U R Í D I C A J C T U A L I D A D A La elite política local: el concejo Ruby Del Carmen Mutis González Abogada con énfasis en Derecho Público, del programa de Derecho de la Universidad del Norte. Joven investigadora Colciencias, beca Virginia Gutiérrez de Pineda 2011, proyecto de investigación: Las Elites Políticas Locales de Magdalena, Atlántico y Bolívar. Calle 64 n°47-44, rmutis@uninorte.edu.co. RESUMEN: El interés por abordar el estudio de quienes ejercen la representación política en los niveles subnacionales, en particular el municipal, y la relación que ésta tiene con la calidad de la democracia ofrece una veta valiosa para la investigación politológica. Los Concejos municipales y sus actores políticos, los concejales -elite política local- conforman un colectivo interesante en razón al control político y demás funciones que desempeñan dentro de las entidades territoriales. Los municipios son consagrados en el ordenamiento jurídico colombiano como motor de desarrollo social, económico, político y cultural del país. El objetivo del presente artículo radica en esbozar la importancia del estudio de las elites políticas en el plano local, entendiendo la elite como el grupo minoritario que ejerce y ostenta el poder frente a los numerosos, los bien llamados gobernados. Palabras clave: Elites, democracia, estado, concejo, municipio, ciencia política, 30 Edición 3a y 4a El ordenamiento jurídico-político colombiano es claro al delimitar el papel preponderante que las entidades territoriales desempeñan en el proceso de desarrollo del país. Respaldando lo anterior, encontramos como norma rectora el artículo primero de la Carta Política que califica a “Colombia como un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales…”. Es a partir de estas disposiciones que se forja el nuevo manejo de la administración pública territorial, donde la descentralización, entendida jurídica y políticamente como la facultad que se otorga a las entidades públicas diferentes del Estado para gobernarse por sí mismas, mediante la radicación de funciones en sus manos para que las ejerzan autónomamente (Rodríguez: 2009); se muestra, además, como un mecanismo para atenuar ese centro de impulsión político-administrativo en el que se enmarca la concepción unitaria del Estado colombiano. Evocando esa visión sistemática de nuestro ordenamiento, encontramos en igual medida que el artículo 287 de la Constitución Política reitera la autonomía de la que gozan las entidades territoriales para la gestión de sus intereses, todo, dentro de los límites de la Constitución y la ley, no siendo incompatible con la forma unitaria de Estado que consagra la Constitución de 1991, tal como la señala la honorable Corte Constitucional en la sentencia C-517/92. De lo anterior, resulta entonces la importancia del municipio dentro del desarrollo económico, político, social y cultural. Hecho que obligó tanto al constituyente como al legislador a establecer funciones y herramientas claras de participación en el ejercicio de la administración pública. En su artículo 311 la Constitución Política establece que “Al municipio como entidad fundamental de la división político-administrativa del Estado le corresponde prestar los servicios públicos que determine la ley, construir las obras que demande el progreso local, ordenar el desarrollo de su territorio, promover la participación comunitaria, el mejoramiento social y cultural de sus habitantes”; y, además, cumplir todas las demás funciones que la Constitución y las leyes le asignen. Son entonces los municipios el motor y foco de trabajo para el desarrollo del Estado Social de Derecho que plantea el artículo primero de la Carta Política. Así, dada la importancia que juega el municipio dentro de la estructura política territorial de Colombia, es importante traer a colación el órgano local encargado de ejercer control político a esa entidad territorial, municipio. Siguiendo la línea constitucional, el artículo 312 de la Carta Magna continúa con el otorgamiento de poder en el plano territorial, y demarca inequívocamente que “En cada municipio habrá una corporación políticoadministrativa elegida popularmente para períodos de cuatro (4) años que se denominará concejo municipal, integrado por no menos de 7, ni más de 21 miembros según lo determine la ley de acuerdo con la población respectiva. Esta corporación podrá ejercer control político sobre la administración municipal…”, creando, de esta forma, un órgano de control político municipal y distrital. Bajo la estructura normativa nos encontramos seguidamente con la ley 136 de 1994, con la cual se materializan dichas disposiciones constitucionales, 31 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A construyéndose así el régimen municipal aplicable tanto a las entidades territoriales, como al cuerpo colegiado del Concejo. Además de las funciones que la Constitución Política le asigna, la mencionada ley consagra para el Concejo Municipal1 funciones taxativas y específicas, y, en igual medida, deja una puerta abierta para otorgar competencias cuando señala: “Aquellas funciones normativas del municipio para las cuales no se haya señalado si la competencia corresponde a los alcaldes o los concejos, se entenderá asignada a estas corporaciones, siempre y cuando no contraríe la Constitución y la Ley”. Es así entonces, cuando en el marco del ejercicio del control político, los Concejos municipales se forjan como elite política a nivel local. El objetivo del presente artículo radica en esbozar la importancia del estudio de las elites políticas en el plano local. En este orden de ideas, el análisis y estudio académico de la elite política local, como representantes políticos, cobra especial relevancia. Es por esto, que el marco de la convocatoria 525 de 2011 de Colciencias para jóvenes investigadores se presentó y obtuvo el apoyo al proyecto de investigación “Las Elites Políticas Locales de Magdalena, Atlántico y Bolívar”, que tiene por objetivo indagar 32 1 Artículo 32º.- Atribuciones. Además de las funciones que se le señalan en la Constitución y la Ley, son atribuciones de los concejos las siguientes: 1. Disponer lo referente a la policía en sus distintos ramos, sin contravenir las leyes y ordenanzas, ni los Decretos del Gobierno Nacional o del Gobernador respectivo.2. Exigir los informes escritos o citar a los secretarios de la alcaldía, directores de departamentos administrativos o entidades descentralizadas municipales, al contralor o al personero, así como a cualquier funcionario municipal, excepto el alcalde, para que en sesión ordinaria haga declaraciones orales sobre asuntos relacionados con la marcha del municipio. 3. Reglamentar la autorización al alcalde para contratar, señalando los casos en que requiere autorización previa del Concejo. 4. Autorizar al alcalde para delegar en sus subalternos o en las juntas administradoras locales algunas funciones administrativas distintas de las que dispone esta Ley. 5. Determinar las áreas urbanas y suburbanas de la cabecera municipal y demás centros poblados de importancia, fijando el respectivo perímetro urbano. Numeral 5 derogado expresamente Artículo 138 Ley 388 de 1997 6. Determinar la nomenclatura de las vías públicas y de los predios o domicilios. 7. Establecer, reformar o eliminar tributos, contribuciones, impuestos y sobretasas, de conformidad con la Ley. 8. Velar por la preservación y defensa del patrimonio cultural. 9. Organizar la contraloría y la personería y dictar las normas necesarias para su funcionamiento.10. Dictar las normas orgánicas de presupuesto y expedir anualmente el presupuesto de rentas y gastos, el cual deberá corresponder al Plan Municipal o Distrital de Desarrollo, de conformidad con las normas orgánicas de planeación. las características socio-demográficas [perfil]; y los valores, actitudes y percepciones hacia la democracia, actores e instituciones de los miembros de los Concejos municipales, de los municipios y las capitales con calidad de Distrito Especiales de los departamentos de Atlántico, Bolívar y Magdalena, pertenecientes a la Región Caribe, a partir de la importancia económica, política y social de dichos departamentos. Igualmente se buscará conocer la relación de las características de la élite política local de la Región Caribe con el contexto de conflicto armado y la calidad de la representación. Es así como podemos concluir y dejar abierto el camino investigativo, que el estudio de estas élites locales en Colombia resulta relevante en razón a: i) la importancia del Concejo municipal, y de sus miembros, en el ejercicio del control político sobre la administración municipal; ii) las ventajas políticas que ofrece esta instancia de representación para aquellos políticos interesados en iniciar una trayectoria política de largo plazo; y, iii) la relevancia que tiene dicha corporación y sus representantes, en la adopción de políticas públicas en materia de planeación, finanzas públicas, medio ambiente, organización territorial, desarrollo económico y social para cada municipio. Ahora bien, asignando a los miembros del Concejo municipal la calidad de élite política, resulta significativo deslindar el marco conceptual que los eruditos de la ciencia política han desarrollado para el estudio de los mismos y que han dado en denotar como la teoría de las Elites. Así, Mosca (1896) en su Elementi di scienza política referencia que entre las tendencias y hechos constantes, que se encuentran en todos los organizamos políticos, hay uno cuya evidencia puede ser fácilmente manifiesta a todos: en todas las sociedades, empezando por las más mediocremente desarrolladas y que han llegado apenas a los comienzos de la civilización, hasta las cultas y fuertes, existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La pri- mera que siempre es la menos numerosa, cumple todas las funciones políticas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que lo acompañan; en tanto que la segunda, más numerosa, está dirigida y regida, de un modo más o menos legal o más o menos arbitrario y violento, por la primera, que le proporciona, por los menos en apariencia, los medios materiales de subsistencia y lo que requiere para la vitalidad del organismo político. Se puede inferir entonces que en el marco de las dos clases de personas, clasificadas por Mosca, cuando hablamos de elite política hablamos de la minoritaria, esa que ejerce y ostenta el poder frente a la numerosa, los bien llamados gobernados. Velando por la teorización de las elites, y soportado en Mosca (1896) y Pareto (1902), denominan, a la misma clase que el primero llama gobernantes, “aristocracia” o “elite”, en el entendido que en toda sociedad hay una clase superior que, generalmente, detenta el poder político y el económico. Es importante recordar entonces, que el estudio de las actitudes y valores políticos de la élite política ha logrado ocupar un lugar relevante en el análisis de la cultura política y de su relación con la democracia2. En buena parte, como señala Vargas González (2002: 127), las experiencias de varios países “han mostrado el papel determinante de las élites políticas en el rediseño institucional de sus sistemas políticos, orientado hacia la conformación de regímenes con mayor estabilidad, representatividad y participación ciudadana”. No obstante, los estudiosos de la ciencia política, en particular los de Colombia, han concentrado su atención en los niveles nacional y trasnacional en detrimento del ámbito regional y local, dejando el vacío académico e investigativo que supone. 2 Un referente empírico de dicho posicionamiento lo encontramos en la ya larga, y exitosa, trayectoria del Proyecto Elites Parlamentarias de América Latina-PELA que, desde el año de 1994, viene desarrollando el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca – España, dirigido por el Catedrático de Ciencia Política Manuel Alcántara, al realizar periódicamente entrevistas a los congresistas de 18 países al inicio de cada periodo legislativo. Ahora bien, para que una democracia se torne estable y efectiva, el grueso de la ciudadanía debe desarrollar un compromiso férreo con el sistema. Sin embargo, no es menos cierto que ésta no puede funcionar sin que las élites acepten, de forma regular y predecible, las reglas y los límites del sistema constitucional; contando a su vez con la legitimidad de los actores de la oposición, comprometidos con la forma de gobierno democrática. Por todo ello, las élites son un elemento indiscutible para la estabilidad de la democracia en su doble dimensión de creencias y de comportamiento (Diamond 1999: 66). En este sentido, el interés por abordar el estudio de quienes ejercen la representación política en los niveles subnacionales, en particular el municipal, y la relación que ésta tiene con la calidad de la democracia ofrece una veta valiosa para la investigación politológica. Los Concejos municipales y sus actores políticos, los concejales —elite política local—, conforman un colectivo interesante, desde el punto de vista sociopolítico, de estudio e investigación por parte de la disciplina politólogica. En este sentido, la generación de conocimiento en torno a quienes realizan la función de representación política local en el municipio colombiano se torna central para la reflexión sobre el Estado y devenir de la democracia en la esfera local y regional. De ahí que es relevante que desde la ciencia política se analice como la cuestión del poder no resulta marginal a las élites políticas locales; por ello la contribución a superar el vacío que hay respecto al estudio de la arena local es ventajoso para el conocimiento respecto a la conformación del poder a este nivel y a la interacciones que se surten entre los niveles del sistema político. 33 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A Bibliografía ALCÁNTARA, Manuel (1995). “El estudio de las élites parlamentarias en América Latina”, en Inguruak. Revista Vasca de Sociología y Ciencia Política, nº 13, Diciembre. Págs. 25-37. DIAMOND, Larry; Jonathan Hartlyn y Juan J. Linz (1999, 2ª ed.). Democracy in developing countries: Latin America. 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