salud Comer no es una obligación para los niños Insistir, coaccionar o presionar a los niños para que coman puede traducirse no solo en un mayor riesgo de obesidad, sino que incrementa las posibilidades de que el menor presente aversiones dietéticas E l consumo de unas cuantas calorías de más cada día es una de las causas de las actuales tasas de obesidad infantil. Lo revelan diversas investigaciones científicas, cuyos autores siempre insisten en la importancia de permitir que el niño sea quien regule cuánta comida ingiere. Obligar al niño a comer nunca es recomendable, y menos todavía en un medio como el nuestro, con unas muy preocupantes cifras de obesidad infantil. En cualquier caso, existen más motivos para permitir que el niño autorregule cuánta comida -saludablequiere consumir. Avalado Para entender la importancia de no obligar a los niños a comer basta con pensar en si a los adultos nos gustaría que alguien nos forzara a tomar más alimentos cuando estamos saciados. En cualquier caso, hay dos artículos científicos muy reveladores al respecto. El primero es el coordinado por la doctora Joan Orrell-Valente en 2007 y publicado en la revista Appetite. Esta investigación reveló que casi el 85 % de los padres intentan que sus hijos coman por encima de su apetito, lo que se traduce en que el 83 % de los niños comen más de lo que habrían hecho si nadie les hubiera insistido. Lo más preocupante es que el 38 % de los niños tomó considerablemente más comida de lo que hubieran comido en función de su apetito. El segundo artículo enlaza con este último dato. Tal y como constataron la doctora Helen Rose Pereira y sus colaboradores en 2013 en la Revista Paulista de Pediatria, un pequeño aumento en la ingesta calórica de los niños está relacionado con las actuales tasas de obesidad infantil. Si bien es cierto que la obesidad infantil responde a múltiples factores, ninguno de los cuales es responsabilidad del niño, cada vez más comités de expertos consideran que no respetar la capacidad innata de los niños de autorregular cuántas calorías necesitan es uno de esos factores. Aversiones dietéticas Pero insistir, coaccionar o presionar a los niños a comer puede traducirse no solo en un mayor riesgo de obesidad, sino que incrementa las posibilidades de que el menor presente aversiones dietéticas que pueden durar de por vida. O incluso trastornos del comportamiento alimentario, como anorexia o bulimia, un grupo de patologías con muy mal pronóstico. Lo han comprobado trabajos como el recogido en la edición de abril de 2015 en la revista Eating Behaviors o el publicado en 2006 por la doctora Linda Gilmore y cuyo título habla por sí solo: “No te levantas de la mesa hasta que no acabes”. Según la doctora Gilmore, “los niños deben aprender a manejar su propio comportamiento alimentario y, para hacer eso, se les debe permitir que elijan”. Qué, cuánto y cuándo No solo investigadores aislados están a favor de que el menor regule cuánto, cuándo y qué come entre lo que los adultos le ofrecen (que conviene que sea comida sana, desde luego). También opinan de igual manera diversas autoridades sanitarias de referencia, como la Organización Mundial de la Salud, la Academia de Nutrición y Dietética, la Academia Americana de Pediatría y una larga lista de sociedades científicas de referencia. Un reciente documento de posicionamiento científico de la Academia de Nutrición y Dietética, la organización estadounidense más grande de profesionales de la nutrición humana, propone el uso de un enfoque de la alimentación “preceptivo”, un concepto difícil de definir que en inglés se denomina “responsive” (por lo que a veces se traduce como “responsivo”). Según este enfoque, el padre o cuidador debe reconocer las señales de hambre y saciedad del niño y responder en consecuencia. Así, según este enfoque, el papel de los padres u otros cuidadores con respecto a la alimentación no debe ser vigilar si el niño come mucho o poco, sino, en palabras de esta entidad, “en proporcionar oportunidades estructuradas para comer, un apoyo apropiado en función del desarrollo del niño y alimentos adecuados, sin coaccionar para que el menor coma”. Se propone, por tanto, que los niños determinen no solo si comen o no, sino también en qué cantidad lo hacen. www.consumer.es El cómo La doctora Joan Orrell-Valente resumió en cinco puntos cómo abordar la cuestión de la alimentación de los más pequeños: • Los niños tienen la capacidad innata de autorregular la cantidad de comida (saludable) que ingieren para obtener la energía que necesitan y pueden reconocer y responder a sus señales internas de hambre y saciedad. • Las señales externas (por ejemplo, el control de los padres) pueden perturbar la capacidad innata para reconocer y responder a estímulos internos. • Utilizar la comida como recompensa o como chantaje probablemente impregne ciertos alimentos, como los postres, de un valor especial. • La responsabilidad de los padres recae principalmente en suministrar alimentos nutritivos y en determinar cuándo (y no cuánto) se sirven esos alimentos. • Se debe permitir a los niños elegir qué y cuánto comen de entre una selección de alimentos saludables. Por tanto, respetar el apetito, los gustos y las preferencias del niño, siempre que se le ofrezca una variedad de alimentos saludables, es respetar la salud del niño. 38 39