HAMBRE CERO Programa Mundial de Alimentos Hambre Cero: objetivo central de la Agenda 2030 El Programa Mundial de Alimentos tiene el cometido de erradicar el hambre en el mundo. El PMA presta asistencia alimentaria en emergencias y colabora con gobiernos, organismos de las Naciones Unidas, organizaciones no gubernamentales (ONG), empresas y particulares para atacar las causas básicas del hambre, fomentar la autosuficiencia y mejorar la seguridad alimentaria. El PMA, financiado enteramente por contribuciones voluntarias, brinda apoyo, en 80 países, a unos 80 millones de personas de entre las más pobres, débiles y subalimentadas; las dos terceras partes de ellas son niños. Dos tercios de su labor se realiza en países afectados por conflictos, donde las probabilidades de que las personas estén subalimentadas se triplican en relación con quienes viven en países que están en paz. En promedio, en un día hay 20 barcos, 70 aeronaves y 5.000 camiones que entregan alimentos y otro tipo de asistencia en nombre del PMA donde estos más se necesitan. Para ello, el Programa trabaja junto con más de 1.000 ONG asociadas. Los mecanismos de entrega y distribución están adaptados cuidadosamente a las necesidades de las personas a las que atiende el PMA. Así pues, en los últimos cuatro años se ha triplicado el uso de las transferencias de base monetaria, una herramienta eficaz que permite a los beneficiarios elegir sus alimentos y que representa ahora más de la quinta parte de las intervenciones del PMA en todo el mundo. El objetivo del Hambre Cero ocupa un lugar central en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que cuenta 17 objetivos universales, integrados e interdependientes, y en la que se reconoce que el logro de cualquiera de los objetivos depende de cuánto se progrese en la consecución de todos los otros. Cabe destacar que en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que deben alcanzarse de aquí a 15 años, se promete no dejar a nadie atrás y llegar primero a los más rezagados. Programa Mundial de Alimentos En ellos se hace un llamamiento explícito a reducir las desigualdades entre hombres y mujeres, entre zonas urbanas y zonas rurales, y entre los diversos grupos socioeconómicos y de otra índole. Efectivamente, la reducción de la pobreza por medio del crecimiento económico inclusivo es un factor esencial para eliminar el hambre y la malnutrición. Es por ello que los gobiernos deben asignar recursos adicionales a realizar inversiones que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional de las personas más pobres. La Agenda 2030 reconoce que los conflictos, los desastres naturales, los desplazamientos, las pandemias y la degradación ambiental pueden revertir los logros en materia de desarrollo. El 80 % de las personas con inseguridad alimentaria vive en lugares propensos a la degradación y los desastres. El ODS 2 apunta a “poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. En él se establece que para erradicar el hambre es necesario asegurar el acceso de las personas más vulnerables a alimentos nutritivos, aumentar la producción agrícola por medio de sistemas alimentarios sostenibles y resilientes, y atacar las causas multidimensionales de la malnutrición. Durante los últimos 15 años se logró que 200 millones de personas en todo el mundo dejaran de pasar hambre. En vista de que 800 millones de personas siguen padeciendo hoy en día subalimentación crónica, tal logro deberá cuadruplicarse si se quiere alcanzar el objetivo del Hambre Cero —ODS 2— en los próximos 15 años. Ello, a su vez, requerirá inversiones adicionales masivas en la agricultura y en sistemas de protección social que empoderen realmente a mujeres y jóvenes, una participación significativamente más dinámica de un sector privado ingenioso e innovador, y un recurso mucho mayor en los conocimientos teóricos y prácticos de las comunidades locales y las demás partes intervinientes. Enero de 2016