Palabras del especialista en Cirugía General Gonzalo Gabriel De Tommaso en representación de todos los egresados de las carreras de especialización y de las residencias. Sr. Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Académico Roberto Pradier Sr. Presidente de CEMIC, Academico Roberto Arana. Sr. Rector del Instituto Universitario CEMIC, Dr. Mario Turín. Académicos Autoridades Graduados Sres. y Sras. En primer lugar me gustaría agradecer el haber sido elegido para decir estas palabras. Somos muchos los residentes que terminamos nuestras residencias y carreras, muchos con tanto o más mérito que el mío, por lo cual recibo esta oportunidad como un honor. Ingrese al IUC en el año 2005 como alumno de grado y en 2011 comencé la carrera de especialización en cirugía general. Son ya 10 años de pertenecer a CEMIC, y puedo decir que lo siento casi como una segunda casa. Recuerdo cuando hacia el final de la carrera hablábamos con mis compañeros sobre lo que cada uno haría después. La gran mayoría pretendía ingresar a alguna residencia, y casi todos a especialidades distintas. El resultado fue que casi todos pudimos entrar al hospital que queríamos para hacer la especialidad elegida. Hoy nos recibimos tres, Agustín Quintaié de Ginecología y Obstetricia y Carlos Callegari de Medicina Interna. Con esto quiero decir que la formación que recibimos en el IUC fue lo suficientemente buena como para ser competitivo y estar a la altura de alumnos de otras universidades consideradas de primer nivel. A los que reciben hoy su diploma de médicos, sepan que van a salir preparados para tener éxito en lo que hagan. Como residente tuve la suerte de conocer mucha gente nueva. Los que ya estaban en la institución, los que ingresaban ese año, y los que fueron llegando después. Todos los que empezábamos como residentes de primer año en ese 2011 llegábamos en las mismas condiciones, llenos de incertidumbre, dudas, miedos, curiosidad y por sobre todas las cosas: entusiasmo. No hay forma de atravesar una residencia si no es con ganas. A las ganas hay que sumarle el compañerismo. En los servicios donde somos pocos por año, como en cirugía que somos dos, el compañero de año es un hermano, un compinche por quien uno se juega todo y a quien sabe que puede confiarle lo que sea. Los aciertos de uno son los aciertos del otro, los errores de uno son los errores de los dos. Si nos hundimos, nos hundimos juntos. Si nos felicitan, nos felicitan a los dos. Por suerte mi compañero Agustín Matucci reúne esas características y sin duda enriqueció mis años en la residencia. Los demás residentes del servicio se vuelven casi familia, ya que nos vemos las caras todos los días durante todo el día desde la mañana hasta la noche. Los residentes superiores siempre tienen algo que enseñarnos, y a medida que van llegando los nuevos, tratamos de transmitirles lo que nos enseñaron a nosotros. Pero no solo los compañeros de servicio tienen un papel importante en la carrera de cada uno. No importa a que especialidad corresponda el resto de los compañeros, somos todos residentes de la misma institución, tirando para el mismo lado y apuntando a un mismo objetivo. Si bien los cirujanos solemos discutir con todo el que se nos ponga adelante (generalmente tenemos razón) el paciente es uno, trabajamos en equipo y tenemos mucho que aprender unos de otros. Así que estoy seguro que en varios años vamos a recordar a nuestros compañeros de otras especialidades así como hoy escuchamos a nuestros maestros cuando nos hablan de sus compañeros de años anteriores. Fueron 4 años de intenso trabajo y aprendizaje. Cuatro años en los que vivimos jornadas largas, guardias, algunas buenas y otras no tanto, dormimos poco, nos quejamos mucho, compartimos, discutimos, nos peleamos, nos amigamos, trabajamos en equipo. Fueron cuatro años en los que, por ejemplo, pasaron por el servicio de Cirugía General más de 7000 pacientes. Siete mil personas que confiaron en nosotros, que se atendieron con nosotros y nos permitieron aprender con ellos. A hacer un diagnóstico, indicar un tratamiento, o en nuestro caso a dar un simple punto de piel. Durante todo ese tiempo no estuvimos solos. Siempre estuvimos respaldados y acompañados por alguien mayor. Sean residentes superiores o médicos de planta. Siempre supimos que al tener una duda o al encontrarnos con algún obstáculo, si nos dábamos vuelta íbamos a tener a alguien que con sus estilos y formas, estaría dispuesto a ayudarnos y acompañarnos. Por eso quiero agradecer enormemente a mis maestros más directos: al Dr. Salgado, Dr. Oddi, Dr. Nazar, Dr. Vizcaino y a todos los cirujanos de planta de CEMIC, quienes con su eterna paciencia nos enseñaron y nos acompañaron en el arte de operar y cuidar de los pacientes y por sobre todo nos recordaron siempre que lo más importante en esta hermosa profesión es el paciente. Nos enseñaron que es tan importante aprender a decidir cuándo operar como aprender cómo operar. Porque la cirugía no es solamente una disciplina de las manos, se trata también de la mente y del carácter. Ahora cada uno de nosotros va a seguir su camino. Algunos se quedan como jefes de residentes, otros haremos alguna especialidad post básica y otros se irán ubicando en distintos lugares para salir al ruedo. A todos nos deseo muchísimo éxito, y seguro que lo tendremos, porque si miramos donde están hoy los que salieron del lugar que estamos saliendo nosotros, nos daremos cuenta que gracias a la formación que recibimos y al esfuerzo que cada uno de nosotros le puso todos estos años para exprimirla al máximo vamos a tener éxito en lo que nos propongamos. Vamos a pertenecer al grupo de profesionales formados en un lugar de prestigio como es CEMIC y tenemos que saber llevarlo. Siempre con respeto y humildad. Para ir terminando, quiero agradecerles a todos mis compañeros residentes, de todas las especialidades y en especial a mis compañeros de Cirugía General, con quienes compartí y disfruté estos 4 años. A todos los que componemos el quirófano, ese lugar tan especial que es nuestro hábitat natural. A todo el personal de CEMIC, docentes, administrativos o quienes se dedican a lo asistencial. Gracias también a los médicos de las demás especialidades, porque es importante trabajar en equipo, porque el paciente es uno solo y tenemos mucho que aprender unos de otros. A mis amigos por acompañarme en este camino y entender mis ausencias. A mi compañera en la vida, Florencia, a quien también conocí acá en CEMIC, y quien es responsable en gran parte de que haya llegado hasta acá. Finalmente gracias a toda mi familia, a mi madre, a mi padre, a mi abuela y a mis hermanos. En especial a mi madre que nos demuestra día a día a mí y a mis hermanos lo que es tener fortaleza y nos enseñó desde pequeños el valor del respeto. Muchas gracias.