Jimmy Carter: un hombre de fe - 06-11-2015 por Ventanas - entreParéntesis - http://entreparentesis.org Jimmy Carter: un hombre de fe por Ventanas - 06-11-2015 http://entreparentesis.org/jimmy-carter-un-hombre-de-fe/ Por Joseph McAuley. Traducción: Paula Merelo Romojaro En el verano de 1974, un hombre viajó alrededor de Estados Unidos sondeando a un país gravemente herido por “los grandes crímenes y delitos” de un escándalo conocido como Watergate. Medía cerca de 1,80m de estatura, tenía el pelo rubio y un paso relajado al caminar. En aquella época, algunas personas, si se fijaban, señalaban que tenía cierto parecido con John F. Kennedy. Lo más destacable eran sus resplandecientes dientes blancos y su potente sonrisa (que más tarde fue causa de bromas y maledicencias acerca de la posibilidad de ser el hijo ilegítimo de Eleanor Roosevelt). Sin embargo, el pelo, los dientes y su forma de caminar eran intranscendentes para su mensaje. En ese verano, decidió hacer lo imposible: presentarse como candidato a la presidencia de los Estados Unidos. El resumen de su vida hasta ese momento era haber sido oficial de la Armada, granjero de cacahuetes y hombre de negocios, senador estatal, catequista y gobernador de Georgia, su estado natal. Era el más desconocido de todos los candidatos presidenciales, pero iba por ahí diciendo a la gente algo que nunca hubieran esperado escuchar de un candidato presidencial (y especialmente después de los escándalos del Watergate): “Nunca mentiré. Nunca haré una afirmación engañosa. Nunca traicionaré la confianza que cualquiera de vosotros deposite en mí. Y nunca evitaré ningún tema controvertido”. Y: “Quiero un gobierno tan bueno, agradable y amable como el pueblo americano”. Fue de uno en uno y, sonriendo, extendía la mano a cada persona y les decía: “mi nombre es Jimmy Carter y quiero ser su presidente”. Se trataba de la afirmación que con menos probabilidad habían escuchado en la historia de la política americana: un gobernador recién llegado, de un estado sureño, tratando de alcanzar el puesto más alto del país. Era simplemente él, sin grandes organizaciones de partido ni grandes séquitos (sólo familia y algunos amigos), y apenas financiación para comenzar una campaña a nivel nacional. La suya fue una campaña “al por menor”: para ahorrar fondos, se hospedaba en las casas de la gente. En realidad, fue un movimiento muy inteligente: no sólo sirvió para recortar gastos y evitar quebraderos de cabeza típicos de los viajes, sino que también le dio al candidato y futuro presidente la oportunidad de encontrarse con gente normal, escuchar sus sueños y entender sus miedos. Y allí estaba, dos años antes de que se emitiera ningún voto en el bicentenario de los Estados Unidos, el año 1976 (eso también era inaudito: comenzar una campaña electoral con tanto tiempo). Escrutó el panorama político americano y decidió que tenía la obligación de presentar su visión –y a sí mismo- al cargo más alto. Sería una batalla difícil, pues tendría que ganar las elecciones primarias enfrentándose a las bien conocidas celebridades del partido democrático. Gentes como Hubert Humphrey, Sargent Shriver, Jerry Brown, George Wallace, Mo Udall, Henry M. “Scoop” Jackson, y Frank Church. Era sencillamente un hombre –Carter- contra todo el campo. Y, sin embargo, cuando todo acabó, les había vencido y había ganado la nominación en la ciudad de Nueva York en agosto de 1976. Escribió una autobiografía sobre la campaña que tituló Why not the Best? [“¿Por qué no el mejor?”]. 1/5 Jimmy Carter: un hombre de fe - 06-11-2015 por Ventanas - entreParéntesis - http://entreparentesis.org Le acusaron de ser un arrogante por semejante título, pero se equivocaban quienes así interpretaron a la persona y su mensaje. Había decidido presentarse a la presidencia no porque fuera el “mejor”; de hecho, desde la humildad cristiana, él diría que no lo era, pero que lo decidió desde su fe cristiana. Había decidido hacer lo mejor por su país y por ayudarle a recuperar lo que él sentía que era su fundamento ético ahora perdido. En una dura batalla, venció al presidente en el cargo, el republicano Gerald R. Ford (quien a su vez había sido empujado al escenario nacional por la crisis constitucional en la que su predecesor, Richard M. Nixon, había sumido al país por sus propias acciones). Ese mes de noviembre, el hombre que fue ridiculizado por ser Jimmy Who? [“Jimmy, ¿qué?”, en clara alusión a tratarse de un personaje totalmente desconocido. Nota de la traductora] se convirtió en el presidente número 39 de los Estados Unidos y comenzaban cuatro años difíciles, junto a su país, de retos y crisis a afrontar. Y ahora, cuando cumple noventa años de vida (nació el 1 de octubre de 1924), Jimmy Carter, el que fuera presidente, se enfrenta a un reto mayor que cualquiera de los que haya vivido con anterioridad, tanto en el terreno personal como en el profesional: se encuentra en campaña contra la “gran C” (como John Wayne lo describió), el cáncer. Recientemente, el 12 de agosto, Carter anunció que una operación de hígado había sacado a la luz su presencia y que, en sus palabras: “se ha extendido por mi cuerpo”. (En una nueva conferencia en la mañana del jueves 20 de agosto, Carter afirmó que el cáncer se había extendido hasta llegar a su cerebro, habiéndose encontrado cuatro pequeños puntos, y que comenzarían a radiarle esa misma tarde). Fue una noticia impactante y al mismo tiempo no sorprendente ya que existe una historia de cáncer en la familia de los Carter: todos sus hermanos murieron a causa de esta temida enfermedad. El período post-presidencial de Carter es ya el más largo en la historia de los Estados Unidos: algo más de 34 años (con la posible excepción de John Adams, que vivió hasta los 91 y fue ex-presidente cerca de 25 años). Resulta irónico pensar que el período de su “post-presidencia” ha sido mucho más largo que los cuatro años que duró su mandato. Pero desde que perdió su apuesta por la re-elección en 1980 contra Ronald Reagan (en la época de la crisis iraní), Jimmy Carter y su mujer Rosalynn (que acaba de cumplir 88 años el 19 de agosto) han dedicado su tiempo a ayudar a la gente tanto en su país como en el extranjero. A través del Carter Center y su implicación en proyectos humanitarios como Habitat for Humanity, los Carter han trabajo para poner en práctica su profunda fe cristiana, haciendo todo lo que estaba en su mano para seguir el mandato de Cristo: “hacedlo a otros” [cf. Jn 13, 15]. Bien a través de la 2/5 Jimmy Carter: un hombre de fe - 06-11-2015 por Ventanas - entreParéntesis - http://entreparentesis.org defensa de los derechos humanos, de la promoción de la salud o de otro tipo de actividades caritativas, los Carter han trabajado incansablemente en grandes y pequeñas labores para hacer la vida mejor a los seres humanos. La fe ha sido siempre importante para Jimmy Carter. Como baptista, estudió, rezó y actuó de acuerdo a su fe. Durante toda su vida adulta, ha sido catequista. Todos los domingos (salvo que estuviera embarcado en alguna misión internacional) se le podía encontrar en la iglesia, haciendo algún comentario a las lecturas del día. Esos eventos estaban abarrotados, llegaban incluso autobuses llenos de turistas deseando ver y escuchar a un presidente vivo de los Estados Unidos. Pero esa no era la única razón: esos nuevos “congregantes” llegaban también para escuchar lo que un hombre de fe tenía que decir sobre los pasajes de la escritura y cómo aplicarlos a la vida –y cómo le impactaban de forma especial a él. Si eran lo suficientemente afortunados (y escuchaban con atención) habrían recibido historias conmovedoras de un hombre que siempre estuvo cerca del Dios de la creación. En su vida política, conoció a todo el mundo, desde los más ricos y bien asentados a los más pobres entre los pobres (incluso hospedó a la cabeza de la Iglesia Católica Romana, el papa Juan Pablo II, en la Casa Blanca, como un signo de que el cristianismo es una fuerza que une y no que divide); pero en esas sesiones dominicales, hablaba de Dios y de cómo intentaba seguirle. Mucho se ha hablado de Jimmy Carter como presidente, tanto durante su mandato como después. Durante algunos años fue ridiculizado por el partido de la oposición. A pesar de esto, él continuó con su vida y trató de darle un significado a la misma –la suya y la de los demás. Su mayor contribución al pueblo americano fue su preocupación por los derechos humanos, tanto en casa como en el extranjero. En su jubilación, se le concedió el premio Nobel por sus esfuerzos humanitarios y en favor de la paz. Mientras estuvo en el cargo, trató de acercarse a aquellos que quizás no compartían el punto de vista o los valores americanos. En una ocasión dijo que “América no inventó los derechos humanos. En un sentido muy real, fue lo contrario. Los derechos humanos inventaron América”. También dijo que “para ser sinceros con nosotros mismos, debemos ser sinceros con los demás”. 3/5 Jimmy Carter: un hombre de fe - 06-11-2015 por Ventanas - entreParéntesis - http://entreparentesis.org Sus acciones como presidente han sido evaluadas muy críticamente en muchas ocasiones (a favor y en contra) y, como él mismo probablemente reconocería, eso es algo que se da por sentado cuando entras en política. Pero lo que es destacable del modo en que Jimmy Carter se aproximó a la política y a la vida pública fue su convencimiento de que la fe personal juega un papel importante en ellas que no debe ser ignorado ni subestimado. Conocía bien la historia de la separación de poderes entre la Iglesia y el Estado y cómo las libertades americanas son tales que se salvaguardan celosamente mutuamente. Pero para Jimmy Carter, la fe no puede separarse de la persona humana, porque es parte intrínseca de ella. Cuando juró su cargo como presidente ese frío 20 de enero de 1977, Jimmy Carter dijo e hizo cosas inesperadas, pero al mismo tiempo muy elegantes y americanas: después de jurar, se volvió hacia su predecesor en la Presidencia (a quien había derrotado en el mes de noviembre) y extendiéndole la mano, le dijo: “En mi nombre y en el de toda la Nación, quiero agradecer a mi predecesor todo lo que ha hecho por tratar de sanar nuestro país”, para vergüenza del señor Ford y, a la vez, orgullo y gratitud evidentes. Y agradeciendo a su maestra de la escuela elemental, la señorita Julia Coleman, quiso agradecer a todas las personas que le habían guiado en su vida llevándole por el camino en el que se encontraba. Y más tarde, cuando salió de la limusina presidencial con la señora Carter, caminó durante un rato por Pennsylvania Avenue como gesto de solidaridad con sus compatriotas americanos, algo que no se había visto desde los tiempos de Thomas Jefferson, quien simplemente caminó desde su alojamiento al Capitolio para el juramento. Sin embargo, lo más importante que se puede decir sobre Jimmy Carter es lo que él mismo dijo aquel día inaugural hace tanto tiempo. Como suele ser habitual en los inicios de mandato presidenciales, se cita y se reflexiona sobre un pasaje de la Escritura. Mirando a sus compatriotas, el señor Carter pronunció las palabras del profeta Miqueas: “Hombre, ya te he explicado lo que está bien, lo que el Señor desea de ti: que defiendas el derecho y ames la lealtad, y que camines humilde con tu Dios”. Jimmy Carter está a punto de embarcarse en otro viaje. No sabe cuándo terminará, pero sabe cómo terminará, y también que terminará. Es un viaje que le pedirá todo lo que tiene; pero desde su fe, él sabe que está preparado. Su vida entera le ha preparado para ese momento. En cierto modo, el título de sus memorias presidenciales resumen bien el tipo de vida que ha intentado llevar: Keeping Faith [“Mantener la fe”]. Ha hecho todo lo que ha podido para adherirse a las palabras del profeta Miqueas, y está listo una vez más para caminar “humilde con tu Dios”. Y para él, esas palabras quizás sean el mejor epitafio que puede tener un hombre de fe. 4/5 Jimmy Carter: un hombre de fe - 06-11-2015 por Ventanas - entreParéntesis - http://entreparentesis.org Nota: el texto original apareció el 20 de agosto de 2015 en America Magazine 5/5 Powered by TCPDF (www.tcpdf.org)