exhortacion a la juventud

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EXHORTACION A LA JUVENTUD
PROF. EM. JOSE LUIS BADO
SR. PRESIDENTE DE LA SLAOT, PROF. AUGUSTO BONILLA
SR. PRESIDENTE DE LA SBOT, PROF. MARCIO IBRAHIM DE CARVALHO
SR. PRESIDENTE DEL X CONGRESO LATINOAMERICANO DE
ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA, PROF. J. A. NOVA MONTEIRO.
Señores Profesores; Distinguidas Señoras; Apreciados Colegas:
La persistente y pertinaz voluntad del Prof. Nova Monteiro me ha traído hasta aquí, delante de vosotros,
a pronunciar una breve exhortación, dirigida sobre todo a la juventud, de cuyo contenido y forma dudo
hasta tal punto que fue necesario un gran esfuerzo para poder ensayarla.
Honores y fortuna no marcharon parejos en la elección con la aptitud. Pero el deseo de venir y estar
otra vez entre ustedes me hace olvidar un poco la flaqueza de esta última seguro de que si es torpe la
palabra, alcanzará la emoción para hacernos advertir, por lo menos, lo sincero del afán y la magnitud del
esfuerzo.
Se me ocurre, contemplando esta magnífica Asamblea, de todas las edades, con todas las aptitudes, de
todas las procedencias, que puedo compararla con la ingente muchedumbre en ordenada procesión que
avanza por el Cerámico y trepa las faldas de la Acrópolis, para rendir homenaje a Palas Atenea, la Diosa
del pensamiento; es la fiesta que le está consagrada.
Se ven desfilar a los magistrados, los sacerdotes, los músicos; se ven doncellas que llevan ánforas y
canastas rituales, en acompasada marcha, y frentes que dicen, majestad, reposo, nobleza, en las que el
espacio natural sé ha dilatado a costa de una parte del cabello blanquísimo que cae en ondas en
dirección a las espaldas levemente encorvadas.
Ojos lejanos por lo abismado de las órbitas; olímpicos por el modo de mirar; barbas que velan en difusa
esclavina en la rotundidad del pecho anchuroso..
¿Qué selección divina ha constituido este coro de hermosura senil, donde la mirada se alivia del fulgor
de juventud radiante que recoge y ahonda a la multitud que viene luego? Cada Tribu del Atica ha
contribuido a él con sus ancianos más hermosos, con sus hombres maduros que llevan consigo
experiencia, pensamiento y sabiduría; los ha invitado a este concurso y la Diosa premiará a los mejores
que son sus preferidos, los preferidos de la Diosa, señalando así en la ancianidad el don de una belleza
genérica en lo plástico, correspondencia de una belleza ideal propia también, y diferenciada de la que
conviene a la idea de la juventud, en la sensibilidad, en la voluntad y en el entendimiento.
Es que la juventud, la verdadera juventud eterna depende de esta rítmica y tenaz renovación que ni
anticipa vanamente lo aún no maduro, ni consiente adherirse a los modos de vida propios de
circunstancias ya pasadas, provocando el despecho, la decepción y la amargura que trae consigo el
fracaso del esfuerzo anterior, sino que acierta a encontrar dentro de las nuevas posibilidades y
condiciones de existencia, nuevos motivos de interés y nuevas formas de acción, lo que procura en
realidad al alma cierto sentimiento de juventud inextinguible que nace de la conciencia de vida
perpetuamente renovada y de la constante adaptación de los medios al fin en que se emplean.
No vive más quien más años vive, sino quien con superior maestría multiplica y repite los elementos de
su actividad espiritual.
La mayor extensión o capacidad de la vida así como su interés constante y lo llevadero de todo empeño
en que se le invierte, para diversificarla y moverla, es lo que en realidad se necesita. Y no es sólo en el
transcurso de los años y por sus sucesivos caracteres y modificaciones como este arte halla lugar de
mostrarse; sino que dentro del término de cada jornada, en el contenido y disciplina de los días
comunes, hay sujeto bastante para su aplicación. La total variedad de la existencia puede tener reducida
imagen en cada una de esas experiencias diminutas que van del nacimiento del despertar a la muerte del
sueño. Esforzaos en llegar a ser viejos con tiempo si deseáis ser viejos durante mucho tiempo.
No es más viejo aquel que vive más ni es tampoco decrepitud e inútil esfuerzo: es expresión de una vida
cumplida, pero no detenida, aún en movimiento y en acción; la serenidad, la calma del tiempo
transcurrido en el trabajo, en el esfuerzo y en la meditación. Es fuente de consejo cuya agua límpida y
clara calma siempre al sediento y abrevia en suma, si su voz es escuchada, los tropiezos con que la vida
amenaza al joven al que hace recorrer caminos equivocados. Es como si lo adelantara en el tiempo y le
enseñara años en plena juventud, lo que sin duda redundará en cabal beneficio.
Recuerden... Hay cuatro cosas viejas que son buenas: viejos amigos para conversar; leña vieja para
calentarse; vino añejo para beber; libros viejos para leer. La advertencia halaga pues el atardecer trae
consigo sus lámparas.
Y cuando al conjuro del llamado periódico acuden al seno de los Congresos son felices sabiendo que la
mano amiga que estrechan de nuevo y la voz fraterna que vuelven a escuchar, a veces después de tanto
tiempo, les traen además el mensaje de sus experiencias nuevas y la ofrenda generosa del fruto de su
dedicación y de su esfuerzo que enaltecen así y exaltan.
"Llegaré hasta tu casa con la ayuda de los dioses", decía el peregrino de una antigua leyenda latina: "Me
descubriré respetuoso en su umbral, estrecharé tu mano ruda por la labor, en la mía encallecido por el
trabajo, te ayudaré a sembrar y junto al fuego en la noche silenciosa te contaré de otras tierras, de otros
mares. Mi voz te llevará confianza y te dará fuerza. Aquí en el acento, en el tono firme, amante y
sugerente al eco".
Jóvenes amigos: existe una senda donde aquel que entra y avanza en ella pierde temor al desengaño, es
ancha, lisa, recta y despejada después del comienzo duro y tortuoso. Pasa por medio de todos los
campos de cultivo que granjean honra y provecho. Quien por ella llega a la escena del mundo puede
considerar que ha cosechado todas las plantas de misteriosa virtud de las que habla la leyenda.
Tener experiencia de esa senda vale tanto como llevar la piedra de Parangón con que aquilatar la calidad
de las cosas cuya apariencia nos incita. Por ella se sale a destripar leones tanto como a ceñir la rama de
olivo de la paz. Cuando por otros caminos se la busca, todas las tierras son al cabo páramos y yermos;
pero si ella fue el camino, aún la más árida se trueca en fértil emporio, su sequedad se abre en veneros
de aguas vivas, cúbrense las desnudas peñas de bosque y el aire se anima con muchas y pintadas aves.
Tomad jóvenes amigos esa senda y el bien que soñasteis será vuestro. No está fuera de ti, no en
derredor, en el horizonte, no la busquéis lejos sino en lo hondo de ti mismo, en el seguro de tu alma, en
el secreto de tu pensamiento, en lo recóndito de tu corazón; en vosotros, sólo en vosotros hay que buscar
Esa es la senda que debéis buscar jóvenes amigos, buscarla dentro de vosotros mismos y aislarla de
otras aparentes y engañosas que conducen a lugares desiertos y áridos, que anotan el esfuerzo, que lo
hacen estéril e inútil. Pero para ello es necesario que os conozcáis bien a vosotros mismos y que sepáis
hacia dónde dirigir vuestros primeros pasos y cultivar esa aptitud en una especie de vocación imperiosa.
La vocación es la aptitud para el desarrollo de un esfuerzo. Es necesario oír su voz, seguir sus señales,
atenerse, aún con esfuerzo, a sus expresiones, que a veces son apenas audibles v otras veces se
manifiestan a gritos.
Es necesario acertar en el género de la vocación y no en la especie; acertar en cuanto a la categoría
general dentro de la que debe desenvolverse la aptitud, pero no en cuanto a la determinación particular
de ella y a la aplicación concreta que conviene a su índole, y esto es poco frecuente en los comienzos de
aquel que tienta su vida personal.
Mucho habría que hablar de la vocación y esto nos llevaría muy lejos: de su imperiosa presentación, de
su tímida presencia, de la necesidad de tonificarla en la acción constante y renovada, en las variantes
que puede sufrir con el tiempo (vocaciones que se sustituyen a vocaciones); pero es necesario seguir y
así lo haremos, pasando por alto otros detalles.
He aquí otro consejo, jóvenes amigos: elegid la síntesis. Cada síntesis es una fuente de energía
creadora, un asentimiento, una unidad, una afirmación de unión y correspondencia; trae siempre consigo
algo nuevo.
Está bien el análisis que disgrega, separa, descompone, disocia y aísla, teniendo en cuenta determinados
caracteres. Pero después... Sabed apreciar y distinguir lo esencial y comprender que muy a menudo,
mucho más de lo que se sospecha, obliga a reunir, asociar, sumar, componer en fin una unidad cuya
realidad destaque aquel carácter común esencial, olvidando lo accesorio, lo complementario.
En lo que se refiere, por ejemplo, a la vida, el análisis con su técnica disolvente descubre estructuras y
desmonta mecanismos hasta tal punto que en el límite de su acción, llega hasta representar al hombre
por la serie de cuerpos simples que entran en su composición química. Pero la vida es síntesis,
representa otra cosa que sus componentes y manifiesta propiedades muy singulares obedeciendo a un
comportamiento global que está ausente en el conjunto de cuerpos simples con los que se pretende, en el
último análisis, representar al hombre... Ellos no escribirían sin duda, la 9ª Sinfonía.
El análisis es arduo y sin duda útil., porque ayuda a conocer. La síntesis es espontánea se logra sin
esfuerzo gracias al pensamiento y nos enseña a comprender.
La síntesis es concepto, reúne los hechos dispersos y los trae a nuestro alcance, vencidos y dominados.
Cuenta la leyenda que las estatuas que adornaban el Jardín de Apolo se dispersaban durante la noche y
era muy difícil reunirlas luego en su orden correspondiente. Era necesario atarlas para que no se
dispersaran, y eso hace el Concepto: ata los hechos y los trae hasta nosotros dominados y vencidos.
La meditación es otro de los elementos más importantes a tener en cuenta en un consejo o en una
oración dirigida a los, jóvenes. No basta tener las manos encallecidas por el trabajo; es necesario,
además, tener alumbrado el espíritu por la reflexión. Recuerdo el diálogo del meditador y esclavo:
Un esclavo, un vencido de Atenas o de Corinto, en cuyo semblante el envilecimiento de la servidumbre
no había alcanzado a desvanecer del todo el noble sello de la naturaleza, se ocupaba de sacar agua de un
pozo para verterla en una acequia vecina. Compadéceme, dijo el esclavo al pensador, que pasó a su
lado; compadéceme si eres capaz de lágrimas, porque ya queda apenas en mi memoria rastro de haber
vivido despierto si no es en este mortal y lento castigo; ve como el surco de la cadena que suspendo abre
las carnes de mis manos; ve como mis espaldas se encorvan! Pero lo que más exacerba mi martirio es
que no soy ya dueño de apartar la mirada de esta imagen de mí, que me pone delante el reflejo del agua
cada vez que encaramo sobre el brocal el cubo del pozo. De tal manera conocí mi semblante casi
infantil y veo ahora esta máscara de angustia y veré cómo el tiempo ahonda en la máscara las huellas de
su paso y como se acercan y la tocan las sombras de la muerte. Y tú, OH meditador, ¿qué haces?
¿Sueñas despierto? ¿Maduras algo heroico? ¿Hablas a la callada con algún Dios que te posee? Dulce
cosa debe ser la ociosidad que tiene espacio para el vagar del pensamiento.
Mi objeto -responde el meditador- es ver dentro de mí; quiero formar cabal idea de juicio de éste que
soy yo, de éste por quien merezco castigo o recompensa. Por cada imagen tuya que levantas de lo
hondo del pozo, yo levanto también de las profundidades de mi alma una imagen nueva de mí mismo,
una imagen contradictoria con la que la precedió y que tiene por rasgo dominante un arte, una intención,
un sentimiento que cada día de mi vida presento como cifra de su historia, al traerle al espejo de la
conciencia bruñido por la soledad. Alcanzaré al extremo de la ancianidad; no alcanzaré al principio de
la ciencia que busco. Tu desagotarás tu pozo; yo no desagotaré mi alma. Esta es la ociosidad del
pensamiento!
Está bien el trabajo que ennoblece, adiestra la mano, mientras pasan las horas. Pero es necesario no
atenerse exclusivamente a él. Es necesario sí dedicar un tiempo a veces muy grande, a la meditación, a
la reflexión. No hasta la observación. Es necesario pensar. Observar sin pensar es tan peligroso como
pensar sin observar.
En general se entiende mal la palabra "filosofía" y su contenido. Es amor a la sabiduría y no sabiduría.
Nació en Grecia; los griegos fueron los verdaderos amantes del saber. En los "Diálogos" de Platón se
siente perseguir la verdad más aún que sorprenderla. De lo que se trata no es, como decía Gómez
Carrillo, de hallar la verdad sino de correr tras ella para no alcanzarla jamás.
Pero de cualquier manera y siempre será un intento por comprender, y esto sí que no puede dudarse. Es
que hay en el afán de comprender concentrada toda una actitud religiosa.
"Por mi parte debo confesar -dice Ortega y Gasset- que a la mañana cuando me levanto recito una
brevísima plegaria vieja, de miles de años, un versillo del Rig Veda, que contiene estas palabras aladas:
«Señor: despiértanos alegres y dadnos conocimiento». Preparado así me interno en las horas luminosas
o dolientes que trae el día".
El esfuerzo científico se nutre de dos impulsos diferentes pero que han de coexistir y complementarse..
Uno es la curiosidad de intelección; otro es el afán de salvación. La curiosidad es el aguijón que incita a
investigar, a poner en duda lo recibido; impide la anquilosis de los pensamientos en dogmas y dilata
constantemente nuestra esfera mental.
Ahora bien: la específica dignidad de la ciencia exige que ésta sea algo más que un montón de cosas
curiosas. De aquí que la curiosidad necesite someterse a una grave disciplina: el afán de resolver el
gigante problema de la vida, crear un sistema del Universo completo, solidario, en el cuál nuestra mente
descanse. Mientras yo no sepa qué es el Universo mi vida no tiene sentido, porque es ella una mínima
palabra y fragmento de una frase enorme, cósmica, que sólo en su integridad poseo significación. Esa
posibilidad de complementarnos averiguando lo que es el resto del mundo es la "salvación".
La ciencia hereda ese afán de la mitología y de la religión. A él debe su arquitectura sistemática, su
ardua jerarquía interior, su urgencia. Pero sin curiosidad la veríamos recaer muy pronto en el
dogmatismo religioso y místico.
Jóvenes amigos: llega un momento en la vida de un hombre en el que se transforma casi
insensiblemente en recuerdo; pero debe seguir, no obstante, en ese momento, conservando algo de
esperanza como incentivo para la acción ... Ustedes, son la esperanza del recuerdo...
Pero os diré que aún soy capaz de gritar como el Caballero de la triste figura, el Caballero de la Fe, con
el cuerpo adolorido por los golpes y el espíritu atribulado: "Todo me lo sacarán los magos encantados,
todo incluso la aventura; pero el afán y la voluntad de procurarla, jamás!".
*Discurso inaugural del X Congreso S.L.A.O.T. Río de Janeiro, Julio 1977.
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