Completar la escuela. Un derecho para crecer, un deber para compartir. DATOS CLAVE En América Latina y el Caribe hay aproximadamente 117 millones de niños, niñas y adolescentes en edad de asistir a la educación inicial, primaria y secundaria básica. De ellos, 6.5 millones no asisten a las escuela y 15.6 asisten arrastrando fracasos y señales de desigualdad (dos o más años de desfase grado-edad o rezago escolar). 22,1 millones Niños en edad de asistir a la educación inicial que no están en la escuela inicial o primaria Niños en edad de asistir a la escuela primaria que no están en la escuela primaria ni en la secundaria básica De los cuales, en escuela inicial con rezago(**) 1,4 millones Niños-Adolescentes en edad de asistir a la educación secundaria básica que no están en la escuela primaria ni en la secundaria Niños que están en la escuela primaria pero que están en riego de abandonar Niños-adolescentes que están en la escuela secundaria básica pero que están en riego de abandonar 1,7 millones (*) 2,9 millones (*) Además, en riesgo moderado: 1,9 millones(*) 9,2 millones (**) 6,4 millones (**) otros 14,7 millones otros 8,1 millones (*) Fuente: estimaciones del Instituto de Estadística de la Unesco (UIS) para la región, correspondientes al año 2009; (**) estimaciones propias en base a datos del Instituto de Estadística de la Unesco (UIS), correspondientes a 2008. Disparidades que agudizan la exclusión La situación de género Las zonas rurales En la mitad de los países de la región, la asistencia de la población en edad de estar en la secundaria alcanza a menos del 50% en las zonas rurales1 El trabajo infantil En 2008 trabajaba el 10% de los niños con edades comprendidas entre 5 y 17 años2. Las poblaciones indígenas Niños y niñas con discapacidad Niños, niñas y adolescentes afrodescendientes La insuficiencia de ingresos económicos en la familia 1 2 Socio-Economic Database for Latin America and the Caribbean (CEDLAS y The World bank) ILO, 2010 1 Los sistemas educativos, si bien hacen esfuerzos de cobertura, deben enriquecer y hacer más potente la propuesta pedagógica a la que acceden todos estos grupos, para lograr su progreso y aprendizaje. Los sistemas de protección de derechos deben apoyar en la atención de otros derechos de la infancia. Barreras y cuellos de botella que impiden lograr las metas de escolarización Barreras económicas de la demanda de educación Los costos directos (útiles, uniformes, libros) o indirectos (trasporte, alimentación) de la escolarización son elevados para las familias de insuficientes ingresos. El trabajo infantil perjudica las oportunidades. En las pruebas de evaluación de la calidad aplicadas regionalmente, los niños que trabajan obtienen, en promedio, entre 7 y 22 puntos menos que los estudiantes que no trabajan3. El 6% de los niños menores de 5 años tiene peso insuficiente, causado por desnutrición y otros problemas de salud4. Esta cifra alerta de los casos de niños que llegan cotidianamente a la escuela sin haber ingerido un aporte calórico suficiente para permitir un adecuado rendimiento durante la jornada escolar. Barreras socioculturales en la demanda de educación La pobreza y las diferentes pautas culturales no son en sí mismas explicaciones absolutas, sino relativas, de la problemática de la exclusión. Los prejuicios sobre las capacidades de los que son “distintos” a la cultura escolar promedio, disminuyen la autovaloración y motivación por la escuela. Existen posturas retraídas para demandar o ejercer el derecho a la educación en sectores sociales que viven una variedad de postergaciones. Considerarles “culpables” de no ejercer el derecho a la educación para sus hijos, encubre las injusticias que padecen de larga data. Existen diferencias entre las culturas populares y la cultura sostenida en la escuela, con escaso diálogo e integración. Así, la brecha entre la cultura escolar y las culturas de vastos sectores populares ha sido poco estudiada como brecha y no existe mucha información sobre el esfuerzo que supone a estos sectores “adaptarse” a vivir de una forma diferente en la escuela. Es necesario y técnicamente posible, ayudar a este proceso. Existen también situaciones de violencia social y riesgos del entorno escolar, que pueden inhibir la escolarización. Barreras materiales, pedagógicas y simbólicas que se manifiestan en las escuelas 3 4 En Perú, más del 70% de los alumnos de escuelas rurales y más del 50% en las urbanas asisten a establecimientos que, según los directores, necesitan una renovación completa o OREALC / UNESCO y LLECE, 2010 Informe OMD, 2010. Estimación para 2008 2 mejoras edilicias importantes. Chile fue el país que presentó los porcentajes más bajos de la región (25% y 15% respectivamente)5. El 76% de las escuelas en América Latina y el Caribe tienen agua potable, aunque esta situación abarca diversidades: más del 90% delas instituciones educativas de Chile, Cuba, Uruguay y Nuevo León (México) accede a este servicio, mientras que menos de la mitad de las escuelas de Nicaragua cuenta con él. A su vez, sólo dos tercios de los centros educativos de la región tienen baños suficientes para los estudiantes6. En Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Paraguay y República Dominicana menos del 50% de establecimientos tienen biblioteca escolar; en Brasil, Colombia, El Salvador, México y Perú ascienden al 50% y el 60%; finalmente en Argentina, Cuba, Chile, Guatemala y Uruguay, este porcentaje es mayor al 60%7. En cuanto al promedio de libros con los que cuentan las bibliotecas de la región, este valor equivale a 851 volúmenes. En Argentina, Brasil, Colombia o Chile, la cantidad de libros supera los 1.400 volúmenes. Ecuador o Guatemala alcanzan valores cercanos a los 300 libros. Las experiencias de aprendizaje que viven los estudiantes, especialmente los que pertenecen a los perfiles de mayor riesgo de exclusión, son insuficientes o inadecuadas para el desarrollo de sus capacidades. Se combina la influencia de metodologías ineficaces de enseñanza, de procesos de evaluación arbitrarios y poco fundamentados, poco manejo de las situaciones del grupo clase, un clima escolar competitivo y poco cooperativo, y la intervención de prejuicios arraigados sobre los niños y niñas, y las familias que son diferentes a una pauta “promedio” trasmitida en la formación docente. Todos estos factores pueden ser mejorados desde las políticas educativas y la movilización social. Barreras políticas, técnicas y de financiamiento del sistema educativo En tanto América Latina y el Caribe destinan poco más del 14.4% del gasto público total y el 4.5% del PIB a la educación, los países más desarrollados de América del Norte y Europa asignan 12.4% y 5.3%, respectivamente8. La OEI coordina la Iniciativa Metas 2021, cuyo objetivo es mejorar la calidad y equidad educativas y la inclusión social. CEPAL (2010) llevó a cabo el costeo de dichas metas y concluyó que al finalizar, el gasto educativo adicional respecto a la situación actual para cumplir las metas ascendería a casi 58.000 millones de dólares anuales. Debe tenerse en cuenta la gradualidad. Así, en 2021, respecto del año anterior, el incremento sólo sería de 10.500 millones de dólares. Si se consideran las proyecciones de crecimiento de la región y la meta que el mismo programa propone de incrementar un 0.1% del PIB anualmente hasta 5 según una encuesta del UIS-UNESCO (2008) OREAL/UNESCO 2008 y 2010 7 OREAL/UNESCO 2010. Factores asociados al logro cognitivo de los estudiantes de América Latina y el Caribe. Santiago de Chile. 8 Actualización propia a partir de Morduchowicz, A. y Duro, L. 2007 6 3 2021, América Latina podría encaminarse a la prosecución de las acciones necesarias para ello. 9 Los sistemas educativos pueden y deben apoyar con mayor énfasis y calidad a las escuelas que tienen mayor desafío pedagógico por las particularidades de la población que atienden. La calidad técnica de las propuestas que se brindan debe corresponderse con resultados observables en los aprendizajes y en la progresión regular de los estudiantes durante toda la educación obligatoria. En particular, superar el rezago escolar convoca a la mejor definición de estrategias pedagógicas, organizacionales y de movilización social. Estas acciones eficaces para proteger el derecho a la escolarización, tienen a su vez impacto positivo en los recursos financieros. El fracaso escolar manifiesto en la repetición y el recursado generan un sobrecosto improductivo para el sistema: se paga más veces por alcanzar un mismo grado. Esto incrementa, a su vez, el costo de “producir” un egresado, ya que se requieren más años de estudio por alumno. El gasto derivado de la repetición en América Latina y el Caribe ascendería a 19.980,3 millones de dólares; es decir, tres veces el costo de las metas de cobertura universal desde el nivel inicial hasta el secundario inferior estipulado en las Metas 2021. Esto representa aproximadamente el 0,34% del PIB regional y un 7% del gasto educativo de América Latina y el Caribe. Estas cifras se derivan de que en la región, los recursantes representan casi el 13% del total de la matrícula de esos niveles. El rezago avanzado –tener dos o más años de desfase grado/edad–, que afecta a nueve millones de estudiantes en la región, es producido por la acumulación de los fracasos del sistema educativo. En el quinto grado de la educación básica, 2 de cada 10 estudiantes están en esa condición y otros 2 de cada 10 tienen un año de desfase. 1 de cada 3 alumnos de 12 a 14 años que viven en zonas rurales tiene dos y más años de rezago. Es decir, que es muy probable que se encuentre cursando la educación primaria en vez de estar en la secundaria básica9. Para los estudiantes que tienen padres de bajo nivel educativo, la probabilidad de cursar con rezago es casi 10 veces superior a quienes tienen padres de alto nivel educativo. Esta situación no es inevitable: gran número de los factores que la producen pueden operarse desde el sistema educativo, contando con estrategias pedagógicas, de organización de las escuelas, de compromiso y movilización de las comunidades de referencia, con los recursos presupuestarios, y el apoyo de otros organismos que atienden necesidades derivadas de otros derechos de la infancia no cubiertos. A modo de ejemplo, la educación rural y con poblaciones indígenas requiere una propuesta que incorpore y valore los saberes propios, y permita el desarrollo de las capacidades cognitivas e intelectuales con contenidos relevantes para esos pueblos. Tener una escuela rural con sólo uno o dos docentes para atender 30 estudiantes de distintos grados (organización en multigrado) no es una desventaja en sí misma, si los docentes conocen y aplican una metodología de enseñanza adecuada y peculiar, contando con recursos materiales básicos y, sobre todo, con el acompañamiento eficaz de las estructuras locales del sistema. Finalmente, si se moviliza la comunidad de referencia a favor de la infancia, es posible alcanzar en todas las escuelas rurales, aún en las pequeñas y aisladas, una escolarización total, oportuna, sostenida y plena, como merecen y tienen derecho estos niños, niñas y adolescentes. Metas educativas 2021. Estudio de costos; CEPAL, Santiago de Chile, 2010 4