LA ESFERA DEL INGENIO Las silvas de Quevedo y la tradición europea COLECCIÓN ESTUDIOS CRÍTICOS DE LITERATURA Y DE LINGÜÍSTICA Consejo Asesor Carlos Alvar (Universidad de Ginebra) Alberto Blecua (Universidad de Barcelona) Francisco Javier Díez de Revenga (Universidad de Murcia) Germán Gullón (Universidad de Ámsterdam) José-Carlos Mainer (Universidad de Zaragoza) Francisco Marcos Marín (The University of Texas at San Antonio) Evangelina Rodríguez Cuadros (Universidad de Valencia) Fanny Rubio (Universidad Complutense de Madrid) Andrés Sánchez Robayna (Universidad de La Laguna) Ricardo Senabre (Universidad de Salamanca) Jenaro Talens (Universidad de Ginebra) Jorge Urrutia (Universidad Carlos III de Madrid) Darío Villanueva (Universidad de Santiago de Compostela) Domingo Ynduráin (Universidad Autónoma de Madrid) (†) Rodrigo Cacho Casal LA ESFERA DEL INGENIO Las silvas de Quevedo y la tradición europea BIBLIOTECA NUEVA grupo editorial siglo veintiuno siglo xxi editores, s. a. de c. v. siglo xxi editores, s. a. CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS, GUATEMALA, 4824, 04310, MÉXICO, DF C 1425 BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA www.sigloxxieditores.com.mx www.sigloxxieditores.com.ar salto de página, s. l. biblioteca nueva, s. l. ALMAGRO, 38, ALMAGRO, 38, 28010, MADRID, ESPAÑA 28010, MADRID, ESPAÑA www.saltodepagina.com www.bibliotecanueva.es editorial anthropos / nariño, s. l. DIPUTACIÓ, 266, 08007, BARCELONA, ESPAÑA www.anthropos-editorial.com Cacho Casal, R. La esfera del ingenio : las silvas de Quevedo y la tradición europea. – Madrid : Biblioteca Nueva, 2012 272 p. : il. 21 cm Incluye índice onomástico : p. 253-264 ISBN 978-84-9940-423-3 1. Literatura española. Historia y crítica. Poesía 2. Renacimiento. Barroco 3. Pintura 821.134.2-1 DC 7.034 ACND ACQB 75 AFC Diseño de cubierta: José María Cerezo © © Rodrigo Cacho Casal, 2012 Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2012 Almagro, 38 28010 Madrid www.bibliotecanueva.es editorial@bibliotecanueva.es ISBN: 978-84-9940-424-0 Edición digital Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. Índice Introducción ............................................................................ 13 Primera parte Quevedo y la modernidad poética Capítulo 1.—Conceptismo y modernidad poética ..................... La velocidad del concepto: condensación y concisión ......... La armonía de las esferas y el pensamiento analógico ......... El círculo en añicos y el nuevo mundo barroco ................... La novedad conceptista y la generación de agudezas .......... Quevedo y la modernidad poética ....................................... 23 25 34 41 50 58 Capítulo 2.—La trayectoria de un poeta: las silvas ................. Quevedo poeta: de las «Flores» al «Parnaso» ...................... Las silvas de Quevedo, una unidad en movimiento . ........... Las silvas: un nuevo género antiguo .................................... 61 62 75 82 Segunda parte UNA POÉTICA DE LA MODERNIDAD: LAS SILVAS Y LA TRADICIÓN EUROPEA Capítulo 1.—El pincel y el alfabeto de las imágenes ............... 89 Del pintor de Anacreonte al pincel de Belleau .................... 92 La imitación de la naturaleza: ilusionismo y arte del retrato .. 98 Los pinceles españoles y la velocidad barroca ..................... 108 Dios pintor y el pequeño ingenio del hombre . .................... 119 Capítulo 2.—La artillería o el progreso descaminado ............ La silva contra la artillería: texto y contexto . ...................... Contra los inventores: de Horacio a Marino . ...................... La execración del diabólico invento .................................... [9] 129 130 134 146 Capítulo 3.—La poesía entre las estrellas .............................. Quevedo entre silva e himno ............................................... Estrellas y poesía de Marino a Orfeo . ................................. Neoplatonismo y cosmología: el lenguaje de la poesía ........ De himno a hechizo: la poesía como ritual . ........................ 159 161 164 171 177 Capítulo 4.—Roma y las ruinas de la memoria ........................ Roma o el archivo de la memoria ........................................ Du Bellay y Quevedo: del soneto a la silva .......................... El soneto-silva y la arqueología de la memoria .................... El fuego, el agua y la piedra: naturaleza versus artificio ...... La reina del mundo: del Capitolio al Vaticano .................... 185 186 189 197 205 214 Conclusiones ............................................................................ 221 Bibliografía .............................................................................. 229 Índice onomástico ..................................................................... 253 [10] A mi hermana Marta, que conoce todos los colores del Barroco Introducción Musa Urania (1592), Hendrik Goltzius. Quevedo es un hábito que puede convertirse en vicio irrenunciable. Tras años dedicado a estudiar sus obras, encuentro que esta actividad es tan placentera como dañina. Nadie puede consagrarse con intensidad a sus versos, sátiras y tratados sin salir enriquecido, pero también muy perjudicado. Sus palabras se escurren por doquier, se abren camino en nuestro imaginario y, poco a poco, pueden alterar nuestra percepción del mundo sin que seamos ni siquiera conscientes de ello. Quevedo es una magia que intoxica el espíritu, lo enriquece y lo consume. Por eso es bueno reconocer cuándo hay que parar. Después de este libro, no creo que me queden fuerzas ni fantasía para volver a escribir otro dedicado a los escritos quevedianos. Estas páginas son una despedida y un desahogo, pero también una última declaración de lo mucho que ha significado y significa para mí el mundo verbal que este autor único ha sido capaz de crear en sus versos. Mi temor es que si sigo habitando en ellos, si me sigo demorando aquí, no seré ya capaz de salir. En este libro reúno y dejo correr ideas que me han ocupado en los últimos años, centradas en la poesía, las silvas quevedianas y su relación con el conceptismo europeo. Mis objetivos son múltiples. Ante todo, he querido ofrecer una lectura de cuatro silvas que, aprovechando el hoy tan denostado método del close reading, profundizara en su estructura, estilo e ideología, conectando estas composiciones con la trayectoria poética de Quevedo. El escritor atribuyó una gran importancia a su colección de silvas, que empezó a gestarse cuando tenía poco más de veinte años y que siguió creciendo y modificándose prácticamente hasta la última etapa de su vida. En ellas reconocía un cauce flexible y abierto, que le permitía dar rienda suelta a to[15] dos sus conocimientos de cultura y literatura clásicas, filtrados por la mediación de la tradición humanista que había asimilado en la universidad y en la que había profundizado en sus años de estancia en Italia (1613-1619). En las cortes de Palermo y Nápoles trabajó como confidente y brazo derecho del duque de Osuna, y tuvo acceso a un nuevo mundo cultural, con viajes y experiencias personales que el escritor evocará siempre con satisfacción en sus cartas y obras escritas años más tarde. Las silvas se sitúan precisamente en esta época de transición entre la juventud española de Quevedo y su maduración, intelectual y personal, tras su residencia en Italia. Mi interpretación de las silvas intenta conciliar los métodos de análisis literario con el estudio de los marcos ideológicos y filosóficos en los que estas fueron producidas. En ellas se reconocen las huellas de varias teorías sobre la pintura, el progreso, la astronomía y la mnemotecnia, que pueden servir como breve muestra de lo mucho que queda todavía por descubrir en estas poesías. En concreto, he procurado definir los mecanismos literarios e intelectuales que sustentan la nueva estética barroca, que no se limitan a plasmarse en libros, pinturas y esculturas, sino que abrazan problemáticas mucho más amplias derivadas del cambio de paradigma epistemológico que tuvo lugar a finales del siglo xvi, analizado por Michel Foucault en Les Mots et les choses, que ha sido un punto de partida fundamental para mi trabajo. El conceptismo es un fenómeno europeo de gran alcance, que aplica al lenguaje retórico y poético las inquietudes de los autores de la época en su búsqueda y redefinición de la esencia del fenómeno literario. Esta búsqueda no es otra cosa que un eco de otras inquisiciones que recorrieron el Siglo de Oro, donde los parámetros tradicionales se vieron sacudidos por el descubrimiento del Nuevo Mundo, la revolución copernicana, el telescopio de Galileo, la Reforma protestante y el renacer de la filosofía escéptica. El capítulo que abre la primera parte se ocupa precisamente de estas cuestiones, definiendo cuáles son los aspectos fundamentales del conceptismo europeo y analizando cómo los escritores barrocos lo asimilaron y lo tradujeron en literatura. Su objeto de estudio es, pues, el lenguaje, tanto desde la perspectiva de la producción literaria como de su interpretación en el siglo xvii, que ve la unión entre los significados y los significantes como una alquimia a la vez conflictiva y estimulante sobre la que se asienta una nueva visión del mundo y del arte. El segundo capí[16] tulo se centra en la trayectoria poética de Quevedo y en los géneros en los que puso más empeño, así como en los cauces (manuscritos e impresos) que escogió para difundir sus obras en verso hasta culminar en el Parnaso español (1648), que debía garantizarle un lugar de honor en el canon nacional e internacional. Pese a ser un corpus muy reducido en relación con la vasta producción quevediana, las silvas representan un capítulo fundamental de su carrera como poeta y, en general, de la literatura española del siglo xvii, pues en ellas se percibe in fieri el proceso de cambio que lleva del Renacimiento al Barroco. En la segunda parte me ocupo de cuatro silvas aplicando los parámetros de lectura que me proporciona el conceptismo, visto como entidad histórica y filosófica. Mis criterios de selección han sido personales y, en buena medida, casuales. Seguramente alguien podrá opinar que son pocas silvas o que no son de las mejores, y seguramente tendrá razón. Creo que cada una de ellas es especial a su manera y encarna alguna de las problemáticas fundamentales, estéticas e ideológicas, del Barroco, lo cual me ha permitido destacar los vínculos entre ellas y otras tradiciones, como la italiana o la francesa. De hecho, este era otro de los objetivos fundamentales del libro: situar a Quevedo en su contexto europeo contemporáneo, liberarlo, en la medida de lo posible, de la etiqueta de ‘ingenio hispano’ encerrado en su propio talento verbal, como quería Borges. El autor no fue solo un explosivo creador de agudezas españolas, sino un asiduo lector y conocedor de una sorprendente variedad de textos poéticos, que abarcan desde el mundo grecorromano hasta la producción más reciente. En las silvas, el ideal renacentista de imitación y reescritura se descompone y se reconstruye siguiendo las directrices de una nueva estética y de una nueva cosmovisión. En ellas, todo sigue igual porque todo ha cambiado. La literatura se ha construido un espacio propio, independiente y autónomo, donde el lenguaje traza geometrías infinitas. Si he sido capaz de dejar entrever por lo menos una pequeña parte de la complejidad que se esconde detrás de esta corriente literaria e intelectual, estas páginas no serán del todo inútiles. No profeso fe a ninguna escuela ni creo que haya métodos infalibles o absolutamente mejores para estudiar la literatura y, en concreto, la del siglo xvii. Estoy, sin embargo, convencido de que los textos hay que leerlos. Leerlos una y otra vez, buscar en sus pliegues todo lo que ocultan y tener la dedicación y el gusto de perderse en ellos. Leerlos porque son bellos y nos plantean [17] preguntas, y no solo para demostrar lo mucho que sabemos o como lanzadera para denostar o confirmar las ideas de un determinado crítico, las cuales, con mayor o menor suerte, serán olvidadas en el arco de unos pocos años. Creo que todas las hipótesis y teorías pueden ser útiles para comprender un texto literario, pero que el punto de partida debe ser siempre la obra: ese misterioso alfabeto de signos que nos ha legado la historia. El pasado hay que estudiarlo, respetarlo, no intentar imponerle nuestras ideas a toda costa. Hay que dejarlo hablar. No existen análisis objetivos, y es bien cierto que nunca seremos capaces de ver el mundo con los ojos de un escritor del siglo xvii, y desde luego es mejor así. Sin embargo, es la voluntad de acercarnos a ese tiempo perdido lo que supone un reto brillante y enriquecedor. No se podrá nunca reconstruir totalmente el contexto intelectual de un autor, pero si no se hace ni siquiera el esfuerzo se perderá también buena parte del significado de su obra. El estudio literario es un camino de ida y vuelta, que lleva tiempo y que nunca se agota, que cambia de cara constantemente, pero no existe mudanza que pueda privarnos del placer de la lectura. Quevedo lo sabía bien: el diálogo con las voces del pasado no ha dejado nunca de ser una búsqueda de nuestra propia identidad, una lectura del yo a través de la historia y el arte. Este libro quiere ser una modesta invitación a seguir buscando. Parte de estas páginas deriva de trabajos previos, publicados o en prensa, que he revisado, traducido y reescrito hasta darles la forma que tienen ahora. Quiero dejar constancia aquí de mi más sincero agradecimiento a los editores y a las revistas que los han acogido1. Deseo también agradecer a las personas que me han apoyado, inspirado y aguantado en estos años de inves1 Se trata de los siguientes artículos: «La silva El pincel de Quevedo y Rémy Belleau», en Studies in Honor of James O. Crosby, L. Schwartz (ed.), Newark (Delaware), Juan de la Cuesta, 2004, págs. 49-68; «’L nimico empio de l’umana natura: Quevedo, Ariosto y la artillería», La Perinola, 10 (2006), págs. 33-45; «The Memory of Ruins: Quevedo’s Silva to Roma antigua y moderna», Renaissance Quarterly, 62.4 (2009), págs. 1167-1203; «Quevedo y el canon poético español», en El canon poético en el siglo XVII, B. López Bueno (ed.), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2010, págs. 421-51; «Quevedo y Marino entre las estrellas», en La Silve. Histoire d’une écriture libérée en Europe, de l’Antiquité au XVIIIe siècle, P. Galand y S. Laigneau-Fontaine (eds.), Turnhout, Brepols, 2012, en prensa; «Quevedo y la filología de autor: edición de la silva El pincel», Criticón, 114 (2012), págs. 179-212. [18] tigaciones en torno a la obra de Quevedo y la poesía barroca. En primer lugar, a Mercedes Blanco, por su amistad, su paciente lectura de mis trabajos y por haberme abierto nuevos caminos. Gracias también a Antonio Azaustre, Rafael Bonilla (aka El Califa), Philip Ford, María Martos y Josema Rico, que siempre —y digo siempre— están ahí cuando los necesito y han leído todo o partes de este libro, aportando muchas correcciones y sugerencias para mejorarlo. A Jon Bradbury, Alice Brooke, Marta Cacho Casal, Claudio Corrivetti, Henry Ettinghausen, Flavia Gherardi, Luis González Fernández, Sagrario López Poza, Tommaso Marani, Sonia Morcillo, Kálmán Sipos, que me han aportado valiosos materiales y consejos. A mis estudiantes en Santiago de Compostela, St. Andrews, Vancouver, Christchurch, Toulouse y Cambridge, que me han transmitido su entusiasmo, inteligencia y curiosidad, ayudándome a plantearme siempre nuevas preguntas. Un agradecimiento especial a José Lara Garrido, que en una soleada tarde madrileña me incitó a escribir este libro. Por último, deseo agradecer al Leverhulme Trust y al Newton Trust haberme concedido el premio y la beca que me permitieron financiar mi sabático y mi investigación en los últimos dos años. Además, el Leverhulme Trust ha contribuido generosamente a la edición de este libro, que sin su apoyo no habría podido publicarse2. 2 Modernizo la puntuación y la ortografía de todos los textos citados en el libro, con la excepción de los autógrafos quevedianos. Salvo que se indique lo contrario, para la poesía de Quevedo sigo siempre la edición de Blecua (19691981), Obra poética, y su numeración. [19]