Los efectos producidos por la acción directa del hombre sobre las formas naturales de vegetación forestal, pueden ser, según acabamos de ver, de mucha trascendencia; pero en nuestro caso resultarán siempre de importancia secundaria, al lado de las perturbaciones a que el mismo hombre da lugar, de un modo indirecto, mediante la introducción de sus ganados en los montes. Desde antiguo ha figurado este rincón de la Península a que nos referimos, como una de nuestras más importantes regiones ganaderas, y aun hoy, en una clasificación de provincias con arreglo a su riqueza pecuaria, ha de corresponder a la de Cádiz un puesto preeminente, a pesar de lo mucho que en estos últimos años ha desmerecido a este respecto. N o conocemos datos precisos referentes al número total de cabezas de ganado que actualmente habitan la comarca, ni es posible fiarse de los que figuran en las, estadísticas oficiales, siempre erróneas, a causa de las ocultaciones que los propietarios hacen de esta clase de riqueza; pero como suposición, que eremos aproximada, citaremos la cifra de 400.000 cabezas para la totalidad de la provincia, de las cuales unas 80.000 corresponderán al ganado de cerda, y muy cerca de 150.000 entre el lanar y cabrío; el ganado caballar, que tan célebre hizo a esta comarca, ha perdido casi totalmente su importancia; se han dejado degenerar las razas, con tanto cuidado seleccionadas antes, y el número de cabezas, que hoy suponemos unas 20.000, escasamente representará una tercera parte de lo que era hace muy pocos años. Si existen dificultades para conocer datos de esta cuestión, referentes a la provincia en general, mucho mayores serán las que encontremos para averiguar las cantidades de ese ganado, que deben considerarse como habitantes de sus montes; pero en la ligera reseña que ahora vamos a efectuar, de las relaciones entre estos animales y la vegetación forestal gaditana, no juzgamos necesario el conocimiento de tales cifras; basta un somero recorrido por los montes, para apreciar desde el primer momento que se hallan sometidos a un pastoreo excesivo, falto de reglamentación y escaso de vigilancia. Teniendo en cuenta la importancia preferente que siempre se ha concedido a la ganadería en esta región, y la antigüedad y constancia con que se viene realizando la intervención de este agente, no dudamos en atribuir casi exclusivamente a su acción destructora, la explicación del lamentable aspecto que hoy presentan en muchas partes estos montes; bien puede decirse que la importancia ganadera de la comarca se ha logrado y sostenido a través de los siglos, a costa de llevar a sus sierras la desolación, que hoy se aprecia en grandes extensiones, carentes en absoluto de arbolado y mezquinamente vestidas por una vegetación frutescente de miserable aspecto, instalada, muchas veces, entre las grietas de las piedras, pues el empobrecimiento del suelo llegó al extremo de poner su esqueleto rocoso al descubierto. El pastoreo excesivo ejerce, pues, una grandísima influencia sobre la fisonomía y composición del tapiz vegetal de una comarca, en el que no será dado