El entorno político y la globalización en la política exterior de México Lic. Roberto Ubilla Quezada. Cuando se habla del entorno internacional lo primero que se debe considerar y analizar es que hoy vivimos en un mundo globalizado. Esa idea global de la que nos habló hace varios años McMahon. La llamada globalización es un conjunto de procesos que caracterizan por excelencia al actual momento histórico. Son procesos que comprenden los más variados aspectos de la vida humana, que nos involucran a todos de una u otra manera. En este sentido, si bien una de las características principales de esta globalización es una espectacular ampliación de las relaciones en todos los aspectos entre los países, no es menos cierto que éstas se han potenciado a partir de los intereses de las grandes economías y de las corporaciones multinacionales. En este panorama en que hoy debemos mirar en especial cuando se trata de analizar el entorno internacional y de esa manera poder formular una agenda de política exterior. En tal sentido vale la pena recordar que el ejecutivo mexicano determinó en el Plan Nacional de Desarrollo 20001-2006 una agenda de política exterior la cual se articularía en torno cinco objetivos estratégicos: Primero, promover y fortalecer la democracia de los derechos humanos como base fundamental del nuevo sistema internacional. Segundo, fortalecer la capacidad para proteger y extender los derechos a todos los mexicanos extranjeros en el exterior. Tercero, intensificar la participación e influencia de México y los pueblos multilaterales desempeñando un papel activo en la nueva arquitectura internacional. Cuarto, utilizar los esquemas de concertación regional para equilibrar la agenda de política exterior mexicana creando nuevos ejes de acción política. Quinto, apuntalar y encabezar los esfuerzos de promoción económica comercial cultural de la imagen de México en aras de un desarrollo nacional sustentable de largo plazo. Un ejemplo de lo anterior es en el hoy relevante tema del medio ambiente. México impulsa el principio de responsabilidades comunes pero diferencia los problemas ambientales globales. La promoción del desarrollo sostenible a través de la cooperación internacional, el fortalecimiento del mandato de los principales incursiones ambientales y el cumplimiento de de los compromisos de los Estados 1 en el marco de los tratados vigentes. Obviamente, en la política exterior de México, América del Norte ocupa un lugar privilegiado, donde se advierte que la Cancillería está trabajando en dos principales objetivos de política exterior desde hace varios años para consolidar una relación estratégica con Canadá y los Estados Unidos, fundada en una concepción de corresponsabilidad y el impulso de la negociación de la nueva agenda migratoria. Con estos objetivos, se busca profundizar las relaciones entre los países que conforman la región y fortalecer los mecanismos de cooperación a través de las siguientes líneas de acción: 1. Definición de una concepción integral y compartida en América del Norte. 2. El aprovechamiento del abanico de oportunidades económicas, políticas sociales, tecnológicas y culturales que ofrece la región. 3. La resolución oportuna y adecuada conforme al principio de responsabilidad compartida de los distintos puntos de interés mutuos. 4. El desarrollo de planeas de acción para enfrentar conjuntamente los desafíos del siglo XXI. El resultado más importante de los últimos tiempos es sin duda el establecimiento de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte ASPAN. Específicamente en Estados Unidos dejando establecida esta fundamental premisa de la globalización e interdependencia entre todas las naciones, es necesario en el caso de México hacer algunas consideraciones especiales: en primer lugar, la particular relación que tiene con su vecino del norte los Estados Unidos, donde se está hablando de la primera potencia mundial, aunque para muchos sienta otra premisa, la existencia de un mundo unipolar donde este país está en el vértice de la pirámide del poderío mundial. Es con esta nación que México comparte poco más de tres mil kilómetros de frontera y en su territorio alberga poco más de 20 millones de hispanos, la gran mayoría procede de México, y ahí es uno de los problemas que, sin entrar a profundizar en detalle, es lo que está en la actual agenda de las relaciones bilaterales. Dos ejemplos para ratificar esta particular relación. Primero, desde el punto de vista comercial, en la actualidad más del 85% de las exportaciones de México van a su vecino del norte. Un segundo ejemplo, como una muestra palpable de la globalización, debe mencionarse el fenómeno de las remesas que envían los mexicanos a este país y que llega a los 20 mil millones de dólares anuales, constituyéndose en el segundo componente del PIB tras el petróleo. La relación México-Estados Unidos es entonces una relación dinámica, en donde muchos fenómenos causados en uno u otro país tienen consecuencias inmediatas en el otro. Ahí encontramos los temas de índole comercial, seguridad, migración, narcotráfico y, por supuesto, los de carácter político, social e incluso cultural. 2 Asuntos que están encima de la mesa diario, y que deben ser objeto de un seguimiento prioritario. Se trata de una realidad que nadie puede ignorar al analizar el entorno internacional de una u otra nación. La interdependencia de las naciones y la globalización a la que hacíamos referencia al comienzo de esta presentación., sin embargo, nos obliga a fijarnos a mirar en otros países o grupos de países. Para que una nación sea un actor activo en el concepto internacional, necesariamente debe diversificar el espectro de relaciones, lo que sin duda tiene varias ventajas. Recordábamos hace tres semanas al Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina CEPAL, cuya sede esta en Santiago de Chile, Don José Luis Machinea, quien señaló, al dar conocer el informe ‘Panorama de la Inserción de América Latina y el Caribe 2005-2006’, en el que destaca que en el marco de la globalización es muy importante generar alianzas internacionales y estratégicas para todas las etapas del intercambio comercial. Justamente hace referencia a la dependencia comercial y económica de México con Estados Unidos, lo que deja a la saga las oportunidades que otros países latinoamericanos encuentran por ejemplo, de la asociación con China o India; dos gigantes asiáticos que han aumentado que su presencia en la región latinoamericana. Claramente, señala Machinea, México debe buscar una diversificación, el país requiere tener más fuentes y más fuerzas de comercio, elevar el número de productos que intercambia e incorporar estrategias de crecimiento interno. La descentralización la mirada y acción más universal, permite sortear con un mayor éxito las diversas crisis que se nos han presentado y presenta el mundo globalizado y que en determinadas oportunidades causan un grave deterioro en la calidad de vida de nuestros pueblos. En el caso de Europa, sólo se señalará que esa relación se ha caracterizado por una gran cooperación y diálogo político, el fortalecimiento del intercambio económico-comercial, científico-técnico y educativo-cultural y la renovación en el marco normativo que rige las relaciones con esa región. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que México podría utilizar en mayor medida su acuerdo con la UE. En América Latina solo Chile y México tienen acuerdos con la UE. Para Chile, Europa representa un tercio de su economía exterior, mientras que para México este comercio representa un mínimo porcentaje. En Asia Pacífico, México es uno de los socios importantes en el mecanismo de Cooperación Económica Asia Pacífico APEC, que tiene como uno de sus objetivos continuar con los esfuerzos encaminados a fortalecer los vínculos estratégicos desde una perspectiva integral y de largo plazo con sus socios en la región de la Cuenca del Pacífico. Dentro de estos socios es muy positivo el TLC alcanzado entre México y Japón, la segunda potencia mundial. Así mismo, y haciendo un paralelo entre Chile y la República Popular China, acaba de entrar en vigor un acuerdo de la misma 3 naturaleza el pasado primero de octubre, lo que pone a ambos países latinoamericanos en un esquema de liderazgo con las más importantes economías de la cuenca. Sin embargo, visto desde nuestra perspectiva, México debería seguir explorando lo que, a nuestro juicio, es su entorno natural, esto es mirar hacia el sur, hacia América Latina de la cual forma parte. Para enfrentar su propia realidad y no sufrir la marginación de esos países, América Latina ahora se constituye regional o subregionalmente a través de una integración político-comercial que no debe ni puede ser ignorada. Vemos paso promisorio en este sentido con el MERCOSUR y con la Comunidad Andina de Naciones. En este momento, la visita que realiza a América Latina el Presidente electo de México, Don Felipe Calderon, con su primera gira al exterior a Guatemala, Salvador, Honduras, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil, es sin duda un gesto de la nueva administración que está lleno de simbolismos. Tanto por su participación e importancia en el MERCOSUR, Brasil por ejemplo, es una de las potencias latinoamericanas, la otra es México. Brasil tiene un producto interno bruto de 966 mil millones de dólares y una población cercana a los 190 millones de habitantes; por lo tanto es un referente en el encuentro. De ahí que la visita del mandatario electo resalta la importancia que tiene Brasil en Latinoamérica. México y Brasil deberían acercarse, estar más juntos y de esa relación debería brotar la sinergia que permita tener un continente más equilibrado, más promisorio para el desarrollo, para el bienestar y para la equidad de sus habitantes. Los esquemas de integración que ya estaban en proceso cuando se impulsó la llamada globalización o aquello que han surgido y se han desarrollado en años más recientes son o pueden constituirse como una forma de encarar los desafíos que a todas las naciones impone la multiplicación e intensificación de las interconexiones de los flujos comerciales de inversiones de los sistemas políticos de las corrientes culturales y sociales entre nuestros países. En el aspecto comercial, la única respuesta factible necesaria de la economía relativamente menor, como la nuestra, es tratar por una parte, generar su propio proceso de integración regional y subregional y por otra, aspirar a que se establezcan regulaciones internacionales que ayuden a establecer reglas suficientemente claras y comprensivas que eviten la competencia irreal. Sin espacio multilateral, probablemente esta economía no tendría ninguna posibilidad de obtener resultados positivos. Es así que, por ejemplo, los programas regulatorios a los cuales contribuyó primero el GATT y posteriormente la OMC, son fundamentales para un desarrollo más armonioso de la economía mundial. De aquí la enorme preocupación por la paralización del proceso que estamos viviendo. 4 Por ello, cuando México comienza a mirar hacia el sur, los centro y sudamericanos nos alegramos profundamente, y lo hacemos no sólo por nuestra herencia cultural, sino porque también esa mirada busca integrar y potenciar visiones en valores y en intereses comunes. Cuando hablamos de democracia, de derechos humanos de seguridad pública, de medio ambiente, estamos buscando acercarnos a las aspiraciones de la enorme mayoría de ciudadanos de nuestro subcontinente, que son al final del día, a quienes debemos dar cuenta. En nuestros países (México y Chile) han compartido diversas experiencias conjuntas, más allá de las coincidencias de ambos procesos de independencia, el 16 y 18 de septiembre de 1810 que conduce a la conmemoración de los bicentenarios en forma conjunta, deberíamos señalar que las relaciones bilaterales están en un nivel de excelencia y nuestro deber es trabajar para que esto continúe ampliándose. En los tiempos modernos nuestras dos naciones han tenido destacadas participación en diversos foros mundiales. Basta recordar la posición conjunta, la posición a la invasión de Irak, cuando ambos países formaban parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. México y Chile tienen un entorno común, y para ratificar lo anterior, los mandatarios firmaron este año -en enero- en Viña del Mar, un acuerdo de última generación único entre naciones latinoamericanas, el Acuerdo de Asociación Estratégica más conocido como AAI, que se espera entre en vigor a la brevedad, una vez que sea aprobado por el Congreso de Chile. En México ya fue aprobado por su legislativo. Este tratado, que además de abarcar la parte comercial, va más allá y trata aspectos sociales, políticos y culturales y de cooperación. Tiene como objetivo central fortalecer la relación bilateral mediante el establecimiento de una asociación estratégica en materia política, económica, comercial y de cooperación entre las partes, basada en la reciprocidad, el interés común, la complementariedad y la profundización de las relaciones en todos los ámbitos de su obligación. En tal sentido, estamos muy satisfechos por la forma como hemos incorporado en un solo documento las dimensiones de cooperación política y económica de nuestra relación bilateral. Creemos que el acuerdo constituye un nuevo modelo de integración que va más allá de lo comercial. Por ello, y sin dejarlo de lado, no debe dejarse de mencionar que México y Chile cuentan con un Tratado de Libre Comercio firmado en 1998. Actualmente el 99.6 % de intercambios comerciales se encuentran completamente liberados de aranceles y es uno de los tratados más eficientes y útiles para ambos países. Para Chile, quien tiene acuerdos similares con 45 naciones en todo el mundo, el tratado bilateral con México ha sido el más exitoso por sus resultados. Este año seguramente -para México pueden ser cifras menores-, en Chile se alcanzará 5 alrededor de tres mil millones de dólares. Lo mismo ocurre con las inversiones de empresas en ambos países. En quince años nuestro comercio bilateral ha crecido más del mil por ciento desde 1991 aproximadamente. Estos son sólo algunos factores del entorno internacional actual que podrían ser objeto de análisis y reflexión para asumirlos como realidades presentes si se quiere contar con políticas exteriores eficaces que contribuyan a la paz mundial y al desarrollo de los pueblos. 6