AUTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS Y ACADÉMICOS La invención de la geometría Prof. Dr. Félix García Merayo Vicepresidente de ACTA à Deja que el hombre se dedique al arte que conoce. CICERÓN, Disputaciones tusculanas, I, XVIII Los geómetras de la Grecia antigua L a geometría encarna una forma de racionalidad que se encuentra en diversos aspectos de la civilización griega antigua, como el urbanismo, las artes o las teorías políticas. No obstante, es una disciplina relativamente reciente; no tiene ni dios, ni musa. En este universo, el estudio de las figuras, de su construcción y de su medida, ha seguido un camino original desde el siglo V antes de nuestra era. Su evolución es indisociable con la ciudad de Alejandría, cuyas instituciones eruditas, como fueron su museo y su Biblioteca, han determinado lo que ha llegado hasta nosotros: algunos tratados y una tradición de problemas que, por su rigor y riqueza, suscitan aún hoy día la curiosidad del lector. Estas son algunas de las frases con las que Bernard Vitrac, investigador del CNRS francés, prologa un extenso capítulo dedicado a la invención de la geometría por los griegos y su posterior evolución. La geometría suministra el primer ejemplo histórico de la presentación axiomática de una disciplina matemática. Ahora bien, el conjunto clásico de postulados sobre el que Euclides fundamentó su sistema ha resultado insuficiente para la deducción de los conocidos teoremas de la llamada geometría euclídea, por eso, y como veremos más adelante, ha sido revisado y completado, e incluso cambiado como nos muestran las geometrías no euclídeas, en tiempos recientes. Hoy día disponemos de varios sistemas adecuados de postulados tanto para la geometría euclídea como para las no euclídeas. El más relacionado con el sistema de Euclides es probablemente el de Hilbert. 77 ACTA La invención de la geometría Para ubicar en el tiempo a los grandes filósofos, a los matemáticos y a los geómetras, así como los principales acontecimientos políticos, vamos a comenzar estableciendo un resumen de la cronología griega que cubra el contexto donde nos vamos a mover hasta llegar a Euclides que, en esta ocasión, va a ser nuestro punto de partida, como también protagonista. La Escuela de Atenas, Rafael. Museo Vaticano. La época arcaica abarca los siglos VIII, VII y VI, anteriores a nuestra era. Comienza con la institución de los Juegos Olímpicos en 776 a.C. y finaliza con la puesta en marcha de las reformas democráticas en Atenas llevadas a cabo por Clístenes (510-506 a.C.). A esa época pertenecen Homero, Hesíodo, Tales de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia; el poderoso Solón, también considerado como sabio, y Pitágoras; surge la filosofía natural y tiene lugar el nacimiento del teatro (hacia 530 a.C.). La época clásica, siglos V y IV antes de nuestra era, se inicia con la revuelta de los jonios contra los persas entre 499 y 494, finalizando con los reyes, sucesores de Alejandro, Ptolomeo y Seleuco (306 a.C.). Tienen lugar las guerras médicas (490-479) y la del Peloponeso (431-404). Se pone fin a la construcción del Partenón. En 399 sucede el proceso y muerte de Sócrates (470-399). Es el siglo de Alejandro Magno (336-323) y de la fundación de la ciudad de Alejandría. El siglo V es el siglo de oro de la tragedia en Atenas, del desarrollo de la prosa, de la fundación de la Academia de Platón (387), de la escuela estoica de Zenón en Atenas (c. 310 a.C.) y de la Escuela del maestro Epicuro también en Atenas (306). Se encuadran en esta época, Heráclito de Éfeso, Zenón de Elea, el físico Hipócrates de Cos, el astrónomo Meton 78 de Atenas, el geómetra Hipócrates de Chios, Aristófanes, célebre autor de comedias, Teeteto de Atenas, Eudoxo de Cnido y el discípulo más importante de Platón, Aristóteles de Estagira (384-322), símbolo científico de la Academia platónica. Platón enseñando geometría. Mosaico de Pompeya. Llegamos así a la época helenística, siglos III, II y I, donde se encuadra nuestro protagonista Euclides. Comienza con la instauración del principado, luego reino de Atalo I de Pérgamo, considerándose su final en el año 27 a.C., cuando Egipto se convierte en una provincia romana y Octavio acepta el título de Augusto. En 272 a.C., finaliza la conquista de la Gran Grecia por los romanos; tienen lugar las guerras Púnicas, la toma de Siracusa por los romanos en 212; sucede la creación de una gran biblioteca en Pérgamo, rival de la de Alejandría; destrucción de Cartago y de Corinto; Grecia acaba convirtiéndose en una provincia romana en 146; el dictador romano Lucio Cornelio Sila reforma las instituciones (88-79); exilio voluntario de Marco Tulio Cicerón (106-43) en el año 55 a.C., escritor, pensador, político y orador romano. En el siglo III, hacia 300 a.C., tiene lugar la aparición de los Elementos del más famoso de los sabios de Alejandría, Euclides. Aparece la obra de Vitruvio, De Architectura. Se encuadran en esta época: el bibliotecario de Alejandría, geógrafo y matemático Eratóstenes de Cirene; el genio matemático Arquímedes de Siracusa (c. 287-212); Apolonio de Rodas, Nicomedes (c. 100), conocido por sus curvas denominadas concoides; Apolonio de Perga (200-195), que redacta su tratado sobre las cónicas; Hiparco de Nicea (c. La invención de la geometría 180-125), al que se le debe el desarrollo de la astronomía cuantitativa; Virgilio (70-19), el geógrafo e historiador griego Estrabón de Amasya (c. 63-19) y el poeta latino Publio Ovidio Nasón (43-17). mente nueva en la historia de la humanidad, con lo que parece que la ciencia se anuncia sirviéndose de la geometría, que, a su vez, se compone de leyes y de teorías. Los pueblos antiguos concibieron el espacio pero sin el número. Ha sido en época más moderna, principalmente con René Descartes, cuando surgió la relación entre el número y el espacio a través de las coordenadas. Por ello, los antiguos no tuvieron más remedio que partir de propiedades experimentales que consideraban falsamente como evidentes, para todo aquello que tuviera que ver con la razón pura, y se esforzaron en agruparlas en proposiciones coherentes, filosofía que, incluso hoy día y en ciertos temas, aún conservamos. No cabe duda que si se tiene en cuenta que ellos ignoraban el método adecuado, entonces los resultados que obtuvieron de esa ignorancia resultan de lo más admirable para la época. Pero esto no debe perpetuar tales hábitos. No debe confundirse el interés histórico con la formación del ingenio ya que ello nos encadenaría, por ejemplo, a Vieta en lo relacionado con el álgebra o a Euclides en lo que concierne a la geometría. Esos vínculos fueron rotos por geómetras como Gauss, Bolyai o Lobachevski En los orígenes de la geometría se observa, desde nuestra perspectiva actual, la confirmación del fundamento experimental al que nos hemos referido así como el carácter social de la ciencia matemática. La geometría nació cuando se tuvo necesidad práctica de ella; por ejemplo, en el valle del Nilo para restablecer el amojonamiento de las tierras después de la inundación de hace más de cuatro mil años o en China, aunque allí el nivel de conocimientos no pasó de un simple empirismo. También en Mesopotamia están esos albores trasladados al resto de aquel mundo por los fenicios. Pero como advierte Babini, entre la época de los papiros egipcios y la época a la que pertenecen las primeras noticias de un saber griego, transcurre más de un milenio, lapso en el cual el mar Egeo es teatro de acontecimientos en gran parte todavía desconocidos. Cuando irrumpe en el escenario la Grecia antigua, su ciencia se construye con ayuda de sacerdotes y escribas egipcios y caldeos y se siente atraída por los descubrimientos más simples de la geometría. Primero Tales y después Pitágoras son los personajes a los que es preciso atribuir la gloria de quienes, a partir de las cosas más simples, han sido capaces de abstraer los conceptos de línea, ángulo y superficie. Fueron los auténticos inventores de la prueba deductiva, tanto en geometría como en matemáticas. El teorema de Pitágoras se presenta como una cosa absoluta- Pitágoras. La Escuela de Atenas. En opinión de Tobias Dantzing manifestada en su obra El número, lenguaje de la ciencia, la mentalidad general de los griegos permanece encerrada en una singular contradicción. Por una parte, su Universo no comprendía más que cosas inmediatamente accesibles a los sentidos; por otra, su talante de espíritu era esencialmente aristocrático ya que tenían por banales y vulgares ocupaciones tales como artesano por muy ingeniosos y elegantes que fueran los procedimientos que empleara. à Un mercader se convierte en geómetra Atenas se había convertido en uno de los centros más importantes en el desarrollo de las matemáticas. Había alcanzado una posición de preeminencia a principios del siglo V a.C., después de las victorias de Maratón y Salamina, en las que los griegos vencieron a los persas. La ciudad se convirtió no sólo en un centro político y comercial, sino también en el centro intelectual del mundo griego. Sus filósofos venían del Este y del Oeste y muchos de ellos eran además notables matemáticos y astrónomos. Entre ellos, Hipócrates, Platón, Eudoxo y Menecmo. 79 ACTA La invención de la geometría Cuando hemos escrito más arriba mercader nos estábamos refiriendo a Hipócrates (c. 470-410), natural de la isla de Chios o Quios, situada al oeste de Esmirna (actual Turquía), que enseñó en Atenas y trabajó en problemas clásicos de la geometría como la cuadratura de figuras y la duplicación del cubo. Cuenta Jean Philopon, comentarista de la obra de Aristóteles, que vivió en el siglo VI de nuestra era, que cuando se dedicaba (Hipócrates) al comercio marítimo perdió todos sus bienes como consecuencia de un ataque sorpresa de piratas. Volvió a Atenas para plantear una demanda contra esos piratas. Debido a la duración del proceso, pasa una larga temporada en Atenas frecuentando los filósofos. Como consecuencia de ello, se convierte en un geómetra tal que se propone encontrar la cuadratura del círculo (uno de los problemas clásicos con el que se encontró la escuela de Atenas, junto con la duplicación del cubo y la trisección del ángulo). No lo consigue, pero habiendo obtenido la cuadratura de las lúnulas, cree falsamente que también sería capaz de cuadrar el círculo. Philopon, en cualquier caso, llama filósofos a los maestros en geometría. La tradición sin duda había enriquecido o deformado ese hecho tan antiguo; el mismo Aristóteles (384-322 a.C.), que nace algunos años después de la muerte de Hipócrates, nos da una versión algo distinta de los acontecimientos: Hipócrates, uno de los más eminentes geómetras, era considerado simple y estúpido por el resto de las gentes. Se cuenta que debido a esa simpleza fue estafado en una fuerte suma de dinero por los recaudadores de impuestos con motivo del cincuentenario de Bizancio, durante una travesía marítima. Es muy posible que Aristóteles quisiera poner enfrente de Hipócrates a Tales de Mileto (siglo VI a. de C.), considerado como un filósofo de vanguardia y un geómetra y astrónomo de primera línea. Para los aristotélicos, primeros historiadores de las ciencias, lo que puede deducirse de la anécdota anterior fue que la época de Hipócrates vivió la emergencia de especialistas, especialmente geómetras; estos hombres, contrariamente a las figuras elegidas como padres fundadores, como Tales, Anaximandro, Pitágoras..., no eran filósofos universales. Viene aquí bien comentar la anécdota relativa a uno de los problemas imposibles para los antiguos que se ha citado más arriba. En el templo de Apolo, en la isla griega de Delos, había un altar de la forma de un cuerpo regular, concretamente de un cubo. Cuando la peste amenazó a Atenas, así se cuenta al menos, los habitantes de la ciudad se precipitaron ante el oráculo de Delos en demanda de ayuda. Y la divinidad habló: hacedme un altar doble de grande y 80 que siga manteniendo la misma forma, con lo cual el mal será conjurado. Un problema fácil, así al menos parecía en principio. Simplemente había que determinar una nueva arista tal que el volumen del cubo fuera el doble del existente en el templo de Apolo. Y ello mediante una construcción enteramente matemática, con las herramientas auxiliares de la regla y el compás. Muy pronto se dieron cuenta de que el problema sencillo se había convertido en imposible. Los más grandes matemáticos de Grecia se ocuparon durante siglos del problema de Delos. Hipócrates. Volviendo a Hipócrates, parece cierto que después de haber soportado las burlas de las gentes, primero por haber sido engañado y después por haber pecado de ingenuo al esperar recuperar su dinero, abandonó la idea de preparar la demanda, dedicándose exclusivamente a las matemáticas y a la filosofía. Hipócrates fue también el primero en redactar unos Elementos de geometría, tratado cuyo original se ha perdido pero que, según se desprende de las crónicas, parte de su contenido figuraría más tarde en los Elementos de Euclides. Esto es lo que nos dice al respecto Proclo de Licea, siglo V de nuestra era, el último gran filósofo griego que vivió alrededor del año 450 d. de C.: Hipócrates de Chios, el descubridor de la cuadratura de la lúnula, [...] fue el primero del que se sabe que realmente recopiló Elementos. Ese tratado también incluía soluciones geométricas de ecuaciones de segundo grado e, incluso, métodos primitivos de integración. Por otra parte, parece haber demostrado también la hipótesis de que la razón del La invención de la geometría área de dos círculos es la misma que la razón de los cuadrados de sus diámetros, lo que está en relación muy directa con la fórmula π r2. Se cree que llegó a tales conclusiones considerando el círculo como el límite de un polígono regular, inscrito o circunscrito al mismo y cuyo número de lados aumenta indefinidamente. Esto constituye el primer ejemplo del método de exhaustión o exhaustivo. à Geometría, civilización y enseñanza La historia de las ciencias y de las técnicas, sobre todo en lo que se refiere a los relatos de sus comienzos, ha fascinado a los antiguos. Tanto los propios historiadores como los autores de la tragedia, como Esquilo, Sófocles y Eurípides, todos consideran que los inventos de la técnica y de los descubrimientos científicos son como un jalonamiento importante por el que camina el desarrollo de la civilización. La especie humana se caracteriza por el magisterio de las artes y de las ciencias, desprovista, como está, de armas y ventajas en el entorno del reino animal en el que también vive, crece y se desarrolla. Aunque tradicionalmente las invenciones estaban siempre relacionadas con una divinidad o con un héroe civilizador, el discurso histórico sobre la ciencia nunca ha llamado a las puertas de lo sobrenatural para buscar su origen. Cuanto sabemos hoy de la Antigüedad, nos dice Carl Grimberg en su Historia de Grecia, nos causa estupor. Si la Edad Media hubiese conservado más textos de la antigua literatura técnica, habríamos alcanzado mucho antes el alto nivel industrial y técnico del que estamos tan orgullosos hoy. Las ciudades griegas formaban una civilización reciente rodeada por antiguas culturas que procedían de los egipcios, fenicios y babilonios, transportadas a Grecia y luego mejoradas en sus ciudades. Ejemplos de ello los tenemos en la escritura, que procedía de los fenicios, o en la astronomía, cuyo origen era babilónico. Todo ello lo confirma la investigación moderna. En lo que concierne al origen de la geometría, la explicación que tiene actualmente más adeptos fue propuesta por el historiador griego Herodoto de Halicarnaso en el siglo V antes de nuestra era. Cuenta las guerras entre griegos y persas lo que le sirve para describir las costumbres y las instituciones de los pueblos. El Libro II, Euterpe, está consagrado a Egipto y contiene la mención más antigua de la palabra griega geometría en dialecto jónico que es el empleado por Herodoto. Los sacerdotes egipcios confiaron a Herodoto el siguiente secreto del rey Sesostris que aquél narra en su libro (tomado de Herodoto, Historia, Libros I-II, Biblioteca Clásica Gredos, traducción de Carlos Schrader): Los sacerdotes también me dijeron que este rey repartió el suelo entre todos los egipcios, concediendo a cada habitante un lote cuadrangular de extensión uniforme; y, con arreglo a esta distribución, fijó sus ingresos, al imponer el pago de un tributo anual. Ahora bien, si el río se le llevara a alguien parte de su lote, el damnificado acudía al rey y le explicaba lo sucedido; entonces, el monarca enviaba a algunas personas a inspeccionar y medir la disminución que había sufrido el terreno para que, en lo sucesivo, pagara una parte proporcional del tributo impuesto. Y, a mi juicio, para este menester se inventó la geometría, que pasó luego a Grecia. Pues el polo, el gnomon y la división del día en doce partes los griegos lo aprendieron de los babilonios. Herodoto añade en otra parte que los griegos, no especifica quién, importaron ese conocimiento a su país. Proclo, tal vez siguiendo la opinión de Eudemo de Rodas, afirma que se trató de Tales. Como hemos visto, Herodoto emplea en su descripción la palabra geometría, γεωµετρíα, constituida por el prefijo griego geo, γηζ , la tierra, y del verbo medir, µετρέω: medición de la tierra. Con ello además, surge la idea de que la geometría ha nacido de la agrimensura. Dado que la ciencia geométrica también parece haberse utilizado en Egipto para medir la altura de la Gran pirámide, surge la tesis de que existe, en su origen, una relación directa entre la geometría y la determinación indirecta de distancias inaccesibles. Parece que fue Tales quien midió la altura de la pirámide en presencia del rey Amasis. Caben otras definiciones, esta vez ya de los griegos. Aristófanes, célebre poeta cómico ateniense, en su obra Las nubes, dice que la geometría es la medida de toda la tierra habitada, no de un pequeño territorio que se distribuye en partes en una colonia. La tradición griega antigua relaciona esta geometría, a la que también llamó geografía, con otros personajes como Anaximandro de Mileto, siglo VI antes de nuestra era, y Herodoto se burla de las primeras cartas jónicas del Mundo debido a las numerosas y arbitrarias simetrías que contenían. A partir de esa época, existen dos formas de considerar el desarrollo de la geometría: unas veces reseñando su modesto origen empírico, la agrimensura, otras su implicación en las investigaciones más especulativas de la información sobre la naturaleza, como la estructura geométrica del cosmos, la descripción y carta del mundo 81 ACTA La invención de la geometría habitado. La sombra de esta doble faceta se ha prolongado hasta nuestros días. El fallecido matemático alemán Dr. Paul Karlson nos ha dejado escrito: Los griegos tenían el convencimiento de que en la matemática había una auténtica ciencia que ya no necesita de más justificaciones. Lleva en sí su valor y su sentido. [...] En manos de los griegos la matemática se trasformó de una simple ayuda del cálculo, de una herramienta de la práctica, de un instrumento de sectas ávidas de poder, en la auténtica reina de las ciencias, hasta el punto de que Platón pusiera sobre la puerta de entrada de su Academia la siguiente frase: Ninguno que desconozca la Geometría entre bajo mi techo. Platón. La Escuela de Atenas. El relato de Philopon respecto de Hipócrates hace pensar que en Atenas, y en siglo V a. de C., ya se enseñaba la geometría. No sabemos ciertamente cómo era esa instrucción, pero lo cierto es que determinados diálogos de Platón ponen en escena a Sócrates y a los matemáticos, como el sofista Hipias de Élis y Teodoro de Cirene, geómetra contemporáneo de Hipócrates. En cualquier caso, la enseñanza dependía de la iniciativa privada de los entendidos y de los medios financieros de que disponían los padres de los alumnos. La geometría adquirió el estatus de disciplina en la primera mitad del siglo IV a. de C. Tres sabios atenienses de esa época fueron protagonistas de un debate sobre el lugar en el que colocar ciertas especialidades matemáticas dentro de la formación general: el profesor de retórica y orador, el ateniense Isócrates, Jenofonte, antiguo general y escritor, y Platón; los dos últimos, discípulos de Sócrates. En este debate, las disciplinas mencionadas con más frecuencia fueron la geometría, la astronomía y la aritmética. Para Isócrates, las matemáticas debían ser estudiadas por los jóvenes porque servían de gimnasia intelectual; Jenofonte, en la línea de Sócrates, opinaba que se debían aprender sólo las matemáticas necesarias para la vida; Platón considera las matemáticas indispensables para los estudios preparatorios de la filosofía por lo que deben ocupar un lugar importante en la formación. Matemática significa ciencia por excelencia. 82 El quadrivium pitágorico: aritmética, geometría, música y astronomía. Y precisamente será Platón quien promoverá un sistema organizado basado en cuatro especialidades: la aritmética, la geometría, la astronomía y la armónica, es decir, la teoría matemática de los intervalos musicales. Los autores de la Antigüedad atribuyeron la paternidad de esta organización a la escuela pitagórica, por lo que se conoce con el nombre de quadrivium pitagórico. Por ese nombre ha continuado conociéndose hasta la Edad Media. De acuerdo con este esquema, las matemáticas se clasifican en discretas, que estudian los cuántos (multitud), y en continuas que tratan del cuánto (magnitud). A su vez, las discretas pueden ser absolutas (en sí), es la aritmética, o relativas (en relación con otra), es la música. Por último, las continuas pueden ser estables, es la geometría, o móviles, es la astronomía. Esta organización de la enseñanza tuvo una duración de dos milenios. Los pitagóricos se ocuparon fundamentalmente de la aritmética y de la geometría, es decir, de los números, de las proporciones formadas con ellos, y de los polígonos como base para formar poliedros, cuerpos que resultaban de la representación regular de una determinada superficie, entre ellos, el caso más sencillo, el cubo y luego tam- La invención de la geometría bién el tetraedro, octaedro, icosaedro y el dodecaedro. Por lo tanto, Pitágoras y sus seguidores desarrollaron la teoría de las figuras que llenan el espacio. para figuras: en cuanto a la forma, estudia la semejanza; en cuanto a la magnitud, compara longitudes, áreas; en cuanto a la posición, trata de tangencias, de relaciones, como inscrito o circunscrito. En los Elementos de Euclides nos volveremos a encontrar con esta dualidad entre las características geométricas de los objetos y las relaciones entre objetos. à La tradición matemática de Alejandría: Euclides, Arquímedes y Apolonio Aristóteles. La Escuela de Atenas. Aristóteles criticó el esquema pitagórico, describiendo más o menos el mismo conjunto de disciplinas insistiendo en la relación entre ellas: aritmética, geometría, estereometría, geodesia, astronomía, armónica, óptica y mecánica. Añadir que Aristóteles reconocía que en su época, ningún saber había progresado tanto como las matemáticas. Efectivamente, no cabe duda alguna que la geometría era, entre los años 330 y 320 una disciplina completa, es decir, la especialidad matemática por excelencia. Pitágoras, hijo de la república griega de Samos, nacido alrededor del año 570 a.C., de procedencia fenicia probablemente, se entregó muy temprano a los estudios científicos, con Phericidas y Anaximandro de Mileto, el gran astrónomo y discípulo de Tales, por cuyo consejo se trasladó a Egipto. En Tebas o Menfis pasó varios años y después de largos y duraderos viajes por el Asia Menor, volvió de nuevo a su patria, Samos, donde, sin embargo, no se decidió a instalarse, trasladándose con su madre y un discípulo a Sicilia y de aquí inmediatamente a Crotona, colonia dórica del sur de Italia, donde fue amistosamente recibido por el tirano Milos, convirtiéndose en un filósofo de moda. Se casó con Theano, la hija de su anfitrión. La geometría ha constituido siempre una ciencia que no se contenta con medir, sino que además com- Hacia finales del siglo IV a.C., la ciencia matemática emigró de Grecia a Egipto. Alejandro Magno había conquistado el mundo griego con sus victorias y concibió la idea de crear un gran imperio. Pero murió joven (323 a.C.), a los treinta y tres años. Dos años antes había fundado, durante su visita a Egipto, la ciudad de Alejandría, situada en el litoral occidental del delta del Nilo, ciudad que se convirtió en la más importante del mundo mediterráneo. Pasó a ser el centro del nuevo comercio entre Europa, Arabia y la India y geográficamente era el lugar de reunión adecuado para griegos, judíos y árabes. Alejandría conservó en grandes bibliotecas lo más admirable de la filosofía griega; se perfeccionaron las matemáticas; el genio intelectual de los griegos entró en contacto con el genio moral de los judíos; se realizó la traducción del Antiguo Testamento. La ciudad permaneció unos seiscientos años y su fin llegó en el año 642 d.C., cuando cayó en manos del califa Omar. La institución cultural más célebre de Alejandría fue su Biblioteca. Había sido fundada hacia el año 300 a.C. por Ptolomeo I Sóter, rey de Egipto y sucesor de Alejandro en sus dominios africanos. Esto nos dice de ella el historiador alemán Carl Grimberg: Llegó a ser la cámara del tesoro de la literatura griega. Alrededor de ella, surgió en la ciudad un importante comercio de libros. Trabajaban para la biblioteca numerosos esclavos que transcribían las obras de los grandes escritores griegos en muchos ejemplares, vendidos luego en todo el mundo heleno. Gracias a la biblioteca y a las librerías alejandrinas han podido llegar a nosotros los tesoros de la literatura griega clásica. Esta gran biblioteca, en cuya fundación influyó Demetrio Faléreo, que había sido expulsado de Atenas en el 307, reunió en tres siglos 700.000 volúmenes de pergaminos manuscritos; fue destruida por un incendio en el año 47 a.C., como consecuencia del asedio que impuso la escuadra egipcia a las tropas de Julio César. 83 ACTA La invención de la geometría Otra importante institución fue el Museo, es decir, una casa dedicada a las Musas. Estaba destinada a acoger y apoyar los trabajos de los diversos intelectuales protegidos por el rey Ptolomeo. Se dice que la biblioteca de Alejandría pudo haber sido precisamente la del Museo. Los alejandrinos supieron atraerse a su ciudad a los científicos más destacados de su tiempo. Durante siglos continuó siendo el centro espiritual del mundo, y en el primer siglo de su existencia ya vivieron allí los tres matemáticos más grandes de la Antigüedad: Euclides, Arquímedes y Apolonio. Euclides fue el primer guía de la escuela alejandrina. Se le describe como un hombre apacible y mesurado, lleno de buena voluntad con todo aquel que se propusiera hacer mejorar las matemáticas; tuvo mucho respeto y reconocimiento por los que le precedieron, de forma que se cuidó de modificar lo menos posible sus obras. Se dice que era muy retraído hacia todos los trabajos que realizaba y de los resultados que alcanzaba, de tal forma que sus contemporáneos y sucesores tenían la inclinación a olvidar al hombre frente a su obra. Así, cuando hablaban de Euclides, pensaban, casi como hacemos hoy día, en sus trabajos y, ante todo, en sus Elementos, y poco en el propio sabio. Incluso en la Edad Media se llegó a más, negándose casi por completo la propia existencia del hombre: parecía que Euclides no hubiera vivido. cas conocido ya durante su vida con el nombre de teorema de Sturm, que en sus últimos años y durante la docencia de sus lecciones, decía con toda seriedad: Ahora, señores, llegamos a un bello teorema cuyo nombre tengo el honor de llevar. De Euclides no se hubiera podido pensar una manifestación semejante: su modestia, unida a un rigor inflexible y la máxima veneración por la ciencia, le impedían hablar de otra cosa que no fueran sus hechos, sus trabajos. Su obra cumbre, los Elementos, en la que, según comentario de Proclo, concluía muchas cosas comenzadas y, además de esto, apoyaba en demostraciones irrefutables lo que sus antecesores sólo habían demostrado a la ligera, se caracterizaban por el rigor de la sistematización. A este mismo respecto, decía Lagrange que, [ ] aprender geometría sin conocer a Euclides sería como querer aprender latín o griego en los libros modernos escritos en esos idiomas sin consultar en los textos originales. No es nuestro objetivo hablar de la obra de Euclides más allá de lo relacionado con la geometría. Sólo reseñar unas notas sobre el maestro. El tratado Elementos de Euclides es uno de los escritos matemáticos antiguos más voluminosos. Uno de los méritos más notable, que como autor tiene Euclides en la obra, fue haber distribuido la materia que contenía de acuerdo con unos criterios muy determinados, además de haberle dotado de una estructura deductiva local. Los resultados están agrupados en función de los objetos a los que se refiere. Se distinguen tres grandes subconjuntos: los Libros de la geometría plana, los Libros de la aritmética y los Libros de la estereometría. Todo ello equivale al estudio de la figura plana, del número y de la figura sólida. Euclides. La Escuela de Atenas. No siempre los matemáticos son tan modestos ni saben anteponer, de la manera que lo hizo Euclides, las cosas a sus propios méritos. Así, por ejemplo, se cuenta de Sturm (1803-1855), especialista francés en álgebra y teoría de números, y del que procede un importante teorema relativo a las funciones algebrai- 84 Papiro, siglo I o II, con un fragmento de la proposición 5 del Libro II de Euclides. Esta clasificación en elementos conduce a resaltar las figuras más simples, como son los triángulos, cua- La invención de la geometría drados, rectángulos, los paralelogramos y el trapecio, en los Libros I y II; el círculo y los segmentos, en el Libro III; los polígonos regulares inscritos o circunscritos en una circunferencia, en el Libro IV. Semejante distribución hace para las figuras sólidas. Pero Euclides triunfó en un punto: en su forma de trabajar con líneas paralelas. Y nos interesa resaltar esta cuestión. Por ello, es necesario aclarar que Euclides no intentó encubrir por medio de un axioma plausible su incapacidad para demostrar cierta propiedad de las líneas paralelas coplanarias. Muchos de sus otros supuestos, o bases necesarias para sus argumentos, eran tales que dispondrían razonablemente del asentimiento general. Pero en el caso de las líneas paralelas comenzó con un supuesto elaborado que conocemos como el postulado de las paralelas: si una línea recta corta a dos líneas rectas de manera que los dos ángulos interiores que se forman en el mismo lado no sumen más de dos ángulos rectos, esas líneas rectas prolongadas continuamente se cortarán a la larga en el lado en el que los ángulos son menores que dos ángulos rectos. escrito de él que [...] estaba siempre ensimismado y como encantado por una extraña sirena, hasta el punto de olvidarse de comer y beber, dejando también en el mayor abandono el cuidado de su cuerpo. A veces tenía que ser arrastrado al baño. En la ceniza del suelo dibujaba frecuentemente figuras geométricas; y recién lavado y perfumado, comenzaba a trazar líneas con el dedo aquí y allá, completamente dominado por el sentimiento de una felicidad inefable y verdaderamente poseído por su musa matemática. Pensando día y noche, como se dice que había hecho Newton para llegar al establecimiento de la ley de la atracción universal, así también Arquímedes, siempre según las noticias de Plutarco, pudo realizar la ingente obra de todos sus trabajos científicos que no quedan restringidos sólo a su principio de la hidrostática conocido hoy como principio de Arquímedes. Dejando esto sin demostrar, y probando en realidad su recíproco, Euclides se expuso al ridículo y a los ataques. Seguro que sus críticos dirían que éste no era un supuesto adecuado como los otros suyos, sino más bien susceptible de demostración. La venganza de Euclides llegó con el descubrimiento de las geometrías no euclídeas en el siglo XIX, de la mano de Gauss, Bolyai y Lobachevski. El griego Arquímedes fue uno de los sabios más grandes de la Antigüedad. Hijo del astrónomo Fidias, nació en Siracusa en 287 a.C., la mayor ciudad del occidente griego, situada en la isla de Sicilia, muriendo a los setenta y cinco años en su ciudad natal a manos de un soldado, de un oscuro soldado romano, en 212 a.C., según nos cuenta Plutarco en su obra Vida de Marcelo. Probablemente fue pariente del rey Hierón II (270-215 a.C.), tirano de Siracusa. A Arquímedes se debe, entre otras cosas, la medida de la circunferencia, ideas sobre el cálculo de áreas, es decir, sobre el cálculo integral y diversos trabajos sobre estática, mecánica, hidrostática y óptica. Muy rara vez se condensa la llama divina, la esencia de una auténtica personalidad superior, de tal forma en un solo hombre, como para, sin la menor vacilación ni duda, poder reconocer al portador de esta gracia como un verdadero elegido: ese elegido fue Arquímedes. Parece haberse perdido una biografía contemporánea del gran maestro, por lo que sabemos poco de su vida. Quizá en algún momento marchó a Alejandría desde donde regresó de nuevo a Siracusa sin dejar de estar nunca en relación con la sapiente ciudad egipcia. Trayendo de nuevo a esta redacción a Plutarco, éste dejó Arquímedes. Domenico Fetti, 1620. Esa obra no estuvo confinada en las regiones de la ciencia pura, sino que también se abrió a cualquier circunstancia de la vida práctica, lo que hoy llamamos ingeniería. Construyó máquinas basadas en las leyes fundamentales de las máquinas simples, como las poleas simple y compuesta, la palanca, de la que supo formular su ley, el tornillo sin fin, la hélice y el plano inclinado, que dejaban absortos por su eficacia a sus contemporáneos. El hecho de que Arquímedes supiera mostrar y fundamentar la ley de la palanca representa mucho más que un conocimiento primitivo de esta índole. De ahí su exclamación después del gran descubrimiento: dadme un punto de apoyo y moveré la Tierra. Siguiendo los relatos de Plutarco, y en relación con la polea, sabemos que un barco de carga que se encontraba varado en tierra firme pudo ser devuelto al agua: [...] se sentó a una cierta distancia y sin gran esfuerzo movió lentamente el extremo de una polea, con lo que, sin el menor tropiezo, atra- 85 ACTA La invención de la geometría jo suavemente el barco hacia sí, como si se deslizara sobre el agua. El rey, que había presenciado la extraordinaria eficacia del artilugio, le propuso la fabricación de toda clase de máquinas de guerra, de las que Arquímedes nunca hizo uso alguno ya que toda su vida transcurrió en tranquila y dichosa paz. Termina Plutarco este relato así: Pero en el ataque de los romanos, estos preparativos y su inventor con ellos, prestaron a los siracusanos magníficos servicios. Dadme un punto de apoyo y moveré la Tierra. Gravado de Mechanics Magazine, 1824. Gracias al genio de Arquímedes pudo la ciudad de Siracusa ofrecer a los romanos una resistencia de más de dos años, estando acostumbrados como estaban a la rápida victoria y a arrollar todo obstáculo. Pues la mayoría de los instrumentos que Arquímedes había construido estaban tras las murallas, en sitios escondidos, y era como si los romanos hubiesen estado luchando contra los dioses, porque los espacios invisibles vertían sobre ellos inmensa desgracia. Claudio Marcelo, el jefe de los romanos, decía a sus hombres: no acabaremos nunca de luchar contra este Briareo geómetra que utiliza nuestros barcos como tazas para vaciar el agua del mar, rechaza ignominiosamente nuestra zambuca con sus catapultas y con la enorme cantidad de proyectiles que arroja sobre nosotros supera a los sentímanos de la mitología. Sabemos que a estos aparatos mecánicos se vino a sumar, según se cuenta, la acción de un arma completamente nueva: el calor abrasador del sol al incidir y reflejar sus rayos en los espejos cóncavos. Su ciencia le valió para prender fuego a la flota romana ante las murallas de Siracusa. Citar también la hélice arquimediana, consistente en un cilindro en cuyo interior se encontraba una especie de escalera de caracol de suave pendiente. Derivación de este invento de Arquímedes ha sido la hélice que produce la propulsión en los barcos. El gran siracusano fue también un afamado astrónomo. Construyó un globo celeste, una esfera que, 86 movida probablemente por la fuerza del agua, representaba con tanta exactitud el curso del Sol y de la Luna con sus fases, que incluso los eclipses acontecían puntualmente. Se trataba de un pequeño planetario. Según cuenta la leyenda, Marcelo, que sintió la muerte de Arquímedes a manos de uno de sus soldados al que calificó de asesino y vulgar malhechor, hizo gravar en su tumba la figura que el mismo Arquímedes había determinado: una esfera y un cilindro, una inscrita en el otro, cilindro cuya base es un círculo máximo de la esfera y cuya altura es igual al diámetro de la misma. Con esta figura quiso el sabio griego perpetuar su aportación tal vez más meritoria: el cálculo del volumen de la esfera y la relación entre los volúmenes de esa figura y la del cilindro: el cilindro tiene un volumen equivalente a vez y media el de la esfera. Dicho esto, resumiremos ahora sus trabajos matemáticos, desarrollados todos con la mayor elegancia. Se conservan aún muchos, aunque no todos, de los escritos de Arquímedes que cubren un amplio espectro de la matemática y en todos ellos transpiran la aguda marca del genio. Inventó el cálculo integral para el que dio demostraciones estrictas con el fin de encontrar áreas, volúmenes y centros de gravedad de diversas curvas y superficies, como el círculo, la esfera, las cónicas y distintas espirales. Las cuadraturas las obtuvo mediante la aplicación de la ley de la palanca y el uso del baricentro de las figuras respectivas. Con el método que empleó para hallar la tangente a una espiral, dio los primeros pasos hacia la geometría diferencial. Para esos cálculos, necesariamente tuvo que manejar aproximaciones para el número π o para √3, aproximaciones como las siguientes: Parece natural suponer que Arquímedes también se hallaba familiarizado con las fracciones continuas o con algún recurso matemático equivalente, como lo demuestra la aproximación a √3. En 1907, Heiberg descubre en un palimpsesto de Estambul el texto perdido de Arquímedes, Método, texto que ha sido muy importante para conocer la metodología heurística utilizada por el sabio para alcanzar muchos de los resultados que obtuvo, como por ejemplo que el área de un segmento parabólico es igual a dos tercios del área del paralelogramo circunscrito a la parábola. También en ese libro puede leerse que Arquímedes consideraba a Demócrito de Tracia (460-370 a.C.) como el primer matemático que estableció correctamente la fórmula del volumen de un cono o de una pirámide. La invención de la geometría Arquímedes fue un gran estudioso de las ecuaciones que más tarde se han llamado diofánticas, ecuaciones con dos incógnitas para las que se buscan soluciones enteras y cuyo cálculo pasa también por desarrollos en fracción continua, hecho que parece que Arquímedes también conocía. problema de Apolonio implica diez casos, dos de ellos ya resueltos en los Elementos de Euclides. Apolonio de Perga (h. 262-h. 200 a.C.), ciudad de la Grecia Jónica, actualmente Murtina, en Turquía, fue el tercer gran matemático de este período que consiguió el título de gran geómetra por su estudio de las cónicas. Era unos veinte años más joven que Arquímedes. Viajó a Alejandría siendo muy joven y allí permaneció mucho tiempo, lo que no le evitó viajar también a Éfeso y Pérgamo, ciudad esta última donde conoció a Eudemo, gran historiador de la ciencia que nos ocupa. Apolonio escribió extensamente y muchos de sus libros aún se conservan. Todo lo que hizo Euclides por la geometría elemental, y en particular por la circunferencia, lo hizo Apolonio por las secciones cónicas, es decir, por aquellas curvas obtenidas cortando un cono circular recto por un plano, obteniéndose así, según la posición de ese plano, dos rectas, una circunferencia, una elipse, una parábola o una hipérbola. La teoría general de las cónicas que exige el recurso de los números, de las coordenadas, no vio la luz sino muchos años después cuando el álgebra se alió con la geometría y hasta que hombres como Kepler, Cavalieri y Descartes estuvieran preparados para utilizar ambos tipos de técnicas; pero Apolonio estudió, sin ninguna preocupación por la utilidad, las propiedades de esas curvas cuyo conocimiento se ha revelado indispensable en las cuestiones más dispares, como la trayectoria de los planetas alrededor del Sol, el movimiento de los proyectiles o los diagramas de los motores térmicos. El estudio de las cónicas, Tratado de las cónicas, estaba contenido en ocho volúmenes, ocho Libros, de los que nos han llegado los cuatro primeros en griego, es decir, en su texto original; en árabe se han encontrado los siete primeros, puestos en latín hacia 1650. El octavo libro se ha perdido. En ellos se encuentran propiedades relativas a las asíntotas, a los focos, diámetros conjugados, normales, polares y a sistemas formados por dos cónicas. Otra realización de Apolonio fue su resolución completa de un problema referente a una circunferencia que satisfacía tres condiciones, desde pasar por tres puntos dados a ser tangente a tres circunferencias o rectas dadas. Se enuncia así: dados tres objetos que pueden ser, cada uno de ellos, puntos, rectas o circunferencias, encontrar una circunferencia tangente a esos objetos o que pase por los puntos. En total, el Apolonio de Perga. Apolonio llegó hasta el final de la geometría estrictamente griega, conquistando su campo más difícil. La geometría de la forma y de la posición fue desarrollada por él hasta el grado máximo y sólo en tiempos relativamente modernos ha podido encontrar imitadores y continuadores. En este sentido, Apolonio, Épsilon como le llamaban sus contemporáneos, representa la culminación de la escuela griega. En contraposición a Apolonio, Chasles decía que Arquímedes había representado la geometría de la medida. Apolonio fue también un experto en números, escribió sobre irracionales desordenados e ideó un método para aproximar el número π; fue además un astrónomo competente. El fallecido profesor Miguel de Guzmán nos ha dejado escritas estas palabras: Apolonio representa la grandeza técnica especializada, el virtuosismo geométrico por excelencia. Es verdad que su obra hizo olvidar lo que antes de él se había escrito en el campo de su mayor brillantez, las cónicas, pero por su carácter tan especializado y tan difícil, ni siquiera esta obra maestra, las Cónicas, se conoce hoy en su integridad y más de la mitad de ella permaneció oculta para el mundo occidental hasta que fue hallada por Edmond Halley en 1710. Precisamente el astrónomo Halley restituyó el octavo y último Libro a partir del propio plan de Apolonio. Marcell Boll, en su Historia de las matemáticas, nos dice de Arquímedes y de Apolonio que son dos ejemplos que el progreso humano ha situado en su justo lugar. La ciencia es una obra desinteresada: cuanto más desinteresada, más fecunda es; incluso desde el punto de vista práctico. En ciencia, lo que se encuentra es casi siempre más importante que lo que se busca. 87