La concentración Juanjo Hernández Ejercicios para lograr una mejor concentración, que nos ayude a sentir más cerca el centro de la diana. Entre las muchas acepciones que podemos encontrar sobre este término, el único que nos interesa es: Concentración: es la facultad de detener la atención y mantenerla voluntariamente sobre un punto preciso y único, durante un tiempo determinado. Por supuesto, no es tan sencillo como plasmar la definición en una frase, ni mucho menos. Amaestrar la mente, adiestrarla para tal fin, es cuando menos, una labor de constancia y nada fácil, dado que es muy inestable, y se encuentra ávida de continuas distracciones, alejándonos de conseguir ese estado de concentración que buscamos. Lo que hace bueno el dicho que todos conocemos de: " te distraes con el vuelo de una mosca". Aunque nosotros tratemos los ejercicios de concentración encaminados al tiro con arco en cualquiera de sus modalidades, es obvio que ninguno de esos ejercicios ha sido pensado exclusivamente para ello, por lo que pueden servirnos en cualquier momento de nuestra vida diaria en el que tengamos que dedicarle instantes, aunque sólo sean unos instantes, a relajar nuestra mente de la presión a la que la sometemos, e intentar concentrarnos. Para contrarrestar la avidez en la captación de posibles distracciones, que anteriormente he comentado, el arquero debe moldear su mente a base de continuos y rigurosos ejercicios, como única forma para poder conseguirlo. Estos ejercicios van encaminados a que el arquero intente aguzar su campo nítido de visión, evitando la intrusión de cualquier elemento extraño. Debo insistir en que es mucho más sencillo plasmar en estas líneas lo que se debe hacer, que conseguir la realización plena de una correcta concentración. Desde luego el éxito de los tiros que realicemos dependerá, esencialmente, de la facultad que el arquero tenga de concentración y dominio de la mente. De igual modo depende del estado en el que se encuentre la persona que desea concentrarse, es obvio que un pensamiento controlado puede obrar verdaderos milagros, si este control es bueno y por supuesto si es positivo. Muy al contrario que en un estado de ansiedad, en el que un pensamiento incontrolado puede crear desordenes. Si el arquero se encuentra en un estado alterado, que le impide concentrarse en la diana, es absolutamente vulnerable a la entrada de distracciones y por tanto inseguridad a la hora de efectuar el disparo. Deberíamos antes de empezar a explicar algunos de estos ejercicios de concentración, contemplar algunas reglas positivas, que son fundamentales a la hora de preparar nuestra mente para una concentración: x Canalicemos nuestro esfuerzo metal sobre lo esencial, y lo único que nos debe interesar en ese momento: el tiro que vamos ha realizar sobre la diana. x Alejemos, o por lo menos debemos intentarlo, todos los pensamientos exteriores que nos puedan apartar de nuestro principal fin, que no es otro que impactar en la diana. x Conocemos y tenemos confianza en los automatismos de disparo cuya coordinación sabemos que es perfecta. x Nos encontramos relajados, o estamos seguros de conseguir una buena relajación. x Quizás esta última parezca una tontería, pero casi es fundamental: Nos encontramos felices y tenemos el entusiasmo de un niño. Como ejemplo de concentración podemos destacar una anécdota del escritor Paramanda, extraída de su libro "Concentración y Meditación": En la india antigua se organizó un torneo destinado a comprobar la habilidad que los príncipes tenían el tiro con arco. Para ello, cuenta Paramanda, que en el extremo de un largo mástil se situó un pez de madera, cuyo ojo era la diana. Uno tras otro los príncipes fueron tensado sus arcos y lanzando sus flechas en vano, hasta que uno de ellos, el príncipe Arjuna acertó en la diana. El maestro preguntaba a cada príncipe antes de efectuar el anclaje y disparar la flecha, que ¿qué era lo que veían? Todos respondían: "Un pez colgado del extremo del mástil, con la cabeza, ojos, cola, etc." tan sólo Arjuna, el único que acertó en la diana respondió " Veo el ojo del pez". Quizás con ayuda de Paramanda y de esta anécdota, podamos comprender algo más el poder de la concentración: no es la diana lo que tiene que ocupar nuestra mente, si no el punto de ella, y solamente ese punto, en el que queremos impactar nuestra flecha. Para poder obtener una buena capacidad de concentración, debemos realizar con asiduidad una serie de ejercicios de adiestramiento. No es suficiente que estos ejercicios sean realizados con unos pocos minutos robados a la semana, con la prisa que caracteriza nuestras vidas, si no que por el contrario, sería conveniente que buscásemos la forma de que todos los días pudiésemos disponer de esos minutos necesarios para ello. Realicemos un ejemplo de ejercicio de concentración; elige cualquier objeto y sitúalo a aproximadamente un metro de distancia de ti, más tarde fija tu mirada sobre él. Debes procurar que sea sencillo en su forma, para poder visualizarlo en su totalidad. Una caja de cerillas puede servirnos para realizar el ejemplo, es un objeto sencillo y fácil su observación. 13 Comienza por conocer qué ideas te sugiere. Siempre que se realiza este pensamiento, se tiende a estudiar el aspecto del objeto, sus propiedades, su color, su forma, el material del que está confeccionado, y su superficie, entre otros. Debes considerar que este ejercicio se trata de una simple gimnasia mental, sin darle en ningún momento un valor intelectual. Concéntrate en el objeto durante al menos un minuto, sin que se interponga en tu pensamiento el más mínimo obstáculo. Es muy probable que la primera vez que lo intentes no consigas tus fines, esto es, que cualquier pensamiento te aparte de la concentración sobre el objeto. Es aconsejable que aceptes humildemente tu fracaso y vuelvas a comenzar cuando creas que te encuentras dispuesto para ello. Será la mejor manera de darte cuenta de lo lejos que te encuentras del más elemental control de tu mente. Cuando seas capaz de prolongar este ejercicio durante tres minutos, podrás pensar en realizar otro. Debes tener presente que en este ejercicio tan sólo hemos trabajado con el sentido de la vista. El arquero, después de realizar una gimnasia mental, como la que nos ha ocupado, podrá intentar efectuar un ejercicio de puntería. Este consiste en observar una diana de círculos concéntricos y concentrarse sobre el centro de cada uno de los círculos de color que tiene, es decir: concentrarse en el centro del centro, del centro, del corazón de la diana. Se trata de ver los diferentes círculos de la diana representados en un cono cuyo vértice es el centro de la diana (ver la figura que acompaña a este texto). Intentemos darle forma: se trata de intentar centrarnos en el centro del circulo de color negro, después centrarnos en el centro del circulo azul, realizar posteriormente la misma operación sobre el centro del círculo rojo, para por último centrarnos en el centro del circulo amarillo. Obviamente el centro de todos los círculos son el mismo. El ejercicio que vamos a ver a continuación, es el de más difícil realización de todos los que hemos visto, pero a su vez el que da unos resultados de una alta satisfacción. Es un ejercicio de concentración basado en los colores, y en la capacidad de percepción de los mismos, y es uno de los que Chrismas Humpherys ideó para llevar a la persona a amaestrar la mente de forma que pudiera hacer olvidar problemas e incluso dolencias. Aunque pueda parecer mentira, ejercicios de este tipo han sido diseñados para que enfermos que tenían que recibir fuertes medicaciones para poder soportar las dolencias producidas por su enfermedad, lograsen con ellos concentrarse de tal forma que pudieran sobreponerse a los dolores haciendo de esta manera que les fuera suministrada menos cantidad de fármacos. Es un ejercicio de concentración muy importante al mismo tiempo que difícil de conseguir, pero que nos puede conducir a un estado de concentración muy importante e intenso. Por lo que es necesario que perdamos unos minutos en su explicación, al mismo tiempo que os pediría que lo leáis con tranquilidad hasta que comprendáis bien los pasos a seguir. Como todos los ejercicios de concentración que se precien, éste, como muchos otros, provoca en aquellas personas que no tienen gran interés por ellos, la firme creencia de que están perdiendo su precioso tiempo, y que todo esto no es más que una total y absoluta tontería. Nada más lejos de la realidad, todo arquero necesita concentrarse y aprender cómo hacerlo cada vez mejor. El ejercicio es laborioso en su explicación, pero fácil de comprender y realizar. Si llegamos a conseguir dominarlo, nos será de mucha utilidad a la hora de una concentración sobre una diana o sobre una pieza en un lance de caza. Es muy importante y absolutamente necesario que intentemos realizar este ejercicio prestando el máximo de nuestro poder de concentración, cualquier intromisión de otro pensamiento que no sea el color que nos ocupa, nos hará volver al punto de partida. Chrismas Humpherys, nos propone impregnar nuestro campo mental de un color en particular, para progresivamente pasar a otro. Vamos a centrarnos en él: * Cierra los ojos (obviamente cuando vayas a realizar el ejercicio, ahora te impediría seguir leyendo) * Visualiza mentalmente el color azul. No se trata de que en tu mente veas un objeto de color azul, me refiero al color azul en sí mismo. El color azul tiene que llenar tu pensamiento por completo. Mal comparado es como cuando en algunos televisores modernos de color cuando no hay emisión, la pantalla se llena por completo de un color azul luminoso. * Una vez conseguido esto, introduce lenta pero progresivamente el color amarillo en el azul, de tal forma que el originario color azul se convierta poco a poco en azul verdoso. Pero debemos centrarnos en que el añadido de color sea progresivo, no que del azul primitivo que llenaba nuestra mente, pasemos a un azul con manchas amarillas o verdosas, como si de irisaciones o vetas se tratara. * Continúa añadiendo más y más amarillo hasta conseguir un único color verde; vivo y luminoso. Un verde que te haga olvidar por completo el color azul originario. * Bien, si lo has logrado tu mente está llena de color verde, de un verde brillante y luminoso. * Comienza a añadir más amarillo, de la misma forma anterior, sin manchas, uniformemente, hasta conseguir un amarillo puro, sin resto de ningún otro color anterior, un amarillo absolutamente brillante y luminoso. Llegado a este punto has conseguido acabar con el ejercicio, pero no es tan sencillo. En el momento que cualquier pensamiento extraño, te aparte de los pasos a seguir, deberás volver al punto de partida. Del mismo modo no es necesario que el ejercicio se complete en su totalidad desde un principio, realizarlo por fases y no intentar la siguiente, si no se ha logrado concluir perfectamente la anterior, no nos servirá para nada. Debes repetir este ejercicio cuantas veces puedas hasta conseguir dominarlo, esto es, que no interfiera ningún pensamiento extraño que te aparte de su consecución. La dominación de este ejercicio nos acerca gradualmente a la concepción de un solo color, eliminando el resto de los existentes en su entorno. En efecto, podemos llegar a eliminar mentalmente de la información que recibimos de nuestros ojos, los colores que rodean al objeto, dejando nuestra concentración en el color propio del objeto en el que pretendemos impactar nuestra flecha. Tan sólo me queda animaros a que perdáis algunos minutos realizando estos ejercicios, y sobre todo que penséis que no es ninguna tontería y que ayudan a realizar una concentración óptima sobre la diana, y a relajarnos ante los problemas que nos agreden en nuestro diario acontecer. Juanjo Hernández