Liceo Industrial de San Miguel Agustín Edwards Ross Depto. : Pedagógico Subsector : Historia y Ciencias Sociales Nivel :Tercer Año Medio Profesora Carmen Cornejo V. Roma comenzó su historia como una aldea más entre las otras muchas de pastores y campesinos que se repartían las colinas y minúsculos valles de la península de los Apeninos, situada en el centro del Mediterráneo. Orígenes del estado Romano En Italia existen varias regiones naturales, una de ellas El Lacio, situada en el centro de Italia. En esta comarca vivieron los latinos, de donde salieron los Romanos, que posteriormente llegaron a dominar esta zona y todo el mundo mediterráneo. El Lacio se encuentra regado por el río Tíber; aquí se localizaron los Latinos, entre otros pueblos, que levantaron siete aldeas en siete colinas, llamadas Septimontium, situadas a la orilla izquierda del Tíber. Al norte de El Lacio, se encuentra la región de Etruria, donde se desarrolló la cultura de los Etruscos, pueblo de origen incierto, que formaron ciudades-estados, gobernados de forma monárquica. Alcanzaron una cultura bastante desarrollada. En el siglo X A.C. los etruscos conquistaron el Lacio, sometieron a los latinos y rodearon de murallas las 7 aldeas o septimontium, convirtiéndolas en una verdadera ciudad, que fue Roma. Desde un punto de vista mitológico, el origen romano se explica según una leyenda, que dice que la ciudad fue fundada por Rómulo (y su hermano Remo, según algunas versiones) en el año 753 a.C. La fecha tradicional para datar la fundación de la ciudad (754-750) está confirmada por descubrimientos de fondos de cabañas en el Palatino. Su ubicación se encuentra en el extremo noroeste del Lacio, en su frontera con Etruria, marcada por el Tíber a unos 25 km. de la costa. Rómulo, según las antiguas leyendas romanas, gobernó hasta el 716 a. C.Luego desapareció en una tormenta, y se suponía que había sido llevado al cielo para convertirse en el dios de la guerra Quirino. Por la época de su muerte, la ciudad de Roma se había expandido desde el Palatino hasta el Monte Capitolino y el Monte Quirinal, al norte(Con el tiempo, Roma llegó a ocupar siete colinas, por 10 que se la llamó «La Ciudad de las Siete Colinas). Es probable que ya hubiese aldeas en las siete colinas y que, con el tiempo, varias aldeas vecinas se unieron para dar origen a Roma. Quizá la ciudad nació por la unión de tres de esas aldeas, cada una de las cuales aportó una tribu: una de latinos, otra de sabinos y otra de etruscos. La misma palabra «tribu» proviene de otra palabra latina que significa «tres». La historia política de Roma, la podemos dividir en 3 períodos: Monarquía-República-Imperio Epoca de la Monarquía 753 a.c.-509 a.c. Durante este período, se configura la sociedad, la religión romana y se organiza el poder. Después de la muerte de Rómulo fue elevado al trono un sabino llamado Numa Pompilio, quien gobernó durante más de cuarenta años, hasta el 673 a. C. Se suponía que Numa Pompilio había sido el fundador de la religión romana, aunque buena parte de ella debe de haber sido tomada de los etruscos y de los sabinos. Quirino, por ejemplo (que fue luego convertido en Rómulo deificado), fue originalmente un dios de la guerra sabino, que era el equivalente del dios latino de la guerra, Marte. En años posteriores, los romanos, por su admiración hacia los sofisticados griegos, identificaron sus dioses con los dioses de los mitos griegos. Así, el Júpiter romano fue considerado el equivalente del Zeus griego; Juno, el de Hera; Marte, el de Ares; Minerva, el de Atenea; Venus, el de Afrodita; Vulcano, el de Hefesto, etc. Pero el dominio etrusco estaba formado por muchas ciudades laxamente unidas y celosas unas de otras, por lo que Roma pudo seguir existiendo calladamente en medio de las querellas de los etruscos. Pero de todos modos estaba cerca. Los etruscos estaban expandiéndose al Norte y al Sur, y establecieron su dominación sobre Roma, al menos en cierta medida. Las leyendas romanas no dicen claramente que Roma pasó por un período en el que estuvo bajo la dominación etrusca, pues los historiadores nunca admitían nada que fuese humillante para la ciudad de tiempos posteriores. Siendo Roma una ciudad etrusca, fue gobernada por una dinastía de monarcas de esa nacionalidad, los Tarquinos. Esta dinastía de los tarquinos, fueron los verdaderos creadores de la ciudadestado que sirvió de núcleo al futuro imperialismo romano. Los reyes más importantes fueron: Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio. Este último, fue un Tirano que engrandeció la ciudad, pero que con sus arbitrariedades exasperó a la clase alta o patriciado. Este se levantó en armas, expulsando a los etruscos de la zona. Tal fue la revolución del año 509 a.c. que pone fin a esta epoca. La primera estructura social y política de los latinos fue la familia: el padre (pater familias), la esposa (unida al padre de familia por el rito sagrado de la torta), los hijos, las esposas de los hijos, los hijos de los hijos, y las hijas no casadas. De la agrupación de algunas familias del mismo tronco, surgieron las gens, y de un conjunto de familias surgieron las tribus. La familia está formada por los más próximos (agnados) pero, a medida que la familia se extiende, se forma la gens o raza de un tronco común, integrada por la familia completa propiamente dicha (adnati) y por los gentiles, todos aquellos procedentes del mismo antepasado. ¿Cómo se produce la unión de los diversos grupos, sea de gens o de tribus? Cada grupo tiene un punto común de encuentro, generalmente para el culto religioso (aunque no exclusivamente para tal fin), punto que constituye el embrión de las cívitas (ciudades). La República 509 a.c.-27 a.c. Los romanos gustaban de atribuir una parte del éxito internacional a la bondad de su forma de gobierno. Como, efectivamente, una de sus más notables creaciones fue el sistema político, merece la pena explicar cuáles fueron sus bases. Aunque la tradición achaca al advenimiento de la República a la gran transformación del régimen político, el cambio debió de ser menos repentino y en absoluto total. República significa etimológicamente, Res=cosa, Pública o gobierno, lo que ha sido interpretado como estado libre gobernado por magistrados electos y representantes del pueblo. CAMBIOS RESPECTO A LA MONARQUIA. En la práctica, lo único que desapareció fue la figura del rey. Para detentar su poder lo que los romanos llamaban imperium-, aparecieron dos magistrados, los cónsules, que se elegían anualmente y que tenían poder de veto mutuo. No cambió el Senado, formado por miembros vitalicios y que, en la época anterior, se encargaban de aconsejar a los reyes. El tercer gran elemento constitucional, la Asamblea centuriada, surgida de la milicia romana y donde los ciudadanos ricos tenían voz y voto en los asuntos de estado, pudo haber existido ya en época real. En definitiva, la República sólo reforzó y acrecentó el carácter aristocrático del régimen, que era el reflejo de una organización social muy peculiar. En la base del sistema estaban las gentes, que eran grupos formados por el recuerdo de un antepasado común y de lazos de sangre. Las gentes eran más antiguas que la misma ciudad y cada uno de ellas tenía sus propios ritos religiosos y jurisdicción sobre sus miembros, que incluían a los descendientes del ancestro mítico y a sus clientes y dependientes. Al organizar la ciudad, los etruscos impusieron nuevas instituciones sobre el sustrato gentilicio, pero el liderazgo natural siguió recayendo en los cabezas de cada gens, que formaron el Senado y acapararon los cargos públicos y religiosos. LOGROS OBTENIDOS POR LOS PLEBEYOS. -En el 494 a.C., los plebeyos obtuvieron el derecho de elegir a sus propios tribunos, encargados de defenderlos frente a las injustas pretensiones de los magistrados patricios. -La equiparación legal avanzó con la publicación, a mediados del siglo V, de una compilación legal -la Ley de las XII Tablas-, que evitaba los peligros de la justicia administrada por los patricios según normas consuetudinarias. -A finales del mismo siglo, los tribunos obtuvieron el derecho de consultar al pueblo, que se reunía y votaba según su tribu o lugar de residencia, y no según su riqueza, como sucedía en la Asamblea centuriada. -Un avance considerable fue la provocatio o el derecho a recurrir ante el pueblo cualquier decisión de un magistrado, lo que equivalía al reconocimiento de la soberanía popular última y que, consecuentemente, las decisiones de la Asamblea del pueblo eran ley (plebiscito). -Las últimas conquistas fueron una serie de leyes que abolieron para los plebeyos todos los impedimentos para el acceso a las magistraturas. ORGANIZACION POLITICA. A partir de este momento, la constitución romana quedó fijada en sus elementos esenciales. Había tres órganos principales: -En la base, coexistían las Asambleas del pueblo, al que se le reunía por centurias para elegir cónsules y decidía sobre cuestiones de guerra y paz; y por tribus, para elegir a los tribunos plebeyos. -En estas asambleas se elegían anualmente colegios de magistrados a los que, desde fines del siglo IV a.C., los plebeyos habían conseguido acceder. Dependiendo del cargo que desempeñaran, se clasifican en: a) Los cónsules, máximas autoridades civiles y militares. b) Los censores, que establecían el censo de ciudadanos. c) Los praetores (pretores), que administraban justicia. d) Los quaestores (cuestores), que supervisaban las cuentas. e) Los aediles (ediles), encargados de los asuntos municipales. f) El Senado, constituido por miembros vitalicios elegidos entre los ex-magistrados. El gobierno de la república los podemos resumir de la siguiente manera: Senado: integrado por los Pater Familias, preparaban leyes y fijaban los gastos públicos. Eran la institución más importante de la república. Los Comicios era una Asamblea formada por todos los ciudadanos romanos y tenían como función elegir a los magistrados votar las leyes. LosMagistrados eran funcionarios públicos, los más importantes eran los cónsules, que eran 2, elegidos por los comicios. Duraban un año en sus cargos. Se ocupaban del ejército y ejecutaban las leyes. Otros magistrados eran los censores, ediles, pretores, etc. Durante este período, se redacta la “Ley de la XII Tablas” entre los años 451-459 a.c. que constituye el primer monumento de derecho romano. Otro cambio importante se genera por las continuas luchas que se dan entre los siglos V-IV y III, en los cuáles los plebeyos luchan por conseguir la igualdad política y social, hasta conseguir participar en todas las magistraturas. PATRICIOS Y PLEBEYOS. Posiblemente en este ambiente se produjo una división social cuyas consecuencias marcaron los primeros siglos de la República; se trata, claro está, de los patricios y plebeyos, una distinción cuyo origen no está nada claro. Para algunos, todo surge del propio sistema gentilicio: los patricios coincidían con los grandes propietarios y nobles privilegiados durante la etapa real y, por ello, siguieron monopolizando el control político de la República, mientras que el resto de la población, privada de plenos derechos legales y políticos por distintos motivos, formaría el grupo plebeyo. Para otros, en cambio, la distinción era étnica: los habitantes de Roma que, lógicamente, disfrutaban de plenos derechos eran los patricios, mientras que entre los plebeyos se incluía la masa de forasteros que estableció en la ciudad para aprovecharse de su prosperidad y a los que la costumbre perpetuó en una situación de inferioridad legal y política. Fuera cual fuese la causa de la división, lo cierto es que la República la amplió y la hizo más evidente y los escritores romanos presentan su historia más antigua como una serie de conflictos entre los ricos y la masa popular. Ésta reclamaba el acceso a las tierras confiscadas en las guerras, la condonación de las deudas opresivas y la equiparación social, legal y política, que se consiguió finalmente en el 287 a.C. En el proceso hubo ocasiones memorables, como los varios intentos secesionistas plebeyos, que se negaron a cumplir sus obligaciones y deberes hasta que se atendiese a sus demandas. LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO. A comienzos de siglo III a.C., Roma era la potencia indiscutible de la península Itálica: Ninguna otra ciudad o pueblo amenazaba su hegemonía y pocas se atreverían a hacerlo. Llegó, pues, un momento en que Roma estaba madura para comenzar su expansión ultramarina, o al menos eso creía Polibio a mediados del siglo II a.C., cuando eran ya evidentes los frutos de las conquistas. Siglo y medio después, Livio y Virgilio -los poetas y escritores de la época de Augusto-, pensaban que Roma había llegado a la cúspide del poder mundial por su defensa del débil y por humillar a enemigos soberbios y tiránicos. El ejército Romano Constituye una formidable máquina de guerra que durante siglos arrasó con sus enemigos. Estaba constituido por soldados ciudadanos, de gran espíritu combativo, integrado por hombres entre los 17 y 46 años. Se dividían en Legiones de 5000 hombres a cargo de un General. Luego venían las Cohortes, regimientos de 500 soldados. A continuación venían las Centurias, que eran batallones de 100 soldados. Finalmente estaban las Decurias, formadas por 10 soldados. El ejército estaba formado por la caballería, infantería, artillería. Etapas de Expansión Romana El crecimiento de estado romano, se debió básicamente a su crecimiento territorial, gracias al proceso de expansión que experimentan y que lo podemos resumir en: a) Conquista y unificación de Italia. Entre los siglos V y II a.c. b) Conquista de Mediterráneo Occidental. Entre los siglos III y II a.c. c) Conquista del Mediterráneo Oriental. Durante los siglos II y I a.c. ROMA Y CARTAGO. Sicilia -más un continente que una isla desde la perspectiva antigua-, llevaba siglos siendo causa de discordia entre griegos y púnicos y, en el 260 a.C., Cartago y Siracusa se disputaban el control de Mesina, estratégicamente situada en el estrecho que separa la isla del continente. Tras muchas dudas y discusiones, Roma decidió acudir a la petición de auxilio de los de Mesina; nada sugiere que detrás de la decisión romana hubiera un plan de conquista de Sicilia y es posible, incluso, que no se hubiera previsto siquiera la posibilidad de un conflicto con Cartago y quizá pensaron que su firme posición sería suficiente para resolver la disputa. Pero los cartagineses no toleraron la intrusión y así dio comienzo un ciclo de guerras brutales que, cualesquiera que hubieran sido las intenciones iniciales de Roma, nadie podía prever que requiriesen tal derroche de tiempo y energías. La Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). Durante casi un cuarto de siglo, romanos y cartagineses pelearon por tierra y mar en lo que se conoce como Primera Guerra Púnica . En el 261 a.C., Roma finalmente dispuso de una flota que construyó, según se dice, reproduciendo una nave cartaginesa capturada; el aprendizaje naval se prolongó durante años por causa de las tormentas y los naufragios. Con este planteamiento, cualquier fallo de éstos era fatal y cometieron varios; por eso, cuando los romanos consiguieron finalmente el control del mar, la derrota de Cartago fue total, los cartagineses fueron obligados a pagar una fuerte indemnización y a evacuar Sicilia. Los romanos tardaron casi veinte años en designar un gobernador para Sicilia y mientras, careciendo de una plan de explotación, llegaron a acuerdos de alianza con las principales ciudades sicilianas (Siracusa, Mesina o Agrigento), se respetó la autonomía de unas pocas y se siguió cobrando al resto lo que antes pagaban de impuesto a los cartagineses. Similares motivaciones -sólo que esta vez justificadas con gran cinismo-, condujeron a la ocupación de Córcega en el 237 a.C.. Unos años después -y por razones totalmente distintas-, las legiones romanas desembarcaron en dos ocasiones en el Ilírico para acabar con los piratas (229 y 219 a.C.). La Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C). Hacia el 220 a.C., el poderío cartaginés en el sur de la Península estaba bien asentado y al frente de él se encontraba Aníbal, un joven brillante en lo militar, con un cierto despecho hacia Roma y más deseoso de guerra que su propia patria, que no quería arriesgar lo que tanto le había costado conseguir, o que sus enemigos, que veían poca ganancia en una nueva conflagración. SITUACION SOCIAL EN EL ULTIMO SIGLO DE LA REPUBLICA A finales del siglo II a.C., Roma se enfrentaba con una gran crisis social y política. Había terminado la época de la gran expansión, pero sus beneficios seguían llegando en forma de plata hispana y del tributo y botín de Oriente. En el 133 a.C., un tribuno con aspiraciones reformistas, Tiberio Graco , consiguió aprobar una ley que limitaba la tierra pública que podía arrendar un individuo, de modo que se pudiera repartir el sobrante entre las clases más desposeídas. Aunque la medida tiene un indudable tono populista, Graco era miembro de la clase dirigente y su programa tenía una clara intención conservadora: devolver al campo a los pequeños agricultores, restaurando a sus antiguos límites el proletariado urbano. Los años siguientes a la muerte de los Gracos fueron aparentemente tranquilos: una serie de reformas agrarias intentaron, con moderación, dar gusto a todos, mientras que la pacífica situación externa permitió el enriquecimiento de los caballeros, que obtuvieron notables beneficios del Oriente. GUERRA SOCIAL. A finales de los años 90 a.C. hubo un nuevo brote de tensión que comenzó cuando los itálicos empezaron a pedir la ciudadanía romana: los soldados querían obtener los mismos beneficios de licencia que disfrutaban sus camaradas romanos; los mercaderes y comerciantes pretendían las mismas oportunidades que los caballeros romanos, y la aristocracia de las ciudades italianas buscaba la promoción social y política asociada con la ciudadanía. En el 91 a.C. fue asesinado el tribuno de la plebe Marco Druso, que pretendía precisamente la extensión de la ciudadanía romana a todos los aliados. Éstos perdieron la paciencia y comenzó la llamada Guerra Social (90-88 a.C.), un devastador conflicto que degeneró luego en una década de revueltas civiles, a pesar de la generosidad de Roma hacia los vencidos. En el 88 a.C. se concedió finalmente la ciudadanía a los itálicos, pero los romanos que habían perdido familiares en la guerra no aceptaron fácilmente esas medidas; tampoco los itálicos, que no tardaron en sufrir sucesivas tretas para difuminar al máximo su potencial electoral. Cuando todas estas disensiones se hicieron de nuevo violentas, el recurso a la fuerza armada pareció la única solución y quien mejor lo entendió así fue Lucio Sila, un aristócrata que había conseguido éxitos y fama en la guerra social. LA GUERRA CIVIL : MARIO Y SILA. En el 88 a.C., siendo cónsul, sentó precedente al emplear sus legionarios para acabar con una revuelta popular; luego marchó a enfrentarse contra Mitrídates del Ponto y, mientras estuvo fuera, la tensión y los disturbios siguieron alterando la normal vida política de la ciudad. Por eso, el regreso de Sila en el 83 a.C. produjo una calamitosa guerra civil que arrasó de nuevo el país. LA GUERRA CIVIL : CESAR Y POMPEYO. La República ya había pasado por un trance similar con Sila y había sobrevivido. Ahora, sin embargo, no hubo segunda oportunidad, quizá debido a que los nuevos líderes contaban con un apoyo más amplio, diversificado y personal que antes, cuya participación requirieron. En consecuencia, la discordia civil en Roma acabó siendo una guerra de ámbito mediterráneo (49-45 a.C.) que devastó Italia, las provincias e incluso estados extranjeros, como sucedió en el Egipto de Cleopatra. En el 48 a.C., Pompeyo murió asesinado, pero sus lugartenientes y partidarios siguieron luchando con obstinación. El espectacular suicidio de Catón el Joven, en el 46 a.C., animó aun más la resistencia de los anti-cesarianos, que sólo se rindieron tras una cruel y casi indecisa batalla peleada en Munda (Hispania). Al final, el costo de la victoria había sido excesivo, tanto en vidas humanas como en confianza en el sistema: el antiguo orden estaba perdido. LA DICTADURA DE CESAR. César quedó al frente de Roma como dictador. Sus propósitos finales son difíciles de determinar con certeza, aunque parece improbable que tratase de imponer una monarquía de estilo oriental. La tarea de reconstrucción le obligó a tomar medidas en el campo económico, social y político: restablecimiento del Senado, cuyos miembros habían sido prácticamente masacrados en la guerra civil; leyes sobre las deudas, los repartos de tierra y el abastecimiento y distribución del trigo; también se retocó el sistema de administración territorial; el único plan que no pudo llevar a cabo fue la guerra contra Partia. Aun con sus poderes extraordinarios, César nunca estuvo a salvo de las críticas. Sus oponentes eran tanto enemigos de antaño que habían sido perdonados como antiguos partidarios que encontraban insoportable la posición constitucional del dictador. Una conjura planeada por Marco Bruto y Cayo Casio consiguió triunfar y, en los idus de marzo del 44 a.C., César fue asesinado. EL SEGUNDO TRIUNVIRATO : MARCO ANTONIO, OCTAVIO Y LÉPIDO. El magnicidio inauguró un nuevo ciclo de violencia que duró algo más de una década. Bruto y Casio se proclamaron a sí mismos “liberadores” y anunciaron la restauración de la República, un eslogan que tuvo mucho éxito, especialmente entre las clases medias y altas de Italia. Sin embargo, los veteranos de César se movían por principios más materiales, y el control de esas legiones y de las clientelas provinciales fue la clave del éxito para quienes se consideraban los herederos y vengadores del dictador: su lugarteniente, Marco Antonio , y su sobrino nieto, Octavio . Este último tenía, por aquel entonces, 19 años y era llamado despectivamente por Cicerón “el chaval “; sin embargo, la preeminencia de éste quedó determinada al abrirse el testamento de César y saberse que le había nombrado su heredero universal, lo que fue suficiente para ganarse la lealtad de las legiones. Cicerón mientras tanto, intentaba salvar la República con una serie de brillantes y ácidos discursos contra Marco Antonio, que resultaron inútiles. En el 43 a.C., Marco Antonio, Octavio y Lépido constituyeron el segundo triunvirato. Los triunviros, a los que Roma había concedido el poder absoluto durante cinco años para organizar el gobierno, acordaron que Lépido se quedase en Roma, mientras Marco Antonio y Octavio planearon el asesinato de Cicerón y la muerte y confiscación de los bienes de los asesinos de César y de sus partidarios, que fueron derrotados en la batalla de Filipos (42 a.C.). Los vencedores se repartieron las provincias, tomando Octavio el Occidente, Antonio el Oriente y Lépido el África, pero a este último se le obligó a dimitir del cargo en el 36 a.C. LA GUERRA CIVIL : MARCO ANTONIO Y OCTAVIO. En los años siguientes, las relaciones de Octavio y Marco Antonio se deterioraron progresivamente, aunque hubo períodos de tregua marcados con enlaces matrimoniales. Marco Antonio basaba su fuerza en el Este, especialmente en Cleopatra VII y en las riquezas de Egipto; Octavio, por su parte, contaba con las provincias occidentales y, mediante una hábil propaganda, consiguió desacreditar a su oponente hasta el punto de que la guerra entre ellos no pareció civil sino la respuesta al ataque de una potencia extranjera. La campaña terminó con la victoria naval de Octavio frente a las costas de Actium (31 a.C.). La batalla, aunque a nivel militar no fue especialmente importante, cambió el destino de muchos: Antonio y Cleopatra tuvieron un trágico fin, mientras Octavio pasó a ser el dueño único de Roma. EL IMPERIO 27 a.c. 476 d.c. TRANSFORMACIONES POLITICAS. El primer Emperador fue Octavio, hijo adoptivo de Julio César, llamado Augusto en el 27 a.C. Octavio devolvió solemne y teatralmente al Senado y al pueblo romano los poderes extraordinarios que desempeñaba; a cambio, el Senado reconoció su primacía personal -de ahí el nombre de Princeps- y su máxima auctoritas, le llamó Augustus -un oscuro término religioso que hasta entonces se reservaba para Júpiter-, admitió y renovó su control del ejército y puso el Estado bajo su protección. La expresión formal de este acuerdo fue que Octavio pasó a llamarse Imperator Caesar Augustus. Cuatro años más tarde, Augusto y el Senado llegaron a un nuevo acuerdo, consistente en la renuncia del emperador al consulado -que venía desempeñando sin solución de continuidad desde el 31 a.C., y al control de las provincias más importantes: Asia, África, Galia Narbonense e Hispania Bética. A cambio, Augusto recibió la potestad tribunicia de por vida y el imperium maius: lo primero suponía el derecho a convocar al Pueblo, proponerle leyes y vetar las decisiones de los demás magistrados y lo segundo le colocaba por encima de la jurisdicción de cualquier otro magistrado. EL IMPERIO Y SUS INSTITUCIONES. Gran parte del éxito de la reforma se debe a que el gobierno de Augusto duró casi medio siglo -casi dos generaciones-, y hubo tiempo de modificar esencialmente los papeles y cometidos del Senado, de las magistraturas, del ejército y de las provincias. Los Emperadores fueron vitalicios y elegidos por el Senado o por lo generales de la legiones. Hubo Emperadores buenos como Augusto, Trajano, Marco Aurelio, Constantino y Teodosio y malos Emperadores como Calígula, Nerón, Galia, etc. EL PROBLEMA DE LA SUCESION IMPERIAL. La nueva constitución impuesta por Augusto era una autocracia disfrazada con los ropajes institucionales de la vieja República. La medida podía haber sido prudente políticamente y resultar adecuada para las circunstancias del momento, pero sus términos resultaban ambiguos, ya que los poderes del Emperador eran una cesión vitalicia de la soberanía popular que sancionaba el Senado y, a la muerte del Emperador, éstos debían retornar a sus legítimos detentadores antes de ser conferidos de nuevo. Esta ambigüedad, nunca resuelta definitivamente, convirtió la sucesión imperial en un problema recurrente y delicado, al que los romanos fueron dando soluciones de compromiso. A partir del 14, durante los cincuenta años siguientes, el carisma de Augusto fue suficiente para que sólo sus descendientes directos pudieran ser considerados dignos del trono y los miembros de la dinastía julio-claudia, Calígula , Claudio y Nerón se fueron sucediendo unos a otros invocando su parentesco. El principio aguantó bien el golpe de estado contra Calígula pero se hundió estrepitosamente con Nerón y, durante casi dos años, el Imperio estuvo en manos del general que controlaba mayor número de soldados. La normalidad se restableció con Vespasiano (69), aunque en realidad lo conquistó por derecho de vencedor; sin embargo, el Senado se avino a cooperar con él cediéndole formalmente la soberanía del pueblo romano. Vespasiano aseguró la transmisión dinástica del trono a dos hijos, Tito y Domiciano , pero la inquina del Senado hacia este último acabó en un nuevo golpe de estado en el 96 y los senadores eligieron entre ellos a un nuevo emperador, Nerva , que inauguró un largo período en el que la sucesión se llevaba a cabo tras un largo y complejo proceso selectivo en el que participaban Príncipe y Senado. Una vez alcanzado el consenso, el candidato pasaba a formar parte de la familia imperial por matrimonio o adopción y era hecho partícipe de los poderes de su ficticio padre imperial. El sistema funcionó bien durante más de un siglo debido a la longevidad de los emperadores (Trajano , Adriano , Antonino Pío y Marco Aurelio ), a su calidad humana y a que Roma estaba entonces recibiendo los réditos de la fortísima inversión hecha en épocas anteriores, no sólo en términos económicos, sino también humanos: los cuatro príncipes nombrados eran descendientes de colonos establecidos en la Bética y en la Narbonense y de esos mismos lugares procedían la mayor parte de los senadores que formaban el círculo de amigos y consejeros imperiales. La época que siempre se ha tenido como el momento dorado del Imperio terminó a partir de Marco Aurelio, cuando las circunstancias favorables empezaron a remitir: la situación económica se deterioró, la población del Imperio fue afectada seriamente por un ciclo de epidemias y se incrementó la presión externa sobre las fronteras, tanto en Europa como en Oriente y África. Marco Aurelio, rompiendo la regla de sus predecesores, transmitió el poder a su hijo Cómodo , que no supo reconducir la situación y fue víctima de su propia locura, del descontento generalizado y de una conjura de cortesanos y familiares, que le mataron y proclamaron emperador a uno de sus asesinos. Tras unos años de guerra civil, se proclamó emperador Septimio Severo (193), quien había sabido ganarse al mayor número de legiones. Por este motivo, el nuevo Príncipe no se hacía ilusiones sobre el fundamento de su legitimidad: estaba en el trono por la fuerza del ejército y mimar esa relación fue el único consejo que dio al morir a sus hijos. La preocupación creciente por la situación militar y por tener contento a los soldados explica que la mayor parte de las energías del Imperio se consumiesen durante el siglo III en los campos de batalla y que mientras cuatro emperadores se repartiesen la centuria previa, en esta otra, el período medio de reinado apenas supere los cinco años, siendo corrientes las usurpaciones y los territorios que se proclamaron independientes del poder central. El gobierno de Constantino cambió en muchos aspectos el mundo romano, ya profundamente transformado desde Diocleciano y el comienzo del denominado Bajo Imperio. Probablemente uno de los símbolos más característicos de estos cambios sea que Roma había dejado de ser el centro neurálgico del Imperio. Ya en el siglo III, los emperadores residían en distintas ciudades, según la situación militar y cada uno de los tetrarcas había vivido en otras tantas ciudades, pero ahora Constantino crea una nueva ciudad que desplaza a Roma y se erige en símbolo del nuevo emperador: Constantinopla. Nominalmente Roma sigue siendo la Urbe por excelencia, su gobernador es un prefecto y no un procónsul como en la nueva ciudad, pero la administración del Imperio se gestiona ahora desde la nueva residencia del emperador, situada en un lugar más estratégico, dadas las dimensiones del Imperio y la conflictividad de las distintas zonas. Roma pierde poco a poco su posición de primera ciudad del orbe. El Cristianismo Los primeros años del Imperio Romano, fueron testigos de un acontecimiento capital en la Historia de Occidente. El advenimiento de Jesucristo, que marcaría posteriormente, el punto inicial de una nueva era. La Era Cristiana. En tiempos del emperador Tiberio, siendo Palestina provincia del Imperio, surgió en Jerusalén un predicador de origen humilde, cuyo nombre era Jesús, quién se proclamaba como el Mesías el hijo de Dios. Pronto fue acusado de flasfemar y fue condenado a morir crucificado. Los cristianos fueron perseguidos durante 250 años en el Imperio, muchos de ellos fueron muertos y considerados Mártires. Finalmente, triunfaron gracias al Edicto de Milán (313) promulgado por el Emperador Constantino, y los cristianos fueron autorizados para practicar libremente su culto. Crisis y Caída del Imperio Hacia el siglo IIId.c. el Imperio se vió abatido por una profunda crisis económica entre cuyas causas podemos señalar, el descomunal sistema de impuestos, la falta de una ´política de inversiones, el aumento de las tasas de interés, las especulaciones, los derroches en lujo, los excesivos gastos militares, entre otros. En el siglo IV entró en franca agonía y la debilidad de sus ejércitos en las fronteras y la división realizada por Teodosio en el año 396 d.c. sintetizada en el Imperio Romano de Occidente con capital en Roma y el Imperio Romano de Oriente con capital en Bizancio, llevaron a la total decadencia de esta potencia. En el siglo V, las invasiones de los pueblos bárbaros Germanos, terminaron destruyendo el Imperio de Occidente en el año 476 d.c. Legado de Roma: Obra Civilizadora Roma entregó al mundo occidental las bases de nuestra cultura y entre los elemento más importantes podemos mencionar: a)EL DERECHO ROMANO que constituye la base de las normas y leyes actuales. b)EL IDIOMA LATIN del cuál derivan las lenguas romanas como; portugués, español, francés, italiano y rumano. c)EL CRISTIANISMO que es la religión oficial de los países occidentales. d)LA FILOSOFÍA y la LITERATURA que tanto han influido en el desarrollo del pensamiento en occidente.