Informe de la Asesoría Jurídica del Consejo General sobre la eficacia y consecuencias de determinadas cláusulas de los contratos de Agencia De las diferentes cláusulas que pueden suscitar dudas, pasamos a referirnos en esta Circular a las siguientes: 1.- Cláusula de asunción por parte del Agente del buen fin de las operaciones de intermediación. 1.1.- El artículo 1 de la Ley 12/1992, de 27 de mayo, sobre contrato de Agencia, establece que el Agente no responde del riesgo y ventura de las operaciones de intermediación, salvo pacto en contrario. Quiere ello decir que, en principio, en la promoción o conclusión por parte del Agente de operaciones de intermediación comercial por cuenta y en nombre ajenos, el Agente no resulta responsable del riesgo y ventura de tales operaciones, por lo que la posición jurídica más favorable para el Agente Comercial consistirá siempre en no incluir cláusula alguna en el contrato de Agencia que se refiera al riesgo y ventura de las operaciones de intermediación objeto del contrato. La ausencia de una cláusula específica al respecto, junto al carácter imperativo de las normas de la Ley de contrato de Agencia -artículo 3- garantizan la exención de responsabilidad del Agente por el riesgo y ventura de las operaciones de intermediación. El riesgo y ventura de la operación mercantil será, en este caso, a cuenta del empresario. 1.2.- Si tal situación jurídica no resulta posible, conviene tener conciencia de la responsabilidad de la asunción del riesgo y ventura de las operaciones comerciales en que el Agente actúa como intermediario. El concepto es tan amplio que se extiende a cualquier clase de riesgos -incluidos, desde luego, los económicos- y a cualquier circunstancia -incluso las derivadas del azar- como consecuencia de los cuales el empresario no llegue a obtener el resultado económico previsiblemente resultante de la operación de comercio realizada con el tercero. Se trata, pues, de que el empresario ingrese en su patrimonio la totalidad -indemnidad total- de los beneficios previstos en la operación de comercio intermediada por el Agente, a costa del patrimonio de éste. 1.3.- Ante esta responsabilidad y si resulta inevitable incluir una cláusula en que el Agente asuma el riesgo y ventura de las operaciones que intermedia, sería aconsejable exigir que el comerciante tenga pactada algún tipo de póliza que le garantice de la falta de pago procedente de las operaciones mercantiles, estableciendo en el contrato de Agencia que si el Agente responde del buen fin de las operaciones únicamente lo hará con carácter subordinado y en cuantía en que el seguro del empresario no cubra los impagados resultantes de la operación comercial. Sería conveniente que en el contrato de Agencia se hiciera constar los términos del seguro, o se acompañara al contrato copia del mismo. 1.4.- En último término, si se pactara la cláusula del riesgo y ventura a cargo del Agente Comercial, sería conveniente que éste, personalmente o de forma colectiva, suscribiese algún tipo de seguro que cubriera tal riesgo. En este caso, los Colegios podrían ser un cauce útil y adecuado para la gestión de seguros colectivos que garantizasen las responsabilidades asumidas por los Agentes Comerciales como consecuencia de cláusulas de riesgo y ventura. 2.- Limitaciones a la indemnización por clientela. 2.1.- El artículo 28 de la Ley de Agencia establece un derecho de indemnización a favor del Agente para el supuesto de extinción del contrato de Agencia, sea por tiempo determinado o indefinido, aplicable también al supuesto en que el contrato se extinga por muerte o declaración de fallecimiento del Agente. Esta indemnización es independiente de la que corresponde al Agente por daños y perjuicios, como consecuencia de la resolución unilateral por parte del empresario -artículo 29 de la Ley- y es consecuencia de la clientela aportada por el Agente al empresario, que puede continuar produciendo a este ventajas sustanciales, una vez finalizado el contrato de Agencia; cuando resulta equitativamente procedente por la existencia de pactos de limitación de competencia, por las comisiones que pierda o por otras circunstancias similares que puedan concurrir. Esta indemnización, no podrá exceder, en ningún caso, del importe medio anual de las remuneraciones percibidas por el Agente durante los últimos cinco años o durante todo el período de duración del contrato si esta fuere inferior. 2.2.- Sin perjuicio de la necesidad de que el Agente archive cuanta documentación pueda acreditar que su labor de intermediación ha aportado nuevos clientes al empresario o incrementado sensiblemente las operaciones preexistentes y que de tal aportación va a seguir beneficiándose el empresario, una finalizado el contrato de Agencia, o que resulta procedente por la existencia de pactos de limitación de competencia, por la pérdida de comisiones u otras causa similares, la cuantía de esta indemnización ha de entenderse que equivale al importe medio anual de las comisiones percibidas durante los años de duración del contrato de Agencia, con un máximo de cinco años. Esta cuantía constituye una norma de carácter imperativo, por lo que cualquier pacto contrario a la misma ha de entenderse nulo. Se trata de una indemnización regulada por la ley, no susceptible de modificación por contrato. Específicamente, debe entenderse nulo cualquier pacto que limite la cuantía o el plazo máximo establecido para su cómputo. 3.- Cláusula de arbitraje. La Disposición Adicional de la Ley de contrato de Agencia, dispone que el conocimiento de las acciones derivadas del contrato de agencia corresponderá al Juez del domicilio del Agente, siendo nulo cualquier pacto en contrato. La Disposición Adicional prohíbe, so pena de nulidad, el pacto de sumisión a un Juzgado distinto del domicilio del Agente. La razón no es otra que la garantía de la tutela judicial efectiva -artículo 24 de la CE- del Agente, que quedaría gravemente conculcada si se le obligase a litigar en un lugar lejano al de su domicilio con los costes de todo tipo que ello implicaría. Se quiere evitar que el desequilibrio de las partes en este tipo de contrato, posibilite que el empresario -la parte mas prepotente- pueda imponer condiciones procesales a la más débil, que restrinjan su derecho a la tutela judicial efectiva. El principio es, por tanto, el de indisponibilidad de la partes acerca de la competencia judicial territorial, imponiendo imperativamente la competencia territorial del Juez del domicilio del Agente para cuantas cuestiones litigiosas se deriven del contrato de Agencia. Sobre esta base, cabe poner en cuestión la validez de cualquier cláusula de arbitraje, con renuncia al fuero judicial, para resolver los conflictos entre las partes, dimanantes de un contrato de Agencia. Si la sumisión procesal a un Juez distinto del domicilio del Agente queda viciada de nulidad radical, en garantía de la tutela judicial efectiva de éste, considerándose indisponible para las partes, con mayor motivo debe considerarse nulo el pacto arbitral, en cuanto éste constituye una menor garantía pata el Agente. Esta tesis resulta avalada, ‘a sensu contrario’, por el artículo 2.1 de la Ley de Arbitraje 60/2003, de 23 de diciembre, que establece como materias objeto de arbitraje ‘las controversias sobre materias de libre disposición conforme a derecho.’ La esencia del arbitraje radica en la disponibilidad del objeto, consecuencia de que la institución tiene su única justificación en la autonomía de la voluntad. El árbitro decide porque las partes, mediante el correspondiente negocio jurídico -convenio arbitral- así se lo piden como “dueños” que son de la controversia. En consecuencia, no cabe someter al arbitraje aquellos conflictos, como los dimanantes de la Ley de contrato de Agencia, que surgen de normas de derecho imperativo -artículo 3 de la Ley- respecto de los cuales las partes carecen de poder dispositivo. Cabe concluir, por tanto, que los convenios arbitrales en materia de contrato de Agencia han de reputarse nulos como contrarios a la Ley. Madrid, 30 de mayo de 2008 Francisco Aparicio Valls Letrado Asesor.