace es afirmar su identidad sexual como mujer y proyectar su voz en la escritura. Versos que se conforman con palabras como: /en vano/, /duele/, /quemando/, rompe de odio/, /muerte/, /vírgenes terrestres/, /morderse todas las palabras/, /acallando el instinto/, /ahogar/, /fervorosos principios maniatándome/, /cripta en llamas/, /no encontrar la presencia de Dios/, /sepulto el corazón bajo el hollín de todos los recelos/, /te rindo y te maldigo/, /las innombradas/, /pero inútil, inútil porque a la tierra estéril no se le oyen los labios/; no hacen otra cosa que reiterarnos desde qué lugar se escribe, la diferencia así como la identidad sexual están expuestas, Ochoa no duda ni un momento en su condición como mujer sino al contrario le dedica a su hija el poema como manifestación ante la vida. En el poema, la escritora despliega una serie de estrategias poéticas complejas que le dan soporte a la intención del poema, Ochoa hace uso de adjetivos 2 que permiten extender el mensaje, a través de esa extensión se configura esa onda de choque producida por la palabra Es sabido que en materia de lenguaje no existe una clara diferencia entre un escritor hombre y una escritora mujer, se pueden deslindar ciertos usos lingüísticos que evidencien variantes, sin embargo, los cambios se observan en la manera en que se registra el mundo, la forma en que se percibe la realidad y luego es refractada, de ahí la relación con el concepto de contexto señalado. Por tanto, para Kristeva el estudio de las diferencias del lenguaje en los sexos no se puede hacer con textos aislados, se tiene que estudiar el texto completo, la unidad global que permita establecer los puntos de contacto y así construir la red de significación que conformará el sentido de la obra, y sólo de esa manera poder perfilar a que realmente se produzca una postura desde la diferencia. Un aspecto que la propia Kristeva propone para el estudio es su concepto de intertextualidad que ayudará en mostrar cómo uno o más signos pueden combinarse, desplazarse o transponerse a otros; permitiendo la constitución de un discurso específico. La experiencia de la escritora alojada en su memoria se vuelve simbólica, cuando se va integrando una serie de significaciones que se reiteran en un contexto, y que han surgido dentro de la cultura del emisor edifican un sistema de formas iguales en la memoria del ser y representan uno de los elementos más estables del continuum cultural; entonces, el dinamismo del lenguaje tiene como base emitir un mensaje sobre otro. Como menciona Kristeva, es decir, el lenguaje se articula concibiendo un sentido. Para Ochoa, la revelación de este sentido se percibe a través de las extensiones que realiza, su pensamiento de las experiencias es volcado por medio de la reiteración a lo largo de su poema. En este poema de Enriqueta Ochoa, lo anterior se cumple, pero además, su discurso se reconoce como un cuestionamiento claro hacia la sociedad y hacia su condición de mujer vista por el campo social, es decir se reconoce, en el espacio social en donde se ejecuta 2 Es cierto que el género de la poesía tiene a bien el hacer uso de adjetivos que ayudan a construir las imágenes o las metáforas, sin embargo, aquí lo que se señala es que a partir de ese uso la autora propondrá un sentido que para los fines de este estudio tiene que ver con catalogarla como una muestra de escritura femenina. Como enseguida se describirá. como sujeto; y expresa la percepción que ella tiene, como mujer/escritora, del mundo que integra. El discurso femenino no debe entenderse como un discurso de emancipación o de soberanía muy al contrario se proclama como una autocrítica a su propia representación en el mundo. La voz de la mujer se concreta en el poder que se ejerza a través de la palabra, ésta buscará situarse desde su diferencia, la proclamación del punto de vista femenino. Si como se ha observado con Kristeva y Cixous la diferencia se crea a partir del contexto de donde emerge la recepción de la realidad, Ochoa logra situarse y apoderarse de la palabra para mostrar su visión femenina. Ochoa proclama su derecho de autocrítica, la presencia del cuestionamiento mostrado en su poemas revela el sentido de reflexión que busca y no se que sólo en la presentación del anécdota o del sentimiento puro, trasciende y alza su voz. Las líneas temáticas obtenidas del análisis de estas combinaciones textuales, no son sólo símbolos que Enriqueta Ochoa recupera de su vivencia en la vida, en esa realidad exterior, la esfera social, éstos son los puntos de origen desde donde construye la simbología sobre la concepción de la vida como la decadencia del mismo, lo que se representa como una temática constante que integra el sentido global de su propuesta poética. Enriqueta Ochoa se consolida en la voz, hasta este momento y bajo las instancias que a lo largo de este apartado fueron descritas; el discurso que elabora la escritora tiene contexto, Ochoa llega a constituir una representación de la mujer dentro de los marcos social, cultural y su experiencia se ve refractada haciendo de ella el eco de voces concentradas las cuales remiten a mensajes que solamente las hablantes seguras de su condición sexual lograrán producir. En conclusión, desde la idea de la voz femenina Ochoa resalta su condición de mujer y la denominación de escritura femenina se muestra en su discurso que crea, ella se concentra para provocar la diferencia y desde ahí se percibe. Su idea de la vida es motivada por los ámbitos experimentados, ella se agota hasta el grado de abatirse, como lo enuncia en sus poemas, y con esto perfila el sentido de su obra creando una visión femenina del mundo que es refractada en su quehacer poético. Su obra deja de ser simple suplemento, y sobrepasa la catalogación de la repetición de la realidad y propone una realidad desde su diferencia sexual. BIBLIOGRAFÍA Beristáin, Helena. (1996) Alusión, referencialidad, intertextualidad. UNAM. México Climent, Catherine y Julia Kristeva. (2000) Lo femenino y lo sagrado. Ed. Cátedra, Universitat de València e Instituto de la mujer. España. Ibeas, Nieves y Ma. Ángeles Millán (ed.) (1997) La conjura del olvido. Escritura y feminismo. Ed. Icaria Antrazyt. Barcelona. España Moi, Toril. (1988) Teoría literaria feminista. Ed. Cátedra. España Ochoa, Enriqueta (1978) Retorno de Electra. México: Lecturas Mexicanas. No. 72 SEP. Tinianov, I. (1975) El problema de la lengua poética. Argentina: Siglo XXI Todorov, T. (1979) La descripción de la significación en la literatura. En Barthes, R. La semiología. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo. Yllera, A. (1979) Estilística, Poética y Semiótica Literaria. España: Alianza.