Nuevas propuestas para el diagnóstico y la clasificación de los

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CARTA AL DIRECTOR
Nuevas propuestas para el diagnóstico
y la clasificación de los trastornos
del lenguaje: ¿hemos incorporado
los criterios idóneos?
Antonio Benítez-Burraco
Departamento de Filología Española y sus didácticas.
Área de Lengua Española. Facultad de Humanidades.
Universidad de Huelva. Huelva, España.
Correspondencia: Dr. Antonio Benítez Burraco. Área de
Lengua Española. Departamento de Filología Española
y sus didácticas. Facultad de Humanidades. Campus
de ‘El Carmen’. Universidad de Huelva. Avda. Fuerzas
Armadas, s/n. E-21071 Huelva.
E-mail: antonio.benitez@dfesp.uhu.es
Financiación: Trabajo realizado al amparo del proyecto
de investigación ‘Biolingüística: evolución, desarrollo y
fósiles del lenguaje’ (FFI2010-14955/FILO), subvencionado
por el Ministerio de Educación y Ciencia, con financiación
parcial FEDER.
Aceptado: 20.11.12.
Cómo citar este artículo: Benítez-Burraco A. Nuevas
propuestas para el diagnóstico y la clasificación de los
trastornos del lenguaje: ¿hemos incorporado los criterios
idóneos? [carta]. Rev Neurol 2013; 56: 304.
© 2013 Revista de Neurología
Dos artículos aparecidos recientemente en Revista de Neurología discuten, directa [1] o indirectamente [2], la necesidad de optimizar el
diagnóstico de los trastornos del lenguaje. En
esencia, ambos parten de la constatación de
que las actuales clasificaciones no aprehenden
satisfactoriamente el complejo escenario al que
debe enfrentarse el especialista (variabilidad
sintomática, comorbilidad, presencia de otras
disfunciones además de las de carácter puramente lingüístico, etc.). Monfort y Monfort [1]
proponen una clasificación sintomática cuya
mejora radicaría en la incorporación del criterio
304
de gravedad en la manifestación de los síntomas. Por su parte, Artigas-Pallarés [2] sugiere
la necesidad de optimizar las clasificaciones de
tipo etiológico incorporando datos genéticos,
neurobiológicos y aun evolutivos, y asumiendo
que durante la ontogenia un mismo factor etiológico puede originar síntomas diversos susceptibles de categorizarse como trastornos diferentes. Ambas propuestas son dignas de atención,
por las diversas razones que acertadamente
aducen los propios autores. Pero vale la pena
considerar también sus limitaciones y plantearse cómo cabría optimizar realmente el diagnóstico de estas afecciones.
Por un lado, cualquier clasificación sintomática estará siempre limitada por la diversa etiología que previsiblemente tendrán las agrupaciones que establezca. Más importante aún, tales agrupaciones pueden ser cuestionables desde el punto de vista lingüístico, psicolingüístico
y neurolingüístico. ¿Debemos esperar, por ejemplo, que un único déficit subyacente explique la
aparición simultánea de problemas fonológicos
y sintácticos [2], cuando se trata de niveles cualitativamente muy diferentes en la caracterización estructural del lenguaje que hacen los lingüistas [3]? ¿Es compatible esta sintomatología
mixta (y la propia categoría clínica) con el modo
en que el cerebro procesa el lenguaje en tiempo real [4]? En lo concerniente a las clasificaciones etiológicas, deberán seguir reconociendo
que el lenguaje es una entidad disociable de
otras capacidades cognitivas en términos de actuación (aunque no lo sea neurobiológica o
evolutivamente) [5], y que la diversidad sintomática de sus trastornos no es ilimitada, sino
que se halla canalizada, de modo que determinados déficits nunca aparecen, mientras que
otros están presentes en muchos de ellos [6].
Para clasificar (y entender) adecuadamente
los trastornos del lenguaje parece imprescindible: a) caracterizarlos en términos de las categorías y procesos con los que trabaja la lingüística
teórica (aunque sólo de los compatibles con las
computaciones que el cerebro es capaz de realizar en tiempo real), evitando niveles de análisis
que implican múltiples representaciones y computaciones (sintaxis, semántica, etc.); b) aceptar que los factores etiológicos identificados (genes, circuitos, procesos cognitivos) podrán serlo
también de otras disfunciones cognitivas; c) admitir la adaptabilidad (constreñida) de los sistemas disfuncionales, y d) revisar la significación
biológica de la frontera que supuestamente separa la población normal de la patológica, puesto que normalidad y anormalidad pueden intercambiarse a diferentes niveles de análisis.
Bibliografía
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3.
4.
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6.
Monfort I, Monfort M. Utilidad clínica de las
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Artigas-Pallarés J. ¿Sabemos qué es un trastorno?
Perspectivas del DSM 5. Rev Neurol 2011; 52 (Supl 1):
S59-69.
Hauser MD, Chomsky N, Fitch WT. The faculty of
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Mareschal D, Johnson MH. Précis of neuroconstructivism:
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www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 56 (5)
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