ATENBO UORQUINÜ. 95(. nuestro horizonte. Etitre i«s mu'chas que se encuentran en eíítíe ií|l^ timo punto tenemos In Osa menor de la que forma parle la estrella polar, cuya im¡)orlancia astronómica y especialmente marítima na^ (lie pueJe liesconocer. Esta estrella se hallaba en otro tiempo muy apariailiidol polo; pero á causa i)e la precesión 'de los equinaaciog, se ha ido acerc;^iido sucesivainente a él, al paso ijue se han ido alejando las estrellas de la cula del üragon que eran polares. Tambiien entre las constelaciones australes se han descubierto recienlemenle el fndio, la Mosca, IÜ Dorada, la Cruz, y muchas otras, ignoradas por los antiguos. - . De la giluacion que ocupar, las constelaciones e,a la esfera celiesie prpuiiétie el /¡ue no todns ellas puedan ser vistas por todos los ha^ hitantes de nuestra planeta; á este proposito dice el célebre M. HunihüMl: «La parte mas hermosa del hemisferio central celeste, que comprende el Centauro, el Navio, Argos y la Cruz meridional, estü oculto para los europeos; solo bajo el ecu;HJor se goza el golpe (Jtí vista único y magníti.co de ver á un mismo tiempo ludas las estrellas de ambos hemislerios: algunas (le nuestras constelaciones, co-r mola Osa mayor y menor aparecen allí, por hallarse más ;próxim,as al horizonte, de una magnitud admirable y casi espantosa,» Las conslelac-ioiies fueron principalmente el emblema de la Mi-, tología y de casi todas las creencias de los pueblos antiguos. S<H gun el método seguido cu los templos, y que después reprodujeron los astrónomos de l;i edad media, se creia que las consn tfilaciones estaban en una lucha constante; deduciendo de aquí que, cuando una sale, se considera como que triunfa de la que ae prnte, ó que la última da nacimiento á la primera. Tanlo es asá qui% en los misterios de la diosa Céres, se decia lo siguiente; «Eí foro ha engendrado á la Serpiente, la cual á su vez ha engendrado al Toro.» Estas enigmáticas palabras daban á entender sim|)lea)ente que, cuando parece que se poiie el Tora, constelación zodiacal, compuesta de 2ü7 estrellas, p^nrece también que sale la de la Serpiente, situada al Norte del Zodiaco y formada de 61 estrellas, y viceversa. El oca.'^o aparente de la constelación del Broquel, por otra nombre Atlas, se llamo Hesperis ó P-leyona, y esto dio ocasión b que la fábula nos diga que, habieuil» casado Atlas con Pleyona, hij;i del Oiéano y de Teiis tuvo de ella siete hijas, las Riadas ó IMeyadas (vulgo Ciibriilas) que son las siete estrellas que se encuo'ulr.u) delante de la constelación del Toro, ánles mencionad^.La zndiMcal de Acuario re|)resenta á Ganimedes á (juien Júpiter hizo ((ue fuese robado por su Águila y conducido al cielo, para que sirviese de, copero a los dioses; así es que dicha constelación, que comprende 117 estrellas y esta preoedid.* de la del Águila, compuesta de 26 y situada al Norte del zodiaco, parece ser tobada por ésta úilima, al aparecer ambas en el horizonte. Los pies del Pegaso ó Caballo mayor, constelacioa formada por