Sociedad comercial constituida en el extranjero I Rubén Santos Belandro...[et al.]. — __________Rev. ABU, vol 78, n8 7-12, p. 233-248 (jul.dic. 1992). 1.5. Sociedad comercial constituida en el extranjero Por los Eses. Rubén Santos Belandro, Julio Schwarte, Guillermo Servan Bauzón, Doelia Terra Corbo y María Wonsiak. Escribana Terra Corbo.- Estimados cole­ gas: en el día de hoy el Instituto de Investigación y Técnica Notarial culmina un nuevo Ciclo de Con­ ferencias que, como lo hace todoslos años, se dirigió a desarrollar aspectos netamente jurídicos. En esta última conferencia vamos a tratar el tema relativo a las sociedades comerciales constituidas en el extranjero, que sin duda revis­ te suma importancia y que esperamos sea del interés de todos los presentes. Este tema, sin duda, es muy discutible y en nuestro país existe una legislación dispar y también los criterios aplicados han sido bastante dispares. Hemos pensado que para un mejor trata­ miento del punto en análisis, lo más apropiado era realizar una especie de mesa redonda o de taller en donde todos los asistentes puedan par­ ticipar, preguntar e inclusive exponer. El panel que ha sido encargado de hacer la presentación del tema y, eventualmente, de diri­ gir el debate que se pueda producir, está integra­ do por el Escribano Rubén Santos Belandro, que es Profesor de la Facultad de Derecho, actual­ mente desempeña sus funciones en Salto y ya tiene publicados dos libros y numerosos traba­ jos, y por los Escribanos Guillermo Servan Bauzón, María Wonsiak y Julio Schwartz, que son comercialistas notoriamente conocidos por todo el gremio e inclusive han publicado nume­ rosos trabajos sobre sociedades comerciales desde el punto de vista de la legislación interna. En primer lugar, vamos a dar la palabra el Escribano Santos Belandro. Escribano Santos Belandro.- El desa­ rrollo de este tema es un poco la continuación de la XXXII Jornada Notarial Uruguaya realizada en la ciudad de Fray Bentos, en la cual quedaron algunos puntos a debatir en una forma un poco menos apasionada que la que suscitó en esa ciudad. Cuando el Escribano se encuentra frente a una gmMad sxtraniera —una situación cada vez más común debido al tráfico jurídico-comercial que se ha acentuado en la región a raíz de los proyectos de creación de un Mercado de inte­ gración—, se presenta el problema de cuál es la ley o el ordenamiento jurídico al que debe estar sometida esa sociedad comercial y al que debe pedirle los requisitos indispensables para ver si ella actúa regularmente o no. El sistema clásico admitido en nuestro De­ recho Internacional Privado ha sido, fundamen­ talmente, el de aceptar una coexistencia de leyes para regir las sociedades comerciales constituidas en el extranjero. Es decir, cuando un Escribano tiene frente a sí a una sociedad comercial extranjera, debe consultar un doble régimen jurídico: por un lado, la ley del lugar de constitución, que tendrá su ám­ bito de aplicación para consultar determi­ nadas características o elementos de la socie­ dad comercial extranjera y, por otro, la ley del lugar donde la sociedad comercial quiere actuar realizando actos propios de su objeto específico, que en este caso sería la ley del ejer­ cicio. Ese régimen clásico arranca del Tratado de Montevideo de 1889, del Tratado de Montevideo de 1940, del Apéndice del Código Civil en mate­ ria de personas jurídicas, y de la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Sociedades Mercantiles del año 1979, a la cual está vinculado el Uruguay por haberla ratificado. Ese sistema ha sido seguido por la nueva Ley de Sociedades Comerciales, la 16.060. Esta ley, que es una verdadera ley orgánica en mate­ ria societaria, consta de 521 artículos divididos en tres Capítulos. El primero de ellos tiene una Sección XVI que regula el problema de las sociedades consti­ tuidas en el extranjero, y allí se establece cla­ ramente ese doble régimen legal que debe co­ existir y que no debe superponerse a los efectos de una mejor regulación de la sociedad comercial extranjera. 234 ¿Qué elementos debe tener presente el Es­ cribano cuando consulta la ley del lugar de constitución? En ese caso, debe ver si la ley del lugar de constitución le ha reconocido su exis­ tencia y capacidad jurídicas y, además, debe consultarse a los efectos de su funcionamiento y su disolución. Si una ley concede o reconoce existencia y capacidad jurídica a una sociedad comercial, lo lógico es que también atienda el problema de la disolución de esa sociedad comer­ cial. En cuanto al vocablo "funcionamiento", de­ bemos entender por ello el funcionamiento inter­ no de la sociedad, es decir, el relacionamiento de los socios entre sí, de los socios con sus órganos naturales de la sociedad comercial, y de los socios con los representantes de las sociedades. Ese funcionamiento interno es el que regula la ley del lugar de constitución. Es un problema que se presentó en la Convención Interamericana y de los debates preparatorios surge cla­ ramente esa tesitura. Se define, además, en forma material —es decir, en forma sustantiva— qué se entiende por ley del lugar de constitución, estableciéndose que es aquélla donde se han cumplido los requi­ sitos de fondo y forma exigidos para su creación. No dice —como ocurre, por ejemplo, en los de­ rechos europeos— que será la ley donde se ins­ cribió en el Registro Público de Comercio co­ rrespondiente, sino que es mucho más amplia por cuanto no impone una inscripción. Eso de­ pende de las exigencias que determine la ley del lugar de constitución. Si esa ley de constitución solamente exige un contrato, su firma bastará; si exige publicaciones, habrá que ver si se cumplió con ellas; si exige la inscripción en el Registro, habrá que ver la inscripción correspondiente. Cuando la sociedad quiere actuar fuera del radio del lugar de constitución, es donde surge el problema del Derecho Internacional Privado. Muchas veces se dice que en ese caso la sociedad comercial debe constituirse en el país. Nada más erróneo que esa expresión que, lamentablemen­ te, se debe a Gonzalo Ramírez que fue nada menos que el autor del Tratado de Derecho Comercial de 1889, que imbuido de una noción neo-territorialista del Derecho Internacional Privado, sostuvo que cada vez que una sociedad comercial ultrapasaba sus fronteras naturales debía constituirse nuevamente. Sin embargo, esa posición doctrinaria no durará más de 20 años. A comienzos de siglo, en REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 el año 1911, ya la práctica judicial sostenía que si una sociedad comercial no tenía una vincu­ lación permanente con el país, no era oportuno ni aconsejable que se sometiera en un todo a la legislación uruguaya. Esa famosa vista de 1911 del Fiscal Várela fue una práctica inveterada en toda la materia jurisprudencial de nuestro país hasta hace muy poco y se convirtió en Derecho positivo a través del artículo 193 de la ley de Sociedades Comerciales. Justamente, lo que se hace no es volver a constituir, porque si ello ocurriera habría que hacer un nuevo contrato social, y en este caso la ley no exige eso, sino que re-conoce. Inclusive su título, en el art. 193, expresamente dice "Reco­ nocimiento". Es decir, se toma razón de la exis­ tencia de la sociedad extranjera y se someten ciertos aspectos al ordenamiento jurídico uru­ guayo. El nudo del problema que tiene que resolver el Escribano es cuándo esa sociedad extranjera tiene que hacer esa subordinación al ordena­ miento jurídico uruguayo. Lamentablemente, la doctrina no ha encontrado un término feliz que pueda dar seguridad al Notario en su actuación para saber si estamos frente a un acto que implique la subordinación al Derecho uruguayo y cuándo no lo tiene que hacer. El Tratado de Montevideo de 1940 estable­ cía que cuando los actos son habituales, la so­ ciedad comercial tiene que someterse al orde­ namiento jurídico, y se planteaba justamente el problema de determinar cuándo un acto era habitual. Se trata de un problema de hecho; en realidad, es un aspecto que el profesional tiene que evaluar en cada caso concreto para saber si estamos frente a una acto habitual o no. A mis alumnos generalmente les aconsejo que deben ver dos cosas: el número de actos y el espacio de tiempo en que esos actos son cumplidos. El número de actos, porque no es lo mismo hacer un acto hoy, otro dentro de cinco años y otro luego de veinte, que hacerlos todos en el término de un mes. En el primer caso no implica una vincula­ ción con nuestro país, un flujo comercial que lleve a que nuestro ordenamiento jurídico pida la primacía en la regulación de la sociedad co­ mercial; pero en el segundo caso hay indicios de que ello efectivamente puede ocurrir. El Escribano no tiene absolutamente nin­ gún medio para controlar cuándo un acto el habitual o no. Dependerá pura y exclusivamente; de la información que le dé el cliente, y esta es DOCTRINA una situación muy delicada porque éste le puede esconder información y entonces el Escribano puede estar actuando en una forma irregular, por ejemplo, reconociendo que la sociedad no ejerce actos habituales cuando en realidad los está cumpliendo. Laley de Sociedades Comerciales no utiliza, como lo hace la ley argentina, el término "habitualidad", pero da la misma sensación que cuando se lee el art. 193. Este, en su inc. 2e, establece: Podrán celebrar actos aislados y estar enjuicio. Esto es lógico porque ninguna sociedad comercial, para ser actora o demandada en un juicio, tiene que inscribirse en el Registro Pú­ blico de Comercio, hacer publicación de los Es­ tatutos de acuerdo al tipo, establecer un domi­ cilio para la sociedad, establecer representantes y un capital. Asimismo, cuando se trata de actos aislados, tampoco hay que inscribirse porque no hay una vinculación permanente con nuestro país que lleve a someter a esa sociedad comercial al ordenamiento jurídico uruguayo. En este caso, si se trata de actos aislados, la sociedad se sigue rigiendo por la ley del lugar de constitu­ ción. Esta es una opinión que tengo muy clara. Por el contrario, cuando no existen actos aislados, el art. 193 ya está dando una presun­ ción legal. Cuando la sociedad actúa a través de sucursales, agencias o representantes perma­ nentes, ya hay una presunción de que existe un vínculo con nuestro país —y además es lógico que sea así— que amerita que la sociedad se subordine en ciertos aspectos al ordenamiento jurídico uruguayo. ¿Y cuáles son esos actos? Inscribir en el Registro el contrato social reali­ zado en el extranjero, formar un legajo, consti­ tuir su domicilio en nuestro país, formar un capital mínimo y realizar las publicaciones cuando corresponda. En el aspecto contable, esa sociedad tendrá que llevar una contabilidad en idioma español, es decir, todos esos requisitos que no implican una nueva constitución, como lo he dicho anteriormente. Entonces, si a un Escribano se le presenta una sucursal, una agencia o un representante permanente, en ese caso necesariamente hay que pedir que se dé cumplimiento al artículo 193 para poder continuar. El problema se suscita únicamente —por eso es que no hay que sobredimensionar dema­ siado el problema de los actos aislados—cuando la sociedad comercial actúa en forma directa con sus órganos naturales: Presidente y Secretario. 235 En este caso se presenta el problema de la habitualidad: ¿cómo sabe el Escribano cuándo estamos frente a actos aislados o cuándo no lo estamos? La ley faculta a que, cuando existan actos aislados, nosotros no exijamos la subordi­ nación al artículo 193, pero no nos da medios para controlar eficazmente esa situación. Es por eso que en el trabajo que presenté en las Jornadas Notariales de Fray Bentos, acon­ sejaba que para evitar problemas, el Escribano, aun cuando se trate de actos aislados, debería exigir la subordinación al orden jurídico uru­ guayo. En cierto modo, es una desobediencia a la ley en aras de la tranquilidad del trabajo pro­ fesional. No es una solución óptima, pero a veces lo óptimo es enemigo de lo bueno. Como es sabido, en cualquier tema de De­ recho Internacional Privado se debe recurrir a las Convenciones que existan sobre una cate­ goría determinada. Así, en materia de socieda­ des comerciales, con Colombia y con Bolivia debemos aplicar el Tratado de Montevideo de 1889. En cierto modo, el Tratado de 1940ha sido desplazado por la Convención Interamericana del año 1975. Esta Convención Interamericana vincula al Uruguay y al Paraguay —únicos ra­ tificantes del Tratado de 1940— con Guatemala, México, Perú y Venezuela. Con el resto de las sociedades constituidas en cualquier parte del mundo debe regir la ley 16.060. Es por ello que son tremendamente importantes estos siete ar­ tículos contenidos en la ley de Sociedades Co­ merciales porque fuera de estos países que he mencionado, implica prácticamente la regula­ ción de todas las sociedades venidas del ex­ tranjero. Por esa razón figura el art. 196, que no tendría razón de ser en una Convención Inte­ ramericana, y que habla de las sociedades de tipo desconocido. Como es sabido, la ley de Sociedades Co­ merciales persigue una tipología bastante es­ tricta en materia societaria. ¿Qué sucede si se presenta en el Uruguay una sociedad comercial de algún tipo desconocido en el país? Parecería que tendríamos que ir a la analogía, buscando alguna sociedad que se pareciera en su organi­ zación y en su funcionamiento a alguno de los tipos admitidos por nuestro Derecho. Sin em­ bargo, no es ese el camino recorrido por el art. 196, en cuanto las asimila al régimen de las sociedades anónimas, que es el más exigente que tenemos. 236 El problema, entonces, se va a presentar en materia de determinar el ámbito de capacidad de las sociedades comerciales y de la represen­ tación. En el Uruguay, según lo que he leído, los comercialistas Abogados —algunos de ellos in­ clusive han participado en la elaboración de esta ley—han considerado la especificidad del objeto social. Es decir que la sociedad debe tener un objeto específico dentro del cual debe desarrollar su actividad. Este es un régimen que viene del Derecho angloamericano y que se encuentra en el Derecho comparado un poco en retirada, de­ bido a que la actuación de los representantes no debe significar la impunidad de los socios ac­ cionistas y también se debe tratar de proteger a los terceros que contratan con la sociedad. REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 regular esa sociedad comercial, cualquiera sea el ámbito comercial en que ella actúe dentro de ese Mercado de Integración. Para eso habría dos caminos: elaborar una Convención que esta­ blezca un Estatuto de Sociedades Comerciales para toda la región, de carácter supranacional —como se intentó hacer con las sociedades anó­ nimas europeas en el año 1959—, o la tarea de aproximación de las legislaciones internas en materia de sociedades comerciales. El primer camino nos parece muy difícil de realizar en un futuro inmediato, porque no existen órganos comunitarios en el Mercado Común de Integración. Además, un Estado su­ pranacional de Sociedades Comerciales supon­ dría órganos encargados de vigilar la aplicación de ese Estatuto. Nuestra ley ha atemperado un poco el rigor de la especificidad del objeto al establecer que los actos de los representantes obligan a la sociedad siempre y cuando no sean notoriamente extra­ ños al objeto social. Es decir, entonces, que ha flexibilizado la posición, la cual es compartida por la mayoría del Derecho comparado: es la posición seguida por el Derecho argentino y por el español, y es un poco un término intermedio entre dos posiciones antagónicas, la del Derecho alemán, que es el sistema de laprokura, por el cual los representantes pueden tener una ca­ pacidad amplísima, la cual obliga a la sociedad, y por otro lado el sistema francés que considera a los representantes como mandatarios, y éstos no pueden tener más facultades que el propio mandante. Si el mandante es una sociedad con un objeto específico, el mandatario no podría sobrepasar ese objeto de la sociedad. Al no existir esos organismos comunitarios, la segunda solución sería la aproximación délas legislaciones nacionales, que es un camino más largo y más difícil de recorrer, pero que puede llegar a ser mucho más eficaz. En ese camino el Notariado Latino ha tenido una intervención muy importante. El Estatuto de Sociedades Europeas se debe en gran parte ala actuación de los Escribanos belgas y franceses que más de una vez establecieron Estatutos completos en materia de sociedades comerciales, que si bien fueron dejados de lado, de todas maneras fueron una semilla para ir llevando a que la Comunidad Económica Europea finalmente adoptara un Estatuto sobre Sociedades Comerciales. En esta región, le corresponde al Notariado Latino es­ tablecer y estudiar la posibilidad de aproximar las legislaciones de la región, especialmente en el Mercado Común de Integración. El camino recorrido por el Derecho compa­ rado ha sido un poco el del medio: tratar de proteger a los accionistas frente a la actuación de los representantes en forma externa, y tratar de proteger, también, a los terceros. Creo que es el camino más justo porque es pragmático, y con­ sidero que la ley, en ese sentido, está bastante ajustada a la realidad. La situación no es tan difícil en esta subregión, porque la ley 19.550 argentina, Ley Or­ gánica de Sociedades Comerciales, es muy se­ mejante a la 16.060 nuestra, por lo que la aproximación ya la tenemos hecha a medio ca­ mino. Faltan el Paraguay y el Brasil. El Para­ guay tiene su Código Comercial reproducido del Código de Comercio argentino y siempre ha sido un tradicional receptor del Derecho de ese país. Por tanto, la posibilidad de que el Paraguay adopte una ley orgánica en materia de socieda­ des comerciales no está lejos. Sin embargo, la gran incógnita es Brasil, que lleva el 70% del área geográfica del Mercado Común, y es una incógnita todavía saber cuál va a ser su postural* Para cerrar mi exposición diré, simple­ mente, que este régimen clásico de compartimentación o de coexistencia de regímenes jurí­ dicos no va a poder subsistir en un Mercado de Integración, porque en un Mercado de este tipo se intenta hacer un único espacio comercial de todos los países que lo integran. En ese sentido, entonces, hay que ir, no a una compartimentación o coexistencia de regímenes para regir la sociedad comercial, sino a un solo régimen para Debemos batallar por lograr la aproxima­ ción de las legislaciones en materia de socieda» des ct^c^^ DOCTRINA de estudiar los aspectos impositivos, evitar las lagunas y las dobles imposiciones en materia fiscal y luchar por establecer un Registro Público de Comercio regional. La Escribana Wonsiak, que es experta en materia de computación, pienso que debe com­ partir que no es tan difícil establecer un Registro Público de Comercio a nivel de la región, y que una Sociedad Comercial de Trelew, en el sur de la Argentina, pueda consultar fácilmente un Registro Público de Comercio para saber la si­ tuación de una sociedad comercial de Recife o de Bahía. Pienso que Uruguay va a ser sede de muchos organismos comunitarios y creo que un Registro Público de Comercio regional es indis­ pensable para acelerar el tráfico de las socie­ dades comerciales en la región. Escribana Terra Corbo.- Agradecemos al Escribano Santos Belandro y damos la palabra al Escribano Schwartz. Escribano Schwartz.- He escuchado muy atentamente al Escribano Santos Belandro, pero diría que, frase a frase, mi planteamiento es diametralmente opuesto a todo lo que él decía. A grandes líneas, voy a señalar en qué no estoy de acuerdo y explicar porqué y mi argu­ mentación. El Escribano Santos Belandro parte de una posición que resulta de un planteo de Derecho Internacional Privado. No sé demasiado de esa rama del Derecho; pero pienso que el tema so­ cietario dentro de la ley de Sociedades Comer­ ciales no se puede encarar con una óptica de Derecho Internacional Privado, sino de Derecho Comercial, porque la ley creó un mecanismo cerrado, y toda su técnica, su formulación y su espíritu es la de ser un Código en materia so­ cietaria. O sea que creó una caja cerrada donde se regula la materia societaria y contempla dentro de ella a las sociedades extranjeras dentro del esquema de la ley de sociedades Comerciales. Si existe una lógica en Derecho tiene que haber una lógica de interpretación, y la lógica de interpretación de la ley comercial es en los principios que tiene la propia ley y que se reflejan en sus disposiciones. No voy a citar los principios pues ya fueron estudiados -la Escribana Wonsiak escribió ex­ haustivamente sobre ellos-, pero uno de los principios de la ley es que crea un sistema unívoco de apreciación de la figura societaria, y 237 dentro de esa regulación están las sociedades extranjeras que hay que estudiarlas dentro de las normas de la propia ley de Sociedades Co­ merciales. Esto es, cuando el legislador —art. 193 y siguientes— estudia la sociedad extran­ jera, da la pauta del accionar de ellas, y hay que entenderlas dentro de esa propia conceptualización. ¿Qué quiere decir esto? La ley habla de sociedades extranjeras, como nombre, como Sección en el Capítulo respectivo, y luego em­ pieza a estudiarlas por el lugar de su constitu­ ción. Las califica como extranjeras en función del lugar de su constitución fuera del Uruguay, y luego pasa a hablar del funcionamiento de esa sociedad extranjera en el país, distinguiendo si hace un acto aislado o uno habitual. Es decir, no habla de acto habitual, pero por oposición al acto aislado, extraemos el concepto de habitualidad. Si ese es el esquema de la ley, el Escribano que va a actuar con una sociedad, va a saber, primero, que es extranjera puesto que va a tener un documento que dice en qué país fue consti­ tuida, y también sabe que va a actuar en el Uruguay. ¿Cómo aprecio la sociedad? Yo tengo un documento objetivo en la mano, un contrato, un estatuto o la figura con que esa legislación ex­ tranjera tipificó ese acto jurídico. Ese docu­ mento está fechado, está ubicado en el tiempo y en el espacio en un lugar determinado. Yo puedo actuar con ese documento, el cual está o no inscripto en algún Registro, sea de Comercio, Mercantil o como lo llame ese país. ¿Yo tengo que apreciar si ese documento está bien o no? ¿Yo soy quien para calificarlo? No; en primer lugar, porque no tengo un cono­ cimiento cabal del Derecho panameño, por ejemplo. Pero, además, tengo un documento del cual voy a pedir que sea veraz, que exista, y eso lo hago por medio de un informe de un técnico idóneo —de un Escribano o de un Abogado— que establezca que ese documento se ajustó al De­ recho de ese país. O sea, al contrato de sociedad agrego el documento que me informa, los cuales tienen que estar legalizados y tendrán que estar traducidos previamente, en caso de que estén redactados en idioma que no sea español. Ese sujeto de derecho que va a actuar en función de ese documento va ahacer un acto acá, que puede ser aislado o habitual. Supongamos que yo actúo en un contrato equis y ese otro 238 sujeto va a actuar, va a comprar, a vender o a hipotecar, en fin, va a realizar cualquier acto jurídico. Es decir, no me sitúo, en el ejemplo, como asesor de ese sujeto, sino que él va a realizar un acto y nosotros vamos a intervenir. ¿Qué problema me apareja que ese sujeto esté haciendo actos habituales o no habituales? No es un problema mío ni que vaya a afectar al acto, porque ese sujeto puede ser que esté haciendo un acto habitual, para el cual la ley dice que deberá inscribirse, publicarse, etcétera. Hay un deber ser de la ley. Ahora bien, en la Sección XVI, ¿dónde está la sanción a ese sujeto que realiza actos habi­ tuales y no cumplió con los extremos formales de la ley? En esa Sección no está; pero como yo razoné que estoy en un esquema genérico y abarcativo, en un Código cerrado y tengo que basarme en lo que él me dijo, entonces, como tengo una sociedad que no cumplió sus extre­ mos, voy a las normas de sociedades irregulares y de hecho y veo que esa sociedad está actuando irregularmente. ¿Qué consecuencias tiene que actúe irre­ gularmente? ¿Dejó de ser un sujeto de Derecho? No, porque la ley estableció que las sociedades de hecho e irregulares son personas jurídicas, son sujetos de derecho. Entonces, estoy actuando con un sujeto de derecho cuya trascendencia por actuar fuera del "deber ser" de inscribirse, pu­ blicarse, etcétera, le apareja un régimen de responsabilidad. ¿Y para quién es esa respon­ sabilidad? Para la sociedad, no para mí que estoy actuando con ella. Si yo fuera su asesor, le diría a los socios que ese acto les va a aparejar una irregularidad y como tal deberán responder so­ lidaria e ilimitadamente con sus patrimonios, etcétera; pero en el caso que estoy tratando, estoy actuando con un sujeto y el acto es per­ fectamente válido, va a cumplir todas sus con­ secuencias y no tiene consecuencia perjudicial alguna para mi cliente o para el título, que estoy autorizando. Cuando el Escribano Santos Belandro dice que aconseja a sus alumnos que estudien el tema, que miren y que en general pidan que se cumplan los aspectos formales, yo exactamente digo la inversa. Yo podré aconsejarlos, pero, para mí, el acto en sí no tiene ninguna otra relevancia, porque el acto que estoy haciendo es perfectamente válido, la hipoteca va a estar bien constituida, la venta va a estar bien hecha, o el acto que fuere. Es un problema de responsabi­ lidad para esos socios por ese acto: allá ellos con REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 su responsabilidad; pero el acto en sí lo tengo perfectamente bien constituido, bien realizado. Además, aunque la sociedad realice actos habituales, ¿yo voy a tener que calificar si son habituales? Pienso que está actuando en un solo acto, eso no lo puedo apreciar. Hoy es una hi­ poteca, pero puede ser que mañana esté hipo­ tecando con otro Escribano, o que esté vendiendo o comprando. No se puede estar averiguando eso, porque cada Escribano actúa en un acto individual, particular, aislado. Que el acto de­ viniera en habitual porque nos juntemos diez escribanos y nos enteremos que la sociedad realizó distintos actos, entonces no cumplió con el "deber ser" que le impuso la ley y, al no cumplirlo, le va a aparejar esa responsabilidad. Ese va a ser un problema fiscal, o de responsa­ bilidad, o para la sociedad, pero no para mí que estoy interviniendo en ese acto. Para mí, ese acto siempre va a ser aislado; aun cuando tenga conocimiento de que realizó otros cincuenta, no va a tener otra trascendencia. Le podré acon­ sejar, sí, que lo haga, que se inscriba y demás, por un problema de defensa a los socios de esa sociedad, en una función asesora, pero no en una función notarial de realizar un acto bien docu­ mentado e instrumentado para que produzca todos sus efectos jurídicos. Asimismo, cuando se cita la evolución doc­ trinaria con respecto a las sociedades entre la doctrina de la especialidad de la persona jurídica y el "ultra vires" —tema que ha sido tan traído y llevado—, también en los principios de la ley se introduce una actitud mediadora o intermedia entre la doctrina de la especialidad y la de la plena libertad. El sujeto de derecho nace y la ley se limita a reconocer que existe una realidad. O sea, cuando la ley define qué es una sociedad, reconoce la existencia ontológica de un sujeto. Cuando los que actúan por el sujeto —que aunque la ley hable de representantes, no son los represen­ tantes sino los órganos portadores de la volun­ tad de la sociedad— se exceden notoriamente del objeto, están haciendo incurrir en una respon­ sabilidad; pero el sujeto de derecho sigue tan vivo y campante como siempre. Entonces, el sujeto de derecho existe. Y no hay una especiali­ dad, sino que por definición, como sujeto de derecho existe. Y no hay una especialidad, sino que por definición, como sujeto que es, puede actuar plenamente en la vida jurídica, salvo en aquellas limitaciones que existen, en las normas de orden público. Es decir, no hay que olvidarse DOCTRINA 239 que la ley no es de orden público, pero sí es de orden público cuando el sujeto hace un acto prohibido, lo que apareja el Capítulo de nuli­ dades de la ley. Por ejemplo, si una sociedad anónima adquiere un inmueble rural y con ello hace un acto prohibido, la norma prohibitiva apareja nulidad. Asimismo, si una sociedad de responsabilidad limitada realiza actividades de seguros o financieras, también, como es un acto prohibido, apareja nulidad. Así ocurre con las distintas normas prohibitivas en función de distintos tipos sociales. Escribano Santos Belandro.- Pero tiene que haber aproximación de legislaciones, por­ que si no, no lo van a aceptar, ya que nadie va a reconocer a una sociedad extranjera así como así, debido a que ésa no es la mecánica del Derecho Internacional. Sin embargo, en su accionar, ese sujeto de derecho es, por definición, capaz. No es un tema de facultades que tenga, sino que por su esencia es capaz. Lo que crea la ley es un régimen de responsabilidad para quien porta la voluntad y se aparta de su objeto, lo que le apareja un esquema de responsabilidad para él frente a los terceros y a los socios. En definitiva, cuando actuamos con una sociedad panameña, por ejemplo, que ahora está tan de moda, si se trae el contrato legali­ zado y el informe que le pido a un Notario o a un Abogado panameño —que me lo puede mandar perfectamente por fax ya que está todo armado para ello en Panamá y en otros paraísos fisca­ les— en el cual se establece que, según la in­ formación que recabó en el Registro Mer­ cantil de Panamá, la sociedad está vigente, entonces, si tengo la sociedad legalizada y acepto el fax, esa sociedad puede hacer la com­ praventa, la hipoteca y otros cincuenta actos más que a mí no me afecta para nada. Esa es mi actuación como profesional. Si apareja proble­ mas fiscales a esa sociedad, bueno, ese es otro tema, y para eso la sociedad también tiene su contador. Por último, el Escribano Santos Belandro mencionaba, dentro del Derecho Internacional, a los mercados comunitarios —ya sea el Mercado Común Europeo o los otros que existen—y decía qué soluciones había para las sociedades dentro de la sociedad supranacional —que fue una experiencia que fracasó— y la búsqueda de un acercamiento de las legislaciones. En un libro de doctrina sobre el Derecho Comunitario en el Mercado del Caribe encontré un artículo que para mí fue un poco la verdad revelada. Hay un artículo 14 del CARICOM que conceptualmente dice que las empresas de cada uno de los países miembros de ese Tratado tendrán en ellos el régimen jurídico, el mismo que el que reconocen los Derechos nacionales de cada uno de los países signatarios. O sea que, por definición, en cada país signatario, la calidad que le da a la sociedad su Derecho particular, la tiene en los restantes países. A mi entender, la solución es perfecta. Si un país le da determi­ nada calidad a su sociedad, esa sociedad tiene que ser reconocida por los otros países signata­ rios. No hay que hacer ni aproximación de de­ rechos ni una sociedad supranacional, y si algún día llegamos al MERCOSUR, nuestras socie­ dades van a actuar en función de esta Ley de Sociedades Comerciales. Su naturaleza jurídi­ ca, su capacidad, en fin, todo el aspecto societario va a ser reconocido por los otros, y nosotros le tenemos que dar el mismo reconocimiento a las Apresas brasileñas, paraguayas o argentinas que le dé el Derecho de sus respectivos países. No hay que tocar más nada. Si hacemos un Tratado y "f ;:--;-±±ri,;rr7trcr-rr"ir:";t:,r: rrablema. Escribano Schwartz.- Claro; el tema siempre es la mecánica del Derecho Internacio­ nal. Como son internacionalistas se basan en esos principios, pero, ¿por qué no salir de ese esquema?; ¿por qué no elevar la mira? Esos eran los comentarios que quería for­ mular. Un asistente.- Quisiera saber qué ocurri­ ría, entonces, si esa sociedad panameña o de cualquier otro país actuara fuera del objeto so­ cial. Escribano Schwartz.- Como no me afilio a la doctrina de la especialidad y creo que la sociedad, por definición, es un sujeto de Derecho que va a actuar plenamente en todos los actos jurídicos salvo en los prohibitivos, entonces la hago actuar en el contrato perfectamente. Ahora bien, el Notario, ¿cómo resuelve esa situación? Hace concurrir a todos los socios —por supuesto, si están en el extranjero esto no es posible— y hace una Asamblea con el 100% del paquete accionario para que se pronuncie en el sentido de que acepta el acto. Escribana Wonsiak.- En realidad, podría decir exactamente lo mismo que expresó el es­ cribano Schwartz, pero también discrepo un poco con él. 240 Es común escuchar que los comercialistas y los internacionalistas no nos vamos a poner de acuerdo. Desde que tuve la suerte de cursar dos meses con el Escribano Miranda en Práctica Notarial IV, aprendí algo que él trataba de enseñarnos, y es que las normas constituyen un sistema y no compartimentos estancos. Por tanto, pienso que algo está fallando si se dice que los internacionalistas y los comercialistas no nos podemos poner de acuerdo. Cuando el legislador sanciona las normas, no piensa que ellas formarán compartimentos estancos ni que pueden ser interpretadas con ópticas cerradas. Pienso, por ello, que tenemos que buscar una interpretación que nos permita arribar a soluciones armónicas, evitando las posiciones diametralmente opuestas como se han dado hay acá, porque cuando vengan las sociedades extranjeras, ustedes no van a saber si optar por el criterio liberal de los comercialistas o por el de seguridad de los internacionalistas. No voy a entrar a repasar cada uno de íos puntos porque sustancialmente comparto el enfoque que ha dado el Escribano Schwartz. En cuanto al principio de especialidad, no comparto la aseveración de que la ley argentina recoge este principio. Hay destacados autores argenti­ nos -—como Julio C. Otaegui— que cuando analizan el artículo 58 argentino que sirvió de base a nuestro artículo 79 —que es el que habla de las facultades de los representantes de obli­ gar a la sociedad en todo aquello que no sea notoriamente extraño al objeto social— llegan a la conclusión de que la ley argentina no recep­ ciona la doctrina de la especialidad. No obstante, es cierto también, lo que señala el escribano Santos Belandro, en el sentido de que, por ejemplo, la doctora Nury Rodríguez, que es coautora del proyecto de nuestra ley de socie­ dades comerciales, afirma en su libro que la ley sigue el principio de la especialidad. En el curso que dimos el año pasado aquí sobre la ley de Sociedades, se expuso la posición que tenemos. Hemos analizado este tenia y lle­ gado a la conclusión de que la ley 16.060 no recoge el principio de la especialidad. El art. 79 no regula la capacidad de la sociedad sino po­ deres de los administradores, facultades para obligar o no a la sociedad con su actuación per se. Cuando se trata de un acto notoriamente extraño al objeto social, el órgano administrador o representante no tiene poderes propios, sino que necesita la expresión de la voluntad social REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 para poder otorgar el acto y obligar a la sociedad. Simplemente el art. 79 refiere a los límites de la teoría de la apariencia que se relaciona con la actuación de los representantes y que nada tiene que ver con el principio de la especialidad rela­ cionado con la capacidad de la sociedad, esto es, con su aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones. Deseo referirme muy brevemente al art. 193 de la ley 16.060, al tema de los actos ais­ lados. Ya en la Jornada Notarial planteé, que el Escribano en forma previa a una actuación —de acuerdo a la exposición que realizara, justa­ mente, la Escribana Terra Corbo— práctica­ mente debía salir a hacer una averiguación total acerca de si se trata o no de un acto aislado, lo que genera una inseguridad absoluta en la actuación con una sociedad extranjera. Es más, en esa ocasión pregunté qué pasaba si se actúa sin cumplir con la inscripción y, en su caso, con la publicación, dado que la ley no regula expresa­ mente la situación. Yo llego a la misma conclusión que el Escri­ bano Schwartz en el sentido que la sociedad puede actuar, pero para mí la sociedad no es irregular, ya que la regularidad de las socieda­ des está legislada en el art. 12 y refiere al cumplimiento de los requisitos de inscripción y publicación para alcanzar un tipo social, y la sociedad extranjera tiene su tipo ya constituido en su país de origen. No comparto la opinión que parece desprenderse de que para adquirir el tipo sociedad extranjera haya que inscribirse y cumplir con las publicaciones, en su caso. Para mí el art. 193 es muy claro y su historia me ratifica en la interpretación señalada a la cual ya había llegado con su lectura, aun antes de investigar la historia de su sanción. El art. 193 dice: Les sociedades debida­ mente constituidas en el extranjero serán reco­ nocidas de pleno derecho en el país, previa comprobación de su existencia. Podrán celebrar actos aislados y estar en juicio. Y en el inciso siguiente agrega: Si se pro­ pusieran el ejercicio de los actos comprendidos en el objeto social, mediante el establecimiento de sucursales o cualquier otro tipo de representa­ ción permanente, deberán cumplir los siguientes requisitos: DOCTRINA 1) Inscribir en el Registro Público y General de Comercio, el contrato social, la resolución de la sociedad de establecerse en el país, la indica­ ción de su domicilio, la designación de la o las personas que la administrarán o representarán y la determinación del capital que se le asigne cuando corresponda por la ley. 2) Efectuar las publicaciones que la ley exija para las sociedades constituidas en el país, se­ gún el tipo. Iguales requisitos se cumplirán toda vez que se modifique el contrato social. Se cumplirá, además, con lo dispuesto en los arts. 11 y 418. Para mí, de la lectura cuidadosa y meditada del artículo, se desprende que, o se trata de actos aislados, o del establecimiento de la sociedad extranjera como empresa sea como sucursal o a través de representantes permanentes. En el primer caso actúa directamente; en el segundo se requiere inscripción en el Registro de Co­ mercio, publicaciones en su caso y comunicación al legajo. Al investigar la historia de la sanción de esta norma, encontré que esta interpretación está avalada, incluso por las expresiones tanto de los que la proyectaron como de los legislado­ res que participaron en el debate realizado por la Comisión Especial de la Cámara de Repre­ sentantes. En efecto, de la versión taquigráfica se desprende que la historia legislativa de este artículo fue la siguiente. El texto definitivo fue el originario del proyecto elevado por los Doc­ tores Nury Rodríguez, Delfino y Ferro a la Comisión de la Cámara de Representantes. Cuando esta norma se analiza en la Cámara de Representantes, se plantean dudas de inter­ pretación y se considera oportuno requerir la opinión del Instituto de Derecho Internacional Privado de la Facultad. Dicho Instituto, cuando es recibido por la Comisión -participa en dos sesiones-, formula un proyecto sustitutivo, el cual es más rígido y cerrado que el proyecto original. Cuando, finalmente, en la última re­ unión de la Comisión se estudia el artículo, se descarta el proyecto propuesto por el Instituto de la Facultad de Derecho que recoge los prin­ cipios de la CIDIP II que habla de la habitualidad y se mantiene el texto originario fundán­ dose en que ésta última permitiría una mayor afluencia y más libre actuación de las socieda­ des extranjeras, que es lo que buscaban los 241 En el Mensaje con el que se presenta el proyecto a la Cámara de Diputados, se dice muy claramente, en una frase que para mí elimina toda duda: "Pretendemos que el cumplimiento de requisitos previos se exija sólo cuando la sociedad constituida en el extranjero quiera rea­ lizar actividad organizada en el país estable­ ciendo una sucursal" O sea que llego a la misma conclusión que el Escribano Schwartz en cuanto a que a mí, como Notario, si no estoy actuando con una sociedad establecida —me traen el contrato social, me acreditan la existencia con el contrato legalizado y traducido, en su caso—, puedo actuar. Mas si está actuando una sociedad extranjera estable­ cida, tengo que controlar la inscripción y, en su caso, la publicación. En cuanto a la referencia que hizo el Escri­ bano Santos Belandro relativa a la informática y a las posibilidades en el MERCOSUR, puedo simplemente decir que estoy en un 100% de acuerdo con él y señalar que hoy como nunca, desde el punto de vista tecnológico, el hombre dispone de todos los medios que le permiten abatir las fronteras en un instante. O sea, no sólo es posible la comunicación, sino que se puede hacer al instante, y no exclusivamente con los países comprendidos en el MERCOSUR, sino con cualquier punto del planeta. El problema es la otra barrera; el problema es que si no nos podemos poner de acuerdo nosotros cinco, que simplemente hemos estudia­ do con un poco más de dedicación ramas dis­ tintas del Derecho, bastante más difícil es poner de acuerdo filosofías de países distintos que responden a raíces y antecedentes diferentes. Por suerte —como lo señaló el propio Escribano Santos Belandro—, tenemos una raíz común con la ley argentina, tenemos una influencia favo­ rable en el caso de Paraguay y en el caso de Brasil está la gran interrogante de cómo vamos a poder coordinar ambos sistemas. Justamente, en la Comisión de Derecho Comercial de la Asociación de Escribanos del Uruguay estamos estudiando esta temática. No voy a decir más nada porque sería reite­ rar aspectos que ya expresó el Escribano Schwartz. Muchas gracias. Escribano Servan Bauzón.- Bueno, es muy poco lo que me queda por decir. Comparto, en gran parte, lo que expresó el Escribano Schwartz como lo que dijo la Escribana Wonsiak, y discrepo un poco con cada uno. 242 Sabemos que hay aquí varios problemas. La Comisión de Derecho Comercial en algún punto está unánimemente en la posición de que no existe especialidad en cuanto ala explotación de un objeto en las sociedades comerciales. La discrepancia puede aparecer en lo que es un acto aislado y cuándo no lo es. Evidentemente, si uno pone —como yo lo he hecho en alguna oportu­ nidad—los ejemplos gruesos, es cuando a uno le choca la situación. Pongamos como ejemplo el caso de una so­ ciedad cuyo objeto es inmobiliario, que tiene U$S 10:000.000 de capital y compra un edificio en propiedad horizontal de U$S 5:000.000. Al poco tiempo, con los otros U$S 5:000.000 compra otro. Evidentemente, son actos aislados, tan aislados como cuando vaya a proceder a la venta de cada unidad. Es evidente que los Escribanos no tenemos la facultad de considerar de que dejaron de ser aislados. No veo qué medios podemos utilizar para ello. Ahí sí comparto lo que decía el Escribano Schwartz, en el sentido de que la responsabilidad del profesional puede no estar en juego, y que puede haber una respon­ sabilidad, en cambio, de quienes estén reali­ zando esos actos. Sí temo que puede haber alguna implican­ cia desde el punto de vista tributario que luego pueda complicar la inscripción de la escritura. Sin embargo, la pregunta que debemos formularnos, a mi juicio, es la siguiente, ¿cuál es el órgano que puede considerar, en un momento determinado, que la empresa está ejecutando actos en forma habitual y no en forma aislada? En última instancia—hoy lo comentábamos con el Escribano Santos Belandro— si esto va a los Tribunales, lo va a resolver un Juez; pero no­ sotros no tenemos facultades. En general, tanto lo que dijo el Escribano Schwartz como lo que señaló la Escribana Wonsiak, es cierto, pues las escrituras van a estar perfectamente válidas e inatacables. Ha­ brá un problema de responsabilidad paralela, en la cual nosotros no vamos a estar implicados. No creo que haya más que agregar. Única­ mente, se refería el Escribano Schwartz al ejemplo de ese tipo de sociedad aceptada, en lugar de la sociedad supranacional. Yo creo que son etapas. Soy partidario, a larguísimo plazo, de la sociedad supranacional, lo que requiere una legislación y tribunales supranacionales. Mientras tanto, tenemos que ir por etapas in­ REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 termedias, las que requieren que las legislacio­ nes tengan cierto paralelo, pero también va a requerir tribunales supranacionales. En es­ quemas en los cuales la resolución de los pro­ blemas esté en manos políticas, entiendo que no puede funcionar el mecanismo de esas socieda­ des. Era cuanto quería señalar. Escribana Terra Corbo.- Solamente de­ seo hacer una precisión. Estamos en dos mundos distintos: uno es el del Derecho Interno y otro el del Derecho In­ ternacional Privado. Nosotros razonamos como iusprivatistas, y consideramos que es un siste­ ma coherente. Todo lo que expresó el Escribano Santos Belandro tiene una línea de coherencia, la cual está perfectamente conformada de acuerdo con nuestra mentalidad y con nuestra formación jurídica. También se discutió si se incorporaba o no a la ley de Sociedades Comerciales la parte de Internacional Privado. Se consideró que no de­ bería incorporarse porque era una temática di­ fícil que tenía otra dimensión. El Derecho In­ ternacional Privado estudia el Derecho en el espacio, que es otraforma, otra dimensión,por lo que nosotros tenemos otra dimensión de la. problemática. De manera que no se puede identificar al Derecho Comercial, que es estrictamente pri­ vado, con el Derecho iusprivatista o Derecho Internacional Privado. Además, se desprende de las actas que menciona la Escribana Wonsiak, la 1128 y la 1130, que ha existido el deseo -ha sido estable­ cido por el Doctor Vieira- de seguir la línea de la Convención sobre el Conflicto de Leyes en ma­ teria de Sociedades Mercantiles, del año 1979. Tal es así que el art. 2s —que establece que la existencia, capacidad, funcionamiento y disolu­ ción de la sociedad comercial se rige por el lugar de su constitución— figura exactamente con el mismo texto en la ley de Sociedades Comercia­ les. Quienes estructuraron internamente la ley de Sociedades Comerciales eran comercialistas, como lo son los colegas amigos con quienes es­ tamos dialogando. Y resulta que después se quiso añadir, digamos, las normas de Derecho Internacional Privado, que venían de un siste- DOCTRINA ma jurídico distinto. Estamos hablando de dos polos. Es como que quisiéramos unir la luna con el sol: es una cosa o la otra, pero no las dos a la vez. Entonces, para mí, no se puede identificar a un instituto con el otro, auna sociedad comercial constituida en el extranjero con una sociedad netamente nacional. Por algo está el Derecho Internacional Privado. Deseo señalar, además, que el criterio del Escribano Santos Belandro —que en principio era el mío— me ha hecho después meditar cuando, por ejemplo, una Profesora argentina, que es iusprivatista como nosotros, al comentar la ley de Sociedades Comerciales de su país, sostuvo que había que seguir el criterio de la especialidad. Es decir, que la sociedad comercial no podía hacer actos habituales, sino que ten­ drían que ser los actos de la capacidad general de la sociedad como persona jurídica, y no podrían ser actos que estén dentro del objeto comercial, para el cual la sociedad fue constituida. De acuerdo con el criterio expuesto por la Profesora Mateo, de la Facultad de Derecho de nuestro país, la sociedad comercial constituida en el extranjero puede desarrollar un acto ais­ lado aun cuando esté dentro del objeto. Es decir que tienen un criterio más amplio que el exclu­ sivo de la especialidad, que no pueden hacer ningún acto que esté dentro del objeto. Para otros Profesores -me da la impresión de que están en lo cierto- la sociedad puede hacer actos aislados aun cuando esté dentro del objeto. Escribano Santos Belandro.- Comparto la opinión de la Escribana Wonsiak en el sentido de respetar el ordenamiento jurídico en su to­ talidad. Es por eso que a mí me ha llevado a esta posición que hoy expongo y que estoy en clara minoría frente a los comercialistas. Me afecta un poco en el sentido de que los especialistas en Derecho Internacional Privado aspiramos a tener vocación en el respeto del Derecho extranjero. Que se me argumente hoy que estoy restringiendo la aplicación del Dere­ cho extranjero, me afecta un poco en mis plan­ teamientos. 'b- No obstante, si vamos al respeto de todo el ordenamiento jurídico, no podemos tener una interpretación cuando analizamos la Sección XVI de la ley de Sociedades Comerciales y otra 243 distinta cuando recurrimos a la Convención Interamericana sobre Sociedades Mercantiles. Se trata, prácticamente, de las mismas disposicio­ nes, y no podemos tener una interpretación —como dice el Escribano Schwartz— de que la ley de Sociedades Comerciales es cerrada, en­ claustrada, y en base a ello tenemos que buscar la interpretación de las normas contenidas en la Sección XVI. Sería ilógico que frente a la misma redacción, nosotros lo interpretáramos de una forma la Convención Interamericana y de otra la ley de Sociedades Comerciales. La ley 16.060, en esta parte, reproduce las normas de la Convención Interamericana. En cierto modo he querido recoger las discusiones previas a esa Convención, para iluminar de alguna manera el significado de la Sección XVI. Lógicamente, si se utiliza un criterio cerrado —en el sentido de que solamente podamos re­ currir a los principios de hermenéutica de la propia ley—, vamos a tener dos ordenamientos jurídicos completamente distintos y contradic­ torios: por un lado, la Convención Interameri­ cana con los países latinos, y por otro, con el resto del mundo, de acuerdo con la ley de Sociedades Comerciales. No comparto la opinión del Escri­ bano Schwartz por ese motivo. Además no he dicho que la ley 19.550 acepte el principio de especialidad. Cuando me refiero a la ley argentina es simplemente para decir que estamos en un camino de aproximación de le­ gislaciones, que debemos aprovechar y presio­ nar para que también Paraguay camine en ese sentido y en un futuro próximo lo haga Brasil. Escribana Wonsiak.- Le pido una acla­ ración porque del estudio que hice, de la lectura de la CIDIPII y de la lectura del art. 193, surge que ambos textos no son exactamente iguales. Justamente, la diferencia está en lo que el le­ gislador quiso que fuera diferente, porque el proyecto que presentó la Facultad era exacta­ mente igual y fue rechazado porque se lo consi­ deró restrictivo. Una cosa es que se considere que hubiera sido mejor adoptar el otro texto, y otra cosa es cuál es el Derecho Positivo sancionado. Enton­ ces, a donde yo voy, es que la norma sancionada dice lo que establece el art. 193. Justamente en esa parte abandonó y no se introdujo en el criterio de la habitualidad, sino que se quedó en el criterio del acto aislado, y lo hizo, además, con la intención de oponer acto aislado a actividad organizada. 244 Podrá decirse que el legislador se equivocó, como cuando en materia de capacidad en el art. 44 requiere, para ser socio, capacidad para ejercer el comercio. La Asociación de Escribanos del Uruguay luchó en contra de que eso se sancionara, no se logró y no por ello se puede desconocer que el art. 44 requiere para ser socio capacidad para ejercer el comercio confundiendo la calidad de comerciante, que es de la sociedad, con la capacidad para ser socio. No quiero profundizar respecto a si hubiera sido mejor otro texto, pero lo que sancionó fi­ nalmente el legislador es lo que dice el art. 193 y a él debe atenerse el intérprete. Los arts. 192 y 193 tomaron como modelo parte de la CIDIP II; hay incisos que son exac­ tamente iguales como el que refiere a la exis­ tencia, capacidad, funcionamiento, etcétera. Inclusive los autores de la ley consideraron usar la misma redacción que tenía la CIDIP II, pero la desecharon en forma expresa y querida. De ahí deriva nuestra interpretación del art. 193. En definitiva y más allá de la historia de la norma, el punto discrepante está en la conducta a seguir frente a una actuación de una sociedad extranjera. Por ejemplo, esta tarde me llamó un colega, me dijo que tenía una sociedad extran­ jera, y me preguntó si podía actuar o si la debería inscribir previamente en el Registro de Comer­ cio. Yo le contesté que para mí podía actuar. El Escribano Santos Belandro, de acuerdo a lo que oí, le hubiera contestado que sería mejor que la inscribiera en el Registro de Comercio. Ese es el gran tema. A veces la celeridad de la contratación hace que no siempre haya tiempo de exigir la ins­ cripción y la publicación en su caso. Pueden haber situaciones de urgencia, y entonces hay que tener muy claras todas estas ideas para saber si uno puede optar por otorgar el acto o no, y si a nosotros —como Escribanos— nos in­ cumbe, o si meramente es un problema de ad­ vertirle a la sociedad qué consecuencias puede tener en caso de actuar sin el cumplimiento de los requisitos. Pienso que son matices que se dan en el ejercicio práctico y, en definitiva, lo que estas charlas buscan, es precisamente, respon­ der inquietudes de escritorio. Escribana Terra Corbo.- Lo que más se ve en el Uruguay son las sociedades panameñas. Pienso dejar una fotocopia en la Biblioteca de la Asociación de Escribanos, de la ley de Socieda­ REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 des panameñas, para que se tenga una noción de qué son las sociedades llamadas de "off-shore", sociedades de papel. Las acciones pueden inte­ grarse o no. Cuando quieren acordar, tienen una sociedad panameña, y si se ponen a hacer una compraventa con un saldo de hipoteca bastante grande, en caso de que la sociedad de papel se esfume, ustedes no serán responsables jurídi­ camente, pero en la práctica se van a sentir así. Incluso, se le puede iniciar una acción al Escri­ bano que ha actuado tan ligeramente. El art. 21 de la ley panameña de 1927, dice: Las acciones pueden tener un valor nominal Tales acciones pueden ser emitidas como total­ mente pagadas y liberadas, como parcialmente pagadas, y aun sin que se haya hecho pago alguno de ellas. Es decir, sociedades en el papel. Asimismo, el art. 19 dice: De las facultades de la Sociedad Anónima. Toda Sociedad Anó­ nima que se constituya de acuerdo con esta ley tendrá, además de las facultades que la misma ley le concede, las siguientes:.... Por ejemplo, el inc. 32 dice: La de adquirir, comprar, tener, usar y traspasar bienes muebles e inmuebles de todas clases, y constituir y aceptar prendas, hipotecas, arrendamientos, cargas y gravámenes de toda clase. Desde el punto de vista jurídico, tenemos la obligación de conocer el Derecho extranjero. Entonces, si nos viene una sociedad panameña, no nos basta con que esté legalizada, sino que también tenemos que conocer esta ley, y tene­ mos que ver si la sociedad tiene una cierta responsabilidad o no y cómo va a responder. Porque desde el punto estrictamente jurídico, es relativo que no seríamos responsables, ya que un Escribano que ha actuado así, lo hizo con un poco de levedad para controlar la solvencia económica de la sociedad. Claro que en el Uruguay no controlamos si la sociedad tiene el capital integrado; pero cuando no es un acto aislado, ya está controlado por la Inspección General de Hacienda. La so­ ciedad no se pudo haber inscripto en el Registro de Comercio si no tuvo el control previo de integración de capital. Mientras que esta otra, no tuvo el control previo de la integración de capital, y está actuando en el Uruguay con un acto aislado. Por esa vía está haciendo en forma indirecta lo que no podía hacer directamente. Si fuera una sociedad local, no puede porque no la inscriben al no haber integrado el capital; pero una sociedad panameña no integró el capital, n° DOCTRINA se inscribe acá porque lo hizo en Panamá y puede actuar en el Uruguay y otorgar esos contratos. De manera que yo pienso que se está tra­ bajando un poco en el aire cuando se lo hace con las sociedades panameñas. No quiere decir que con todas, pero a muchas de ellas hay que con­ trolarlas y leerlas. Además, el conocimiento del Derecho ex­ tranjero es una obligación, porque nosotros he­ mos ratificado la Convención de Normas Gene­ rales de la CIDIP, integran nuestro propio De­ recho y por lo tanto tenemos la obligación de conocer el Derecho extranjero. Así que una so­ ciedad, venga de donde sea, aunque nos dé tra­ bajo, tenemos que conseguirla legislación de ese lugar y ver cómo está constituida esa sociedad, si realmente es o no una sociedad comercial. Escribano Schwartz.- ¿Qué integra una sociedad? El 25% de $ 33.834,00 cuando es ca­ pital mínimo. Cuando hago un contrato con una Sociedad Anónima y soy el acreedor, ¿me pre­ ocupa el capital integrado? No. ¿Me preocupa si hubo una Inspección General de Hacienda y un Registro de Comercio que controló? No; yo miro el patrimonio, no el capital. Además, si hacen un acto de determinada envergadura, voy a hacer una hipoteca. Enton­ ces, no me importa que esa sociedad de papel sea integrada o no, que tenga capital o no, porque tengo la garantía hipotecaria. Yo voy a valorar el crédito que le doy, o el saldo que me adeuda, o la obligación que contrae en función de la garantía real que voy a hacer, y no en función del capital que tiene. Inclusive —eso también es un poco de ru­ tina y no quiero ser peyorativo—, "sociedad de papel" parece que fuera un término despectivo. Escribana Terra Corbo.- Se ha genera­ lizado. Escribano Schwartz.- Inclusive en Esta­ dos Unidos, en el Derecho societario, con ese pragmatismo y esa habilidad que tiene de crear figuras, son sociedades sin capital, porque éste no interesa, y son sociedades sin valor nominal de acciones, porque tampoco interesa. Nosotros seguimos con la rutina de que tiene un valor nominal equis, y que eso vale. Eso no importa para nada, sino que importa el valor patrimoJiial. Entonces, las acciones se cotizan en Bolsa, a nadie se le va a ocurrir poner el capital integra­ 245 do, no integrado, suscripto. Es por el patrimonio que tiene y por los resultados de beneficio. Eso es lo que mira cualquier inversor en la Bolsa nor­ teamericana. Acá seguimos con un esquema muy con­ vencional, muy primitivo, diría yo. Entonces, a esa sociedad panameña, si soy Escribano de un Banco, si me pide un préstamo, no se lo voy a dar en función de su capital ni de su patrimonio, sino en función de qué garantía me ofrece. Eviden­ temente, tendrá garantía hipotecaria, o sinoque vengan los directores, que tienen su patrimonio radicado en el país, que está saneado, que le voy a congelar la situación, cada uno con su garantía solidaria. Así que tampoco importa la sociedad. Escribana Wonsiak.- El tema capacidad hay que tenerlo en cuenta cuando se trata, por ejemplo, de una sociedad constituida en Ingla­ terra, donde rige el sistema "ultra vires". En efecto, no obstante nuestro criterio de que en nuestro país no rige el principio de la especiali­ dad, no cabe duda que una sociedad constituida en un país donde rige el sistema "ultra vires" no tiene acá plena capacidad. Ello porque la capa­ cidad no puede ser mayor que en el país de su creación, por lo que en tales casos resulta im­ portante analizar si la sociedad es capaz de otorgar el acto. Lo que la Escribana Terra Corbo leyó no es un problema de objeto, sino de facultades, y éstas no tienen nada que ver con el objeto. Una cosa son las facultades de una persona jurídicay otra distinta es el ramo de actividad que desa­ rrolla una sociedad, que eso es el objeto. Son dos cosas completamente diferentes. Son dos nocio­ nes que nosotros nos preocupamos muchísimo de diferenciar porque inclusive en la redacción de los contratos aparecen muy confusas, sobre todo en las sociedades que se compran, en las que es común que expresen: "Tendrá por objeto comprar, vender, hipotecar". Sin embargo, salvo que sea el ejercicio habitual, comprar, vender o hipotecar es algo que puede hacer toda persona jurídica como tal sin que el Estatuto lo nombre. Es más, está técnicamente mal o es innecesario que el estatuto lo indique en forma expresa. Un asistente.- Quería hacer una pregunta en general. Me preocupa el trámite jurídico del título, en este sentido. Cuando la sociedad ex­ tranjera viene acomprar un bien, esun tema que no me preocupa. Sí me preocupa al revés, cuando esa sociedad que compró un bien en el Uruguay lo vaya a enajenar nuevamente. 246 Como Escribano, me veo obligado a realizar una serie de controles, que no siempre son tan fáciles en ese caso. Me traen el título y encuentro el Estatuto de esa sociedad legalizado, que puede estar agregado o no, pero en el momento en que tengo que actuar se me presenta el primer problema, que es quién representa a la sociedad, qué capacidad tiene para el acto de esa com­ praventa y si para esa enajenación necesita una resolución expresa de la sociedad o simplemente está dentro de los actos habituales de ella. El otro tema que también se planteó, a mí me preocupa menos porque tengo una posición privatista. Pero lo que me preocupa es el tráfico jurídico en general, y no si el Escribano que voy a tener del otro lado adhiere a la corriente de los internacionalistas o a la de los privatistas. Ante todo lo conversado por ustedes, qui­ siera tener una visión un poco más segura en cuanto a que cuando me aparece un título en que el titular del bien es una sociedad extranjera, yo actúe sobre base firme, o sea que en el día de mañana ese texto no dé lugar a dos bibliotecas. Porque todas estas opiniones vertidas acá, realmente a nuestros clientes no les interesa, eso nos interesa a nosotros como Escribanos. Pero lo que quisiera es que se nos diga, si es que hay una respuesta, cómo nos manejamos prác­ ticamente en el escritorio. Además, no podemos perder de vista la celeridad, porque la gente viene y quiere el negocio para hoy. Quizá mi pregunta sea un poco amplia, pero apunta a situaciones del quehacer diario. Escribana Wonsiak.- Lamentablemente, esa paz no la tenemos ni la podemos dar. Cuando hay dos posiciones es uno de los casos típicos en los que el profesional interviniente tiene que asumir posición. Lo ideal sería que estuviéra­ mos de acuerdo en un criterio o en otro, sobre todo porque muchas veces no hay tiempo para actuar según el criterio de seguridad. El criterio del Escribano Santos Belandro, desde el punto de vista del cliente, es muy saludable; pero no siempre el criterio de segu­ ridad es bueno. Yo me hago cargo de esta dis­ crepancia, ya que me puedo encontrar con que yo lo haga y mañana me digan que eso está mal a pesar de que para mí está perfectamente bien. O al revés, que rechacen una actuación cuando no corresponde hacerlo. Lamentablemente, este es uno de los tantos casos en que el Escribano tiene que tomar po­ sición; no hay una respuesta tranquila. REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 Un asistente.- Personalmente tengo una posición, como ustedes, pero lo que importa es que el tráfico de ese título no "rebote" en deter­ minadas oportunidades. Aveces, con un criterio simplista de la situación, he aconsejado que se compren una sociedad anónima cuando el ne­ gocio así lo justifica, pero no es la solución. Escribana Wonsiak.- No, porque además ese no es el caso. En el ejemplo que ponía usted hoy, en que la sociedad extranjera compró el inmueble; hice la escritura, no la hice inscribir, no la hice publicar y dos años después a mi cliente se le ocurre vender a un cliente del Escribano Santos Belandro. En ese caso, ¿qué hace el Escribano Santos Belandro? Escribano Schwartz.- Supongamos que tengo el contrato de la sociedad panameña le­ galizado, el informe del Abogado panameño le­ galizado que dice que la sociedad estaba vigente, y nada más. Hago la escritura. Pasan cinco años y la sociedad panameña va a vender a un cliente del Escribano Santos Belandro. Escribano Santos Belandro.- Tengo que volver a consultar la ley del lugar para saber su existencia. Escribano Schwartz.- Yo llevé el título antecedente y los planos, el contrato de la so­ ciedad agregado al título, y hasta lo protocolicé y le di un testimonio. Escribano Santos Belandro.- Tengo que volver, nuevamente, a estudiar la situación, controlar la ley del lugar de constitución. Si veo que coincide, no tendría problema en que se hiciera la venta. También habría que ver si actúa directamente o a través de una su­ cursal. Escribano Schwartz.- Supongamos que no se inscribió en la Dirección General Imposi­ tiva, en el Banco de Previsión Social, ni nada. La sociedad está representada por los señores tales y cuales, panameños. Escribano Santos Belandro.- En ese caso, si es un acto aislado, la ley dice que se rige por la ley del lugar de constitución de la socie­ dad. Pienso —y en eso concuerdo con ustedes— que nosotros no tenemos forma de controlar cuándo un acto es aislado y cuándo no lo es. A veces los clientes no comprenden bien la actuación del Escribano y le reprochan cosas que no están de acuerdo con la realidad. Entonces, pa« evitar esas sJtaseswaes -^ «w«i^uJas»^Kí»«,í._íí3- DOCTRINA tuviera tranquilo, a veces yo exijo un máximo de certeza, por un criterio de seguridad, inclusive. Escribana Wonsiak.- Voy a poner un caso. En lugar de comprar un apartamento, se compra un edificio de apartamentos, por lo que se trata de un acto aislado. Como era un acto aislado, no se inscribe ni publica el contrato social. Pero luego los apartamentos se venden de a uno. Escribano Santos Belandro.- En ese caso, era un acto aislado en el momento de la compra, pero al hacer la venta, cambió la si­ tuación. Pienso que acá hay un problema de obe­ diencia o no al ordenamiento jurídico estableci­ do. Desde el comienzo he dicho que hay un doble régimen legal que hay que respetar. Yo entiendo que, como juristas, tenemos que asumir la res­ ponsabilidad de respetar el ordenamiento jurí­ dico. Cuando nos dicen que es un acto habitual porque lo ejerce a través de una sucursal, agencia o representante, es decir, cuando la sociedad tiene una vinculación permanente, debe inscribirse y hacer determinados actos de acuerdo con el art. 193, y el Escribano lo mínimo que puede hacer es exigir que se cumpla con eso. De lo contrario, sería desconocer el ordena­ miento jurídico uruguayo y aplicar un solo ré­ gimen. Escribana Wonsiak.- No es desconocer el régimen, sino interpretarlo de otra manera, porque nosotros interpretamos que en ese caso no hay representación permanente. Escribano Santos Belandro.- No quisie­ ra que el debate se personalice y se diga, por ejemplo, que los comercialistas están en contra del Derecho Internacional Privado. Más bien, están en contra de los comercialistas Abogados. Aún no he tenido ocasión de leer la monografía de la Escribana Wonsiak, cosa que me hubiera gustado hacer. Escribana Wonsiak.- Todavía no está publicada. Escribano Santos Belandro.- Hasta ahora, lo único que he leído han sido las obras de Rippe, de Nury Rodríguez y de todos los Abo­ gados que hablaron sobre el tema. Si los Escri­ banos comercialistas están todos de acuerdo, tendrían que reunirse con los Abogados comer­ cialistas, y pienso que de allí podría surgir luz al problema. 247 Escribano Servan Bauzón.- La ley dice por medio de representantes. La única forma admitida por nuestra ley y por nuestro régimen, por el sistema general, es mediante sucursal o filial. No con un representante, porque la so­ ciedad seguiría sin estar cumpliendo ningún requisito. Hay algún caso de excepción donde hay normas expresas. En materia de empresas constructoras, hay normas expresas en el sen­ tido de que una sociedad constituida en el ex­ terior se puede presentar a licitaciones como actos accidentales, pero en caso de resultar ad­ judicatario tiene obligatoriamente que consti­ tuirse con sucursal o filial para poder firmar el contrato de obra. Si no lo hace, no puede. Pero es un giro determinado que tiene normas expresas. Hay otras actividades que no tienen esa misma norma. Escribana Wonsiak.- La teoría de la es­ pecialidad no es patrimonio de los Escribanos comercialistas. En el año 1953, en una de las primeras Jornadas Notariales, el Escribano Juambeltz presentó un trabajo en que realizaba un estudio exhaustivo del tema capacidad de las sociedades comerciales que está publicado en la Revista de la Asociación de Escribanos del Uruguay. Dicho trabajo es citado por el Escribano De León en un trabajo presentado en la última Jornada, en donde sostiene exactamente la misma posición. A pesar de que el Escribano De León no integra la Comisión de Derecho Comercial, por su lado llegó a la misma posición, con lo cual se de­ muestra que inclusive en nuestra normativa anterior no estaba recogido el principio de es­ pecialidad. En definitiva, la discusión no es entre Abo­ gados y Escribanos comercialistas, sino que está encuadrada dentro de un marco mucho más amplio, que es el del principio de la espe­ cialidad de las personas jurídicas, que está vinculado al problema de la doctrina de la rea­ lidad y de la ficción como doctrinas explicativas de la naturaleza jurídica de las personas jurí­ dicas. La doctrina extranjera que comenta la ley argentina, que en estas normas tiene textos prácticamente idénticos al nuestro, también está dividida, pero no entre Abogados y Escri­ banos, sino entre grandes autores, como Halperin y Otaegui. 248 En definitiva, hay una importante cantidad de autores argentinos, comercialistas Abogados, que llegan a la conclusión de que en el régimen argentino —similar al nuestro y que nos sirvió de modelo— no rige el principio de la especiali­ dad. Recuerdo en este momento un argumento que invoca Otaegui, que refiere a la posibilidad de una sociedad de contraer sociedad con otra persona física o jurídica. Nuestra ley recoge, en los arts. 47 y 48, la posibilidad, a texto expreso, de la sociedad de sociedades. Es obvio que cuando una sociedad entra en sociedad con otra, no está cumpliendo el objeto social. Nuestra ley recoge expresamente esa posibilidad. Por lo tanto, no es algo circunscripto a nosotros, ni tampoco toda la doctrina uruguaya está acep­ tando la doctrina de la especialidad. Es cierto, que en varias referencias —lo hace Nury Rodrí­ guez— en la discusión legislativa se hace esa referencia, pero el sistema de la ley, toda su estructura está sustentada en base al principio de la persona jurídica, y enfocada con la natura­ leza jurídica de la doctrina de la realidad. Y si partimos de la doctrina de la realidad, la per­ sona jurídica tiene aptitud para adquirir dere­ chos y contraer obligaciones sin más limitacio­ nes que las que establece la propia ley o el estatuto. REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 Esa es la idea sustancial en base a la cual se llega a la conclusión de que no tenemos el criterio de la especialidad. Es más, la Doctora Nury Rodríguez y el propio informe, establecen clara­ mente que el art. 79 —que es la piedra angular en base ala cual quienes sostienen la doctrina de la especialidad se fundan— lo que quiere es regular la facultad de los representantes. Eso yo lo transcribo en el Tomo II del Manual de So­ ciedades Comerciales porque por un lado dicen una cosa, pero por el otro ellos mismos fijan el mismo alcance para el art. 79 que nosotros utili­ zamos como fundamento para demostrar que no hay doctrina de la especialidad en cuanto a la capacidad de las sociedades comerciales. Lo que sí hay es doctrina de la especialidad de los representantes en cuanto a la teoría de la apa­ riencia, que son dos institutos diferentes que no deben confundirse. Una cosa es la especialidad de los poderes del administrador en cuanto a su poder jurídico de obligar a la sociedad, y otra cosa totalmente distinta, que está en otra sede, que no tiene nada que ver, es la capacidad de obligarse la persona jurídica dentro o fuera del objeto social. Escribana Terra Corbo.- Como se ve, podemos estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo. Bueno, sólo nos resta agradecer su atención.