Toribio Esquivel Obregón 19391945

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Nació en León, Guanajuato, el 5 de
septiembre de 1864. Hizo en esa ciudad los
estudios primarios en la escuela de don José
Pío Durán y continuó en la Escuela de
Instrucción Secundaria, de la cual fue
alumno fundador. En 1885 se trasladó a la
capital de la República para estudiar derecho
en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de
la que recibió el grado de abogado en 1888.
Regresó a su ciudad natal y se dedicó al
ejercicio de su profesión, en 1891 casó con
Laura Torres, con quien procreó seis vástagos.
En sus labores destacan la enseñanza de la lengua griega y filosofía
en la Escuela de Instrucción Secundaria, antes de cumplir los treinta
años había publicado una historia de Grecia y otra de Roma, a los
cuarenta y dos, en 1906 dio a la estampa los Datos psicológicos para la
historia de México, en la que se muestra crítico de la obra de España en
México y partidario de la ciencia y la técnica modernas. Asumió por
aquellos años una posición evolucionista y materialista que
abandonaría después del exilio al que lo llevó su actividad política.
Inició sus actividades públicas en el ayuntamiento de León, era
reconocido como abogado y como periodista crítico del régimen de
Porfirio Díaz. Partidario de Francisco 1. Madero, como militante en el
Partido Antirreeleccionista, se trasladó a la ciudad de México, donde,
según su testimonio, surgió la desavenencia cuando Madero, en su
afán conciliador, propuso la reelección de Díaz y la elección de él
mismo en la vicepresidencia, contradiciendo el principio básico del
partido. Cuando Madero llegó a la presidencia, Esquivel Obregón
criticó la política agraria propuesta por el régimen, pues no atendía la
magnitud del problema y favorecía, en cambio, negocios de la familia
Madero (sobre esto pueden verse sus obras Mi labor al servicio de
México, publicada en 1934 y El problema agrario en México, 1912, cuya
acertada crítica reconoció Jesús Silva Herzog, nada simpatizante de
Esquivel Obregón como personaje político). Después del asesinato de
Madero, en 1913, del 20 de febrero al 26 de septiembre, asumió la
cartera de Hacienda bajo el régimen de Victoriano Huerta, con quien
no logró acuerdos, por lo que, según cuenta, intentó renunciar varias
veces. Esos meses de ministerio le valieron once años de exilio y el
señalamiento que cayó sobre los miembros de los gabinetes de Huerta.
De 1913 a 1924 residió en Nueva York, dedicado al estudio y a la
enseñanza del derecho, fue profesor de derecho comercial
latinoamericano en las universidades de Columbia (1915-1920) y
Nueva York (1915-1923). Cuando regresó a México en 1924, era
evidente el profundo cambio en su pensamiento. Como otros exiliados
que siguieron trayectorias semejantes, es decir, jacobinos y críticos del
porfiriato, maderistas descontentos y huertistas en su momento,
Toribio Esquivel Obregón ponderó la importancia de la obra de España
en México. Así se vio en obras como Influencia de España y los Estados
Unidos sobre México, publicada por la Casa Editorial Calleja en 1918.
La civilización industrial, el materialismo, la primera guerra mundial
y, en general el espectro del "fin de la inocencia americana" se proyectó
en el pensamiento de estos exiliados y los llevó a la ponderación de los
valores tradicionales.
Ya en México, Esquivel Obregón se dio al estudio de las instituciones
novohispanas, al tiempo que se dedicaba con buen éxito a su profesión
de abogado. En efecto, poco después de su regreso, dio a conocer su
trabajo, La constitución de Nueva España y la primera constitución de
México independiente, publicada en 1925, fue ampliando su visión
histórica en las clases de historia del derecho que impartió en la
Escuela Libre de Derecho, institución fundada en 1912 y que contó
entre su profesorado con los más destacados abogados y juriconsultos
del porfiriato. De esa labor de ense- ñanza, en la que Esquivel Obregón
actualizaba información y orden de la exposición, surgieron los
Apuntes para la historia del derecho en México, publicados en cuatro
gruesos volúmenes entre 1943 y 1948 y recogidos en dos por la
Editorial Porrúa, con prólogo de Julio D'Acosta y Esquivel Obregón en
1984. Llama la atención en esta obra el manejo de la bibliografía clásica
y moderna, el uso de documentos y la amplitud del plan. Dos terceras
partes se dedican al derecho de la época novohispana, considerando el
antecedente prehispánico, y una tercera a la época independiente,
relativa a la organización política y al derecho internacional. Hay, es
cierto, una visión europeo-céntrica, hispanista y tradicionalista, que el
autor había asumido abierta y polémicamente en obras anteriores, no
por ello menos documentadas y bien organizadas. Pero, como quiera
que sea, los Apuntes siguen siendo obra ejemplar, de gran utilidad y, si
bien vemos, citada por otros muchos autores, no siempre con el
reconocimiento debido.
De la obra publicada de Toribio Esquivel Obregón, dentro de la
historia del derecho habrá que destacar Hernán Cortés y el derecho
internacional en el siglo XVI (1939), que dio a conocer en unas
conferencias sustentadas en la Sociedad de Geografía y Estadística en
1934, provocando la reacción de los antihispanistas; también la
Biografía de don Francisco Javier Gamboa; ideario político y jurídico
de Nueva España en el siglo XVIII (1941), en la, que si bien no
desaparece el tono apologético, se acentúa la erudición y la amplitud
de miras del jurista historiador que fue Esquivel Obregón. En efecto,
podemos apreciar la cultura jurídica de la ¿poca a través de esta
biografía histórica, modelo e intención de obra que, por desgracia, no
se recogió y continuó en nuestro país y que urge retomar con los
elementos que tenemos a la mano.
Toribio Esquivel Obregón murió a los ochenta y dos años, el 24 de
mayo de 1946. Su personalidad merece diversos estudios. Algunos a
los que habrá que acercarse con lente monográfico, para valorar su
erudición en el campo de la historia jurídica y política institucional;
también, por ejemplo, la importancia de su actuación encargos
públicos, pues en el de la Secretaría de Hacienda, que ocupó por breve
y en accidentado tiempo, hay, según un conocedor de cuestiones
hacendarias, aspectos bien interesantes. Tenemos la ventaja de que,
gracias al cuidado de sus descendientes, en particular de su nieta
Laura D'Acosta, se halla en el Archivo General de la Nación un fondo
Toribio Esquivel Obregón que puede consultarse. Sobre la abundante
documentación y la bibliografía que tenemos a nuestro alcance puede
llegarse a conocer una personalidad que encarna la experiencia
histórica, quizá nos permita deslindar los caminos y terrenos del
pensamiento político del porfiriato, del México revolucionario y
posrevolucionario viendo, a través de su afilada crítica, situaciones no
fáciles de esclarecer sin tomar en cuenta el tradicionalismo y las
posiciones que no han recibido la aprobación oficial de los llamados
regímenes de la Revolución Mexicana. Tenemos ya algunos trabajos en
los que hay buenos intentos de comprensión del personaje, como el
Toribio Esquivel Obregón, gran sociólogo mexicano de José Bravo Ugarte, el
discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia,
correspondiente de la Real de Madrid, que pronunció Wigberto
Jiménez Moreno al sucederlo en 1947 y, recientemente, "Toribio
Esquivel Obregón, Tiempo, vida y obra", de Rafael Diego Fernández,
publicado en la Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de
Derecho (año 11, número 11, pp. 253-284), pero es mucho lo que
sugieren los testimonios en que la biografía y la historia se hacen
realidad indisoluble.
Andrés Lira.
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