Discurso del ministro de Salud, Aníbal Velásquez Valdivia

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Discurso del ministro de Salud, Aníbal Velásquez Valdivia,
presentando posición oficial del sector Salud frente al impacto
que genera el cambio climático en la salud en conferencia
“Protegiendo la Salud, lucha contra el Cambio Climático”
Sala Paracas – Sede principal Venue - COP 20
San Borja, Lima, Perú.
Lunes 8 de diciembre del 2014
Sumilla
El ministro de Salud, Aníbal Velásquez Valdivia, brindó un discurso para dejar sentada la
posición del sector Salud del Gobierno Peruano frente al impacto que tiene el Cambio
Climático en la Salud.
En su discurso detalla el impacto de los gases del efecto invernadero en los determinantes
sociales que generan efectos en la salud de las personas, además de la falta de políticas
públicas en salud vinculadas al cambio climático y el impacto de la actividad de salud en el
efecto invernadero, sobre la idea de que los servicios de salud en los países desarrollados son
los principales consumidores de energía y son emisores importantes de gases de efecto
invernadero, responsables de entre el 5 por ciento y el 15 por ciento de las emisiones en
algunos países.
De esta manera, el ministro de Salud, Aníbal Velásquez, definió la posición del Gobierno
Peruano para que el término “salud” esté presente en el borrador de acuerdo que irá a la
COP21 de París, en el año 2015. No solo por ser una cuestión de inversión en salud
relacionada a la adaptación al clima, sino sobre todo por poner por delante la vida humana y
fortalecer la protección, la prevención y el control de los determinantes sociales y ambientales
de la salud frente a los riesgos del cambio climático, los cuales se pueden mejorar al asegurar
el acceso a los servicios de salud, agua y saneamiento básico.
1 Discurso
Quiero agradecer este espacio dentro de la COP20 para dejar sentada la posición de mi sector
acerca del impacto que genera el cambio climático en la salud, un tema que no es el futuro, es
el presente. Y quiero incidir en ello al ser la salud una política importante –quizá la más
importante– de cualquier gobierno del mundo, pues impacta directamente en la vida de las
personas. Es la vida de la gente la que está en juego y este es, por obvias razones, uno de los
argumentos más contundentes para lograr acuerdos que nos lleven a contrarrestar las
emisiones de gases de efecto invernadero.
En consecuencia, es imperativo que nuestro sector forme parte del marco de referencia y que,
además, sea parte activa de las negociaciones, porque el cambio climático sí afecta la salud y
la vida de las personas.
Ahora tenemos la gran oportunidad de seguir avanzando en la toma de decisiones para
reducir el efecto invernadero. El cambio climático influye en los determinantes sociales y
ambientales de la salud de manera concreta e inobjetable. Aire limpio, agua potable, alimentos
suficientes y entornos saludables no solo garantizan calidad de vida y de salud, sino la propia
sobrevivencia, la vida misma.
La magnitud del impacto del cambio climático en la salud pública es preocupante. Cálculos
conservadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que el cambio climático
causará unas 250,000 muertes adicionales por año a partir de la década del 2030, aunque no
es necesario irnos tan lejos para reconocer el impacto del cambio climático en la salud que ya
venimos enfrentando, directa e indirectamente.
El calentamiento global tiene consecuencias que ponen en riesgo la salud y la vida de las
personas mediante los fenómenos meteorológicos catastróficos; la variabilidad de los climas,
que afecta a los suministros de agua y alimentos; y la distribución de los brotes de
enfermedades infecciosas o las enfermedades emergentes relacionadas con los cambios de los
ecosistemas.
El impacto en la salud se evidencia con el aumento del número de casos y de víctimas por olas
de calor o de frío; el aumento de desastres naturales como las inundaciones; la falta de
alimentos; y las enfermedades transmitidas por vectores, como dengue, malaria o fiebre por el
virus Chikungunya, entre otras.
Pero el cambio climático también amenaza con aumentar las desigualdades en salud. De
hecho, en las Américas, al menos la mitad de la población expuesta al humo de combustión de
biomasa se concentra en las zonas rurales y en áreas de mayor pobreza. Las poblaciones en
situación de pobreza y vulnerabilidad –en especial los pueblos indígenas y los niños– corren
un riesgo desproporcionado de padecer los efectos del cambio climático y es en donde
debemos redoblar los esfuerzos.
2 Si el mayor uso de las energías renovables en la generación eléctrica y la combustión más
eficiente de los combustibles fósiles y la biomasa puede reducir la contaminación del aire,
entonces debemos poner en práctica estas políticas a nivel multisectorial, las que pueden
traducirse en beneficios para la salud. Los beneficios más evidentes de la reducción de la
contaminación del aire son la reducción de la mortalidad anual atribuible a la contaminación
del aire en el ambiente externo y de los hogares: de unos 4.3 millones de personas a unos 3.7
millones, respectivamente.
Reducir los índices de contaminación a través de medidas concretas incide directamente en la
reducción de la trasmisión de enfermedades y, por ende, en los índices de mortalidad de la
población. Allí hemos encontrado un impacto concreto de las políticas para reducir las
consecuencias del cambio climático frente a indicadores sanitarios y aspectos que afectan
directamente la salud de las personas.
Pero también debemos plantearnos otra pregunta: ¿cuál es la repercusión que las políticas
públicas de salud tienen en el cambio climático? O también darle la vuelta y saber ¿cómo
pueden contribuir las políticas de salud en reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero?
En ese sentido, la salud puede resultar, frente a las políticas de reducción de emisión de gases
de efecto invernadero, un importante argumento motivacional y económico para buscar
opciones más sostenibles en todos los sectores, incluida la energía de los hogares, la
generación de electricidad, el transporte, la planificación urbana y el uso de la tierra, los
edificios, la alimentación y la agricultura.
Por ejemplo, los servicios de salud en los países desarrollados son los principales
consumidores de energía y son emisores importantes de gases de efecto invernadero,
responsables de entre el 5 por ciento y el 15 por ciento de las emisiones en algunos países. La
eficiencia energética, el cambio a las energías renovables, y las cadenas de adquisición y
entrega más verdes pueden reducir tanto las emisiones de carbono como mejorar la eficiencia
de los servicios de salud.
Es decir, si vamos a protestar y reclamar porque el cambio climático genera un impacto
negativo en la transmisión de enfermedades y, por ende, en la salud de las personas; pues
también debemos asegurarnos de que nuestras propias políticas no formen parte de las
actividades que acrecientan los índices de contaminación que, finalmente, impactan en la
trasmisión de enfermedades. En ese sentido, las autoridades que lideramos las políticas de
salud de nuestros países debemos no solo observar el impacto del cambio climático en la
salud de las personas, sino también el impacto que le genera la gestión de la salud en el
cambio climático.
En conclusión, debemos influir y mantener posiciones claras y fuertes para que se valore la
salud en el escenario del cambio climático. En este sentido, quiero reiterar, de manera enfática,
la posición del Gobierno Peruano para que el término “salud” esté presente en el borrador de
3 acuerdo que irá a la COP21 de París, en el año 2015. No solo por ser una cuestión de inversión
en salud relacionada a la adaptación al clima, sino sobre todo por poner por delante la vida
humana y fortalecer la protección, la prevención y el control de los determinantes sociales y
ambientales de la salud frente a los riesgos del cambio climático, los cuales se pueden mejorar
al asegurar el acceso a los servicios de salud, agua y saneamiento básico.
Para lograr este objetivo, hay que aumentar la participación del sector Salud en las discusiones
y mejorar el conocimiento del impacto climático. Y en el sector, ya existen progresos:
numerosos países, entre ellos el Perú, tienen en preparación, desarrollo o implementación
planes y programas de salud de mitigación y adaptación al cambio climático. En esta cumbre
se vienen analizando y proponiendo acciones para incluir a Salud en el borrador de acuerdo de
París, construyendo un compromiso del sector, la OMS y el Intergovernmental Panel on
Climate Change (IPCC).
En el Perú, estamos implementando una Reforma del Sector Salud que nos permite ahora
intervenir directamente frente a cualquier tipo de riesgo o emergencia, como una función de
seguridad nacional, incluyendo aquellos temas relacionados al clima.
Sin embargo, para implementar nuestras políticas y lograr que el cambio climático pase a ser
una prioridad nacional, necesitamos más evidencias que establezcan cuántos de los cambios
en la salud se pueden atribuir al cambio climático. No solo debemos documentarlo, de manera
descriptiva y con estudios ecológicos que establezcan relaciones y asociaciones entre el
incremento de la temperatura, el cambio del clima y la salud; sino también tenemos que
buscar metodologías más rigurosas que demuestren la atribución al cambio climático en
indicadores en nuestro país.
También necesitamos evidencias de intervenciones que puedan tener impacto para prevenir el
efecto invernadero o mitigar sus efectos en la salud. En otras palabras, necesitamos invertir en
investigación para desarrollar una política efectiva basada en evidencias.
Ya estamos contra el tiempo. Las generaciones futuras claman. Sin ir muy lejos, son los
estudiantes de medicina del mundo los que me empujaron a decidir que promueva que el
término salud aparezca en los acuerdos de esta Cumbre. Debemos actuar ahora, pues está de
por medio la vida, la salud, el bienestar y el desarrollo de las personas de hoy y las del futuro.
Tenemos que actuar frente al cambio climático y sus consecuencias: para nosotros es un placer
tenerlos en nuestro país para el desarrollo de esta edición de la COP, que marca un hito en
nuestro país y estaremos gustosos de participar activamente con lo que se acuerde ahora, en
la siguiente edición en París.
Muchas gracias.
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