introducir nuevas especies con posibilidad de prosperar y con rendimiento económico apreciable. Pero todas estas cuestiones sólo pueden plantearse desde el campo científico, si han de tener la suficiente garantía de seriedad y seguridad. Todos estos trabajos se ofrecen a la capacidad edificadora del hombre, que puede convertir el desierto de hostil en amical y de pobre en fuente de riqueza. El desierto, como complejo natural, ofrece a las posibilidades humanas ancho campo donde ejercitar su iniciativa y espíritu constructor. Bs preciso que intervengan todos los hombres de ciencia en vanguardia: el meteorólogo, el geólogo, el edafólogo, el botánico, el zoólogo, con el agrónomo y el forestal. Hay que estudiar la flora y la fauna desde un punto de vista biológico y en relación con el medio. De esta forma se conocerán en su realidad los mil problemas que encierra el complejo desértico. Pero conviene no olvidar que nuestro desierto no es un hecho aislado, sino que fenómenos parejos se repiten en inmensas zonas de África, Asia, América y Australia. Los resultados obtenidos por los hombres de ciencia que en la actualidad trabajan intensamente sobre ellos deben ser conocidos de nosotros y comparados con los resultados que nosotros obtengamos, estudio comparativo lleno de sugerencias y de resultados fecundos. Tanto su fauna como su flora pueden proporcionar especies y formas que se aclimaten con gran rendimiento a nuestro desierto. Se hace necesaria una biología y una ecología comparativas de los diversos desiertos. Por eso es aconsejable un mayor contacto y relación entre los investigadores que se ocupan en el estudio de los desiertos del Globo, y nos sumamos de buen grado, con el mayor entusiasmo, a la sugerencia de Th. Monod de que se funde una «Asociación Internacional para el Estudio de los Desiertos». Si la extensión del Sahara español no es demasiado grande, en cambio encierra problemas de carácter genuinamente desértico y ocupa casi toda la extensión de lo que llaman los autores franceses, con gran acierto, el Sahara occidental. Con este trabajo inauguramos la era de los estudios españoles sobre el complejo vegetal desértico y hacemos votos por que nuestros futuros trabajos y los de nuestros continuadores estén a la altura de la calidad y número de los que se publican en las naciones más civilizadas.