8 REYISTA DEL i MISCEL~NEA Los primeros sobres para cartas se empezaron á usar el a ñ o 1839. La Anestesia se descubrió e11 1844. Las primcras plumas de acero para escribir se hicieron e n el aíio 1830. La primera bomba de aire se construyó e n i 634. E l primer buque de vapor, de Iiierro, se construyó en 1830. E i primer fósforo para hacer luz se descubrió en 1798. E l primer globo aereostático ascendió en i j g 8 . Los coches empezaron á usarse e n Inglaterra el aíio 1566. E l primer tramvia se construyó e n 1835. El primer buque de vapor navegó en el rio Hiidson en 1807. L a biblia hebrea completa se imprimió e n 1488. Los primeros buques se forraron e n cobre e n 1738 El primer telescopio se usó e n Inglaterra el 7608. E l cristianismo se introdujo en el Japón e n 3549. E l primer reloj de bolsillo se construyó e n Nuremberg en 1447. E l primer almanaque lo imprimió Jorge \Ion Furbach e n Alemania e n 1460. E l primer anuncio apareció e n u n periódico de Inglaterra en 1752. La primera locomotoro de ferro-carril, empezó á andar e n los Estados-Unidos e n 1829. POES~A DE LAS >IATE~IÁTICAS.-D~C~ Edgardo Quinet : E n profundo error vive quien piense q u e el entusiasmo no puede conciliarse con las verdades n~atemáticas. Estoy en la íntima persuasión de que existe tal problema de cálculo, de análisis de Kepler, de Galileo, de Nemtón, d e Eiiler, la solución d e tal ecuación, q u e suponen tanta intención, tanto genio, cuanto la más bella oda d e Pindaro. Esas puras é incorruptibles fórmulas, q u e existían antes q u e el mundo y q u e existirán después d e él, q u e dominan todos los tiempos, todos los espacios; q u e forman: por decirlo así, parte integrante de Dios: esas fórmulas sagradas que sobrevivirán á la iuina de todo el universo, colocan al rnatemá~icodigno d c este nombre e n comunicación intima con el pensamiento divino. E n esas verdades inniutables, este goza l o más puro de la creación ; ruega en el lenguaje de esta; dice al m u n d o como aquel personaje de los antiguos tiempos: «Callemos y oiremos el murmullo de los dioses. 'TRO DE LECTliRA L a fotografía acaba de iugnr un importantísirno papel en un proceso q u e no ha dejado de llamar la atención entre los legistas y los hoi~ibres de ciencia. U n tal Cilfiog de Nueva-York, fué acusado cie falsificación cie ciertos rtocumeritos on tina reclamación de seguros contra incendios. Ningún dato ni prueba lo condenaba, y la acusación parecía ser conipletameiite ficiicia cuando á u n empleado suyo le ocurrió la idea d e fotografiar una hoja de papel q u e se encontraba sobre el pupitre del acusado. Esta hoja d e bastantes dimensiones, estaba cubierta d e ciertos caracteres, ó mejor a u n , como si se hubiera escrito ó cifrado el lapiz sobre nila hoja sobre puesta, es decir, como si se liubiera Iiecha u n cnlco. E l papel desde luego aparecía blanco sin q u e á siniple vista pudiera verse nniia, solaiilente, como hetuos dicho, parecía por alg~inas partes impresionado por los trozos de un Iapiz. El primer ensayo fotográfico no dió resultado niogiino, pero acusaba ciertos indicios q u e Iiacían concebir esperanzas. Repro~iujósela boja sobre una placa de gelatina bronceada y por medio d e la ILIZelictrica. La revelación fué entónces completa. Todos las ideas faisiiicadoras del acusado salieron á rel~icir;y iio solamente se veían y apreciaban los cálculos efectua~ios,sinó q u e hasta las observaciones escritas al lado de los números vienen á demostrar la culpabilidail iie Cilfing q u e ha sido condenado á cinco aíios de trabajos forzosos. Cuando el intrfpido navegante Alvaro Nuiíez Cabeza de Vaca, compaíicro que fué de Panfilo Nsrvaez e n la Florida, movido de su afan por los grandes viajes llegó á las márgelies del I'iata, fué testigo de u11 espetáculo cilrioso. E n algunos sitios, las orillas del rio estaban pobladas de al-arrcnl-ios cubiertas de esas grandes piiias cuyo nutritivo f r ~ i t obusca con tanta avidez la mayoría de los cuadriimanos. Infinidad d e monos trepaban á esos hcriiiosos árboles y con presteza suma arrancaban las piñas, q u e arrojaban al suelo, rara vez e n pro.i*eciio propio. Por ligeros q u e descetidiesen para saborear el delicioso fruto, ya los nronos sc encontraban con unos pequefios jabalíes más astutos que ellos que, ocupados en comerse los piiiones, les regafiahao sus afilados Inrgos colmillos y les obligaban 5 encaramarse de nuevo.