la cobertura de las contingencias profesionales en el sistema

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RECENSIONES
situaciones de dependencia, que han sido
objeto de reciente regulación a través de la
Ley de promoción de la autonomía personal y
protección de las personas en situación de
dependencia. La creación de un Sistema
nacional de dependencia, que se implantará
de forma progresiva en el tiempo, establece la
concesión a la persona dependiente de una
prestación en especie y a quienes se ocupan
de él de un subsidio económico.
En definitiva, la conjugación de los criterios de profesionalidad, territorialidad,
nacionalidad y estado de necesidad permite
delimitar con bastante exactitud el perímetro
del Sistema español de Seguridad Social. Su
configuración actual demuestra que el Sistema ha alcanzado un elevado grado de desarrollo y madurez, y su ámbito subjetivo así lo
refleja. Los sujetos que realizan una actividad profesional están incluidos en un porcentaje muy elevado, de manera que es posible
afirmar, en opinión del autor, que el Sistema
de Seguridad Social, al menos en su modalidad contributiva, ha alcanzado prácticamente el techo de su campo de aplicación: la universalidad profesional.
No es probable que, en un futuro próximo, el
Sistema instaure una renta mínima universal a la que puedan acceder todos los ciudadanos en estado de necesidad.
En busca de ampliar el campo subjetivo de
acceso al Sistema, actualmente de carácter
obligatorio cuando se reúnan los requisitos
para incorporarse al mismo, el autor señala
que es más factible como avance cualitativo,
aunque ambivalente, la creación de un seguro voluntario, por cuanto haría posible una
universalidad subjetiva potencial si se permite que cualquier persona que lo desee pueda
suscribirlo. No obstante, dicha solución cuenta asimismo con una faceta negativa: la
supresión de la obligatoriedad no es conveniente, al menos no siempre es conveniente.
Estamos, pues, ante un libro que analiza
en detalle los contornos de nuestro Sistema
de Seguridad Social desde la perspectiva de
las personas que quedan incluidas en el mismo, al tiempo que se ponen de manifiesto
determinadas carencias del Sistema.
PEDRO EXTREMO CASADO
«LA COBERTURA
DE LAS CONTINGENCIAS
PROFESIONALES
EN EL SISTEMA ESPAÑOL
DE SEGURIDAD SOCIAL»
FAUSTINO CAVAS MARTÍNEZ
Y FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ
ORRICO
Editorial Thomson Aranzadi
2006
¿Por qué pervive aún en nuestro Sistema
de Seguridad Social una protección diferente
según que la situación derive de contingencias
profesionales o no, pese a la declaración programática de artículo 41 de nuestra Constitución, según la cual la Seguridad Social garantiza, para todos los ciudadanos la asistencia y
prestaciones sociales suficientes ante situa-
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RECENSIONES
ciones de necesidad? Esta es la pregunta a la
que trata de darse respuesta en el libro «La
cobertura de las contingencias profesionales
en el Sistema español de Seguridad Social»,
del que son autores Faustino Cavas Martínez
y Francisco Javier Fernández Orrico.
En efecto, la calificación de un accidente
como laboral repercute de manera trascendente en la relación de Seguridad Social
sobre muy diversos aspectos, destacando los
siguientes:
–
Se mejoran las bases de cotización, al
incluir en las mismas el valor de las
horas extraordinarias, y las prestaciones económicas.
–
Se atenúan los requisitos para acceder
a las prestaciones, ya que no se exige
período de carencia previo, operando el
principio de automaticidad de las prestaciones y presumiéndose el alta de pleno derecho aunque el empleador haya
incumplido con tales obligaciones.
–
Se introducen prestaciones especiales
tales como las indemnizaciones por
lesiones permanentes no invalidantes
y las indemnizaciones a tanto alzado
por fallecimiento a favor del cónyuge y
los huérfanos.
–
Se posibilita el resarcimiento íntegro
del daño mediante la imposición del
recargo de prestaciones y el ejercicio de
la acción de responsabilidad civil derivada del incumplimiento de la deuda
de Seguridad Social a cargo de los
empresarios.
El objetivo del libro es, en palabras de sus
autores, «exponer de forma sistemática y con
un enfoque eminentemente práctico, todos
esos aspectos que aún hoy privilegian la protección de las contingencias profesionales en
nuestro Sistema público de Seguridad Social».
Los autores analizan en el primer capítulo
de su libro las contingencias profesionales
–accidente de trabajo y enfermedad profesional– con el fin de delimitar su concepto. Respecto del accidente de trabajo, que la norma
define como toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del
trabajo que se ejecute, los autores prestan
especial atención a los accidentes in itinere, es
decir, a los que sufra el trabajador al ir o al
volver del lugar de trabajo, por tratarse de
una de las figuras de más imprecisos contornos dentro del Derecho de la Seguridad Social.
Al ser el accidente sufrido in itinere una
especie o modalidad del género accidente de
trabajo ha de reunir, por lo pronto, los tres
requisitos o elementos esenciales de cualquier accidente laboral: subjetivo –existencia
de contrato de trabajo–; objetivo –lesión corporal–, y causal –relación de causa a efecto,
más o menos directa, entre el trabajo y las
lesiones producidas–. El eslabón o hilo conductor que permite establecer en este caso la
conexión entre el resultado dañoso y la actividad profesional por cuenta ajena del trabajador no es otro que el trayecto considerado
como un acto imprescindible para la ejecución del trabajo.
El accidente in itinere no debe ser confundido con el accidente en misión. Este último
es un accidente puro, por sí mismo, que ocurre en el desplazamiento que tiene que realizar el trabajador a consecuencia de su trabajo, es decir, por motivos exclusivamente laborales, como por ejemplo el ocurrido a un promotor de venta o a un viajante.
La otra contingencia profesional, junto con
el accidente de trabajo, es la enfermedad profesional, que de acuerdo con la normativa
reguladora es la contraída a consecuencia del
trabajo ejecutado en las actividades que se
especifiquen en el cuadro de enfermedades
profesionales y que esté provocada por la
acción de los elementos o sustancias que se
indiquen para cada enfermedad profesional.
Un matiz importante es el apuntado por los
autores al señalar que aunque accidente de
trabajo y enfermedad profesional constituyen
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una unidad diferenciada, el concepto que la
normativa da de la enfermedad profesional
no la desvincula del accidente de trabajo, sino
que simplemente da una presunción a favor
de su existencia cuando la enfermedad está
catalogada y se contrajo en una de las actividades previstas como causantes del riesgo.
Por ello, «un proceso morboso que afecte a
un trabajador puede ser calificado como
enfermedad común, si la alteración de la
salud no guarda ninguna relación con el trabajo; como accidente laboral, cuando la enfermedad es causada por el trabajo y no está protegida específicamente como enfermedad
profesional; o, finalmente, como enfermedad
profesional, que es aquella enfermedad laboral que se contrae por la acción dañosa para
la salud de ciertos elementos enfermantes,
presentes en determinadas actividades y operaciones, figurando ambas, enfermedades y
actividades susceptibles de causarlas, en una
lista tasada».
Tras analizar la cotización por las contingencias profesionales, con sus peculiares
características, los autores estudian las prestaciones derivadas de dichas contingencias.
La cobertura que la Seguridad Social otorga a
las situaciones que tienen su origen en contingencias profesionales ha sido objeto tradicionalmente de un tratamiento diferenciado.
Ese tratamiento diferente se traduce tanto
en la propia protección material, al tratarse
de prestaciones privilegiadas si le las compara con las del resto del Sistema, como en el
régimen jurídico de que se las dota, como
sucede con la ausencia de períodos de espera o
carencia, la automaticidad radical del derecho
a las prestaciones, así como en el cálculo de las
prestaciones y en la gestión de su protección.
Esa superior protección de la cobertura de
los riesgos profesionales tiene su traducción
tanto desde el punto de vista económico como
desde el punto de vista de los requisitos exigidos para acceder a las prestaciones. Por lo
que se refiere a las ventajas económicas, tres
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son las más significativas: en primer lugar, el
cálculo de las bases reguladoras que sirven
para determinar la prestación responde ordinariamente a cuantías más elevadas, como
resultado de referenciarse al salario real del
trabajador; en segundo lugar, se reconocen
prestaciones específicas que no proceden en
el caso de contingencias comunes; finalmente, cabe la posibilidad de que se incrementen
las prestaciones en los supuestos de responsabilidades empresariales, mediante la aplicación de recargos por falta de medidas de
seguridad.
En aplicación de lo establecido por la normativa aplicable respecto al cálculo de la base
reguladora –el cociente que resulte de dividir
la suma de los complementos salariales percibidos por el interesado en el año anterior al
hecho causante entre el número de días realmente trabajados por aquél en el mismo
período, multiplicado por 273–, la base reguladora será la suma de las siguientes percepciones: salario diario más antigüedad, multiplicado por 365 días; importe anual de las
pagas extraordinarias; y cociente que resulte
de dividir la suma de los complementos salariales del año anterior al hecho causante,
multiplicado por 273, salvo que el número de
días laborales efectivos en la actividad de que
se trate sea menor, en cuyo caso se aplicará el
multiplicador que corresponda.
Por lo que se refiere a las prestaciones
específicas que se conceden, la prestación
más característica es la indemnización especial a tanto alzado en caso de muerte por accidente de trabajo o enfermedad profesional.
En efecto, el cónyuge superviviente y los
huérfanos, y en su defecto los ascendientes,
tendrán derecho a una indemnización de
carácter complementario de la pensión de
viudedad y de la pensión de orfandad, en tanto que en el caso de que se otorgue a los
padres del causante sólo es sustitutiva cuando no existen otros familiares ni tengan derecho a las prestaciones a favor de familiares.
Concretamente el cónyuge tendrá derecho a
una indemnización especial por una sola vez,
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equivalente a seis mensualidades de la base
reguladora de la pensión de viudedad, en tanto que cada uno de los huérfanos que reúna
las condiciones para ser beneficiario de la
pensión de orfandad tendrá derecho a una
indemnización equivalente al importe de una
mensualidad de la base reguladora que haya
servido para fijar la cuantía de dicha pensión.
Con respecto al recargo de las prestaciones
económicas por falta de medidas de seguridad, debe señalarse que dicho recargo tiene
un carácter sancionador pues nos encontramos ante una conducta del empresario consistente en la omisión de las medidas de
seguridad impuestas por las normas. La
cuantía del recargo oscilará entre un 30% y
un 50% en función de la gravedad de las faltas o infracciones en que haya incurrido el
empresario. Es importante destacar que el
recargo, cuando proceda, se aplica a todas las
prestaciones económicas del Sistema de
Seguridad Social que se deriven del accidente
de trabajo o de la enfermedad profesional.
Debe resaltarse en este punto que el sujeto
responsable del pago del recargo es única y
exclusivamente el empresario, sin que exista
responsabilidad subsidiaria del Instituto
Nacional de Seguridad Social –INSS–. Otro
tema de especial trascendencia es el relacionado con la responsabilidad del contratista y
subcontratista en el pago del recargo. La normativa establece que las empresas que contraten o subcontraten con otras la realización
de obras o servicios correspondientes a la propia actividad de aquéllas y que se desarrollen
en sus propios centros de trabajo deberán
vigilar el cumplimiento por dichos contratistas y subcontratistas de la normativa de prevención de riesgos laborales.
El Tribunal Supremo ha señalado que
para aplicar una responsabilidad solidaria en
estos casos entre el empresario principal,
contratista y subcontratista, deben darse dos
elementos: que se trate de la misma actividad
y que tal evento producido en la actividad que
realiza el subcontratista se ocasione en el
centro de trabajo de la empresa principal. Por
lo que se refiere a los casos de empresas de
trabajo temporal, no le alcanza la responsabilidad del recargo por falta de medidas de
seguridad, imputables a la empresa usuaria.
Un problema que también abordan los
autores es el relativo a la necesidad de distinguir entre procedimiento sancionador propiamente dicho, que corre a cargo de la Administración Laboral, y el de imposición del recargo de prestaciones económicas, que corresponde al INSS. Las resoluciones de ambas
instituciones son impugnables ante el orden
jurisdiccional competente.
Al análisis particular de las prestaciones
derivadas de contingencias profesionales se
dedica el capítulo IV, en el que tanto la asistencia sanitaria, como las situaciones de
incapacidad y las prestaciones económicas
son objeto de estudio. En materia de asistencia sanitaria todavía se mantienen en la normativa determinados aspectos que discriminan a los beneficiarios de asistencia sanitaria
derivada de contingencias comunes de la que
tiene su origen en contingencias profesionales, pues en este último riesgo se rige por el
principio de reparación íntegra del daño.
Al analizar las situaciones de incapacidad,
los autores dedican especial atención al estudio de la incapacidad temporal y de la permanente, esta última en sus diferentes grados
(parcial; total; absoluta y gran invalidez). Un
tema interesante en este ámbito es la responsabilidad en el pago de las prestaciones por
incapacidad permanente derivada de contingencias profesionales. Así, con respecto al
pago de las pensiones de incapacidad permanente derivada de accidente de trabajo puede
optarse bien por asegurar el riesgo en el INSS
o en una Mutua de Accidentes de Trabajo y
Enfermedades Profesionales. En este último
caso, dicha Mutua será la responsable del
pago, pero no la que lo realice directamente,
al venir obligada a depositar en la Tesorería
General de la Seguridad Social el importe del
capital coste de la pensión.
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Cuando la incapacidad permanente, en
cualquiera de sus grados, deriva de enfermedad profesional, la responsabilidad en el pago
es atribución exclusiva del INSS, pues en
esos casos las contingencias de muerte e incapacidad permanente no tienen por qué ser
asumidas por la Mutua ya que respecto a la
enfermedad profesional su responsabilidad
queda limitada al ámbito de la incapacidad
temporal y de los períodos de observación.
de una parte, el libro está escrito por una persona que, a su condición de doctora en derecho, añade la de ser letrada en ejercicio de la
Administración de la Seguridad Social,
actualmente destinada en el Servicio Jurídico Delegado Central de la Tesorería General
Como comentario final debe resaltarse el
amplísimo sumario jurisprudencial que se
incorpora desde la página 307 a la 497. En
esa parte se recogen las sentencias recaídas
en relación con cada uno de los apartados
analizados en el libro, incorporando una trascripción literal de los fundamentos de derecho más relevantes sobre cada aspecto concreto: delimitación de las contingencias profesionales; cotización; acción protectora; asistencia sanitaria derivada de accidente de trabajo y enfermedad profesional; incapacidad
temporal; incapacidad permanente y lesiones
permanentes no invalidantes.
No debe olvidarse que figuras como el
accidente in itinere fueron en su día creaciones de la jurisprudencia, lo que indica la
importancia de la doctrina sentada por los
tribunales en relación con las contingencias
profesionales.
PEDRO EXTREMO CASADO
EJECUTIVA
DE LA SEGURIDAD SOCIAL»
PILAR MADRID YAGÜE
Editorial Lex Nova
2006
Antes de entrar a analizar el contenido del
libro «La recaudación ejecutiva de la Seguridad Social» es necesario hacer dos comentarios iniciales, que vienen a poner de manifiesto el rigor con que ha sido abordado el tema:
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sencillo el acercamiento al tema, gracias en
buena medida a la destreza de la autora. En
todo caso debe resaltarse la importancia de
la recaudación en sentido general, pues,
como afirma la autora, «el procedimiento
recaudatorio de la Seguridad Social es un
instrumento esencial de mantenimiento del
régimen público de protección social contemplado en el artículo 41 de nuestra Constitución, al ser cauce fundamental por el que se
allegan recursos económicos para hacerlo
viable. Y es, además, un mecanismo compulsivo del pago de la cotización y demás obligaciones de pago para con la Seguridad Social».
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