SUCESIONES 405 El testador podía además desheredar a las personas que usualmente hubiesen heredado, como nombrar además del heredero personas que sustituirían a éste en su herencia. Podía, además, dejar ciertos bienes (legados), a ciertos beneficiarios (legatarios). En ciertos casos el testador podía preferir nombrar a un fideicomisario en lugar de instituir a un heredero, y así evitar para el nombrado las obligaciones de heredero: el fideicomisario debía distribuir los bienes a los beneficiarios designados. En un principio la voluntad queda prisionera de la forma, a la que da vida el pronunciamiento de las palabras sacramentales. De la forma solemne no se prescinde en la época clásica, pero de ella se entiende que es un instrumento de voluntad o si, se quiere, un medio de expresión: vocis ministerio utimur. La voluntas es el elemento generador del testamento dotándolo de fuerza y eficacia con anterioridad a todo: Prior adque potentior est quam vox mens dicentis. La indicación de la persona o de la cosa debe hacerse con claridad, y en consonancia con lo querido, seria y efectivamente, por el testador. En otro caso prevalece sobre las palabras la voluntad, siempre que resulte averiguada, y no importa si con documentos distintos del testamento o con elementos no contenidos en éste. No es necesario que la persona o la cosa indicadas con su nombre, si el testador se vale de otros signos idóneos para patentizar su voluntad. Individualizada suficientemente la persona o la cosa, se consideran extrañas a la eficacia de la disposición, las indicaciones inexactas acerca de una u otra, –falsa demostratio non nocet–. Hay indicación inexacta, por ejemplo, cuando el testador dispone un legado en estos términos: Titio fundum, quem a Titio emi, do lego, siendo así que el fundo no fue comprado a Ticio. Identificado como está el fundo por su sola denominación, el legado tiene plena virtualidad. La voluntad debe ser cierta. Si el testador abriga dudas acerca de su capacidad, el testamento no nace a la vida. La razón estriba en algo que ya hemos dicho antes: certum concillium debet esse testantis.