El Coraje: Un Sentimiento que Surge También en el Cuidado

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Práctica
Clínica
Benjamín López Nolasco* Norma Elvira Moreno Pérez**
Resumen
Algunos autores derivan cuidado de cogitari-cogitatus
y de su alteración "coyedar, coidar, cuidar". El sentido de
cogitare-cogitatus es lo mismo que cura: cogitar, pensar,
poner atención, mostrar interés, revelar una actitud de
desvelo y de preocupación. El cuidado solamente surge
cuando la existencia de alguien tiene importancia para el
otro. Pasa entonces a dedicase a él, se dispone a participar de su destino, de sus búsquedas, de sus sufrimientos y de sus éxitos, en fin, de su vida. Lo decisivo no son
los hechos, sino lo que los hechos producen como significado en nosotros, enriqueciéndonos y transformándonos.
La presente experiencia significativa tuvo lugar en un
Hospital Regional, y da la oportunidad de identificar que
la actitud de cuidado puede provocar el sentimiento de
coraje como reflejo de la preocupación, inquietud y sentido de responsabilidad que vive día a día el personal de
enfermería.
Anger: A feeling which also erupts in care
Summary
Some authors derive cogitari care - and its alteration
cogitatus "coyedar, coidar, caring". The sense of cogitarecogitatus is the same as cure: cogitate, think, pay
attention, show interest, reveal an attitude of vigilance
and concern. Care only arises when there is someone
important to the other. He then proceeds to devote to it,
is ready to share his fate, their searches, their sufferings
and successes, in short, his life. What is decisive is not
the facts, but facts which occur as a meaning in us,
enriching and transforming.
This significant experience took place in a regional
hospital, and gives the opportunity to identify the attitude
of care can lead to feelings of anger as a reflection of
worry, concern and sense of responsibility to live day to
day nursing staff.
Key words: Courage, care.
Palabras clave: Coraje, cuidado.
Introducción:
* Licenciado en Enfermería. Estudiante del Programa de
Maestría en Ciencias de Enfermería de la División de
Ciencias de la Salud e Ingenierías de la Universidad de
Guanajuato, Campus Celaya-Salvatierra.
benjaminln_040@hotmail.com
* Maestra en Administración. PTC del Departamento de
Enfermería Clínica, de la División de Ciencias de la Salud e
Ingenierías del Campus Celaya-Salvatierra, Universidad de
Gto. Normaelvira.seade@gmail.com
Manuscrito 775 recibido julio aceptado septiembre, 2012.
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El sentimiento es el resultado de una emoción, a través del cual, el consciente tiene acceso al estado anímico propio. El cauce por el cual se solventa puede ser
físico y/o espiritual. Forma parte de la dinámica cerebral
del ser humano, que le capacita para reaccionar a los
eventos de la vida diaria al drenarse una sustancia producida en el cerebro, al mismo.
El presente trabajo narra la experiencia entre enfermero-paciente: Benjamín, enfermero, y Don Carlos, paciente. Don Carlos fue ingresado en el servicio de urgencias por dificultad respiratoria y diagnóstico médico de
insuficiencia renal crónica (IRC). Esta experiencia se vol-
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El Coraje: Un Sentimiento que
Surge También en el Cuidado
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vió un hecho significativo para Benjamín al hacer conciencia de sus propias emociones.
Primeramente se describe el caso de la relación enfermero-paciente, (Benjamín-Don Carlos), donde se evidencia el coraje, describiéndose posteriormente dicho
sentimiento.
Experiencia significativa
Don Carlos, paciente de 60 años de edad con un diagnóstico médico de IRC, ingresa por el servicio de urgencias debido a una dificultad respiratoria, en donde es
canalizado y entubado por haber caído en paro respiratorio. Al momento de ser estabilizado es referido al servicio de diálisis peritoneal hospitalaria, en el cual me encontraba laborando en ese momento, y es ahí cuando
tengo mi primer contacto con Don Carlos. Me dio tristeza y al mismo tiempo coraje, al verlo a él con su semblante tan pálido, desalentado y con aparatos
electromédicos por todos lados, conectado a un
respirador artificial, con sonda nasogástrica y por si faltara algo, su catéter para la diálisis, y por supuesto al ver
la cara de preocupación de los familiares, esposa e hijo,
quienes lo contemplaban sabiendo que era una situación
muy difícil.
La verdad mis sentimientos se pusieron a flor de piel,
al momento de acercarme me dio una sensación de angustia y preocupación por su situación. Conectado al
respirador, con un tubo en la boca que no le permitía
hablar, Don Carlos en un momento de desesperación
trató de quitarse el tubo de la boca, lo cual de inmediato
impedimos sus familiares y yo. Al mismo tiempo que
luchábamos para que no se los quitara, recuerdo que
sentí una gran tristeza al oír que decía que se lo quitaran,
que le dolía demasiado, o al menos eso entendí entre
borucas, yo solo sujetaba un brazo y su hijo el otro, y en
ese momento que tomaba su brazo sentí un coraje acompañado de una gran necesidad de poderlo ayudar, y quitarle los tubos el oxigeno y la sonda, pero mi ética,
profesionalismo, pero sobre todo el razonamiento me
decían que no debía hacerlo y eso me dio tanto coraje.
De verlo luchar me daba rabia e impotencia el no poder
hacer nada en ese momento para hacerle sentir mejor.
En ese instante llegó el médico y con una orden
tajante solo dijo -"sédenlo"-, y de nuevo se presentan los
sentimiento de impotencia y coraje. Pensé "pobre hombre, lucha por sus últimos minutos de vida y lo tendrá
que hacer dormido, que injusta es la vida". Se continuó
con las indicaciones y se le realizó su diálisis peritoneal,
y cuando menos me di cuenta el turno terminaba, pues
solo quedaban 5 minutos, así que decidí pasar a despedirme de Don Carlos. Tomé su mano y sentí como si él
me dijera "no te vayas" con un fuerte apretón, en ese
momento me entró un gran coraje y me despedí diciéndole "lo veo hasta mañana", le mandé una mirada a sus
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familiares y me despedí con un "buenas noches" pues
no tenía en ese momento más palabras, me retiré pensando "pobre hombre, pero qué habrá pasado durante
toda su vida para encontrarse en esa situación? Qué nos
lleva a los seres humanos a no cuidar nuestro más anhelado tesoro: la salud?", la verdad el coraje me invadió por
tratar de entender cuántas cosas se pueden lograr cuando
uno se lo propone para bien o para mal.
Al día siguiente al llegar al hospital después de pasar
mi tarjeta de chequeo, fui de inmediato a la sala de
diálisis, y cuál fue mi sorpresa al entrar y ver la cama
vacía, ¡no podía ser! y de nuevo los sentimientos llegaron en un cumulo de preguntas, pero en ese momento
de coraje solo dije, "gracias Dios mío por recogerlo en tu
reino" y recé una pequeña oración por su alma y di vuelta a la página para continuar el trabajo de esa jornada.
Concepto y características del Coraje
La palabra coraje deriva de cor, corazón en latín y
éste del griego kardiá, aún cuando se adaptó la palabra
del antiguo franco "corage" al castellano (coeur=corazón
en francés actual). Tener coraje es sinónimo de tener
valor, de "echar el corazón por delante". También, tenerle coraje a alguien es tenerle aversión de corazón, un
resentimiento profundo, también estar lleno de coraje es
tener el corazón exaltado y el ánimo con ira contra algo.1
El coraje es una virtud humana, que se puede definir
como la fuerza de voluntad que puede poseer una persona para llevar adelante una acción a pesar de los impedimentos. Dichos impedimentos generan miedo; el coraje
es la habilidad de sobreponerse a dichos miedos y perseverar con la acción que se pretendía realizar. El coraje
físico se opone al dolor físico, el trabajo pesado o la posibilidad de recibir lesiones o muerte. El coraje moral permite actuar correctamente a pesar de recibir por ello descrédito, vergüenza, deshonor o represalias sociales.
Como generalmente asociamos valentía o coraje con
valor en combate o situaciones semejantes, no solemos
reconocer fácilmente las formas más sutiles y profundas
del coraje, no el coraje que surge de no ser capaz de
mantenerse centrado cuando arrecia el enojo, de no controlar la lengua diciendo cualquier cosa de cualquier manera, o el que deriva de la necesidad heroica de demostrar ante los otros nuestra fuerza y salir "victoriosos" de
cualquier contienda, sino el coraje que nos permite ser
francos y coherentes, revelar o exponer nuestra vulnerabilidad, o admitir nuestros errores, o presentar una idea
nueva que pueda hacernos quedar en ridículo, o simplemente pedir perdón o asumir responsabilidad. 2
El coraje es una virtud apreciada en la guerra y en las
situaciones de catástrofes, así como también en la mayor parte de las actividades o profesiones que involucren
peligros de alguna clase. En consecuencia, es exaltado
en las representaciones artísticas, homenajes, conde-
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El sentimiento de coraje en el cuidado.
En nuestra práctica profesional surgen gran diversidad de sentimientos, incluso encontrados, y que no comprendemos por qué los sentimos, en ocasiones ni siquiera nos percatamos de ellos y los dejamos pasar, pero
es necesario hacer un alto en nuestra vida, permitiéndonos identificarlos, vivirlos y expresarlos, al proporcionar
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cuidado más humano y digno, que les brinde tranquilidad
y confort a nuestros pacientes.5
Algo de lo que resulta importante es hacer la
fenomenología del cuidado. Por fenomenología entendemos la manera por la cual comprendemos cualquier realidad, en este caso un sentimiento de coraje durante el
cuidado se vuelve un fenómeno para nuestra conciencia,
se muestra en nuestra experiencia y moldea nuestra práctica. En este sentido no se trata de pensar y hablar "sobre" el cuidado como objeto independiente de nosotros,
sino de pensar y hablar "partiendo" del cuidado como es
vivido y se estructura en nosotros mismos. No "tenemos"
cuidado, "somos" cuidados. Esto significa que el cuidado posee una dimensión ontológica que entra en la constitución del ser humano. Es un modo de ser singular del
hombre y la mujer. Sin cuidado dejamos de ser humanos.
Por su propia naturaleza, el cuidado incluye dos significados básicos, íntimamente ligados entre sí. El primero, la actitud de desvelo, de solicitud y de atención
para con el otro. El segundo, de preocupación y de inquietud, porque la persona que tiene cuidado se siente
involucrada y afectivamente ligada al otro. Con razón, el
gran poeta latino Horacio (65-8 aC) podía finalmente observar: "el cuidado es el compañero permanente del ser
humano". Quiere decir, el cuidado siempre acompaña al
ser humano porque éste nunca dejará de amar y desvelarse por alguien (primer sentido) ni dejará de preocuparse y de inquietarse por la persona amada (segundo sentido). Si no fuera así, no se sentiría involucrado con ella,
y mostraría negligencia, apatía por su vida y destino. En
el límite, revelaría indiferencia que es la muerte del amor
y del cuidado.6
El cuidado no se opone al trabajo sino que le confiere
una tonalidad diferente. Por el cuidado no vemos la naturaleza y todo lo que existe en ella como objetivos. La
relación no es sujeto - objeto, sino sujeto - sujeto. Experimentamos los seres como sujetos, como valores, como
símbolos que se remiten a una realidad originaria. La
naturaleza no es muda, habla y evoca. Emite mensajes
de grandeza, belleza, perplejidad y fuerza. El ser humano puede escuchar e interpretar estas señales. Se pone
al pie de las cosas "junto" a ellos y se siente unido a
ellas. No existe, co-existe con todos los otros. La relación no es de dominio "sobre", sino de convivencia. No
es pura intervención, sino interacción y comunión. Cuidar de las cosas implica intimidad, sentirlas dentro, acogerlas, respetarlas, darles sosiego y reposo. Cuidar es
entrar en sintonía con, auscultarles el ritmo y afinarse
con él. La razón analítico - instrumental abre camino para
la razón cordial o "espirit de finesse", o espíritu de delicadeza, el sentimiento profundo. La centralidad ya no es
más ocupada por "logos" razón, sino por "pathos" sentimiento.6
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coraciones, etc., de cada actividad. Dentro de los
ssinónimos de coraje están: valor, esfuerzo, arrojo, ánimo, ímpetu, cobardía, irritación, ira, enojo, cólera, furia,
rabia, berrinche, tranquilidad, desánimo.3
Según Aristóteles, el coraje es la primera de las cualidades humanas porque es la cualidad que garantiza a
todas las demás. El coraje es el valor que una persona
presenta para llevar a cabo determinada tarea, acción,
entre otras posibilidades. Se trata de una de las más
importantes y destacadas virtudes humanas que puede
poseer un hombre en esta tierra, ya que aquel que la
presenta se sabe que dispone de una inquebrantable fuerza de voluntad que le permitirá llevar a cabo una tarea o
una actividad a pesar de los impedimentos y de los obstáculos que se presentan y que de alguna manera la señalan como imposible de lograr. Se necesita coraje para
actuar en coherencia con aquello que creemos y decimos que vale la pena, para no dejar que el miedo se
apodere de nuestros sueños ni de nuestra alma, y para
atravesar la adversidad.
Cuando hablamos del enojo, podemos abarcar desde
una simple molestia, hasta la ira sin control. Esto sucede, porque cada persona califica la fuerza de sus emociones y la importancia de los hechos, de una manera
muy personal. La intensidad de nuestro enojo, no depende sólo de la gravedad de la situación que vivimos, está
determinada por: a) nuestra personalidad, b) las experiencias que vivimos en el pasado y c) nuestra forma de
pensar, analizar y calificar lo que sucede.
Podemos tener problemas para manejar el enojo, porque muchas veces nos cuesta trabajo reconocerlo o aceptarlo. Cuando nos enojamos con frecuencia, podemos
no darnos cuenta de ese coraje o no reconocer su intensidad, porque puede ser parte de nuestra forma de ser.
Otras veces nos cuesta trabajo aceptarlo, porque: a) estamos acostumbrados a negar nuestras propias emociones, b) calificamos negativamente al enojo o a la gente
que se enoja. El coraje tiene un principio y un fin. Puede
variar su intensidad y duración, pero está relacionado a
personas, situaciones y pensamientos específicos. En
el momento de mayor intensidad, el enojo puede extenderse hacia otras personas o sucesos. Cuando dicha
intensidad disminuye, se vuelve a concentrar en las causas que lo originaron. Con el paso del tiempo, el coraje
se desvanece o sólo lo sentimos cuando vemos o pensamos en la persona que lo provocó.4
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Benjamín López Nolasco y Col.
Hay algo en los seres humanos que no se encuentra
en las máquinas, surgido hace millones de años en el
proceso evolutivo cuando emergieron los mamíferos, dentro de cuya especie nos insertamos: el sentimiento, la
capacidad de emocionarse, de involucrarse, de afectar y
de sentir afecto.
Solo nosotros los humanos podemos sentarnos a la
mesa con un amigo frustrado, colocarle la mano en el
hombro y llevarle consuelo y esperanza. Construimos el
mundo a partir de lazos afectivos. Estos lazos vuelven a
la persona y a las situaciones apreciables, portadoras
de valor. Nos preocupamos con ellas. Tomamos tiempo
para dedicarnos a ellas. Sentimos responsabilidad por el
lazo que creció entre nosotros y los otros. La categoría
cuidado recoge todo ese modo de ser. Muestra cómo
funcionamos como seres humanos. De ahí se evidencia
que el dato original no es el "logos" la razón y las estructuras de comprensión, sino el "pathos" o sentimiento, la
capacidad de simpatía y empatía, la dedicación, el cuidado y la comunión con lo diferente. Todo comienza con
un sentimiento. Es el sentimiento de que nos hace gustar o disgustar. Es el sentimiento que nos une a las cosas y nos involucra con las personas. Es el sentimiento
que produce encantamiento frente a la grandeza de los
cielos. Recordemos la frase del pequeño príncipe de
Antoine de Saint Exupery, que hizo fortuna con la conciencia colectiva de millones de lectores "Es con el corazón (sentimiento) que se ve correctamente; lo esencial
es invisible a los ojos". Es el sentimiento que vuelve a las
personas, cosas y situaciones, importantes para nosotros. Ese sentimiento profundo, repetimos, se llama cuidado. Solamente aquello que pasó por una emoción, que
evocó un sentimiento profundo y provocó cuidado en nosotros, deja marcas indelebles y permanece definitivamente.6
Conclusiones
Podemos decir que cualquiera que sea el sentimiento que se presenten en el cuidado de un paciente tendremos que tener la capacidad de controlarlos y canalizarlos por el medio más acorde a nuestra persona, ya
que en el caso de Benjamín, el sentimiento de coraje le
ha dado la fuerza para sobrepasar todas y cada una de
las barreras para seguir dando el cuidado enfermero.
Lo que importa es poner cuidado en todo. Para eso,
urge desarrollar una dimensión "ánima" que está con
nosotros. Eso significa: conceder derecho de ciudadanía
a nuestra capacidad de sentir al otro, de tener compasión con todos los seres que sufren, humanos y no humanos, de obedecer más a la lógica del corazón, de la
cordialidad y de la gentileza que a la lógica de la conquista y de los utilitario de las cosas6 y para eso se
requiere coraje.
Referencias bibliográficas
1. Diccionario de la Real Academia Española 22.ª ed. 2001. http://
etimologias.dechile.net/?coraje
2. Frankl V. El hombre en busca de sentido. Ed. Herder. Barcelona.
1996.
3. Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua
Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
4. Russek S. El coraje y sus manifestaciones. Disponible en: http:/
/ www. c r ec i m i en t o- y- b i en es t ar - em oc i on al . c om / c or aj emanifestaciones.html. Consultado el 20 de julio de 2012.
5. Zamarripa C, García C. Ternura, máxima expresión de amor al
prójimo cuando se proporciona cuidado al paciente. Desarrollo
Científico de Enfermería. 2011 Abril 19;(3):111-114.
6. Boff L. Saber Cuidar. Ética de lo humano - compasión por la
tierra. 1999.
Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser mejores,
eres un líder.
Jack Welch
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311
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