El cielo y el infierno superpuestos: vida y obra de J. Robert Oppenheimer MAD = Mutually Assured Destruction. Uno de los acrónimos más espantosos del siglo XX. Este término fue empleado, en el contexto de la guerra fría, para describir el uso masivo de armas atómicas que garantizara la destrucción total de los adversarios en una guerra nuclear. Oficialmente, de acuerdo a los estrategas militares, MAD era una doctrina de guerra que buscaba la paz mediante el terror, esto es: disuadir a un enemigo de emplear bombas atómicas debido a que la misma estrategia sería empleada en su contra (digamos que MAD es la versión siglo XX de la ley del Talión). El origen de la bomba atómica es, irónicamente, también el comienzo de una de las aventuras intelectuales más apasionantes de nuestra era: la física cuántica, esto es, la rama de la física que estudia el comportamiento de la naturaleza a escalas muy pequeñas (por ejemplo, las leyes que describen la interacción de los elementos que componen a un átomo). La historia de la mecánica cuántica y su posterior uso en la fisión nuclear -­‐fenómeno base de la bomba atómica-­‐ está llena de personajes famosos, casi míticos: Albert Einstein, Werner Heisenberg, Enrico Fermi, Lisa Meiner y un largo etcétera. Entre estos nombres, hay uno en el que se combinó la destreza científica con el manejo de recursos humanos de muy alto nivel: J. Robert Oppenheimer (n. 1904, EE. UU. m. 1967, EE. UU.), director técnico del proyecto de la bomba atómica estadounidense. Oppenheimer tuvo una infancia llena de privilegios materiales y de todas las oportunidades educativas que, en su tiempo, el dinero podía comprar. Su padre, Julius Oppenheimer, llegó a los Estados Unidos en una oleada de migrantes europeos al final del siglo XIX y en menos de dos décadas construyó una fortuna alrededor del negocio de las telas y la sastrería. En la niñez, Robert tuvo profesores privados y una serie de ventajas competitivas que lo llevaron a estudiar física en la Universidad de Harvard (1925) para, después, hacer investigación en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, y finalmente doctorarse en la Universidad de Göttingen, Alemania, en 1927. En 1929, Oppenheimer regresó a los Estados Unidos de América para comenzar una carrera académica brillante. Su amplia cultura, combinada con el profundo conocimiento científico que adquirió en pocos años, lo convirtió en punto de referencia de la entonces incipiente ciencia estadounidense. Durante la década de los 30s, mientras la fama de Oppenheimer crecía, en Alemania aparecía el Partido Nacional Socialista, con Adolfo Hitler a la cabeza. El proyecto de la bomba atómica que dirigió Oppenheimer fue la respuesta de los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países europeos, a la amenaza que representaba para los aliados que la Alemania nazi desarrollase y emplease una bomba atómica. Los aliados tenían buenas razones para creer que los nazis estaban en posibilidad científica y operativa de crear una bomba atómica: Werner Heisenberg, uno de los físicos más importantes del siglo XX, era el director del proyecto atómico alemán. La carrera contra el tiempo terminó con la victoria para los aliados y muy en especial para los Estados Unidos, pues además de ganar la guerra, la inversión hecha en recursos humanos y materiales dotó al pueblo estadounidense de una estructura científica a la fecha envidiable. Los experimentos atómicos, los bombardeos contra Japón y el final de la segunda guerra mundial dieron a Oppenheimer alegrías y dolores. Por una parte, la demostración de Trinity, la primera bomba atómica, en el desierto de Nuevo México, hizo que este atribulado hombre recordara sus estudios de filosofía oriental al citar: “I am become death, the destroyer of worlds” -­‐ http://video.google.com/videoplay?docid=927367284444731862 -­‐. Por otra parte, con el fin de la guerra llegaron reconocimientos varios, hasta que la persecución anti-­‐comunista de McCarthy lo alcanzó. Desde ese momento, tiempos aciagos en lo político corrieron para Oppenheimer, a la par del reconocimiento de sus colegas científicos. Una historia de altibajos, de claroscuros. 1/2 El cielo y el infierno superpuestos: vida y obra de J. Robert Oppenheimer Estimado lector: la vida de Oppenheimer, las implicaciones de su actividad científica en la definición moderna de ciencia, los vínculos de la ciencia con el gobierno y la industria, y la problemática actual de la industria atómica hacen que la revisión de la obra de este genio sofisticado y siniestro requiera del escrutinio de varios textos, desde distintos puntos de vista. Por esta razón, me permito recomendar la lectura de J. Robert Oppenheimer and the American Century, de David Cassidy (Pi Press, NY, 2005), R. Oppenheimer, de Michel Rouzé (Souvenir Press, London,1964), American Prometheus: the triumph and tragedy of J. Robert Oppenheimer, de Kai Brid (Vintage Books, NY, 2006) y, para darse idea del horror de ver caer una bomba atómica sobre nuestras cabezas, We of Nagasaki, de Takashi Nagai (Duell, Sloan and Pearce, NY, 1951). Por último, para conocer la opinión que miembros prominentes del ejército estadounidense tuvieron de J. Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, recomiendo plenamente la lectura de Now It Can Be Told, de Leslie R. Groves (Da Capo Press, NY, 1962). Salvador Elías Venegas Andraca salvador.venegas-­‐andraca@keble.oxon.org Para saber más: http://www.ias.edu/spfeatures/robert_oppenheimer/ 2/2