Pedro Rodríguez, “Fufito”

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4B E L
NORTE
: Domingo 2 de Septiembre del 2001
P E R FI L ES
H I S TO R I A S
Editora: Rosa Linda González E-mail: rgonzale@elnorte.com
Pedro Rodríguez, “Fufito”
Activista
de la
N
ació en el
mundo del
teatro y la
carpa, pero
los devenires
del tiempo y la sociedad
lo hicieron fundar el concepto del ‘table dance’ en
Monterrey. Aunque ha
querido que lo relacionen
con la comedia política, y
no con el negocio erótico,
la inercia ha sido más
fuerte y éste segundo es
su giro más importante.
Misionero, abogado,
teatrista y empresario,
Pedro Rodríguez el “Fufito”, hoy pide la creación
de una especie de cámara
de la industria roja.
El martes, este hombre de 150 kilos, cabello y ropas estridentes, empezó a publicar una serie de desplegados pagados en defensa de los table dances de la Ciudad, el segundo
de ellos firmado por un travesti, un
monaguillo, un vagabundo, un voceador, un payaso, un árbitro de futbol,
un ama de casa, un estilista, un médico brujo, un bisexual, un músico,
un padre de familia, un chofer, un
oficinista y un plomero.
Difícil pasar inadvertido.
Se dice juglar el actor que denuncia las injusticias sociales en el escenario, el heredero del legendario Palillo y de su padre el Fufurufo. Con
un gusto muy cuestionado ha llevado a las tablas comedias como “Lanke No me Atrapas”, “Las Trevimanías
de Andrade” y “El Recto de Chema”.
Se dice activista. Su lucha pública de los últimos años ha sido por
la regularización de negocios de table dance. Se le ha relacionado con
movimientos en contra de la censura teatral, la propagación del sida y
a favor de los derechos de las minorías sexuales.
Se dice abogado. De hecho litigó
unos años, y es fanático de citar a
la Constitución.
Se dice misionero. Su madre se
convirtió del catolicismo al cristianismo y él estuvo en la sierra de Guerrero, llegó a un año de ser pastor.
Éste es el “Fufito” y ésta es su
versión.
us primeros años los
S
vivió en Parques de
Guadalupe, su padre, Pe-
dro Rodríguez, el Fufurufo,
ya era uno de los más famosos comediantes de carpa en Monterrey y se presentaba en el Teatro Blanquita. Así, el pequeño Pedro creció entre actrices,
chistes, sátiras y críticas.
Del teatro de carpa, estilo Tin
Tán, Palillo, Clavillazo, Medel y el
Panzón Panseco, el Blanquita se fue
convirtiendo en cabaret, que para
los años 70 ya era un espectáculo totalmente erótico.
Foto: EL NORTE / Carlos Arenas
Por MARCELA GARCÍA
MACHUCA
y MELITÓN GARCÍA
COQUETEO MUNICIPAL Al tér-
mino de un programa de televisión, “Fufito” bromeó con
el Alcalde Felipe de Jesús
Cantú, al tratar de darle un
beso en la mejilla.
“La moda la trajo un lugar que se
llamaba el Tívoli, eso hizo que se transformaran los teatros de revista que había, el Forum y en el Blanquita.
“Cuando la famosa y célebre frase de ‘oso, oso, oso’ invadió todos los
rincones de la sociedad regiomontana como una manera jocosa de pedir
un desnudo...”, recuerda Pedro, hijo
de esa exhuberante niñez.
Él inició sus estudios en la escuela pública “Manuel E. González” y los
continuó en un colegio privado, el
“John F. Kennedy”, en Colinas de San
Jerónimo, una vez que se había mudado a la Colonia Vista Hermosa.
Dice que desde entonces, le tomó
rabia a la pequeña burguesía.
“Yo venía de una escuela pública
donde el Fufurufo era admirado y estaba en un colegio privado donde el
Fufurufo era estigmatizado.
“Los niños ricos, riquetes, niños
ricos problemáticos, en el transporte escolar yo veía que humillaban a
los niños que vendían chicles, les gri-
taban boleros, les escupían”.
La rivalidad entre los que habían
nacido en familias acomodadas y los
que emergieron de una clase más humilde –como él– creció. Rodríguez,
de 12 años, y otros cinco niños crearon una especie de banda, se hicieron llamar los Strozzi.
En el recreo, los Strozzi defendían
a los niños de la clase trabajadora de
los más ricos y de los “fósiles”, que
también abusaban de los menores.
A su primer cumpleaños que pasó en ese colegio sólo asistieron los
cinco Strozzi, y él se quedó con el
pastel. Despechado, bajó en una camioneta (ya manejaba) a un crucero de Gonzalitos y subió a los niños
que vendían chicles para llevárselos
a merendar a su casa.
Así empezaron sus conflictos con
lo que hoy llama “las cúpulas”.
Su madre se convirtió al cristianismo evangélico, y Rodríguez fue
misionero, estudió en el Instituto de
Renovación Espiritual para Alcanzar
a las Américas y estuvo a un año de
graduarse como reverendo con representación internacional.
Al terminar su adolescencia anduvo un año y medio de misiones en Guerrero. Pero al llegar a su edad adulta
decidió dedicarse al espectáculo.
“Yo entendí el trasfondo que yo
tenía, el teatro, el Blanquita, sobre
todo, iba a ser siempre un obstáculo para yo poder predicar con libertad, siempre iba a ser juzgado por
mis ancestros”.
Se dedicó al espectáculo de carpa con mucho éxito, montó obras como “Buendía, Señor Zorrilla”, “El
IVA va y sus 400 Ladrones”, “El Inseguro Social” y “Don Pantenorio”.
“Palillo me dijo: ‘Nunca vas a ser
un juglar, hasta que no te enseñes
a ir con un amparo bajo el brazo.
Hasta que no caigas a la cárcel, metido por un Gobierno represor vas
realmente a ser un divo y vas a ser
la voz de un pueblo’”.
Rodríguez asegura que ha sido
perseguido por sus obras políticas.
“Si yo estuviera en Italia, estuviera a nivel de Darío Fo, el presidente
me recibiera. Pero no, estoy en Monterrey, y la Ciudad le pertenece a ocho
familias, no entro en el proyecto de
ellas porque soy un Rodríguez”.
En los 90, él y su hermano Raúl
deciden traer a la Ciudad el concepto de “Show Girls” que vieron en
Nueva Orleans y deciden llamarlo
“table dance”.
En 1992 nace en Monterrey el TVO
que, definido por él, es un centro de
espectáculos donde en una pasarela
con un tubo y una pista de baile, una
chica baila semidesnuda hasta quedar en una minitanga.
Foto: EL NORTE / Mónica Patiño
vida nocturna
REGULARIZACIÓN Pedro Rodríguez juega con el tubo de uno de sus negocios que busca legalizar.
N
o es difícil escuchar entre los foráneos que
Monterrey es la capital del
table dance, hay quienes
opinan que es Tampico. Pero en ésta, la ciudad de las
montañas, el Municipio estima que hay unos 70 lugares que trabajan esta clase
de espectáculos. “Fufito”
dice que son casi 100.
Él atribuye esta proliferación a que
la autoridad municipal ha permitido
que cualquier cantina presente a mujeres desnudas con sólo pagar mordidas a los inspectores para que éstos
no pasen de la puerta.
“Desgraciadamente, por tanta
corrupción existente las autoridades
municipales panistas –aclarando,
las últimas dos administraciones, la
de Jesús María Elizondo y la de Jesús Hinojosa–, los niveles de corrupción han alcanzado cifras alarmantes, que han provocado que cualquier cantina en la Ciudad se hiciera un table dance, entre comillas”.
Él los llama “clones” que reprodujeron a la imagen de negocios exitosos, pero dentro de la ilegalidad y
en contubernio con funcionarios. Y
asegura que son prostíbulos.
Este año, la hostilidad contra los
table dances se ha incrementado. La
Administración de Felipe de Jesús
Cantú ha realizado una serie de operativos contra estos negocios, desde
los más conocidos y lujosos como el
Amnesia y Metrópolis, hasta los más
paupérrimos como el Matehuala. En
ambos ha detenido a bailarinas extranjeras y a menores de edad.
En lo que va de esta Administración, el Municipio ha actuado contra 69 negocios, a 15 de ellos los ha
clausurado definitivamente y a otros
38 temporalmente.
Estos días, “Fufito” ha traído una
leve parálisis facial, lo atribuye a las
tensiones de este problema.
Su argumento para regularizar
el giro de los table dances es que la
gente sea libre de divertirse y que
no se prostituya a las mujeres.
“Imagínate (a) Monterrey en 10
años si esta tendencia de prostituir
a las bailarinas sigue sin control, ¿a
quién le van a echar la culpa de la
pandemia? A “Fufito”, porque inventó el table dance. No, estamos
aquí para decirle a la gente que mi
activismo va en el sentido de defender los derechos del ciudadano en
todos los sentidos. Yo no quisiera
que la pandemia que se llama sida
se propagara a costa de seudoempresarios sin escrúpulos que se alían
de un nombre o de una imagen”.
Pero se lamenta de que lo relacionen sólo con las luchas de marginados y usa estas palabras:
“A la sociedad burguesa le interesa, y mucho, que yo sea un defensa
de tables, un defensor de prostitutas, de viejas encueradas, de vicios y
corrupción, eso es mentira, yo no soy
eso, yo no defiendo un negocio por
algo, si cierran mañana los tables yo
tengo otras maneras de ingreso, tengo una carrera, más bien yo lo que
defiendo es la libre autodeterminación de las personas y el derecho que
tenemos todos de ser libres”.
Su propuesta es que se regule la
actividad de table dance y propuso
que haya una asociación de negocios como el suyo.
“Hay pláticas ya para hacer una
alianza, para tener fuerza y representatividad social. Si Canaco tiene una asociación, ¿por qué nosotros no?”.
Propone un aumento del cobro
de impuesto por concepto de table
dance. Así, en lugar de que las cantinas que operan ilegalmente paguen un refrendo anual de 6 mil pesos, paguen los 60 mil de los table
declarados.
Al lado de la amenaza que corre
su negocio, Rodríguez protesta por
la declaración abierta de ciertos sectores conservadores a combatir la
industria erótica.
“Ellos, como tienen toda la lana
del mundo, se van a Europa, Amsterdam, se van a Las Vegas. Te aseguro que se van a esos lugares, esconden su verdadera perversión, como sepulcros blanqueados, pero en
cambio acá, el regiomontano tercermundista no tiene derecho a eso. Me
ofende que piensen por mí”.
Sería imposible no relacionarlo
con la vida nocturna y sus penumbrosos caminos. Pero Pedro Rodríguez, “Fufito”, no tiene ningún empacho en ser el cadillo que nos recuerde que existen.
¡¡ Libérese de su
adicción a Drogas o
Alcohol !!
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