Relación actus reus y mens rea del genocidio 1 Por Milan Palevic De conformidad con el Artículo II de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) la ejecución del delito de genocidio, supone alguna de las siguientes acciones que pueden ser consideradas un delito: a. Matanza de miembros de grupo; b. Atentado grave contra la integridad física o mental de los miembros del grupo; c. Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d. Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; y e. Traslado forzoso de niños del grupo a otro grupo. En conjunto, estas acciones constituyen actus reus o elemento material del genocidio. Los actos materiales especificados llegan a ser actos del genocidio sólo bajo las condiciones estrictamente definidas. Primero, debe haber una intención de destruir a un grupo en su totalidad o en parte. Los actos que dan lugar a las mismas consecuencias y no van acompañados de la denominada intención genocida, no caen bajo la definición del genocidio. La intención debe ser dirigida al grupo como el objeto de ataque y protección principal del genocidio. La falta de la intención “retira” la calidad de la actividad criminal al nivel de un delito común u homicidio. Segundo, la intención debe ser dirigida a “los grupos nacionales, étnicos, religiosos y raciales” y no a los grupos políticos, sociales, económicos y otros que no son establecidos por la Convención como “los grupos protegidos”. Y tercero, la destrucción se debe dirigir al grupo “como tal”. La palabra “como tal” cuando hablamos del grupo nacional, étnico, racial o religioso, en términos de la Convención sobre el Genocidio, representa una calificación caracterizada y se refiere a la exigencia de que la destrucción prevista deba ser dirigida directamente contra el grupo como el grupo protegido. Por lo tanto, todos los actos materiales del genocidio emprendidos individualmente, deben ir acompañados de una intención general, colocada normativa y estructuralmente en la frase principal del Artículo II de la Convención “destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, religioso o racial como tal”. Para constituir el delito de genocidio, es suficiente emprender cualquiera de las acciones mencionadas del Artículo II “con la intención clara de proporcionar la destrucción total o parcial del grupo protegido como tal”. 2 Y viceversa, “para probar la intención específica, se 1 PhD Associate professor Faculty of Law Kragujevac - S e r b i a. 2 Report of the International Law Commission on the work of its forthy-eight session, may july 1996, note 111,p. 102, para. (b) tiene que aclarar que los actos mencionados fueron, por un lado, dirigidos contra un grupo protegido meta, y por el otro, que fueron cometidos con la intención de destruir total o parcialmente un grupo como tal”. Parece que mens rea contenida en la referencia principal del Artículo II de la Convención, posee una capacidad intencional “más expresiva”, en términos del grado de culpabilidad, que mens rea que acompaña a las acciones del genocidio. Las palabras “en intención” (o con la intención) que son expuestas ahí ofrecen más que una simple repetición que el genocidio es un delito intencional. Por otro lado, el grado de la intencionalidad requerida para el genocidio varía de un caso a otro y no es el mismo para cada uno de los actos materiales del genocidio enumerados. Párrafos (a) y (b) incluyen el resultado final, así que se sobreentiende la intención especial por sí misma. El autor tiene que tener una intención específica para conseguir el resultado final. El delito de homicidio (el Párrafo a) exige una intención específica de matar a la víctima. También, este tipo de la intención se encuentra en “la violación grave de la integridad física y mental”. Por otro lado, el contenido de los Párrafos (c) y (d) no indica la realización de los actos, es decir la actualización de la intención en forma de resultados concretos. En ellos la intención genocida se anuncia con la introducción de los elementos adicionales de la conciencia, como “intencionalmente” y “se debe”. En cuanto al “sometimiento a condiciones de existencia…”, éste tiene que ser “calculado” de tal manera que lleve a la destrucción física total o parcial del grupo, mientras que “medidas destinadas a impedir los nacimientos…” tienen que ser específicamente destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo. “Traslado forzoso de niños…” del Párrafo (e) no lleva en sí la exigencia obvia de la intención genocida específica. En conjunto, “la intención de destrucción” del grupo protegido como tal exige una intención específica, dolus specialis, como el estado inherente al genocidio, mientras que mens rea de los actos materiales del genocidio puede existir también en la forma de dolo directo. La aplicación estricta del principio de nullum crimen sine lege en la interpretación de las disposiciones de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) no apoya la expansión varietal de la destrucción genocida fuera del marco físico- bilógico.