Domingo VI del Tiempo Ordinario. Febrero, 15 del 2009. Jorge E. Campos Huamán, Pbro. Marco de referencia: P. Octavio Ortiz. I.- Sagrada Escritura: Lv 13, 1-2.44-46; Sal 32; 1Co 10, 31-11, 1; Mc 1, 40-45 II.- Nexo entre las lecturas: El libro del Levítico en esta oportunidad, nos relata el trato que se debían dar a los leprosos, quienes cuidando del contagio, eran declarados impuros por el Sacerdote y puestos en las afuera de la ciudad, cubierta la cabeza y con vestiduras rasgadas (1L). San Pablo, orienta a los cristianos de Corinto, a conservar el respeto, agradar a todos a tener en cuenta el bien común en la Iglesia, a in de agradar a Dios e imitar a Cristo, evitándose así los falsos juicios y escándalos frente a los Judíos y griegos (2L). San Marcos, nos presenta a Jesús compasivo, que cura a un leproso que le expone su libre voluntad de ser curado “si quieres”; y lo envía a la comunidad y a los sacerdotes, para que manifieste su testimonio y sea reconocido que se encuentra en perfecto estado y cumpla con lo prescrito en la ley de Moisés (EV). III.- Mensaje doctrinal: 3.1.- “Cuando uno tenga en la piel de su carne, tumor, erupción o mancha blancuzca…será llevado al sacerdote…”.- La lepra, es una enfermedad bacteriana crónica de la piel, los nervios de las manos y los pies y las membranas de la nariz. Las Sagradas Escrituras, nos hablan de ella, “lepra”, “impureza del cuerpo”, como una enfermedad endémica de mucho cuidado, tanto por lo que es y por el contagio. Esta enfermedad era controlada por el sacerdote, quien al observar su evolución y si eran graves los síntomas con el carácter de heridas hundidas o deprimidas y era difícil la curación; el individuo era declarado leproso y a la vez era sometido al régimen destinado a los inmundos. El Libro del Levítico, los Números, los Reyes, las Crónicas, de Job, y en los Evangelios se habla de ella y se considera como un “castigo de Dios”: “María mujer de Aarón habló mal de moisés…” y se curó, gracias a la intercesión de Moisés, y así también fueron curados muchos, por intercesión de los profetas: Eliseo curó a Naamán el Sirio y Gizei, una impostora; Satanás hirió a Job y después fue curado. En el Nuevo Testamento, disminuyen enormemente las menciones sobre la lepra, pero siempre sin señalar síntomas capitales de la enfermedad. Más bien es mencionada como milagros efectuados por Nuestro Señor Jesucristo en el curso de sus años de peregrinaje y de prédica. Hoy esta enfermedad sigue existiendo en el mundo y es calificada como la enfermedad de “hansen”. Dios, inspiró a Moisés a escribir sobre esta enfermedad y así también pudo haber instituido una manera general de tratarlas como enfermedades infecciosas y de alguna manera haciendo recaer en la necesidad de ser considerada cómo una inmundicia espiritual producto del pecado; El, distinguiendo su separación física y haciendo de esto aún más clara su curación ,usa de ciertos rituales estableciendo ordenanzas ceremoniales y la considera como un símbolo por la que Dios nos inspira referirnos al mal que abraza la totalidad de nuestra vida y de nuestros corazones y del que debemos ser curados con la ayuda de la gracia y de Dios. 3.2.- “No deis escándalo, ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios” (1Co 10, 32).- En la vida siempre pecamos, de escandalosos, alarmistas, etc. frente a tantas realidades de la vida y muchas veces queremos pasar por hombres de buen juicio, de puritanos, pulcros y limpios de conciencia y corazón, cuando en realidad en la vida interiormente, estamos:“llenos, de huesos, de muertos y de toda inmundicia…de hipocresías y de iniquidades” (Mt 24, 27-28). Debemos darnos cuenta que lo auténtico, vale en la vida, el respeto de unos con otros, la estimación, la virtud, la sana moralidad, frente a un mundo que se preocupa en orden al bien a agradar a todos como se debe agradar a Dios. Vale mirar a nuestro alrededor que siendo cristianos hoy legalizamos y permitimos el aborto, la corrupción, la coima por obtener favores y a nombre de la justicia y de caridad, se reparten las cosas necesarias, sacamos su sisa; y pensando en el amor propio, nos aprovechamos del dolor y del sufrimiento ajeno, para lucrar y aparecer con grandes títulos de ser gestores de bien. Nos estamos engañando y haciendo daño que al final de cuentas recae sobre nosotros mismos saber que cuando la fragilidad nos seduce y es justificada, la mentira y el engaño crece, se roba información, se viola conciencias. Vale considerar si es la lepra del “Siglo” la que hoy necesita curación, la que necesita de la palabra de Dios e inspiración de sus ministros para colmar nuestra vida espiritual, nuestra vida interior de las cosa de Dios. Pues hoy, la conciencia de pecado está creando una nueva oscuridad y los pecadores ya no nos atrevemos a acudir al médico que nos limpie y nos salve; como también, muchos médicos de almas, hemos dejado de sentarnos en el confesionario habiendo dejado de lado la dirección y el acompañamiento espiritual. Recobremos la salud y hagamos el todo por el todo, para agradar a Dios, no sembremos escándalos, hagamos esfuerzo a costa de la verdad y del bien por el amor de Dios, salvemos nuestras vidas y signamos las huellas de Jesús. 3.3.“Si quieres puedes limpiarme…Quiero queda limpio” (Mc 1, 4041”.- Es sorprendente ver, cómo el leproso se acerca a Jesús contraviniendo de modo flagrante la ley que le prohibía. Su audacia lo acercó y fue premiado. Por esta gracia milagrosa podemos decir que aquel que se encuentra con una enfermedad de muerte en su alma y todo aquel que descubra en su alma pecados inconfesables, deba acercarse a Jesús con confianza; El es, compasivo y misericordioso capaz de curar nuestras complicadas enfermedades. Sepamos que el pecado nos crea oscuridades, y si lo acumulamos nos vamos haciendo más trágicos; por eso es necesario alejarnos de ese círculo vicioso, para que con valentía nos acerquemos a Jesús suplicantes y puesto de rodillas, le digamos ¡Oh Señor!, “Si quieres puedes limpiarme”. Debemos buscar gradualmente nuestro alivio con humildad hasta quedar curados; debemos dejar que ponga sus manos sobre nosotros, sobre nuestras heridas; dejemos que el beneplácito de Dios que nos ama, haga que vivamos y que Cristo nos dirija su mirada y nos diga: “Quiero, queda limpio”, para que tengamos una vida feliz y que todo lo que hagamos de bien sea para gloria de Dios. Que en un mañana seamos signo de esperanza en el ambiente en que nos encontremos y en el mundo que nos necesita, estemos sanos y salvos. Démonos cuanta, que hoy los vicios, la mala alimentación, las desmedidas preocupaciones, nos están llenando de estrés, de malos placeres, soledades, depresiones, angustias y de diversos tipos enfermedades: “lepras”; por ello purifiquemos la conciencia, hagamos lo debido, con recta intención, en lo pequeño y en lo grande, en la vida de nuestras familias y en el trabajo, en el estudio y en los momentos de prueba. Si el pecado acecha nuestra vida, huyamos de él; tener coraje y fortaleza, digamos como Domingo Savio: “Antes morir que pecar” o como San Pablo “todo lo puedo en aquel que me conforta” (Fil 4,13). IV.- Sugerencias pastorales: 4.1.- Hacer conciencia, que toda enfermedad física o espiritual, del cuerpo y del alma, tiene su causa.- Los males en este mundo no provienen de Dios; El es sumo bien, nos bendijo y todo lo hizo bien; nos hizo a su imagen y semejanza. 4.2.- Acudir a Jesús y confesémosle nuestras dolencias, nuestro pecados y enfermedades.Descubrámosle nuestro corazón seamos sinceros, hablémosle de nuestros dolores y sufrimientos. 4.3.- Dar testimonio haciendo todo lo que agrada para la gloria de Dios.- Deja de lado vanidades, apariencias, hipocresías; seamos auténticos, hombres de esperanza, de fe y vida. Demos muestra de coraje, hagamos que todo dolor sea salvífico.