RACIONALISMO y EMPIRISMO La Edad Moderna es la etapa de la historia del pensamiento en la cual la filosofía ejerció un papel esencial. Se puede partir de considerar que la transición del mundo medieval al moderno se realiza primero en tres esferas vitales: el arte, la política y la religión. El arte renacentista, en Italia y Flandes principalmente; la formación de las naciones en Occidente, los periodos de expansión colonial, la Reforma protestante, la Contrarreforma Católica que culmina con el Concilio de Trento, se transforman en hechos relevantes, determinantes del paso de una época a otra. En el ámbito de la ciencia y a la filosofía, la cuestión se torna mucho más densa. Se trataba sobre todo de dejar detrás la Escolástica, pero la cuestión se oscurecía al querer “edificar”, término utilizado por Descartes (1596-1650), una nueva filosofía, dejando de lado los supuestos medievales y los complejos sistemas de pensamiento que la misma traía. Desde el siglo XIV al XVI se “vive” de los restos de la tradición pasada, mezclados con intentos de restauraciones antiguas y con algunas nuevas, que no pasan de ser hipótesis; tuvieron que pasar doscientos años, para alcanzar un nuevo saber sobre las cosas, es decir, para construir los sistemas de pensamiento que dominarán el futuro curso de la historia de la filosofía. Llegado el siglo XVII la ciencia y la filosofía se desenvuelven con total confianza y poseen un cuerpo unitario y eficaz de doctrina acerca de la realidad. El Racionalismo es una corriente moderna filosófica del conocimiento que surge durante los Siglos XVII y XVIII. El principal representante dicho movimiento fue el francés René Descartes (1596 – 1650). Está caracterizado por la supremacía de la razón al momento de conocer. Entiende a aquella como “el elemento que legitima nuestros conocimientos”, hay una plena confianza en la razón y una desconfianza en los sentidos porque según los racionalistas los mismos engañan. Creen que gracias a la razón podemos adquirir el conocimiento y llegar a la verdad. Los racionalistas creían en las ideas innatas, esto es, ciertas ideas independientes de la experiencia que nosotros poseíamos en nuestra mente. “Un ejemplo de idea innata es la idea de Dios, una idea independiente de la experiencia de cada uno y que nos sirve para armar el edificio de nuestro conocimiento”. Otro elemento importante de los racionalistas es la aplicación de un método, específicamente un método de la matemática, ya que en el no caben errores, siempre se llega a verdades evidentes y claras. Entienden al método como universal, ya que puede ser aplicado a todo. Toda verdad alcanzada usando un método va a ser universal. Sobre el método Descartes enunciaba: “Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediantes las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la materia, sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz”. De esta forma, el método es una herramienta que nos conduce a la verdad. Los racionalistas, además, aplican la idea de mecanicismo, porque entienden al mundo como una máquina que se puede analizar, donde las cosas ocupan un lugar en el espacio que les corresponde. El Empirismo fue una corriente filosófica moderna opuesta al racionalismo. Surge en Inglaterra entre los siglos XVII y XVIII. Entre sus principales representantes encontramos a David Hume (1711 – 1776), John Locke (1632 – 1704) y a George Berkeley (1685 – 1753). El Empirismo es una teoría o corriente filosófica que considera que “la experiencia es el origen de nuestros conocimientos, es decir la única fuente válida de conocimientos” Para los racionalistas, por el contrario, la única fuente válida de conocimientos era la razón. Entre las principales características del empirismo encontramos las siguientes: 1.- El origen de nuestros conocimientos está en la experiencia. Para los empiristas no existen las ideas innatas, sino que nuestra mente es una especie de “hoja en blanco, una tabula rasa” que nosotros vamos llenando de conocimientos gracias a la experiencia. La experiencia es el único criterio de verdad. 2.- El conocimiento del hombre es limitado por la experiencia. Lo que los empiristas dicen con respecto a esto es que sobre algunas cuestiones solo podemos tener un conocimiento relativo o probable. 3.- Se basan en el método inductivo propio de las ciencias fácticas, aquellas ciencias que estudian los hechos de la realidad. A partir de dicho método se obtienen conclusiones generales a partir de datos particulares. En primer lugar se observan y registran los hechos, en segundo lugar se analizan y clasifican los hechos; en un tercer paso tenemos la derivación inductiva de una generalización de los hechos que se están estudiando. Por último tenemos la contrastación de los mismos. Para los empiristas la validez de las teorías científicas depende de la verificación empírica. René Descartes (1596 – 1650) fue un filósofo moderno considerado el padre del Racionalismo. Dicha corriente, que surge en la modernidad, ponía fe ciega en la razón al momento de conocer. El surgimiento de dicha corriente se da en un contexto donde comienza a aparecer una nueva visión del mundo por parte del hombre, dicho cambio implicaba una ruptura con las viejas creencias religiosas, además de la aparición de nuevos conocimientos como la teoría de la centralidad del sol, lo que marcaba un nuevo posicionamiento del hombre en el cosmos, sintiéndose este último desamparado ante tal sistema, además de darle la idea de una nueva construcción del mundo. El pensamiento de Descartes ya no es inocente como lo fue en la Grecia Antigua, para él dicha filosofía había fracasado y es por ello que busca crear una nueva filosofía con el objetivo de no volverse a equivocar. El planteo moderno es puramente gnoseológico (gnosis: conocimiento). Se comienzan a preguntar “¿qué existe?, ¿qué capacidad tiene el hombre para conocer?”. Su principal preocupación es conocer la verdad, aunque sea una única que no pueda ser puesta en duda. Descartes plantea que el fin último es encontrar una verdad que no pueda ser puesta en duda. Para ello utiliza a la duda como método poniendo en duda de esta manera a todas las preposiciones enunciadas anteriormente. Desde Aristóteles el conocimiento era mediato: “Cada uno tiene una idea o un concepto en la mente, por poner un ejemplo el concepto de árbol. Dicho concepto hace referencia al árbol que se encuentra en la realidad, pero esto siempre podía dar lugar al error, ya que entre el sujeto y la cosa estaba el concepto”. Ante esto Descartes busca llegar a un conocimiento que no sea mediato, que consista en una posición tal que permita que nada se interponga entre el concepto y la cosa (entre el sujeto y el árbol). Dicho conocimiento sería Inmediato, esto es el pensamiento en sí mismo. Uno puede dudar del concepto de árbol, pero no puede dudar del pensamiento. Descartes se pregunta: ¿qué es lo que existe? y para él aquello que existe es el pensamiento. “El único conocimiento válido es el inmediato, esto es el conocimiento del pensamiento”. Descartes afirma que “existen los pensamientos y aquellos no son otra cosa que yo pensando; no tengo otro remedio que llegar a la conclusión de que yo soy una cosa que piensa”. Para él existen dos mundos; exterior y el interior. En el primero están las cosas oscuras y confusas, en el segundo las cosas claras y distintas de las cuales tenemos certezas. Intenta probar la existencia de Dios, plantea que “hay un pensamiento que se presenta claro y distinto, pero que no resiste ninguna duda. Ese pensamiento es Dios, que existe no solo en mis pensamientos sino también fuera de mí”. “Hay una realidad fuera de mí y la existencia de Dios es una garantía de que los objetos pensados por ideas claras son reales, es decir que el mundo exterior es real y lo claro y distinto de la realidad son los objetos sin cualidades que lo hacen más oscuro y confuso”. Aquí introduciremos el estudio de las pruebas de la existencia de Dios, por René Descartes, el padre del racionalismo moderno. La primera prueba de la existencia de Dios la encontramos en su gran obra “El discurso del método” publicado en el año 1637 y es una de sus obras más importantes. Descartes en un momento de reflexión sobre su ser, sobre sí mismo y sobre las dudas que todo le generaba (recordemos la famosa duda cartesiana). Descartes duda de todo y así empieza a pensar cómo es posible en “algo más perfecto que yo”. Ahí piensa que efectivamente debía existir una naturaleza más perfecta que él, más perfecto que el hombre. Pero, ¿desde dónde plantea pensar esto Descartes? Desde dios mismo. Esto quiere decir que Dios es el punto de partida de este planteo, Entonces, nuestra naturaleza es imperfecta. Entonces, ¿cómo es que yo siendo una naturaleza imperfecta puedo pensar en una naturaleza perfecta? Nosotros somos naturaleza imperfecta desde el momento en el que dudamos. Descartes afirma dos cosas, que deben quedarnos en claro: primero que la idea de perfección no viene de la nada, entonces la idea de perfección encuentra un fundamento en algo, pero tampoco proviene de los hombres a nosotros, sino de algo superior. Esta idea fue puesta en nosotros por una naturaleza más perfecta: Dios. Un segundo argumento parte de la claridad del conocimiento: un conocimiento es claro cuando la idea se manifiesta directamente a mi espíritu. Un conocimiento es distinto (hay claros y distintos) cuando es preciso. En este segundo argumento también toma como punto de partida la idea de Dios: se reconoce la idea de dios como la de un ser perfecto, nuevamente a recurre a la perfección de dios. Entonces, esta perfección nos aparece como clara, como un conocimiento claro y distinto. Ahora bien, pero si dios es perfecto no puede dejar de existir, según Descartes. Es por ello que afirma, que en Dios la esencia va ligada a la existencia, son inseparables. Según Descartes a través de su famosa frase: “yo pienso, luego existo”, (cogito cartesiano) explica que ese es el primer conocimiento seguro, existo en tanto que pienso, puedo dudar de todo, menos de que existo. ¿Cómo probamos que los demás conocimientos son verdaderos? Descartes para explicar esto, va a recurrir nuevamente a Dios: si Dios es perfecto no puede engañarnos, es una naturaleza infinitamente prefecta, Dios es garantía de la verdad. David Hume (1711-1776) nace en la ciudad de Edimburgo, Escocia y fue un gran filósofo, historiador y economista. Este pensador se inserta dentro de la corriente del empirismo (corriente que se diferencia del racionalismo): que toma como base de todo conocimiento a la experiencia. Hume sostiene que todo conocimiento, en última instancia, nace de la experiencia y parte de estudiar los hechos de la misma experiencia para entender la realidad que lo rodea. A estos hechos de la experiencia los va a denominar: percepciones del espíritu. Éstas se pueden entender como estados de conciencia. A las percepciones que se reciben de modo directo las llamará impresiones sensibles, porque son producto de nuestros sentidos y cuando hablamos de sentidos, hablamos de tacto, gusto, por ejemplo. Esto refiere a cómo conocemos las cosas del mundo exterior. Por otro lado, tenemos otro tipo de percepciones, tenemos las impresiones de la reflexión: aquellas que son de nuestra propia interioridad, por ejemplo: el estado de alegría o de tristeza. Este tipo de percepciones o representaciones originarias, se diferencian de las percepciones derivadas, ya que a éstas últimas, Hume, las llama: ideas (por ejemplo: la fantasía o la memoria). Estas ideas son derivadas, porque derivan de una impresión (por ejemplo se deriva de una impresión de un dolor pasado). La diferencia entre impresiones e ideas tiene que ver con la vivacidad e intensidad, de cuan intensa o vivazmente nosotros recordemos algo. Siguiendo con esta explicación, tanto ideas como impresiones puede ser simples o complejas: por ejemplo, una percepción simple puede ser el concepto de rojo, una fruta y una compleja, al juntar las ideas anteriores y formo: manzana. Entonces, el espíritu humano se rige por las leyes asociación de ideas, asocia todas nuestras ideas y así forma ideas más complejas. Cuando hablamos de las leyes de asociación, para Hume, podemos nombrar tres: 1) asociación por semejanza; 2) asociación por contigüidad en el tiempo y; 3) asociación por causa y efecto. Ahora bien, la asociación por semejanza es relacionar, por ejemplo, una pintura con otra. Cuando hablamos de asociación por contigüidad en el tiempo, por ejemplo, cuando vemos un edificio de departamentos, pensamos en otros tipos de departamentos. Por último, cuando hablamos de la asociación por causa y efecto, hablamos, por ejemplo, si pienso en una herida leve en un momento de mi vida en el cual me corté con un cuchillo sin querer, me da la sensación nuevamente de dolor, vuelvo a sentir esa sensación de dolor. Para completar esta teoría de Hume, en síntesis, todo nuestro pensamiento se deriva de nuestras sensaciones internas y externas. Además, todas nuestras ideas o percepciones más débiles son copias de nuestras impresiones o percepciones más vivaces, como también todas las ideas complejas se derivan de las ideas más simples. Por último, debe aclararse que una idea será válida cuando concuerde con la impresión. John Locke (1632 – 1704) es considerado uno de los filósofos más importantes del empirismo y padre del liberalismo inglés. Su principal preocupación era cuál era el alcance del conocimiento, para ello elaboró su propia teoría la cual redactó en su obra “Ensayo sobre el entendimiento humano”. En un pasaje de dicha obra enuncia lo siguiente: “Todo hombre tiene conciencia de que piensa y siempre está pensando ideas. […] Está fuera de toda duda que los hombres poseen en sus mentes varias ideas, como: “blancura”, “dulzura”, “elefante”, “ejército”, etc…” Locke no cree en las ideas innatas, aquellas que están en nuestra mente y no dependen de la experiencia para habitar en ella. Plantea la pregunta de cómo el hombre llena su mente de ideas. Para él la mente es una “hoja en blanco”, una “tabula rasa” que se llena de ideas a lo largo de la vida; dicha mente se llena de ideas por medio de la experiencia. Para Locke, el conocimiento se funda y surge de la experiencia. Plantea que mediante la observación conocemos de dos formas: 1.- Externa: mediante los sentidos 2.- Interna: mediante diferentes operaciones de nuestra mente, es decir reflexionando sobre aquello que conocemos gracias a los sentidos. Los sentidos conocen los objetos particulares y sensibles del mundo; “esto luego llega a la mente a partir de las percepciones sensibles de acuerdo a cómo estan me afecten”. Este conocimiento por medio de los sentidos es llamado por Locke Sensación. La otra fuente de conocimientos con los que la experiencia abastece nuestra mente de ideas es la percepción de las operaciones de nuestra mente dentro de nosotros. “Dichas operaciones se aplican a las ideas que en un primer momento fueron captadas por nuestros sentidos. Gracias a esto podemos formar ideas que no dependen de lo sensible pero sí de las operaciones de nuestra mente, como dudar, reflexionar”. Esto procede de lo que Locke llamó sentido interno. En la obra ya citada (“Ensayo sobre el entendimiento humano”) Locke dice que “la reflexión es la comprensión que posee la mente sobre sus propias operaciones por cuya razón obtenemos ideas”. No puede haber reflexión si no hay sensación, no se puede reflexionar sobre aquello que no se conoce, y aquello solo se conoce por medio de la experiencia. En otro pasaje dice el autor: “Examine cada uno de sus propios pensamientos e investigue atentamente su entendimiento, el que considera atentamente el estado de un niño hallará pocas razones para imaginarlo lleno de ideas que constituyen el material de su conocimiento futuro.” Lo que afirma es que el hombre llena gradualmente su mente de ideas. El conocimiento para Locke es gradual, es decir, alguien tiene más ideas cuando tienen más experiencias. Un hombre comienza a tener ideas cuando tiene su primera sensación.