I NFORME El procedimiento de apremio en la nueva LEC (y II parte) FRANCISCO JAVIER IZQUIERDO CARBONERO Premio de Derecho Procesal del Colegio de Procuradores de Málaga 4.–LA REALIZACIÓN POR PERSONA O ENTIDAD ESPECIALIZADA (arts. 641 y 642 LEC). La petición del trámite la deberá hacer el ejecutante o el ejecutado con el permiso del primero. Se acuerda por providencia. Se puede encargar esta realización a persona pública o privada, con la variante de que a esta última se le pedirá caución. En la providencia que acuerde esta modalidad se determinarán las condiciones de realización, atendiendo al acuerdo de las partes y siempre que el precio no sea inferior al 50% del avalúo (lo que nos hace suponer que el avalúo habrá de realizarse con antelación, salvo acuerdo entre ejecutante y ejecutado sobre el mismo). Omite la Ley si este trámite conlleva la suspensión de la ejecución, mas suponemos que debe constituir uno de los efectos de la resolución que lo acuerde. Se aprueba por auto. Se concede a la persona o entidad especializada el plazo de seis meses para la venta de los bienes (ampliable por otros seis), y en caso de no cumplir con la encomienda, se revocará por auto el encargo con pérdida de la caución que se destinará a la ejecución. Consumada la venta, la cantidad se ingresa en la cuenta de Depósitos y Consignaciones del Tribunal, descontando gastos, incluidos los honorarios 40 / PROCURADORES • Abril 2003 de la persona o entidad especializada. Aprobada la operación, se devuelve la caución. Modalidad independiente supone la realización de bienes inmuebles, donde se acordará, previamente a la designación de la persona o entidad especializada, una comparecencia de las partes y posibles interesados. Se resuelve por providencia y no se podrá enajenar por precio inferior al 70% del avalúo, salvo acuerdo de parte e interesados, asistan o no a la comparecencia. Nos preguntamos: entonces, ¿qué sentido tiene la comparecencia? Nos parece un trámite excesivamente complicado e innecesario, pues con autorizarse la venta fijando un precio mínimo, que sean las reglas del mercado y el buen hacer de la persona o entidad especializada –también tienen un interés económico en el asunto– las que dirijan la venta con aquellos criterios mínimos establecidos por el Tribunal. 5.–LA SUBASTA DE LOS BIENES MUEBLES (arts 643 a 654 LEC). Como ya hemos tenido ocasión de ver en el epígrafe anterior, la LEC en su artículo 636 establecía tres formas distintas para la realización de bienes o derechos no comprendidos en la fórmula de “ejecución directa”. El tercero de los modos o formas era la subasta judicial. Los otros dos, el convenio de realización y la enajenación por persona o entidad especializada son medios alternativos o paralelos pero no preferentes a ella. Son abundantes y significativas las novedades que introduce en la institución de la subasta judicial la LEC que iremos analizando en la exposición de este epígrafe7. En el Capítulo IV (Procedimiento de Apremio) la ley dedica a la subasta tres Secciones: la 2ª: “Valoración de los bienes embargados”; 5ª: “De la subasta de los bienes muebles”; y, 6ª: “De la subasta de los bienes inmuebles”. Como quiera que en el epígrafe 2 de este apartado analizamos la valoración de los bienes embargados, nos remitimos a lo expuesto como introducción del estudio de este punto. Expondremos la subasta de bienes muebles distinguiendo las diversas fases en que se desarrolla, y teniendo en cuenta que previamente se ha realizado el avalúo en la forma prevista en la sección correspondiente. ◗ Convocatoria de la subasta y, en su caso, formación de lotes: Novedad importante en este punto es la posibilidad que establece expresamente el artículo 643.2 de la LEC de no convocatoria de subasta si del valor de los bienes se prevé la de no obtener una cantidad de dinero que supere como mínimo los gastos que origine la subasta. Corresponderá al secretario judicial, previa audiencia de las partes por cinco días, la determinación de sí la venta se realiza de forma independiente o agrupando los bienes por lotes, procediendo en este supuesto a la formación de los mismos. Una vez justipreciados los bienes (y formados los lotes, en su caso) el Tribunal fijará fecha para la subasta con expresión de la hora y lugar en que haya de celebrarse. Resulta extraño que precisamente quien forma los lotes –para lo cual la ley le faculta a una actuación judicial, una comparecencia– no pueda convocar la subasta, finalizando su tarea con aquella formación de lotes. Y no puede ser de otra manera porque la LEC ha suprimido las diligencias de ordenación y las propuestas de resolución. Merece nuestra crítica. ◗ Publicidad de la subasta: Se sigue el criterio mantenido por la antigua legislación (art. 1488) y así el art. 645.1 de la vigente LEC dictamina que a la subasta se le dará publicidad por medio de edictos que se fijarán en sitio destacado, público y visible en la sede del Tribunal y lugares públicos de costumbre. Desaparece la valoración como criterio a los efectos de publicidad. Esta publicidad por otros medios públicos o privados requiere petitum por parte del ejecutado o el ejecutante y que el Tribunal lo estime conveniente. Las disposiciones de la ley sobre el contenido de los edictos son excesivamente generalizadoras; nada se indica sobre las “condiciones particulares y generales” de la subasta y, en definitiva, lo que se procura es una economía de costes. Era el momento de que la vigente LEC abandonara expresiones oscuras y que nada dicen sobre la publicidad. ¿Qué debemos entender por lugar público de costumbre: el Tablón de Anuncios del Juzgado, un lugar concreto dentro de las dependencias donde se va a celebrar la subasta, donde tenga por conveniente el Tribunal o el Secretario Judicial? Se debieron aclarar estas expresiones. Es un acierto, si la publicidad es lo que se pretende, olvidar la publicación en Boletines Oficiales (Provinciales o Nacionales), que por demás tienen poca o escasa difusión y que nadie realmente suele consultar. Se debe aprovechar la tecnología y utilizar medios como Internet y la creación de páginas web en los Decanatos, así como la publicidad en revistas privadas dedicadas a este tipo de anuncios, para que llegue al conocimiento de la mayor cantidad posible de personas que quieran actuar como licitadores una verdadera información de lo que se vende, dónde se vende y condiciones de la venta, con ello disminuiríamos considerablemente el monopolio de los profesionales de este mundillo –los subasteros–, “leyenda negra” en estas actuaciones judiciales. Otra novedad es el anuncio de una sola subasta, al haber desaparecido la segunda y tercera subasta que preceptuaba la legislación anterior. ◗ La puja y posturas por escrito: Para ser postor, con excepción del ejecutante, se deben reunir (por imperativo del art. 647.1 de la ley) tres requisitos: 1º.–Identificarse en forma suficiente. No se indica qué documentos son aquéllos que se consideran de validez para la identificación. La práctica del foro consideraba como tales el Documento Nacional de Identidad, carnet de conducir y escritura de poder. En las posturas por escrito se exige especialmente. Queda pues, al arbitrio del Secretario Judicial, la suficiencia de la documentación identificativa. 2º.–Declarar que conocen las condiciones generales y particulares de la subasta. Ya tuvimos ocasión de exponer que dependerán del edicto anunciador los conocimientos de las estipulaciones que puedan tener los postores y aludimos a cierta problemática que planteaba este hecho. Cabe la solución de que el Secretario Judicial, en el acto del remate, ponga en conocimiento de los participantes cualquier condición que se omitiera. La LEC ha tratado de extrapolar lo dispuesto en la regla 13ª del art. 131 de la Ley Hipotecaria sin tener en cuenta que dada las características del procedimiento sumario de ejecución hipotecaria, los postores conocen perfectamente las condiciones generales y particulares de los bienes ejecutados. 3º.–Presentar resguardo acreditativo del depósito en la Cuenta de Depósitos y Consignaciones o aval bancario por el 20% del valor de tasación. Dos criterios debemos resaltar: el primero, el límite de la cantidad a consignar, el 20%; el segundo, totalmente novedoso, la consignación por medio de aval bancario. Este último aspecto supone la indudable ventaja de utilización de este medio en consignaciones de grandes cantidades de dinero en macrosubastas, sin tener que disponerse del mismo. Además, tenemos la garantía bancaria en el aval. Se prescribe una nueva formalidad: al recibir la cantidad de un tercero, se hará constar en el resguardo de consignación a los efectos de devolución a éste. ¿Produce esta omisión la exclusión del postor? Entendemos que no, pues no existe una obligación para el postor de hacer constar este extremo, ni el banco puede exigirlo. La única persona que no tiene obligación de consignar y puede ceder el remate al tercero es el ejecutante, cuya participación en la subasta sólo se produce si hay licitadores. Por cierto, ¿qué plazo hay para ello? Ha sido un olvido de la ley, que la buena prudencia de nuestros Tribunales subsanará en evitación de dilaciones innecesarias. Por último, establece el art. 648 las posturas por escrito. Se pueden presentar desde que se anuncia la subasta hasta que se celebra, quedando en poder del Secretario en sobres cerrados. Serán abiertas al inicio de la puja. Con esta regulación se evitan, a nuestro entender, las dudas planteadas por el antiguo artículo 1499 de la ley de 1881, sobre las mejoras de los postores de la oferta de la plica que se abría tras la celebración de la puja. Sigue habiendo autores que insisten en este aspecto, pero reiteramos nuestra consideración de haberse superado este inconveniente. ◗ Desarrollo de la subasta: Lo primero que nos llama la atención de la nueva regulación de la vigente LEC es el mantenimiento de la división entre el acto del remate y el de su aprobación. El acto del remate lo preside el Secretario Judicial y la aprobación corresponde al Tribunal, limitándose pues el acta de la subasta a una mera transcripción de lo ocurrido y una sucesión de operaciones aritméticas. Nos volvemos a plantear en este sentido si no se rompe el principio de inmediación y unidad jurisdiccional. Dispone el articulado de la ley que la subasta será presidida por el secretario judicial (no sólo la de bienes muebles, sino también la de inmuebles y la de bienes especialmente hipotecados o pignorados). Se procederá a la lectura de la relación de bienes y los lotes, en su caso, que se subastarán por separado. Se abrirán los sobres cerrados que se hayan presentado y se anunciarán las diversas posturas, terminando el acto con el anuncio de la mejor postura y el nombre de quien la haya formulado (art. 649.2 LEC). Abril 2003 • PROCURADORES / 41 Como ya tuvimos ocasión de decir, el ejecutante sólo tomará parte en la subasta si existen licitadores, pudiendo mejorar las posturas que se hiciesen sin necesidad de consignación. Nos resulta incorrecta esta limitación al acreedor para participar en las subastas, pues de otro modo parece que se le obliga legalmente, si lo licitadores no pujan, a la adjudicación de los bienes por el 30% de su justiprecio, o se alzaría el embargo. No son, a nuestro entendimiento, las mejores soluciones. Se debieron arbitrar otras. Se levantará acta donde se expresarán los participantes y las posturas que se formularon. Hemos echado de menos en este artículo la intervención del juez y del agente judicial, como disponía el art. 1503 de la anterior ley. Especialmente llamativa es la ausencia del segundo, pues la llamada al acto y el mantenimiento del orden de las subastas se encomienda en exclusividad al secretario judicial, cuando legal y reglamentariamente es una función propia de los agentes judiciales. Hubiera sido una inclusión preferible, ya que aliviaría al secretario judicial en este trabajo, para así prestar una mayor atención a funciones más técnicas que se le exigen en estas actuaciones judiciales. ◗ Cesión y aprobación del remate: Sólo el ejecutante podrá hacer postura reservándose la facultad de ceder el remate a un tercero. La cesión se verifica por medio de comparecencia, con aceptación del tercero y previo o simultáneo pago del precio de remate. No menciona la ley ante que órgano jurisdiccional se cede el remate, aunque por extensión analógica con el anterior artículo 1.499 suponemos que se hará ante el mismo que celebró la subasta. También se silencia cuándo se celebrará la comparecencia de cesión que dependerá, ex art. 650, de la clase de remate aprobado por el Tribunal. Se pudo mejorar la técnica legislativa de estos preceptos. La aprobación del remate ha sufrido numerosas e importantes innovaciones. Así, en la ley vigente se exige que la postura sea igual o superior al 50% del avalúo (la anterior legislación no admitía posturas que no cubrieran las dos ter42 / PROCURADORES • Abril 2003 ceras partes del avalúo, aunque con relevantes depreciaciones en las posteriores subastas que regulaba). La aprobación se realizará por auto (se separan las funciones del juez y del secretario judicial) en el mismo día o siguiente. Vuelve a fijar la ley, en un criterio que hubiera sido preferible suprimir unos plazos tan breves que van a ser de difícil cumplimiento por el Tribunal. Se concede un plazo de diez días al mejor postor para que consigne el resto del importe de la adjudicación, poniéndosele con posterioridad en posesión de los bienes. La ley omite igualmente en este punto el plazo que tiene el secretario judicial para la práctica de la correspondiente liquidación de principal, intereses y costas. Además se debió dar entrada en este acto al ejecutante, e incluso posibilitársele a presentar liquidación o renunciar a la misma, cuando se apreciara diferencia entre lo reclamado y el remate. Veremos y esquematizaremos los diversos supuestos de aprobación del remate que establece el art. 650 LEC: 1º.–Que la postura sea igual o superior al 50%. En este caso se aprueba el remate a favor del postor. 2º.–Que la postura sea igual o superior al 50% y hecha por el ejecutante. Se procede por el Secretario Judicial a la liquidación de principal e intereses, y, tras su notificación, se concede el plazo de diez días para que se consigne la diferencia pendiente de la liquidación de costas y su resultado. 3º.–Que la postura sea superior al 50% pero con ofrecimiento de pago a plazos con garantía bancaria suficiente o hipotecaria del precio aplazado. Se concede el plazo de cinco días al ejecutante para hacer uso del derecho a adjudicarse los bienes por el 50% del avalúo, a sabiendas que si no lo ejercita se aprueba el remate a favor de aquella postura. No llegamos a comprender –no es nuestra intención el constante planteamiento de problemas– por qué se concede este derecho al ejecutante, sobre todo en supuestos donde la cantidad pagadera a plazos pueda suponer un importe superior al 50% (imaginemos que se garantiza el 100% del importe del avalúo), con la consiguiente lesión para el ejecutado. Debería haberse otorgado facultades al Tribunal para su actuación, en aras de la buena fe y equidad, para actuar en estos casos. Se repite este privilegio en la subasta de bienes inmuebles. 4º.–Que la postura sea inferior al 50% del avalúo. Se pueden plantear, a su vez, diversos supuestos: 4.1. El ejecutado, en el plazo de diez días, puede:presentar un tercero que mejore la postura con ofrecimiento de cantidad superior a ese 50% de la tasación. Ofrecer menos del 50% siempre que sea suficiente para pagar al ejecutante. 4.2. El ejecutante puede dentro de los cinco días siguientes solicitar la adjudicación por la mitad de la tasación o por la cantidad que se le deba, siempre y cuando sea superior a la mejor postura presentada. 4.3. Si no se hace uso de estas facultades se aprobará el remate a favor del mejor postor, siempre que su postura supere el 30%, o, si es mejor la cantidad ofrecida, cubra la suma por la que se despachó la ejecución, incluyendo los intereses y costas. En otro supuesto, oídas las partes y vistas las circunstancias del procedimiento se aprobará o no el remate. 5º.–Si no hay postores, en el plazo de veinte días debe el ejecutante pedir la adjudicación por el 30% del avalúo o por lo que se le deba por todos los conceptos. Caso contrario, se alza el embargo a instancias del ejecutado (art. 651). Consideramos, se debió dar esta posibilidad de oficio al Tribunal, porque si no se ha conseguido la venta judicial, qué sentido tiene dejar los bienes embargados. Aprobado el remate en cualquiera de los supuestos transcritos se acordará la devolución de las cantidades depositadas por los postores, excepto la del mejor postor que quedará en depósito como garantía del cumplimiento de su obligación, o en su caso, como parte del precio del remate. Si los postores lo instan pueden mantenerse las cantidades depositadas por si el rematante no entregara las cantidades aplazadas, a fin de que se aprobara el remate a favor del siguiente postor. ¿Esta petición de los postores, puede ser realizada por cualquiera de ellos, la mayoría o por unani- midad? De las respuestas a esta pregunta pueden darse múltiples situaciones, algunas no deseadas. Como novedad, resaltar que la vigente ley (art. 650.5) permite al ejecutado el pago “en cualquier momento anterior a la aprobación del remate o de la adjudicación al acreedor”. La anterior normativa (art. 1498) limitaba al plazo si se pagaba antes de verificado el remate. ◗ La subasta en quiebra: Se mantienen las mismas causas y efectos que en la legislación anterior. La subasta en quiebra se produce bien porque no se consignare el pago aplazado, ora si por culpa del rematante dejare de tener efecto la venta. La quiebra determina la pérdida de los depósitos y así cuando pueda satisfacerse al acreedor con la cantidad depositada, se le entregará la misma, devolviendo el sobrante a los postores. Si no se satisface al acreedor, los depósitos se destinarán a sufragar los gastos que ocasione la nueva subasta, y el resto se adicionará a lo que se obtenga en la puja, por este orden. Con lo obtenido se pagará al ejecutante –principal, intereses y costas–, y si hubiere sobrante se entregará al ejecutado y, en su caso, se le compensará de la disminución del precio que se haya producido. El postor que se vea afectado por la pérdida del depósito será el mejor postor a cuyo favor se haya aprobado el remate, o todos los postores que tomaron parte en la puja si el Tribunal acordó la retención (art. 652.1. LEC). En el segundo supuesto de quiebra: “si por culpa de ellos – los postores – dejare de tener efecto la venta” los resultados son idénticos a los que se acaban de analizar. ¿Por qué se mantienen las dos causas de quiebra en la subasta, si los efectos son los mismos, y la segunda no es más que una modalidad de la primera, por encontrase su supuesto incluido en “la falta de consignación en plazo”? Podría haberse evitado esta duplicidad, refundiéndolas en el nuevo texto normativo. ◗ Pago al ejecutante: Se pone fin a la vía de apremio normando que el precio obtenido “se entregará al ejecutante a cuenta de la can- tidad por la que se hubiere despachado ejecución”. Si hubiera sobrante se retendrá por el Tribunal hasta que se liquiden los intereses y costas de ejecución. La ley ordena la entrega al ejecutado del sobrante, si existiere, una vez satisfecho el ejecutante y pagadas las costas, salvo reembargo y embargo del sobrante. 6.–LA SUBASTA DE LOS BIENES INMUEBLES (arts. 655 a 657 LEC). No existía en la Ley de 1881 una separación de la subasta de bienes inmuebles con respecto a la de los bienes muebles, constituyendo otra de las novedades de la vigente legislación. No obstante, hace extensible el régimen de los inmuebles a los bienes muebles sujetos a un régimen de publicidad registral similar al de los inmuebles; y al propio tiempo, establece el carácter supletorio de las normas de la subasta de bienes muebles para la de los inmuebles. Se prevé una serie de especialidades que iremos viendo a continuación. Seguiremos en este apartado –en lo posible– la sistemática, por epígrafes que hicimos en la subasta de bienes muebles. ◗ Valoración de los bienes inmuebles: Sabemos que por prescripción legal las normas sobre valoración son comunes cualquiera que sea el bien que se subaste. En la subasta de bienes inmuebles se efectúa una doble valoración: por un lado, la valoración pericial, subjetiva, atendiendo al valor del mercado del bien. Por otro lado, la valoración judicial objetiva, realizada por el Secretario Judicial, deduciendo del valor de su avalúo el importe de todas las cargas y derechos anteriores al gravamen por el que se hubiere despachado la ejecución. Para esta segunda valoración será necesario conocer dichas cargas y gravámenes, por lo que se librará mandamiento al Sr. Registrador de la Propiedad para que certifique sobre: primero, la titularidad del dominio y demás derechos reales del bien o derecho gravado y, segundo, derechos que existan sobre el bien registrado y, en especial, las cargas inscritas que lo graven o, en su caso, que se encuentre libre de ellas. El registrador de la propiedad anota la expedición de la certificación por nota marginal y lo comunica a toda persona con algún derecho inscrito en asiento posterior al derecho del acreedor y que figure en la certificación de cargas. Los titulares de derechos posteriores inscritos no reciben esta comunicación registral (¿?) sin perjuicio de acreditar su derecho ante el Tribunal en la confección del avalúo y demás actuaciones judiciales que les afecten. El artículo 659 LEC norma la actuación con los titulares de derechos posteriores inscritos haciendo una doble distinción entre aquéllos a los que se ha de notificar la existencia de la ejecución, y aquéllos a los que no hay que hacerlo, contemplando la posibilidad de que los titulares de derechos inscritos con posterioridad al embargo que se ejecuta satisfagan ante el remate el importe del crédito a los efectos de la inscripción en el registro del oportuno documento de acceso – acta notarial o mandamiento judicial–. La Ley vigente prevé la novedad de, a petición del ejecutante, dirigirse el Tribunal a los titulares de derechos inscritos preferentes para solicitarles el estado actual de su crédito, con el fin de determinar si las cargas anteriores subsisten, están extinguidas o se puedan valorar realmente. Los oficios con este objeto se entregan al Procurador del ejecutante para que cuide de su diligenciado. A la vista de lo actuado, el Tribunal, siempre a instancia del ejecutante, librará cuantos mandamientos sean necesarios para que se refleje tabularmente la nueva situación de los créditos anteriores. Si la titularidad del bien es de persona distinta al ejecutado se alza el embargo, salvo que esta circunstancia ya se haya tenido en cuenta al hacer anotaciones en los supuestos legales. Se alzará igualmente el embargo si el valor de las cargas excede del determinado para el bien ejecutado. Martínez de los Santos afirma, no falto de cierta razón, que en el avalúo de los bienes inmuebles la anarquía procedimental es manifiesta, pues “no se prevén alegaciones de las partes, no se requiere formalidad alguna, ni posible recurso, y se presume que todas las cargas anotadas en el Registro pueden valorarAbril 2003 • PROCURADORES / 43 se aritméticamente y el acierto del secretario judicialen la confección de su operación de avalúo”10. Hemos transcrito este párrafo doctrinal dado los flecos legales que apunta. ◗ Convocatoria de la subasta: Una vez justipreciados los bienes inmuebles y aportados o suplidos los títulos que acrediten el dominio, se anuncia la subasta con veinte días como mínimo de antelación a la fecha en que se va a celebrar, notificándose al ejecutado en el domicilio que figure en el título ejecutivo. La convocatoria se hará identificando individualmente cada bien o por lotes cuando las características de aquéllos lo permitan. ◗ Publicidad de la subasta: Se publicará en idéntica forma a la expuesta para los bienes muebles. Se deberá hacer constar en los edictos o en los medios que se utilicen una serie de condiciones generales y particulares. Son condiciones generales: la identificación de la finca, la valoración del bien, certificación registral y titulación que estará de manifiesto en Secretaría, que todos los licitadores aceptan la titulación, que las cargas anteriores seguirán subsistiendo y los licitadores quedarían subrogados en las mismas (art. 668 LEC). Se prevé también la posibilidad legal de convocatoria sin suplir los títulos, con manifestación expresa de este hecho y con la condición de que el rematante verificará la inscripción antes o después del otorgamiento de la escritura de venta. Son condiciones particulares: el depósito previo del 30% del avalúo de los bienes para poder tomar parte en la subasta, y el apercibimiento de aceptar la titulación, su inexistencia y subrogación en las cargas o gravámenes anteriores. En casos concretos se pueden constatar en los edictos cualquier otra condición distinta a las anteriormente expuestas. ◗ La puja y posturas por escrito: Se sigue el sistema contemplado para los bienes muebles. ◗ Desarrollo de la subasta: Se desarrollará en la forma prevista para la subasta de los bienes mue44 / PROCURADORES • Abril 2003 bles, haciéndose constar expresamente en el acta que extienda el Secretaria Judicial que los “postores aceptan la subsistencia de las cargas y gravámenes anteriores” con subrogación en los mismos. Regula la ley la posibilidad de celebrar subastas simultáneas en uno o varios Tribunales. En estos supuestos se suspenderá la aprobación del remate hasta conocer por cualquier medio la mejor postura ofrecida. De producirse un empate en las posturas ofertadas se procede a nueva subasta en el Juzgado que conoce del procedimiento dirimiendo entre los mejores postores (art. 673 LEC). ◗ Cesión y aprobación del remate: Con respecto a la cesión del remate, se remite la ley a lo dispuesto en su art. 647.3, que ya hemos tenido ocasión de tratar. La aprobación del remate queda recogida en el art. 670 de la LEC y se dan los siguientes supuestos: 1º.–Que la postura sea igual o superior al 70% del valor del bien inmueble. Se aprueba por auto el remate en el mismo día o en el siguiente a favor del mejor postor, y se le concede veinte días para consignar la diferencia de precio. 2º.–Que la postura sea igual o superior al 70% del valor del inmueble y se haya hecho por el ejecutante. En este caso se liquida principal, intereses y costas, consignándose la diferencia. 3º.–Que la postura sea superior al 70% del valor y se ofrezca la garantía de pago aplazado. Se notifica al ejecutante para que en el plazo de veinte días ejercite su derecho de adjudicación por aquel porcentaje, advirtiéndole que transcurrido dicho plazo sin ejercitar aquella facultad se aprobará el remate a favor del postor. 4º.–Que la postura sea inferior al 70% del avalúo. Pueden presentarse diversas variantes, a saber: 4.1.–Que el ejecutado presente en el plazo de diez días a un tercero que ofrezca más del 70%, o que aunque ofrezca menor importe, éste sea suficiente para el pago del crédito al ejecutante. 4.2.–Que el ejecutante en el plazo de cinco días, posteriores al anterior- mente indicado, haga uso de la facultad de adjudicarse los bienes por el 70% de su avalúo o por el importe de la cantidad que se le adeude siempre que sea superior a la mejor postura presentada. 4.3.–Caso distinto a los anteriores, se aprueba el remate siempre que la postura supere el 50% del precio de avalúo o si inferior cubre como mínimo la cantidad por la que se ha despachado la ejecución, los intereses y las costas. 4.4.–Que las posturas no llegan al 50% del avalúo: se oirá a las partes y el Tribunal resolverá atendiendo a las circunstancias del caso. 4.5.–Que no haya postores: el ejecutante se puede adjudicar los bienes por el 50% de su justiprecio o por la cantidad que se le adeude por todos los conceptos. Si en veinte días no ejercita esta facultad se alza el embargo. ◗ La subasta en quiebra: Se aplica a los bienes inmuebles lo dispuesto en el art. 653 de la LEC para los bienes muebles. ◗ Pago del ejecutante: Existe una remisión al articulado que regula la materia en los bienes muebles: las cantidades cobradas se destinarán a la extinción del crédito del ejecutante, y si hubiere sobrante, a los créditos posteriores anotados con posibilidad de mejora de embargo y reembargo, respectivamente. A continuación pasaremos a tratar el estudio de dos figuras propias de la subasta de bienes inmuebles: ❒ Primera: La inscripción registral. Se regula en el art. 674 de la LEC Es título suficiente el testimonio del auto de aprobación del remate expedido por el Secretario Judicial, donde constarán aquellos datos que ya se recogían en la anterior legislación; y ello es así porque tal contenido se extrapoló de lo dispuesto en la regla 17ª del art. 131 de la Ley Hipotecaria –regulador del procedimiento sumario de ejecución hipotecaria–. El mandamiento, para cancelar las cargas, se expedirá a instancia del adquirente y afectará al gravamen que originó la ejecución así como a todas las inscripciones y anotaciones posteriores. Contendrá los datos que recoge la legislación hipotecaria. ❒ Segunda: La toma de posesión –ocupación– del inmueble. La regula los artículos 661 y 675 de la LEC. Trae igualmente su causa de la legislación hipotecaria, pero ahora completada en la vigente legislación procesal civil. El primero de los preceptos establece la posibilidad de ocupación del inmueble por personas distintas del ejecutado, supuesto en el que se les notificará la existencia de la ejecución para que en el plazo de diez días presenten la titulación que justifica dicha situación (en el anuncio de la subasta constará la situación posesoria del inmueble o si está o no ocupado). El ejecutante puede solicitar antes del anuncio de la subasta una declaración del Tribunal de que el ocupante no tiene derecho a permanecer en el inmueble una vez adjudicado y enajenado. Se señalará vista dentro del plazo de diez días para alegaciones y practicar la prueba que se admita sobre la situación legal de la ocupación. Se resuelve por auto no recurrible quedando a salvo el derecho de las partes a ejercitar en el juicio que corresponda. El segundo de los artículos resuelve sobre la ocupación del inmueble, estableciendo que se procederá al lanzamiento cuando se haya resuelto por el Tribunal que el ocupante no tiene derecho a permanecer en él, con reserva de acciones en el juicio correspondiente. Si la ocupación del inmueble se diera sin haberse previamente resuelto sobre el derecho de los ocupantes (art. 661 LEC), el adjudicatario podrá pedir el lanzamiento de los ocupantes de hecho o carentes de títulos en el plazo de un año. A la petición seguirá una vista, con fase de alegaciones y probatoria, y resolución del Tribunal por medio de auto no recurrible –si procede el lanzamiento o no–, reservando a las partes el ejercicio de las acciones legales en el juicio correspondiente. 7.–LA ADMINISTRACIÓN PARA PAGO (arts. 676 a 680 LEC). Es uno de los modos previstos por la ley para evitar la venta de bienes del deudor dando satisfacción al ejecutante de su crédito. El acreedor puede instar, en cualquier momento, la entrega en administración de todos o parte de los bienes embargados para aplicar su rendimiento al pago del principal, intereses y costas de la ejecución. El Tribunal acordará, previo inventario, que se ponga al ejecutante en la posesión de los bienes y se notifique este hecho a las personas que el mismo designe. Igualmente el Tribunal citará a audiencia a terceros titulares de derechos sobre el bien embargado con posterioridad al ejecutante, y acordará en idéntico sentido sobre si procede o no la administración para pago. Aquéllos que impidan o dificulten la administración serán compelidos con multas coercitivas, sin perjuicio de responsabilidad de cualquier otro tipo. En la administración se atenderá al pacto de ejecutante y ejecutado, y en otro caso, a la costumbre del país. Cualquier controversia en la administración, a excepción hecha de la rendición de cuentas, se solventará por los trámites del juicio verbal. La rendición de cuentas –salvo que por el Tribunal o por pacto se haya dispuesto otra cosa– se hará anualmente ante el secretario judicial. Se da traslado de la dación de cuentas por quince días al ejecutado. Si formulara alegaciones se da traslado al ejecutante por nueve días, manifestando su conformidad o disconformidad con ellas. Si hubiere desacuerdo entre las partes se citará a ambos a una comparecencia en el plazo de cinco días, practicándose las pruebas que propongan en un plazo no superior a diez días. Se resuelve por auto, que se dicta en el plazo de cinco días, sobre la aprobación o rectificación de las cuentas. La administración puede finalizar por cualquiera de los siguientes motivos: 1º. Cuando el administrador haya cobrado principal, intereses y costas; 2º. Si el ejecutado paga al administrador lo que resta del débito; y 3º. Si el administrado no logra la satisfacción de su crédito por ese medio, puede pedirse ponga término a la administración y se proceda a la realización forzosa por otros medios –estudiados ya en este trabajo–. V.–CONCLUSIONES Estamos finalizando este trabajo y es el momento de realizar unas conclusiones sobre la regulación que la ley ha dado a la institución objeto de análisis. No nos vamos a extender en este apartado. Era opinión casi unánime del legislador y de todos aquellos que viven el mundo del Derecho la necesidad de las reformas de nuestras centenarias leyes procesales. Con la Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 se ha pretendido satisfacer esta demanda general en cuanto a la ley adjetiva civil. Obviamente la reforma no ha sido global. Por un lado, sólo a afectado a la jurisdicción contenciosa; y por otro, ni siquiera ésta ha sido incluida totalmente. Hemos ido constatando las novedades y problemática que la nueva legislación aporta y suscita. Es obvio que ninguna ley es –ni puede ser– perfecta. Pero también hay que reconocer que se han producido innovaciones que el dictado de principios normativos que reclamaban la derogación de la ley de 1881, y, con ello, su acercamiento a la realidad de nuestros días. Las críticas han de existir siempre. Es lo deseable. ¿Cuántas críticas no recibió durante toda su longeva vida la ley de 1881 y sobrevivió durante más de una centuria? Es nuestra opinión, que como cualquier texto legal, el actual de la LEC es mejorable, pero se han dado pasos importantes con respecto al texto anteriormente vigente. En multitud de ocasiones se cargó en exceso de demagogia política y de mala prensa interesada sin ni siquiera haber examinado con profundidad su texto. Partimos una lanza a su favor, y que sea el tiempo, o el mejor juez el que sitúe el actual texto en el lugar que le corresponda. El legislador, los Tribunales y los profesionales del Derecho, también tienen mucho que aportar sobre el futuro de la vigente norma. Por lo pronto, se han acallado muchas críticas generales de quien ni siquiera la conocía. Reiteramos, que el tiempo sea su juzgador. Abril 2003 • PROCURADORES / 45