EL CARISMA DEL CARMELO TERESIANO (Solicitado para presentar brevemente el Carisma del Carmelo teresiano, el P. General, P. Luis Aróstegui Gamboa, ha escrito la siguiente síntesis sobre el argumento. La publicamos con la esperanza de que podrá interesar). En la historia de lo que se llama el Carmelo (del monte de ese nombre en Palestina) hay un discurrir temporal de años y figuras, que también podemos decir exterior. Y hay un camino teológico hacia lo profundo y lo evangélico, que está representado por Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y otras figuras del Carmelo, como Teresa de Lisieux o Edith Stein (y Jerónimo Gracián desde luego, y otras figuras, entre las no canonizadas). La realidad espiritual vivida por estas figuras en la Iglesia muestra que no hay sólo un suceder año tras año, siglo tras siglo, de un carisma que, establecido de una vez para siempre, se repite a sí mismo uniformemente, sino que ellos han hecho un camino hacia el centro originario de lo cristiano, “al más profundo centro”, “entremos más adentro en la espesura”, convirtiéndose, sin pretenderlo, en criterios carismáticos, en fuentes de inspiración. Este Carmelo guarda siempre en el corazón el recuerdo de la soledad y del silencio, pero sobre todo guarda la contemplación, aquella amorosa mirada en profundidad a la realidad humana a la luz de Dios (en la que consiste la profundidad). Pero este Carmelo es también itinerante, y vive en medio de la gente, en pueblos y ciudades. El desierto se ha convertido sobre todo en espiritual, la conciencia compartida del desierto teológico del mundo, el dolor de esta conciencia convertido en oración. Este desierto espiritual se llama también “noche” en la experiencia del Carmelo que ha caminado hacia el centro originario, de aquello que propiamente interesa y era lo buscado. Y aquellas soledades históricas de la naturaleza se han descubierto ya como transparencia de la belleza divina, como huella y reminiscencia, “mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura” “De aquellos santos padres nuestros” venimos, que en tan gran soledad buscaban “este tesoro, esta preciosa margarita”, evocaba Teresa de Jesús, mientras en realidad sus carmelos los fundaba en el estilo de la hermandad y recreación, en la sencillez, el buen sentido, la alegría y la naturalidad, y a los hermanos los quería esmeradamente formados y empleados fervientemente al servicio de las necesidades de la Iglesia. Cierto, llevando en el corazón el desierto o la “noche amable más que el alborada”, buscando la “preciosa margarita” de la contemplación (que finalmente, para Teresa de Jesús, halla su verdad en el amor de Dios y del prójimo, amor en obras). El Carmelo de Teresa de Jesús (y de otros testigos auténticos posteriores) tiene la raíz de su manera espiritual de ser, para decirlo brevemente, en el tú a tú viviente y confiado con Jesús. Y es un Carmelo que existe sólo para la Iglesia y para la humanidad. Todos los afanes, esperanzas y sufrimientos de esta humanidad los abraza (contemplación) como suyos, de forma activa y comprometida, sin reservas. Este Carmelo puede renacer siempre desde hoy, con toda verdad, porque no depende tanto del pasado, cuanto del “más profundo centro” de lo humano y lo evangélico. Luís Aróstegui Gamboa, ocd, Prepósito General *Publicado en “comunications” Nº 44 el 1 de Junio de 2005 1 VALORES DE LA REGLA PARA EL LAICO, HOY Carmen Reátegui T.O.C. La fuente que produce estos valores la encontramos en nuestro carisma, por lo que somos conocidos. La pregunta es: ¿Por qué nos conocen? Para los Laicos Carmelitas, para los miembros de la Familia Carmelita, son sin duda tres valores en principio: ORACIÓN - FRATERNIDAD –SERVICIO Somos una Fraternidad Contemplativa al servicio del Pueblo de Dios ORANDO Y MEDITANDO La Palabra (primer valor para el laico carmelita) Ejercicio continuo que produce en nosotros la Convicción del Amor con el que Dios nos trata. Esta oración nos permite poner en evidencia lo que hay en nuestro corazón. A Aquel que es el centro y Señor de nuestra vida: DIOS. La oración produce en nosotros esa intimidad con Dios y nos llena del Amor, de ese amor celoso por Dios La oración continua (día y noche) nos conduce a la contemplación, a la actitud de disponibilidad a la presencia de Dios en nuestras vidas y si en nuestro corazón esta Dios por la escucha continua de su Palabra: “ESCUCHAR A DIOS Y UNIRNOS AL AMOR, ADECUAR NUESTRO CORAZON AL AMOR” Tener un corazón contemplativo. Entonces descubrimos la forma en que nosotros debemos tratarnos; con ternura, con esa ternura con la que Dios nos trata y nos conduce a mirar a los hermanos con los ojos de Dios y desde esta actitud contemplativa construir la FRATERNIDAD Y EL ESPIRITU DE FAMILIA FRATERNIDAD ORANTE (Segundo valor) “El significado de la Comunidad: Vivir en obsequio de Jesucristo siguiendo la pauta de las Actas de los Apóstoles que ha establecido los puntos básicos para ser una verdadera comunidad, unida e integrada en el nombre del Señor. En las Actas de los Apóstoles aparecen señalados cinco elementos: La enseñanza de los Apóstoles: Escuchar la palabra en la fe, como comunidad que se reúne para reflexionar y compartir la luz de la Palabra de Dios. La Unión Fraterna: que certifica la Koinonia lo que se ha visto y escuchado, comunión que es el fruto de la presencia de Dios en la vida de cada miembro. La partición del pan: la comunidad es llamada para celebrar la eucaristía cotidianamente para profundizar en la reflexión de la palabra de Dios Las oraciones: el término está en plural para que se entienda que se refiere a la que se realiza en común y la personal, escuchando a Dios y comprometiéndonos con los hermanos y hermanas La dimensión apostólica: a través de la cual se da fe de la resurrección del Señor Jesús por medio de la comunidad de los bienes como símbolo de la unidad (RC12) En San Pablo: La diversidad de los carismas: los dones del Espíritu se reparten gratuitamente para el servicio con los demás desde el momento en que todos necesitamos apoyo y amor recíproco 2 Un espíritu de libertad: “que ha venido a servir y no para ser servido y a dar la vida por los demás” FRATERNIDAD + SERVICIO CONSTITUYEN NUESTRA MISION PROFETICA Si Dios está presente en nuestros corazones y en el corazón de nuestros hermanos entonces debemos vivir la Solidaridad Con actitud compasiva con las necesidades de los hermanos más necesitados denunciando con palabra profética los males e injusticias. En obsequio de Jesucristo movidos en compasión ( ternura y acogida )frente a los hermanos mas pequeños para construir juntos mejores condiciones de vida El Carmelo nos invita a desarrollar una mística especial. Una visión y actitud con que se ve y se vive la vida. Nuestra mística se torna entonces en un servicio mas oración: DESCUBRIR AL DIOS VIVO QUE ILUMINADO POR LA ORACIÓN NOS PERMITE SER PROFETAS HOY EN LA IGLESIA anunciando el cumplimiento de la voluntad de Dios y la santificación de los ambientes en los que nos desenvolvemos. Tenemos desafíos en este mundo y retos que cumplir como Carmelitas especialmente en América Latina y El Caribe. La labor es interesante nos compromete y motiva a trabajar fuertemente. La mies es abundante y Gracias a Dios somos muchos trabajadores en su viña porque ardemos de amor celoso por nuestro Dios. La Oración: vivir en la presencia de Dios En la perspectiva de la lectura teresiana y sanjuanista Experiencia abundante y abundantemente calificada de la centralidad de la oración en la vida carmelitana. Con la patente de origen: “Trato de amistad” (V 8,5), expresión de vida teologal (D 118). En la oración cuentan esencialmente las personas en relación, no las sensaciones psicológicas, los estados de ánimo, ni siquiera los fenómenos místicos auténticos. “Lo vivo de la oración”, el recogimiento en el Otro (3S 41, 1; 43, 2). De aquí la exhortación constante, encarecida: “mire que le mira” /V 13, 22), “no os pido más que le miréis” (C 26, 3), atención “a la viva imagen”, Cristo (3S 35, 5), y en vivo templo del interior (3S 40, 1). Escuela de verdades, la de Dios y la del orante “y cómo haré que mi condición conforme con la suya” (C 22, espléndido capítulo; F 10, 13), con una fuerte dimensión teologal: “ya no somos nuestros sino suyos” (V 11, 12), firme voluntad de “contentarle a él” (ib 10). Lenguaje de amor, condición de Dios (Cánt 32, 1), único lenguaje que Dios entiende (D 130; Ct 8). Encuentro interpersonal dinámico y transformante: tesis luminosamente presentada en Moradas. Cuando Teresa inicia la pedagogía de la oración se refiere explícitamente a la exhortación de la regla de “orar noche y día” o “sin cesar” (C 4, 2), en la que ve resumida su vida de carmelita. Dice que va a hablar de “algunas cosas necesarias”, que son de la misma constitución” (ib, 4): Consigna pedagógica. “LA VERDAD TE HACE LIBRE PARA AMAR”. Así trata de formar un yo relacional, el yo orante, en línea con el principio que ya había enunciado: “para que sea verdadero el amor y que dure la amistad hanse de [tienen que] encontrar las condiciones” de los dos, Dios y el creyente (V 8, 5). Juan + subraya con insistencia la constitución del yo teologal, capaz de orar bajo todas las temperaturas. Dios mismo no mira otra cosas que la fe del que ora (3S 36, 1; 42, 6). Vale la oración en cuanto vivencia teologal, expresión de amistad y comunión, relación interpersonal. 3 Este principio debe tenerse en cuenta en la pedagogía del acto de oración, exigencia intrínseca de la oración-amistad, vida teologal. Principio también de discernimiento, así como para el contenido de la oración, lugar, tiempo, etc:”mirar en lo que aprovecha más” /4M 1, 7; 3S 35, 6). Espléndidas y luminosas páginas han escrito los dos doctores carmelitas sobre el acto de oración: C 26-28, sobre la oración de recogimiento para quienes no pueden discurrir, directamente. Y Juan de la Cruz nos ha entregado preciosas orientaciones sobre los “medios” o “instrumentos”, contemplados siempre a la luz de la esencia de la oración: “para negocio de trato tan interior como este [de la oración]”, “aquel [lugar] se ha de escoger que menos ocupe y lleve tras sí el sentido”, “para que el espíritu sólida y derechamente vaya a Dios” (3S 39, 2). Acomodándose al orante concreto y a su proceso personal (3S 24,4); y a la misma naturaleza de los “medios”: “no detenerse en el medio y motivo más de lo que basta” (3S 42, 1). Hay que leer atentamente F 5 para enmarcar la oración en el amplio espacio que nos señalan el servicio a los hermanos y la obediencia, no sólo como voto, que posiblemente es en lo que únicamente pensaba nuestra fundadora, sino en todo lo que cabe en el cumplimiento responsable de la “profesión” religiosa y/ o sacerdotal. . En la perspectiva del laico carmelitano El espíritu y la vida de oración son actividad primaria y característica del Carmelo y deben ser cultivados por el Seglar Carmelita con los medios que nos sugiere la tradición viva de la Orden La vocación del Carmelo Descalzo es un compromiso para “vivir en obsequio de Jesucristo”, “meditando día y noche la ley del Señor y velando en oración” (Regla 2. 10). Fiel a este principio de la Regla, Santa Teresa puso la oración como cimiento y ejercicio primordial de su familia religiosa. Por eso, el Seglar está llamado a procurar que la oración penetre toda su existencia, para caminar en la presencia del Dios vivo (1 Re 18,14), mediante el ejercicio constate de la fe, la esperanza y el amor, de manera que toda su vida sea una oración, una búsqueda de la unión con Dios. La meta será lograr integrar la experiencia de Dios con la experiencia de la vida: ser contemplativos en la oración y en el cumplimiento de la propia misión. El Seglar procura tener tiempo fuertes dedicados a la oración, como momentos de mayor conciencia de la presencia del Señor y como espacio interior para el encuentro personal e íntimo con El. Eso lo conducirá a vivir la oración como actitud de vida que lo hará “reconocer siempre y en todo lugar a Dios..., buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todas las personas, próximas o extrañas, y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en sí mismas como en orden al fin del hombre” (AA 4). Logrará así una contemplación y acción en la historia integrando fe y vida, oración y acción, contemplación y compromiso cristiano. El camino de la oración cristiana exige vivir la abnegación evangélica (Lc 9,23) en el cumplimiento de la propia vocación y misión, ya que “oración y regalo no se compadecen” (Camino 4, 2). El Seglar asumirá desde la perspectiva de la fe, la esperanza y el amor los trabajos y sufrimientos de cada día, las preocupaciones familiares, la incertidumbre y las limitaciones de la vida humana, la enfermedad, la incomprensión y todo aquello que constituye el tejido de nuestra existencia terrena. Procura, al mismo tiempo, hacer de todo eso materia para su diálogo con Dios para crecer en una actitud de alabanza y agradecimiento al Señor. Para vivir auténticamente la sencillez, el desapego, la humildad y la completa confianza en el Señor. La Orden Seglar observa las prácticas de abnegación evangélica recomendadas por la Iglesia. De particular importancia son aquellos días y períodos del calendario litúrgico que tiene carácter penitencial. LAICATO: OC Nuestra gente ha descubierto en la Regla tres elementos para un proyecto de vida (una espiritualidad) para mantener viva su esperanza y organizarla: “Hacer lo correcto” “Se descubre la Verdad por la escucha” “La Oración permanente” 1.1 “Hacer lo correcto” 4 1.1.1 1.1.2 1.1.3 Ser “fieles” (nn 2 y 3) viviendo “en obsequio de Jesucristo” (nm. 2) Los espacios del Carmelo, desde la comunidad local en adelante, son lugares donde se trata de descubrir lo que Dios quiere y ayudarse mutuamente a cumplir esta voluntad de Dios en un clima y cultura capitular (n. 15). La comunidad (ver Mt. 18, 20), por tanto, es un lugar de discernimiento permanente en conversación con Dios y los hermanos (nn. 24, 4, 6) 1.2 “Se descubre la Verdad por la escucha.” 1.2.1 La experiencia de Dios está en la escucha (nn. 10, 14, 19 de la Regla). 1.2.2 Hay que escuchar la Palabra de Dios día y noche (nm. 10) 1.2.3 “El silencio nos prepara para darle sentido a la contemplación y descubrir cual es la verdadera imagen de Dios.” 1.3 “La Oración permanente” 1.3.1 La Oración define la Comunidad. Es decir, es la oración y no el estado eclesiástico (clérigo, laico, etc.) lo que define la pertenencia a la comunidad en el Carmelo: En el principio éramos tantos no-clérigos que la Regla organiza la vida de oración de la Comunidad teniéndonos muy en cuenta (nm. 11). 1.3.2 Nuestro principio organizativo en el Carmelo es la Eucaristía: La Eucaristía organiza nuestro tiempo y nuestro espacio (nm. 14) Nuestra igualdad en fraternidad es eucarística. Nos reúne ‘para oír la santa misa’. 1.3.3 El Padre Nuestro es la Oración de Cabecera en el Carmelo y en la vida del pueblo (nm 11) Algunas madres de la Comunidad enseñan el Padre Nuestro a sus hijos e hijas apenas comienzan a balbucear sus primeras palabras... Su oración frecuente, consagrada en la Regla, es practicada en algunas comunidades como lectura orante permanente que estructura el día La fraternidad En la perspectiva de la lectura teresiana y sanjuanista Principalmente Teresa ha destacado la fraternidad como rasgo caracterizante del carisma carmelitano, estrechamente también a la oración, con una misma pedagogía: la renovación del yo comunitario y orante (C 4-18): oración constructora de la comunidad; comunidad, escuela de oración. Fraternidad, iglesia doméstica “espejo” de la comunidad eclesial. En resumen, personas adultas en relación con Dios y entre sí. La conexión íntima entre oración-contemplación y fraternidad al servicio de la iglesia misionera, la captó lúcidamente Teresa desde el momento en que llegó a sus oídos la escisión protestante, como en enfrentamiento entre “letrados” y “espirituales”. De este signo de los tiempos arranca su propuesta de diálogo de éstos para que los primeros vitalicen su teología y los segundos teologicen su espiritualidad. Y que el diálogo con Dios, la oración-contemplación -“los ojos en vuestro Esposo” (C 2, 1) —se convierta en el principio y en el horizonte de toda la labor misionera de la iglesia. Frente al intento de de rehacer la unidad con la guerra (“brazo secular”), o por la esmerada exposición del doga y de la moral (Concilio tridentino). La doctora de la iglesia propone elevar el nivel contemplativo de la iglesia, nota esencial, primaria de la misma, intrínseca a su misma vocación de enviada. Teresa, agraciada de una fuerte “visión” de la iglesia escatológica y de su realidad histórica, quiso adelantar aquélla y aproximar ésta a su vocación de comunión consumada. La iglesia escatológica, “nuestra verdadera tierra”, la de los “verdaderos vivos” (V 38, 6), “están llenos de caridad” (C 28, 13). Llamada es signo revelador de la comunidad trinitaria: “Estas soberanas se 5 conocen, éstas se aman, y unas con otras se deleitan” (E 7, 3). Lo único verdaderamente esencial de la comunidad es la relación interpersonal definida por estos tres verbos. Dice el “coste” necesario para llegar a convertir en un “cielo” las comunidades que funda: “contentarse sólo de contentar a Dios y no hacer caso de contento propio” (C 13, 7). De este modo, “estando encerradas peleamos por él” /C 3, 5), predicamos con “obras” (C 15, 6), miembros del “colegio de Cristo” (C 27, 6). Marca con fuerza la dimensión teologal de la fraternidad, comunidad de Dios: “él nos escogió”, “el nos ha trajo” aquí”, “nos juntó aquí” (C 1, 5: 3, 1; 8, 1.8), “él anda entre nosotras” (V 32, 11; 33, 14), nos ha dado unos a otros como deudos” (C 9, 4). Comunidad-Betania (C 17, 6). Comunidad para: dimensión misionera: servir a la iglesia (C 1, 5; 3, 1-2.10); “vuestra conversación para provecho de las almas” (C 20, 3), “para bien de la iglesia” (C 3, 10). Constante catequesis teresiana a sus hermanas (CC 53, 1.14). Sirviendo, se santifican, no se santifican para servir. Y comunidades con un fuerte humanismo: “todas iguales han de ser iguales” (C 27, 6), número restringido para fomentar las relaciones y el “estilo” de familia: “mientras más santas, más conversables con sus hermanas” (C 41, 7), fuertes en la virtud y no “en el rigor” /Ct 12/12/76; 156, 10); alegres: “amiga soy de que se alegren” (Ct 1/2/80; 316, 14; cf 4/6/78/238, 9 nota). Aconseja a sus hermanas que digan a algún “espiritual” timorato: que “todo es lenguaje de perfección” (9/1/77; 172, 10). Comunidades teresianas que irradian: “espejos de España” (Ct 12/12/76; 156, 3; 13/12/76; 158, 7) e imagen viva de la iglesia primitiva (F 3, 18). Aunque el discurso sanjuanista es sobrio en este campo, su vida nos aparece luminosa y radicalmente comunitaria, generosamente consagrada a sus hermanas hasta en las más menudas circunstancias ordinarias. Pero nos ha dejado apuntes de sus querencias comunitarias. Desde el principio rector de la unidad de desarrollo del amor a Dios y a los hermanos (3S 23, 1), pasando por su aplicación en el corazón de la noche purificadora (1N 12, 8; 13, 8; 2N 19, 3). Cautelas es un texto antológico para sentar teologalmente la vida de la fraternidad. Pero su testimonio, en la hora de la verdad, vale por las páginas que no escribió: “Y adonde no hay amor, ponga amor y encontrará amor” (Ct 26). Colofón de su vida y de su doctrina, plenitud de sus “olvidos”: “Ame mucho a los que la contradicen y no le man...” (Ct 33). Vida teologal La sobria y densa referencia de la regla a la vida teologal recibe espléndida iluminación en la obra sanjuanista. Como todos reconocen es el eje vertebral de su doctrina espiritual. Su palabra a la iglesia. Porque en las virtudes teologales encuentra respuesta a dos querencias profundas de su condición humana y de creyente: la necesidad de un purificación plena de su ser y de una unión de todo su ser personal con Dios trino. Fuera de la vida teologal no ve respuesta a estas dos esenciales, complementarias dimensiones de nuestra vocación humano-cristiana: (2N 21, 11-12). Tesis desarrollada en este capítulo y en su paralelo 2S 6. Presente en toda su obra escrita. Exigido este planteamiento por la vocación fundante de la vida humana: la unión, la participación de la vida de Dios. Siendo ésta “sobrenatural”, requiere “medios” sobrenaturales. Y “el único medio próximo de la unión con Dios es la fe-esperanza-amor”. Una realidad, las tres “andan en uno” (2S 24, 8). Nos dan y comunican al mismo Dios (Cánt 12, 4), infusiones divinas en acto, desde Dios, que nos capacitan para la respuesta. La gracia precede siempre al mandamiento, el don a la respuesta humana. “Es tanta la semejanza entre ella [la fe] y Dios, que no hay otra diferencia sino ser visto Dios o creído” (2S 9, 1). Todo peregrinaje de búsqueda, insatisfactorio siempre –“no saben decirme lo que quiero” (Cánt 6)-, termina en la inmersión en la fe: se vuelve el alma “a la fe, como la que en sí encierra y encubre la figura y hermosura de su Amado” (Cant 12, 1). “Fe fundada en Cristo” (2S 22, 7.8). Por eso, Juan + nos hace trascender y sobrepasar todas las experiencias, hasta las ricas y auténticas, de Dios porque “no tienen que ver con Dios”: no son él (Cant 1, 3-4). Sólo y siempre se produce el encuentro con Dios en fe. Un claro y relevante testimonio de su acompañamiento espiritual puede leerse en la carta 19: “sólo vivir en fe oscura y verdadera, y esperanza cierta y caridad entera”. ¿Por qué? Porque “hartas pruebas le tiene dadas Dios de que puede...”. La vida teologal es el vestido o disfraz, el traje del hombre nuevo. 6 En la perspectiva del laicado carmelitano LAICATO OCD La Regla y la Vida Fraterna Como Seglares, hijos e hijas de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz están llamados a “ser ante el mundo testigos de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo” (LG 38), a través de una vida de oración, de un servicio evangelizador y por medio del testimonio de una comunidad cristiana y carmelitana. “Todos juntos y cada uno de por sí deben alimentar al mundo con frutos espirituales (cf. Gal 5,22) y difundir en él el espíritu de que están animados aquellos pobres, mansos y pacíficos, a quienes el Señor en el Evangelio proclamó bienaventurados (cf. Mt 5,3-9). En una palabra, lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos [carmelitas] en el mundo”. Esto lo realizarán como Seglares si, a partir de una contemplación comprometida, logran testimoniar en su vida familiar y social de cada día “esa unidad de vida que en el Evangelio encuentra inspiración y fuerza para realizarse en plenitud” (ChL 34). Llegar a constituir una verdadera “comunidad evangélica” es la meta que se debe proponer, desde sus principios, todo grupo de la Orden Seglar y, en esta labor deben poner su parte todos y cada uno de los miembros pertenecientes a ella (Hech 2, 44-47. 4, 32). Aquellos que se llaman entre sí “hermanos”, deben serlo de verdad. Para esto es indispensable el trato frecuente que favorezca el mutuo conocimiento y el aprecio sincero de las personas, y todo aquello que ayude a afianzar los lazos fraternos (Fil 2,1-4). Las juntas de estudio, de apostolado, de asuntos generales y las convivencias, tienen también como propósito favorecer la comunión fraterna entre los Carmelitas Seglares, impulsando su desarrollo personal y grupal, así como el diálogo abierto, cada vez más profundo, entre sus integrantes (Hech 2, 42). Cada miembro de la Comunidad de la Orden Seglar, se empeñará en realizar todo lo que favorezca la vida fraterna: a).- El respeto a cada persona y a sus opiniones. b).- La aceptación sincera de todos y cada uno. c).- La humildad que nos hace sentirnos “servidores” de los demás. d).- La puntualidad y asiduidad a las reuniones y actos comunitarios. Todo Seglar Carmelita ha de tener conciencia de su pertenencia a la Orden de los Carmelitas Descalzos, integrada por Frailes, Monjas y Seglares, favoreciendo la solidaridad entre la comunidad laical y los frailes y monjas de la Orden; pero además, también será consciente de que forma parte de la gran familia del Carmelo, a la que se pertenecen, también, los Institutos Religiosos y Seculares Agregados, los grupos de Laicos Asociados y los Afiliados. Espiritualidad Mendicante El Carmelo, originariamente había sido Orden puramente contemplativa y, aunque el ideal contemplativo tiene siempre horizontes apostólicos, en nuestro caso, al trasplantarse a Occidente fue adscrita entre las mendicantes. Santa Teresa se dio perfecta cuenta de ello, lo que la llevó a valorizar plenamente en su ascesis las virtudes características del modo de vida de los Mendicantes. Las Órdenes Mendicantes son las que a la búsqueda de la perfección, al cuidado por llegar a la unión con Dios, juntan la vida activa. Son Órdenes de vida mixta, y en el lenguaje teológico se llaman también Órdenes Apostólicas, porque tal era la vida de los Apóstoles que ellas reflejan. Se llaman Mendicantes porque introdujeron en la Iglesia, durante el siglo XIII, una nueva modalidad de vida religiosa, fundamentada sobre el principio de una pobreza más estricta aún en Comunidad. Significaba que vivirían de las limosnas recibidas de los fieles, cuya caridad pagarían con la predicación y administración de sacramentos. El concepto de Orden Mendicante como Orden Apostólica, es decir, es la Orden que a la vida contemplativa, une el apostolado ejercido en pobreza Los hijos e hijas de Santa Teresa pertenecemos a una Orden en la que la solicitud por la salvación de las almas va unida a la búsqueda interior de Dios, en un ambiente de pobreza interior. 7 El Carmelo, eremítico en sus orígenes, al llegar a Europa se volvió Mendicante por voluntad del Sumo Pontífice. A raíz de este cambio, procuró equilibrar los elementos constitutivos de su vida, como lo demuestran las diversas reformas que se dieron, demostrando que tal equilibrio no era fácil. La Reforma de Santa Teresa consiste en el retorno a una vida contemplativa más intensa, pero nuestro antiguo ideal contemplativo no le permite olvidar a la Santa que nuestra Orden es una Orden apostólica, planteando problemas de apostolado en el momento que quiere enseñar a sus hijas los fundamentos de la vida. Quiere vivir y hacer vivir a sus hijas el apostolado carmelitano que se basa en una ferviente vida interior que da al alma poder para alcanzar todo del Corazón Divino, mediante el don total de sí misma. Los Carmelitas debemos ser ofrendas completas para el Señor, sin escatimar nada por darse a Él, sacrificándose por Él enteramente. Los instrumentos del apostolado interior carmelitano, oración y penitencia, reciben su eficacia del grado de amor que la persona le tiene al Señor. La vocación de la Orden Seglar es verdaderamente eclesial. La oración y el apostolado, cuando son verdaderos, son inseparables. La observación de Santa Teresa de que el propósito de la oración es “el nacimiento de obras buenas” (Moradas V 3, 11) recuerda a la Orden Seglar que las gracias que se han recibido siempre deben tener un efecto en quien las recibe (AA 2-3). Individualmente o como comunidad y, sobre todo como miembros de la Iglesia la actividad apostólica es fruto de la oración. Donde fuera posible y en colaboración con los superiores religiosos y con la debida autorización de los encargados, las comunidades participan en el apostolado de la Orden. El Carmelita Seglar está llamado a vivir y testimoniar el carisma del Carmelo Teresiano en la Iglesia particular, porción del Pueblo de Dios en la cual se hace presente y actúa la Iglesia de Cristo.[25] Cada uno procura ser un testigo vivo de la presencia de Dios y se responsabiliza de la necesidad de ayudar a la Iglesia dentro de la pastoral de conjunto en su misión evangelizadora bajo la dirección del obispo. Por este motivo, cada uno tiene un apostolado, colaborando con otros en la comunidad, o bien individualmente. La formación para el apostolado se basa en la teología de la Iglesia sobre la responsabilidad de los laicos[30], y la comprensión del papel de los seglares en el apostolado de la Orden ayuda a darse cuenta del lugar que tiene la Orden Seglar en la Iglesia y en el Carmelo y ofrece una forma práctica para compartir las gracias recibidas por la vocación a él. LAICATO OC 1.4 La Regla ofrece sabiduría de vida (nm 2): Nuestro pueblo pobre-en-comunidad no tiene grandes síntesis teológicas ni sofisticadas lecturas socio políticas de la realidad histórica. El pueblo conoce la realidad porque la sufre. El pueblo trata de sortear las dificultades y obstáculos de la vida para salir adelante lo mejor que pueda. Cuando conocen la Regla encuentran en ella ayuda y consejos de vida: 1.4.1 1.4.2 1.4.3 1.4.4 “La Regla es importante porque es parte de la vida.” “Al vivirla como se debe es una esperanza en medio del caos reinante.” La Regla ayuda a organizar la vida: “Es una guía, una ley en el camino difícil de la ida” (ver nm. 3) Es norma de vida que da mucha seguridad porque es respaldada en la Palabra de Dios. No es una fantasía ni un capricho. 1.5 La Regla no se impone. Es una oferta de sensatez. Convence a la gente la manera como la Regla respeta la realidad de la vida. No se impone sobre ella. Da consejos para vivirla mejor: - “donde buenamente pueda observarse” (nm 7) “si otros justos quehaceres no le ocupan” (nm. 9) hay que repartir “según a cada uno fuere menester.” (nm 12) y “según pidiere vuestra necesidad.” (nm. 13) “donde buenamente pueda hacerse” (nm 14) “pues la necesidad no tiene ley.” (nm. 16) etc. 8 La Importancia del Trabajo . En la perspectiva de la lectura teresiana y sanjuanista Ni en Teresa ni en Juan de la Cruz entra el trabajo en sus escritos doctrinales y, menos, como un elemento que caracterice el carisma. Sin embargo, ella vuelve sobre el tema con relativa frecuencia en sus cartas y en los escritos que regulan más directamente la vida ordinaria de las carmelitas. Y ha alargando el círculo destinatario de sus consejos a los descalzos. Justamente, refiriéndose a éstos, dice que es “importantísimo para los descalzos”, “que se ponga mucho (=que se insista) en el trabajo de manos, que importa infinitísimo, y alude a lo que está en la regla y constituciones (Ct 20/9/76; 120, 10); “le pedí mucho que pusiese los ejercicios, aunque fuese hacer cestas o cualquier cosa..., porque adonde no hay estudio es cosa importantísima” (Ct 12/12/76; 156, 10). Recordando el primer encuentro con el P. Ambrosio Mariano, dice que, al mostrarle la regla, le gustó mucho “en especial de vivir de la labor de sus manos”. Y añade: “yo estaba en lo mismo” (F 17, 9). Remite a san Pablo para evitar “pedir” y “ayudarse con la labor de sus manos” (Cst 9); que “cada una procure trabajar para que coman las demás. Téngase en cuenta con lo que manda la regla: que quien quisiere comer, que ha de trabajar; y con lo que decía san Pablo” (ib 24). Hasta aconseja “contar lo que han ganado de sus manos..., para animarlas a agradecer a las que hicieren mucho”. “Este tener cuenta con la labor, dejado el provecho temporal, para todo aprovecha mucho” (VD 12). En la presentación de las betas de Villanueva de la Jara destaca “el trabajo que tenían en ganar de comer, porque nunca quisieron pedir limosna” (F 28, 39); “cada una trabajaba lo más que podía” (ib 41). Hasta se recrea en el “estilo” de hilar de alguna monja, “según bracea” (Ct 13/10/76; 128; 12). También se hace eco en las cartas de las diversas labores de las comunidades (28/8/75; 86, 22; F 28, 38.41). El trabajo está vinculado con la pobreza ( 2) y la cuestión de fundar sus comunidades con renta o de pobreza. Se podrá ver las muchas fluctuaciones en esta materia (cf Ct 11, 9 , 24, 27; 22, 5). En la perspectiva del laicado carmelitano LAICATO: OCD La Regla, el trabajo y el apostolado El Seglar Carmelita debe reconocer en el trabajo un medio eficaz para el ejercicio más digno y más humano de su vida evangélica. Teniendo siempre presente que el trabajo, con su acción, no sólo transforma las cosas y a la sociedad, sino que, sobre todo, perfecciona a la persona, pues es un medio para cultivarse, superarse y trascender. La persona vale más por lo que “es” que por lo que “tiene” y todo lo que realice para lograr más justicia, mayor fraternidad y un humano planteamiento en los problemas sociales, será su tarea. Los progresos técnicos sólo nos deben ofrecer material para la promoción humana (GS 35 y 67). También debemos tomar en cuenta que estamos “trabajando” espiritualmente para lograr nuestra “perfección”, y que, conforme al Evangelio, debemos alentarnos y ayudarnos unos a otros como Comunidad. Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo (ChL 33). La espiritualidad del Carmelo despierta en el Seglar el deseo de un compromiso apostólico mayor, al darse cuenta de todo lo que implica su llamada a la Orden. Consciente de la necesidad que tiene el mundo del testimonio de la presencia de Dios (AA 4. 10; ChL 16-17. 25. 28-29), responde a la invitación que la Iglesia dirige a todas las asociaciones de fieles seguidores de Cristo comprometiéndolos con la sociedad humana a través de una participación activa en las metas apostólicas de su misión en el marco del propio carisma. Como fruto de esta participación en la evangelización el Seglar comparte un gusto renovado por la oración, la contemplación, la vida litúrgica y sacramental. En su compromiso apostólico llevará la riqueza de su espiritualidad con los matices que confiere a todos los campos de la evangelización: misiones, parroquias, casas de oración, Institutos de espiritualidad, grupos de oración, pastoral de la espiritualidad. Con su aportación peculiar como laicos carmelitas podrán ofrecer al Carmelo Teresiano impulsos renovados para encontrar válidas indicaciones para nuevos dinamismos apostólicos (VC 55) con una fidelidad creativa a su misión en la Iglesia. 9 El Carmelita Seglar tiene un deber particular de testimonio y de servicio para con el prójimo, en conformidad con su propia vocación, el don de Dios no es solamente personal, sino que está dado para toda la Iglesia. Por ello, el Seglar en particular, y cada Comunidad, han de estar dispuestos para secundar las iniciativas de apostolado de la Iglesia local –diócesis y parroquia-, especialmente las que van en consonancia con el espíritu de la Orden: ejercicios espirituales, grupos de oración, charlas sobre la espiritualidad carmelitana, incremento de la vida litúrgica, círculos bíblicos, etc. Aprovechando todos los medios de comunicación en las obras de apostolado. En cada Comunidad se designan miembros señalados para coordinar distintas iniciativas apostólicas, como las misiones, las vocaciones, la atención a los enfermos y la asistencia a los pobres, ancianos, huérfanos, marginados, indígenas, etc. Los hermanos enfermos tienen un papel muy destacado en el apostolado de la Comunidad a través del ofrecimiento de sus sufrimientos y oración. El Consejo de cada Comunidad dará una especial atención a sus enfermos, apoyándolos y estimulándolos a participar en los proyectos y trabajos del grupo LAICATO: OC Para los Pobres la Vida es frágil y sagrada. Hay que tomarla en serio. 1.6 Creo, Carlos, que lo que mas atrae a nuestro pueblo pobre-en-comunidad al Carmelo y a su Regla de vida es la manera sincera, sencilla y práctica en que la Regla ama y respeta la Vida. 1.7 Para el pueblo pobre y para el Carmelo lo concreto es puerta a lo universal. El pensamiento del pobre es concreto. Para el “la humanidad” no existe. Existen las personas. Números 4, 5, 6, 7 y 23, entre otros de la Regla, recuerdan al pueblo este principio que fundamenta su experiencia: lo concreto es puerta a lo universal. La persona con quien uno puede contar y el lugar donde uno puede estar son el punto de partida de nuestra experiencia humana y de la experiencia de Dios en medio de ella (ver la lectura del Cantar de los Cantares en la tradición del Carmelo). 1.8 Los pobres-en-comunidad nos enseñan tres lugares en la Regla que, según su experiencia de pobres, son lugares sagrados porque aseguran la vida y permiten que ésta continua: 1.8.1 En sus propias palabras: “La Regla valora el trabajo (nm 20). Nosotros nos sentimos identificados porque para nosotros el trabajo es un valor.” “La comida hay que trabajarla.” 1.8.2 La resolución del conflicto, no por la fuerza y la violencia, sino en fe y amor: “En las dificultades que a diario sufre la Comunidad, la Regla nos ofrece las armas espirituales para poder sostenernos. (ver nn. 18-19)” 1.8.3 “No nos dejen solos” es una frase que familias y comunidades repiten a los misioneros y demás personas de la Iglesia que los visitan. Para nuestra gente este anhelo de comunión eclesial es la semilla que engendra la Regla del Carmelo: una Comunidad local y concreta en búsqueda de eclesialidad, es decir, una comunión de hermanos en comunión con la Iglesia (ver números 1, 3, 4 y 5 de la Regla). 1.9 El compromiso y la gratuidad sostienen la Vida. 1.9.1 Para los pobres la seguridad no consiste en saber con que se cuenta, sino con quien se cuenta en la vida. La seguridad de los pobres está en las personas y en la comunidad (ver Juan 19, 25-27). Es mutualidad. El compromiso consiste en saber con quien cuenta la persona y quien cuenta con uno. Los pobres descubren en la Regla que este compromiso es de Jesús y con Jesús y con la comunidad (como encarnación del Espíritu de Jesús – Mt. 18,20) (ver números 4, 22 y 23). 1.9.2 El compromiso es gratuito y se sostiene en la gratuidad: “Todo es de todos.” (nm. 12 de la Regla) Especialmente la propia vida de la persona (nm. 24) 10