leer más

Anuncio
Perfil para la Misa del funeral - 28.12.2015
Parece casi imposible decir en pocos minutos la vida de una persona de la estatura de Dori. Pero
empezamos a decir algo… Doriana nace en Trento en una familia unida, tiene una hermana
algunos años mayor que ella. El papá trabaja día y noche en la panadería propiedad de la familia y
la mamá le ayuda en la administración del negocio.
En sus primeros años la relación más profunda la tiene con su abuelo que con frecuencia cubre
sus travesuras. Dori, de hecho es una niña muy vivaz y siempre inventa muchas.
A los seis años recibe la primera Comunión. Viéndola salir de la iglesia con un gran ramo de
claveles blancos, su maestra le dice: “Pareces una novia”. Palabras que se graban profundamente
en el corazón de Dori.
Apenas sabe leer, se dedica luego a los libros que serán después su pasión y con el tiempo
empieza a escribir, teniendo ya a su disposición una particular fantasía que la acompañará toda la
vida. A propósito de su fantasía, Dori contará más tarde una importante experiencia suya.
Viajaba a Roma en el tren, quería prepararse a un encuentro con Chiara pero la mente siempre
vagaba entre muchas cosas, no lograba concentrarse.
A un cierto momento dijo a Jesús que una vez por todas le donaba su fantasía, no quería volver a
estar soñando, saliéndose del momento presente.
Cuando llegó, con algunas de las primeras focolarinas, Chiara les dijo que sentía que había
llegado el momento de hacer algo para dar el Ideal ampliamente, con medios nuevos y pedía a
cada una que escribiera un libro, fruto de sus experiencias de la vida. Dirigiéndose a Dori le dice:
“¡Tú tienes mucha fantasía, escribe un romance de Amor!”; nace así el libro: Amor a gran altura.
Pero regresemos a Dori siendo niña.
En el tiempo libre de la escuela casi siempre está sola. Concentra su amor en las muñecas que le
parecen personas vivas.
Un día conoce a la niña de una señora que venía a lavar la ropa de la familia. La ve jugar con uno
de sus pequeños zuecos como si fuera con una muñeca…
Cuando poco después llega el día del cumpleaños de Dori, los padres, muy ocupados como
siempre con el trabajo, se olvidan de darle un regalo. Para ella es un sufrimiento y esconde las
lágrimas. Esta vez sin embargo no se resigna a la desilusión... y enseguida un pensamiento:
“Quizás existe un modo de ser feliz también cuando estamos desilusionados: hacer que estén
contentos los demás”.
Va corriendo a su habitación, abre un pequeño baúl en el que tiene todos sus tesoros, elige la
muñeca más bonita y corre al tugurio donde vivía aquella pobre familia. Su corazón está lleno de
una felicidad nueva. Durante la adolescencia, las amistades de la escuela son superficiales, los
padres siempre ocupadísimos con el trabajo, la hermana da clases lejos en un pueblo en la
montaña. En las largas tardes transcurridas en casa Dori tiene delante los libros de la escuela pero
su fantasía es más fuerte que su deber.
En las historias que sigue escribiendo retorna insistente un sueño, el de casarse y tener muchos
hijos.
Al final del año escolástico no supera los exámenes: al tener que repetir el año se encuentra en una
clase nueva, con compañeras de un estrato social acomodado, resueltas, que le enseñan a bailar, a
maquillarse, a un modo de vivir desconocido para ella. Cuando llega la guerra la encuentra
implicada con estas nuevas amistades.
Un primo, 13 años mayor que ella, se alista voluntario aun teniendo buena posición y ser hijo
único. Ella lo admiraba, pensaba que era agradable y bueno pero un día Dori oye que dicen algo
1
negativo de él. Al recibir a Jesús, le reza así: “Si para convertirlo quieres algo de mí, estoy
dispuesta a darte la vida”. En aquel momento siente fuerte a Alguien que le habla en su interior,
pero no con palabras que pueden percibirse con los oídos. Comprende que es Dios, aunque antes
nunca lo había conocido, que le pide no tanto la vida como lo más precioso que tiene. Vuelve a
casa desconcertada, se atormenta sin encontrar una vía de salida y cuando encuentra a algún niño,
siente fuerte dentro de ella: no es para mí, no es para mí, nunca más.
Trata de convencerse de que aquella voz no era verdadera pero por la noche, en la oración le
resuena en el alma “aquella propuesta”.
Un joven fraile capuchino la invita a conocer a una maestra de la Tercera Orden de San
Francisco. Dos días más tarde le llega una tarjeta de parte de una cierta señorita Silvia Lubich
invitándola a su casa para “decirle una cosa estupenda”.
Dori se siente atraída por la tarjeta coloreada y al día siguiente se viste lo más elegantemente
posible y va a Vía Goccia d’oro, 3. Es su primer encuentro con Chiara por la cual se queda
conquistada, como transportada a otro mundo, todo de luz. Aquel amor que buscaba desde hacía
años, ese ser amada como deseaba, ¡lo ha encontrado! Ha conocido que Dios es Amor, es el
Amor.
Dori tiene 17 años pero va un año atrasada en los estudios. Chiara le propone prepararla
privadamente para que haga dos años en uno. Con tal de tener la oportunidad de estar con Chiara,
Dori acepta incluso…ponerse a estudiar. Muchos años más tarde, en el ’91, responderá así, a un
gen que le pregunta qué ha sido para ella estudiar a la luz del Ideal: “Chiara me había dado para
hacer una traducción. Cuando me devolvió la tarea había más rojo que negro. ¡No me sorprendía
demasiado, porque siempre había sido así! Pero en la otra página Chiara había escrito: ‘Como
verás así no va bien, porque si no te empeñas en el estudio, no puedo prometerte que te llevo al
examen’. Y añadía: ‘Si no estudias, no estás en la voluntad de Dios y si no haces la voluntad de
Dios, no amas a Dio’. Ésta era una verdadera herida, porque había descubierto apenas que Dios
es Amor, realidad enorme..., todas las cosas bonitas en la Tierra habían sido creadas como un
don de aquel Dios-Padre, ¡aquel Dios-Amor! Quería responderle con mi amor. Y Chiara me
decía ‘¡no es verdad que lo haces’! Y así comprendí que para mí amar a Dios quería decir
estudiar latín”.
Durante las clases, además de las distintas materias, Chiara le explicaba varias frases del
Evangelio: una gran novedad para Dori y a menudo una fulguración. Para ponerlas en práctica
sigue a Chiara en todo, va a Misa por la mañana temprano, empieza a visitar a los pobres: una
experiencia tras otra que llena su vida de una alegría antes desconocida.
En una de estas visitas se contagia de una infección en la cara. “Hacía frío – cuenta Dori – y como
mis padres me habían prohibido que saliera, Chiara pidió a un padre capuchino que me trajera
la Comunión”. Fue en aquella ocasión cuando el sacerdote dijo a Chiara que “el momento en el
cual Jesús había sufrido más había sido cuando gritó: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado? Apenas el Padre se fue, me dirigí a Chiara, segura de una explicación. Me dijo: ‘Si
el dolor más grande de Jesús fue el abandono por parte de su Padre, nosotros lo elegimos como
Ideal y lo seguimos así’. En aquel momento, en mi mente, en mi fantasía, se grabó la convicción
que nuestro Ideal era Jesús con el rostro desgarrado que grita al Padre. Y mis pobres llagas
sobre la cara, que me parecían sombras de su dolor, me daban alegría, porque me hacían un
poco semejante a Él. Desde aquel día Chiara a menudo, mejor dicho, siempre, me habló de Jesús
Abandonado. Era el personaje vivo de nuestra existencia”.
2
Un día Chiara, casi como un juego, divide el mundo en 5 partes, los 5 Continentes y los confía a
algunas de las primeras focolarinas: ¡a Dori tocará Europa! Cuando en 1958 el Movimiento cruza
los Alpes, para Dori empieza el conocimiento de algunas naciones europeas. Del ’58 al 75
estará en España, Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Países Escandinavos. Por doquier siembra
y recoge el amor fruto de su comunión profunda con Jesús Abandonado en quien más se le
asemeja.
En Gran Bretaña, Dimitri Bregant (focolarino sacerdote católico, entonces co-responsable con
Dori de la zona) y Lesley Allison (primera focolarina anglicana) la recuerdan así:
Dimitri Bregant: Conocí a Dori cuando Chiara me llamó a Estados Unidos para venir a
Inglaterra. Teníamos los primeros contactos con el mundo de la Iglesia anglicana. Los
encuentros con Obispos católicos y anglicanos, con los sacerdotes y los laicos de una y de otra
Iglesia eran muy frecuentes. Siendo el co-responsable acompañaba a Dori a todos estos
encuentros, pero podía ser sólo testigo de lo que ella presentaba y decía a quienes la escuchaban
ya que el diálogo ecuménico era para mí todavía una página blanca. En aquellas ocasiones,
admiraba la pasión con la que Dori presentaba el carisma y su gran virtud de escucha y de
paciencia. A menudo no era comprendida, sobre todo por parte de los católicos, pero esto la
impulsaba más aún a no detenerse en la siembra. Y sembró la semilla del carisma en muchos
corazones. Muchos años más tarde, un sacerdote anglicano, recordando su primer encuentro con
ella, me decía: “Todos estábamos sobrecogidos por esta escena a la que no estábamos
acostumbrados: una focolarina (Dori) hablaba en italiano, otra la traducía al inglés, pero
nosotros no comprendíamos casi nada de lo que se decía. En cambio, sentíamos que en aquellos
momentos sucedía algo grande e importante, que atraía nuestra atención y nos convencía”.
Lesley Allison: Apenas había conocido el Ideal en Liverpool en los años ’60, cuando fui invitada
a un encuentro mensual en la casa del Padre Pugh, sacerdote anglicano, con un pequeño grupo
de Anglicanos de todas las edades y vocaciones.
Venía Dori y me acuerdo sólo de que hablaba de Jesús de un modo tan nuevo, tan distinto y tan
personal, que me parecía conocerlo por primera vez, como a una persona real. Más tarde sentía
la llamada a entrar en el focolar, y fui a Loppiano para la Escuela de las focolarinas. Al final del
curso, parecía que, siendo anglicana, no habría sido posible para mí formar parte de un focolar.
Pero a Chiara le vino la idea de que yo pudiera estar con Dori en Londres. Me dijo: “¡Has
terminado la escuela de Loppiano – ahora harás la escuela de la Dori!”
Así viví un año con Dori, y fue una verdadera escuela de vida entre ella y aquel Jesús que ya
antes nos había hecho conocer, pero que ahora me lo presentaba como Esposo, sobre todo en su
abandono.
Ella reconocía en mí la angustia por sentirme “distinta” de las demás focolarinas por el hecho de
no ser católica. Por ejemplo, habría deseado mucho hacer los votos o las promesas como las
demás, pero en aquel momento parecía que no era posible. Así le vino a Dori la idea que yo
hiciera un coloquio con un sacerdote anglicano y hacer las promesas a Dios con su bendición. Y
así hice durante la Mariápolis. Enseguida después fuimos de vacaciones y Dori me recordaba
continuamente, cada día, que esos eran los días de la “Luna de miel”, porque me había casado
con Dios.
3
Del ’76 al 2002 Chiara confía a Dori las voluntarias, nombrándola Responsable Central. De
esta contribución que ha dado Dori nos hablan Maria Ghislandi (que en 2002 sucedió a Dori como
Responsable Central) y Patience Lobe, actual Responsable Central.
Maria Ghislandi: Han sido años decisivos para la vocación porque, como nos escribía Chiara
en un mensaje, “después del trabajo infatigable y precioso de Claretta y Turnea, había llegado la
hora de volver a lanzara los voluntarios y las voluntarias al corazón de la Obra, al Centro y a la
periferia”.
Esto quería decir dar un nuevo salto, como Chiara misma precisaba todavía, es decir “hacerse
adultos sobrenaturalmente…”. (Del mensaje del 11.1.77)
En la fidelidad a estas palabras, Dori nos ha guiado a dar los pasos necesarios para actuar la
consigna de Chiara.
Hemos captado enseguida el valor inestimable de este don para la Rama, subrayado por Chiara
misma al darnos a una de sus primeras compañeras. Con ella hemos encontrado siempre la luz
para encarnar el Ideal en la vida cotidiana, pero con la mirada abierta a los horizontes del
Carisma. Ella que había sido un instrumento para la revelación a Chiara de J.A. nos llamaba,
sobre todo con su vida, a renovar siempre la elección de Él para ser verdaderas hijas de Chiara.
Deseo añadir además un gracias personal por haber vivido juntas momentos de luz, pero también
de prueba, que en una vida de unidad no pueden faltar. Todos han sido momentos de gracia.
Dori me ha amado “en la verdad” para ayudarme a crecer idealmente y humanamente y ser así
adecuada para colaborar con ella en el seguimiento de la Rama y después dar mi ‘sí’ a Dios para
la tarea de Delegada de las voluntarias.
En una carta suya a las voluntarias del Centro, expone varios pensamientos e ideas que se
refieren a nuestra tarea al servicio de la Rama. Han sido líneas programáticas, esenciales para la
formación de las voluntarias.
Gracias, queridísima Dori. Tu estela de luz nos indica todavía hoy cómo vivir nuestra espléndida
llamada al servicio de la humanidad.
Patience Lobe: Gracias Dori, gracias porque has sabido amar en cada uno de nosotros lo que
permanecerá. Y para que el plan de Dios pueda realizarse en cada uno, no has ahorrado energías
para cuidar el cuerpo y el alma. Puedo testimoniarlo con mi vida.
Tu amor verdadero no dejaba espacio al hombre viejo y en el mismo momento buscabas siempre
nuestra felicidad: ¿te acuerdas cuando me lamenté por no haber recibido de mi responsable la
hora de la verdad? Y tu respuesta fue: “todavía debes merecerla”.
Tú nos has grabado en el alma la Espiritualidad a través de tu vida y especialmente tus
experiencias de los primeros tiempos que nos han traído a Chiara muy cerca.
Hasta el último respiro, te has quedado con nosotros, tratando de saber cómo va la Rama.
¡Cómo no recordar con emoción la tarjeta que me escribiste enseguida tras mi elección, en la que
entre otras cosas decías: “El Espíritu Santo te ha elegido a ti; también yo deseaba este encargo
para ti. Ahora piensa en cargar esta Cruz y Maria Asunta, Protectora de las voluntarias, estará a
tu lado...!”.
En tu tarjeta, habías prometido venir al día siguiente a pesar de tu estado físico. Y viniste.
Momentos inolvidables para nuestra Rama.
Hace dos meses, no pudiendo ya pronunciar muchas palabras, has querido manifestar tu amor
por nosotros haciéndome dos preguntas: “¿las voluntarias viven la comunión de los bienes? ¿Las
4
responsables de las voluntarias comunican lo que viven en las distintas partes del mundo y lo que
su vida irradia y transforma la sociedad?”.
Y hablando a todo el centro nos dijiste: “la Virgen está con ustedes, saludo a todas las
voluntarias”.
Gracias Dori, gracias por la que has sido para la Obra, para nosotras las voluntarias, para mí.
Nuestra gratitud, mi gratitud será, con la gracia de Dios, con la intercesión de Chiara y de toda
la Mariápolis celestial – en la que te encuentras ya tú – nuestra fidelidad, mi fidelidad a la Obra
de María.
Ahora querríamos dejar que Dori misma nos diga algo, respondiendo a esta pregunta: “En el
’83 los voluntarios salieron a vida pública, con la manifestación de Humanidad Nueva en el
Palaeur. ¿Cómo se ha desarrollado la Rama después?”
(video de 2’): Ciertamente ha sido una demostración de que un mundo nuevo es posible, que
partiendo también de pequeñas cosas se puede llegar a un gran éxito, en el sentido de renovación
del ambiente social, pero también un ambiente social que no es sólo rígidamente social, sino que
tiene debajo una fuerza, una luz, un entusiasmo que sólo el Ideal puede dar. Y es precisamente
este Ideal el que ha cambiado a las personas por dentro y, porque han cambiado dentro, pueden
también influir sobre el mundo que les rodea con acciones nuevas, originales y que no son sólo
acciones individuales que se hacen y no se piensa más en ellas, sino algo que produce una
novedad de vida, de pensamiento, de actuación en el trabajo, en los estudios, de tal manera que
trae al mundo de hoy algo nuevo que quizás para quien lo ve desde afuera no lo entiende, pero
siente que es algo bonito que es algo que debe darse, que es algo que el mundo espera.
Por lo que se refiere a la especial relación de Dori con la revista Città Nuova, escuchemos a
Paolo Loriga (que durante algunos años ha sido el jefe de redacción) y a Giannino Dadda (antes
Director general).
Paolo Loriga: Dori por encargo de Chiara ha seguido por muchos años la revista Città Nuova
italiana. Participaba en los encuentros de la redacción, en los que se definían los argumentos y la
fisonomía de cada número.
Cada encuentro era denso de reflexiones. Una variedad de itinerarios culturales y de
sensibilidades caracterizaba a los componentes de la redacción, de tal manera que los temas de
actualidad se analizaban desde múltiples puntos de vista. Dori intervenía a menudo pero no
siempre. Confiaba mucho en Guglielmo Boselli, Gino Lubich, Giuseppe Garagnani y Anna Maria
Pericoli, pero escuchaba con particular atención las intervenciones de los jóvenes. No hacía
diferencias, pero tenía un poco de predilección por estos últimos. Le interesaban y sentía
curiosidad por las claves de lectura que ellos proponían. Emergía así un rasgo de su
personalidad: estaba abierta a lo nuevo, a los diferentes dinamismos culturales y sociales, estaba
interesada por la voces disonantes.
Sacando de la luz de a Chiara, pero también de su experiencia vivida, nos llevaba a ver los
acontecimientos del presente y lo mismo del pasado desde un punto de observación mucho más
elevado. Para quien cree, se podría decir, desde el ojo de Dios, porque sabía donar una visión
unitaria y unificadora, e invitaba a vislumbrar los signos de los tiempos, y entre ellos, lo que
indicaba el recorrido aunque fatigoso hacia el mundo unido.
Después de haber leído el número que acababa de salir, no dejaba de hacer presente su parecer.
Lo decía con sencillez, evitando demasiadas palabras, directa y clara, sin hacer diferencias de
5
trato entre los expertos y los aprendices. Eran comentarios siempre pertinentes, argumentados,
iluminadores.
No vino a menos su mirada participativa a la revista cuando otros encargos no le permitieron
seguir participando en los encuentros de redacción.
Recientemente fui a visitarla y me sugirieron que estuviera con ella no más de 20 minutos.
Cuando terminó el tiempo traté de cerrar la conversación. Pero hablábamos de temas de
actualidad y de comunicación y ella estaba muy dispuesta a seguir. Sólo después de una hora nos
saludamos.
Hace ya una semana casi no pronunciaba una parola, pero cuando me vio, una luz atravesó sus
ojos. Su saludo final permanecerá en los míos. Dijo un “chao” muy claro, alzó la mano casi con
un gesto de impartir una bendición y después enderezó el dedo índice de la mano derecha para
indicar y consignar la razón de su vida: uno, unidad.
Giannino D’Adda: El 20 de septiembre del ’87, en un encuentro de Città Nuova para las zonas
italianas, Dori subrayaba cómo la revista “es un alimento que debemos preparar para que los
demás lo saboreen”.
Ésta es expresión del último de los siete aspectos que tiene como Palabra de Vida: “Muchos un
solo cuerpo”. Y la caridad vivida en todos sus aspectos es precisamente lo que apoya y sostiene la
revista.
“Quien escribe para la revista debería poder dar siempre cosas nuevas… ayudar a los lectores no para que la lean sino porque los amamos – a pasar de cielo en cielo cada vez que se habla de
energía atómica, del mercado, de la música… Me parece que esto nos obligue a mantener vivo
entre nosotros vivo esa relación que nos introduce en el Paraíso. Porque ¿qué es el Paraíso? Es
la vida de la Trinidad, es decir ese don: dar todo y recibir todo… Por esto me parece que en cada
artículo sería necesario que el autor pusiera toda su alma, es decir, la novedad de ese día, la luz
de ese día… Hace falta tener siempre delante el Ideal, seguros que el Ut Omnes llegará…
deberíamos ser los primeros en creerlo, ciertamente no por nosotros sino por el Carisma que
hemos recibido” y Dori concluye: “Hasta que la revista sea fruto de esta colaboración interna
que se hace externa, es decir, una colaboración según el modelo de la Trinidad”.
Del telegrama con el que Emmaus nos dio la noticia de la muerte de Dori: “Agradecidos, nos
unimos a esta oración coral y pedimos a María que la acoja, dándole la gloria correspondiente a su
haber sido, para todos nosotros, el primer testigo vivo de la revelación a Chiara de Jesús
Abandonado y su espejo fiel.
A propósito de fidelidad, el 7 de diciembre de 1993 Dori misma se había preguntado “¿He sido
fiel en estos 50 años?” Dejemos, con esta respuesta suya, que sea ella misma quien concluye.
(Video de 5’): Ahora no sé decir si he sido fiel en todos estos años, en estos 50 años, a este
primer sí completo a Jesús. Ciertamente me parece que en los dolores de la Obra grandes, o en
los míos pequeños, había Alguien, probablemente el Espíritu Santo, que me impulsaba a decirle
que sí y que estaba el amor de las popas, Jesús en medio, que me sostenía y que me ayudaba a
hacerle fiesta, a seguirlo. Siempre me venía a la mente aquella canción que dice: "No, no te
dejaré, por que te quiero", y esto me ha ayudado a superar muchísimos momentos difíciles de
nuestra vida, que todos ustedes conocen: en el focolar, fuera del focolar, con las almas, con las
personas, con la salud, con todas esas cosas.
6
Alguien me ha preguntado, viniendo, qué puedo decir ahora, en este momento. Quizás también, el
hecho de no estar bien, esta enfermedad que se prolonga, no sabría decir qué me ha comportado.
Recuerdo que hace algunos años había estado en el hospital y cuando regresé Chiara me dijo:
"¡Me parece que ahora eres más buena!" Espero que ahora también haya sucedido esto, pero me
parece que estoy demasiado cerca… Ustedes saben que cuando se mira un cuadro hay que
alejarse un poquito para comprenderlo, para comprender lo que está escrito.
Creía conocer la paciencia y en cambio me he dado cuenta de que es una cosa que hay que
aprender continuamente. Y luego, me he encontrado delante de la realidad de la voluntad de Dios
que todos conocemos y que yo creía que la hacía pero que quizás muchas veces la hacía a mi
modo, pero que en este último tiempo, también debido a las circunstancias, al deber hacer lo que
dicen los médicos, a hacer lo que quiere el físico, a no poder hacer todo lo que yo querría,
también en las pequeñísimas y mínimas cosas, el decir: "Hago la voluntad de Dios" es un
esfuerzo a veces, porque he visto que todavía tengo que aprenderla, que debo empezar, porque
esa realidad que Jesús dice: "No mi voluntad sino la tuya" es una cosa que hay que hacer en cada
momento presente, más aún, me da la impresión que el amar es hacer la voluntad de Dios, porque
lo dice Jesús, pero que es como un péndulo que dice: "Yo querría hacer esto". "No, debo hacer la
voluntad de Dios". Es justamente como Él: "No se haga mi voluntad sino la tuya”. Es Jesús quien
dice: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", y luego dice: "En tus manos…". Es que el amar
está precisamente entre esta realidad continua de salir de nosotros, de entrar en lo divino, y que
probablemente es el Espíritu Santo que da la carga a este péndulo para lograr hacer esto.
7
Descargar