La responsabilidad del empresario por prestaciones de Seguridad

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RELACIONES LABORALES
La responsabilidad del empresario por prestaciones de Seguridad Social
JOSÉ LUIS GIL
En principio, la responsabilidad en
el pago de las prestaciones es de las
entidades gestoras de la Seguridad
Social, “siempre que se hayan cumplido los requisitos generales y particulares para causar derecho a ellas”
(art. 41 de la Ley General de la Seguridad Social). Así pues, la responsabilidad corresponde, según el caso, a
las entidades gestoras, a las Mutuas
de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales o a las empresas
colaboradoras (art. 126.1 LGSS). Sin
embargo, el empresario puede incurrir
en distintos tipos de responsabilidad.
RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL
POR PRESTACIONES DEBIDAS
El incumplimiento por el empresario
de sus obligaciones en materia de
afiliación, altas y bajas y de cotización determina su responsabilidad
(art. 126.2 LGSS). Pero el alcance de
esta responsabilidad, que debe establecerse por reglamento (art. 41.2
LGSS), no se ha regulado después
de la propia LGSS. Por eso, la jurisprudencia considera aplicables, con
carácter reglamentario, los artículos
94 a 96 de la LGSS de 1966, según la
disposición transitoria 2ª del Decreto
1645/1972, de 23 de junio, en desarrollo de la Ley 24/1972, de 21 de
junio. En síntesis, la responsabilidad
empresarial se determina en función
de cuál sea el incumplimiento. Si el
incumplimiento es total, por no haber
existido alta ni cotización, también es
total la responsabilidad del empresario. Si el incumplimiento se refiere
solo a la cotización y es ocasional o
esporádico, no se produce el desplazamiento de la responsabilidad. Y si
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Y
GIL, Catedrático acreditado de Derecho del Trabajo de la Universidad
de Alcalá y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados
ha habido infracotización, es decir, se
ha cotizado por una cantidad inferior
a la debida, el empresario es responsable de la diferencia entre la cuantía
de la prestación que debería haberse
causado y la determinada en función
de la cotización habida.
Con todo, y para no lesionar la protección del beneficiario, existen mecanismos de corrección tendentes a
que éste perciba la prestación aun
cuando el responsable sea el empresario y el mismo se niegue a pagar o
no lo haga por insolvencia o incluso
por haber desaparecido la empresa.
De ellos el más importante es el de
automaticidad de las prestaciones, según el cual, en determinados supuestos, las entidades gestoras asumen el
pago, pese a no ser las responsables
de él, y repiten luego contra el empresario o la Mutua responsables (art.
126.3 LGSS). Tal sucede en todo caso, y se habla de automaticidad absoluta, para las prestaciones en que
existe alta de pleno derecho. Así, el
alta de pleno derecho es eficaz para
recibir las prestaciones causadas por
accidentes de trabajo, enfermedades
profesionales y desempleo (art. 125.3
LGSS). Debe tenerse en cuenta que el
anticipo de prestaciones denominado automaticidad está limitado, pues
lo que se anticipa por las entidades
gestoras en sustitución de la empresa
responsable “en ningún caso, podrá
exceder de la cantidad equivalente a
dos veces y media el importe del salario mínimo interprofesional vigente
en el momento del hecho causante”
(art. 126.3 LGSS).
RECARGO POR INCUMPLIMIENTO
DE NORMAS DE PREVENCIÓN DE
RIESGOS LABORALES
El conjunto de responsabilidades en
orden a las prestaciones que pueden
derivarse para el empresario de la materialización de riesgos no se agota con
las ya mencionadas. La propia LGSS
contempla dos posibles responsabilidades más: el recargo de las prestaciones
económicas (art. 123 LGSS) y el incremento de cuotas (art. 108.3 LGSS), en
ambos casos, derivadas de las carencias que en materia de prevención de
riesgos acuse la empresa, y que dan
lugar, o potencialmente pueden dar lugar, a la materialización de los riesgos
susceptibles de crear protección.
Así, en cuanto al recargo de prestaciones, las prestaciones económicas
que tengan su causa en un accidente
de trabajo o enfermedad profesional
se aumentarán de un treinta a un cincuenta por ciento cuando la lesión se
produzca por inobservancia empresarial de las medidas de prevención
de riesgos (art. 123 LGSS). El recargo
tiene un evidente ánimo sancionador,
y se traduce en un complemento de
la prestación causada que ingresa en
el patrimonio del beneficiario de la
prestación perjudicado por la materialización del riesgo. En coherencia
con ese carácter de responsabilidad
privada y la naturaleza, al menos en
El incumplimiento en materia de prestaciones implica una
responsabilidad cuyo alcance no se ha regulado en la LGSS
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parte, indemnizatoria del recargo,
éste es compatible con las responsabilidades de todo orden (administrativas, penales, civiles o laborales) que
se deriven de la infracción empresarial
(art. 123.3 LGSS). En suma, la imposición del recargo de prestaciones no
activa el principio non bis in idem
respecto de otras responsabilidades
y, especialmente, de otras sanciones
a que diera lugar el incumplimiento
empresarial que motiva también ese
recargo. Incluso, a los efectos de reparación del daño causado en términos
civiles, el recargo de prestaciones no
debe computarse para determinar el
montante de la indemnización que,
por encima de la limitada responsabilidad objetiva empresarial determinada
por las normas de Seguridad Social,
puede concederse para la reparación
total del daño causado (STS de 2 de
octubre de 2000, Ar. 9673).
Por otra parte, y con independencia
incluso, aparentemente, de que se
produzca un resultado dañoso, la ley
prevé la posibilidad de aumentar hasta
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un veinte por ciento la cuantía de las
primas de cotización por accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales, “en el caso de empresas que incumplan sus obligaciones en materia
de higiene y seguridad en el trabajo”
(art. 108.3 LGSS), a propuesta de la
Inspección de Trabajo (art. 7.9 de la
Ley 42/1997, de 14 de noviembre).
RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA,
CIVIL Y PENAL DEL EMPRESARIO
Por último, el empresario puede incurrir en una responsabilidad administrativa, civil o penal.
En cuanto a la responsabilidad administrativa, las faltas de cumplimiento por
el empresario de las prescripciones en
materia de seguridad y salud se consideran infracciones (arts. 11 a 13 de la
Ley de Infracciones y Sanciones en el
Orden Social), susceptibles de sanción
(multa). También lo son los incumplimientos de las normas de Seguridad
Social (arts. 20 y siguientes de la LISOS),
que pueden sancionarse con multas.
Más compleja es la determinación de
la responsabilidad civil derivada de
riesgos protegidos por el sistema de
Seguridad Social. Si dicha responsabilidad se plantea como derivada de
la relación contractual (art. 1101 del
Código civil), debe juzgarla el orden
social de la jurisdicción (art. 2 de la Ley
de Procedimiento Laboral). Pero la jurisprudencia civil viene reiterando que,
con esa responsabilidad derivada de
la relación de trabajo, es compatible
la exigencia de una responsabilidad
extracontractual aquiliana (art. 1902
y siguientes del Código civil), de modo
que también el orden civil de la jurisdicción conoce de la responsabilidad
empresarial derivada de accidentes de
trabajo, cuando se exige al empresario, por encima de la cobertura de
riesgos del sistema de Seguridad Social, el resarcimiento íntegro del daño
causado (STS de 13 de julio de 1998,
Ar. 5122). Esto suscita el problema de
las divergencias que puedan surgir
entre las dos ramas de la jurisdicción
al conocer de una misma responsabilidad, así como la propia dimensión
del resarcimiento total del daño causado, en particular, sobre si en dicho
resarcimiento debe tenerse en cuenta lo que el perjudicado percibe de
acuerdo con las normas del sistema o
no (prestaciones y su recargo). Sobre
este último, según la jurisprudencia
del orden social, la indemnización que
se fije para el resarcimiento total del
daño no debe tener en cuenta el recargo de prestaciones que se abona
al trabajador, cuya capitalización no
debe descontarse de ella (STS de 2 de
octubre de 2000, Ar. 9673).
En fin, el Código Penal contempla tipos de delitos por conductas empresariales vulneradoras de las normas de
prevención de riesgos “que pongan
así en peligro grave su (de los trabajadores) vida, salud o integridad física”
(art. 316 CP), con penas de prisión
de seis meses a tres años y multa de
seis a doce meses. La responsabilidad
penal lleva aparejada la responsabilidad civil consiguiente (art. 116.1 CP),
que para el caso de las empresas se
extiende a los actos cometidos por sus
empleados (arts. 120.3º y 4º CP). 
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